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setiembre 1825 [ perú ] nOMBRE (...) EL
DESan O’HIGGInS ES Martín creó un SíMBOLO DE la priMera LA AMISTAD bandera en el PERuAnOpuerto de piSco, poco CHILEnA, deSpuéS de llegar al perú.En la EVIDEnCIADA hizo de LOSoficial DíAS el DE21LA octubre de 1821, InDEPEnDEnCIA, Mediante un RATIfICADA decreto en el que DuRAnTE LA taMbién diSponía RESTAuRACIÓn, que éSta debía Ser AHOnDADA En de Seda o lienzo y LOS DíAS DEL Medir 8 pieS de COnfLICTO COn largo por 6 de ESPAñA EnTRE ancho. 1864 Y 1866, PERO EnTuRBIADA A PARTIR DE ESTE AñO PARA DESEMBOCAR DESDE 1873 En EL RECELO Y EL EnCOnO PERTInAz DuRAnTE LA GuERRA quE ESTALLÓ En 1879 (...)
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 27 ]
do diez cañas de azúcar a la vez (escribió entonces O’Higgins en una carta particular), causaron la mayor admiración en los espectadores venidos de las ciudades y haciendas de este valle". Además del progreso material de su propiedad, O’Higgins se preocupó también de dar un mínimo de comodidad y decoro a la vida de sus esclavos. Al producirse el conflicto entre Chile y la Confederación Perú-boliviana, interpuso el prócer resueltamente su nombre y sus esfuerzos para buscar un arreglo pacífico. Cordial con los jefes chilenos que entonces llegaron al Perú, no ocultó su simpatía por la Confederación y el Protector, aunque felicitó a Bulnes por su victoria. En abril de 1839 falleció Isabel Riquelme, madre de O’Higgins. Él, a su vez, comenzó a sentir los efectos de una enfermedad cardíaca. Se preparaba entonces a regresar a su patria. Falleció en Lima, el 23 de octubre de 1842. Había vivido en el Perú casi veinte años. El 26 de octubre se celebraron en el convento de San Agustín las exequias en su honor. Asistieron a ellas el cuerpo diplomático, las corporaciones de la capital, los principales jefes militares y una numerosa concurrencia. El túmulo estuvo adornado por las banderas peruana, chilena y argentina. La guarnición de la capital formó para hacer los últimos honores al prócer. "Más que un tomo se necesitaría (expresó El Comercio del 13 de diciembre de 1842) para detallar los servicios que el general O’Higgins ha prestado al Perú desde esta época (la de su llegada) hasta su fallecimiento, los que cuando sean conocidos demostrarán que el ilustre difunto mereció no solo los dictados que le confirieron los Congresos peruanos de 1822 y 1823, sino también el de amigo constante e ilustrado de la prosperidad peruana en todos los ramos que constituyen el público bienestar. Como una prueba en apoyo a esta aseveración nos referimos con satisfacción a una carta dirigida por el general O’Higgins al general Prieto en 1832 y transmitida por el mismo general O’Higgins en el año pasado a la Sociedad de Agricultura de Santiago, en cuyos libros debe haber constancia de ella. Esta producción, que demuestra palpablemente, y con tanta sagacidad, cuáles son los verdaderos intereses de las dos naciones que la providencia y la naturaleza han destinado para hacerse mutuamente felices, no necesita de comentarios. Ella es el fruto de profundos estudios y de un detenido examen de las relaciones que deben existir entre Chile y el Perú y manifiesta que su autor no solo se había contraído a observar los intereses físicos de ambos países, sino que, elevándose a una esfera más sublime, escudriñó con la antorcha de la razón, el origen moral de esos intereses o relaciones y la alta sabiduría del Supremo Hacedor que al organizar la naturaleza ligó a todas sus partes por vínculos tan estrechos que solo la ignorancia y las pasiones de los hombres han podido desconocerlos y convertir los bienes que les prodigó en instrumentos de su propia infelicidad". En efecto, el nombre de O’Higgins es un símbolo de la amistad peruano-chilena, evidenciada en los días de la Independencia, ratificada durante la Restauración, ahondada en los días del conflicto con España entre 1864 y 1866, pero enturbiada a partir de este año para desembocar desde 1873 en el recelo y el incono pertinaz durante la guerra que estalló en 1879 y muchos años más tarde.
SUPUESTOS PLANES DE GAMARRA PARA PROLONGAR LOS LÍMITES DEL PERÚ EN EL NORTE.- Los planes de Gamarra para emprender una campaña en la frontera norte, en 1840 o 1841, extrañamente similares a los de La Mar en 1829 han sido revelados por Valdivia en su libro sobre las revoluciones de Arequipa. Dice el párrafo pertinente: "Allí (en Tiabaya) recibió Gamarra un expreso con comunicaciones de Lima y Popayán, se retiró con Castilla a una pieza reservada y se impusieron del contenido y tuvieron varios acuerdos. El general Castilla al día siguiente acompañó a Gamarra a poca distancia y se volvió a la ciudad. Vio al doctor Valdivia; y para darle una prueba de que había restablecido su antigua confianza con él, refirió todo lo sucedido y le dijo que las comunicaciones principales habían sido del general Obando datadas