El Derby (julio 2011)

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EDITORIAL

La hípica hace justicia Por Fernando Cazón

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l ingeniero Miguel Salem Dibo fue un guayaquileño comprometido con su país a través de sus múltiples facetas como profesional, deportista, político, funcionario, constructor, dirigente, etc. Y de ello dan prueba no solo parte de la historia ecuatoriana del siglo veinte, sino también obras como el Centro Cívico, la Penitenciaría del Litoral, el coliseo cerrado Voltaire Paladines Polo, el estadio Alberto Spencer, los edificios El Forum y El Fortín, el Tiburon (el primero en su género en el balneario Salinas), el Muelle de Puerto Bolívar, entre otras realizaciones que confirman la entrega al colectivo de la patria de un ciudadano siempre atento a las necesidades y urgencias de su gente y de su circunstancia histórica. Entre lo ya enumerado hay que destacar sobre todo una etapa importantísima en la vida de este hombre siempre dinámico y siempre emprendedor que ocupó importantes funciones públicas (fue Ministro de Estado y Gobernador del Guayas) y tuvo a su cargo grandes empresas privadas. Y nos referimos a la hípica en donde el nombre de Miguel Salem Dibo produce el entusiasmo y el respeto por quien tanto hizo en favor del “turf ” ecuatoriano, hasta constituirse en un verdadero icono en esta actividad que congrega y preocupa a buena parte de nuestra sociedad. No hay que olvidar tampoco otra de sus grandes pasiones como lo fuera la entrega de su accionar y de su persona para el club deportivo de sus amores, el Idolo de Guayaquil y el Ecuador, el Barcelona, del que fuera un ilustre y recordado dirigente. Le tocó tomar su dirección en momento muy difíciles para esta entidad, en 1955, misión en la cual pudo salir airoso, como en todas las empresas por él cumplidas, hasta el punto de lograr que su equipo de futbol se corone Campeón, luego de una gran campaña. Estas realizaciones magníficas, que en su momento constituyeron la respuesta necesaria al pedido y a las necesidades de una afición hípica, el nombre de Miguel salem Dibo es el mayor y mejor de los referentes en cuanto a un trabajo en que la mística se unió a su capacidad innata de constructor. Allí están para comprobar este aserto los hipódromos que se construyeron gracias a su acción, perseverancia y dirección, entre ellos el “Santa Cecilia” y el “Buijo” que hora con toda justicia lleva su nombre, en que se vivieron tantas carreras y tantos certámenes que llaman siempre a la evocación. Esa brillante trayectoria, que ni el más enconado o artero enemigo podría negar, ha hecho posible que en su memoria se inaugure y descubra al Busto de este insigne guayaquileño, de este gran ecuatoriano, que a más de ser un sobresaliente constructor y visionario, tuvo el mérito de ser un amigo fiel y entrañable. Sea ésta la oportunidad para que nuestra revista, especializada en la hípica, le rinda el tributo que se merece. Y que en su memoria ponga como mejor leyenda el agradecimiento imperecedero por las obras que llevó a cabo y por toda la pasión que puso en su vida, siempre pensando en los demás.

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Revista El Derby /Julio 2011


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