VILMAR SANGUINETTI, jinete uruguayo que burló a la muerte montando a Propicio salvandose de un destino similar que el de Juan Pedro Artigas.
Por las calles del
Recuerdo
EL DOLOR DE LA MUERTE
“E
l que
tenga miedo es preferible que se dedique a otra cosa”, una clara definición de la profesión de Jinete que es de entrada poco menos una advertencia para el muchacho que quiere abrazar esta actividad. Para ser Jinete se necesita tener una vocación a prueba de accidentes, de rodadas, el peligro está siempre latente en toda carrera, en todo apronte, se corre apilándose sobre el riesgo, a sesenta kilómetros por hora, en un precario equilibrio de estribos y rodillas. Se corre sobre un caballo que no ha sido del todo domado tal vez para preservar su temperamento, factor de triunfo en muchos finales. No tienen miedo los grandes Jinetes cuando
32 REVISTA EL DERBY · ENERO 2017
en sus años maduros ya no se meten por un hueco imposible como la hacían cuando eran aprendices, no se debe a que sientan temor ni porqué se dejen ganar por la “hermanita menor”, la prudencia, es sencillamente porqué la experiencia les ha dado la medida exacta de un riesgo calculado y enfrentan las alternativas del desarrollo de la carrera sabiendo cuando se puede arriesgar y cuando no. Pero es imposible calcularlo todo ni prevenirlo. Y en ocasiones se produce una rodada que anuda la garganta de los aficionados y su corazón late en forma exagerada mientras el jockey es solo una mancha de color en medio de la pista. El turf argentino, en especial, tiene una larga y dolorosa historia de gravísimos accidentes que cegaron la vida de grandes y populares Jinetes, muchos de ellos verdaderos IDOLOS que aún son recordados con profundo cariño. Un manto de angustia cubrió a “San Isidro” el 9 de julio de 1959 cuando JUAN PEDRO ARTIGAS, al popular “artiguitas” que se repartía el cariño de la afición con platense con Leguisamo, cayó de San Matías tras
haber cruzado el disco en primer término con el pingo del stud “Los Patrios”, propiedad de Ernesto Pueyrredón. Artiguitas rodó con tal mala fortuna que su bota se enredó con el estribo y fue arrastrado por San Matías golpeando su cabeza varias veces contra los pilares de la empalizada. En el reverso de la moneda, veinte años después, la caída de VILMAR SANGUINETTI de la montura de Propicio con su bota amarrada como la de Artigas y el riesgo inminente que el potrillo siguiera corriendo, arrastrándolo. Pero esta vez la suerte no se ensañó con el piloto uruguayo. Propicio se quedó parado, quieto – fue increíble que no siguiera corriendo detrás de los otros potrillos – comentó el “topo”, dándole a este el tiempo para librarse de la trampa y recién entonces alejarse al galope. En 1984 la yegua Guerriere se enredó en las patas de Nisaky en una carrera cualquiera de “Palermo” dando por tierra con JORGE PALACIOS, piloto oficial del “”Rosa del Sur”. La yegua de Palacios se clavó de golpe y fue como si desapareciera junto con su jinete, “fue