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Nuevas luces sobre la Revolución Urbana

Plano general de Chan Chan, Trujillo, La Libertad (Kolata, 1990). 75

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Recreación en 3D del recinto Tschudi, Chan Chan (Tavera).

Recreación en 3D de la Huaca del Dragón (Tavera).

Urbanismo andino. Centro ceremonial y ciudad en el Perú prehispánico

cima de la plataforma de la ciudadela de Chayhuac. Vistas desde ahí, las cimas de cerro Prieto y cerro Blanco ayudan a trazar un ángulo recto referencial gracias a la proyección sobre el suelo de los ejes visuales que apuntan hacia ellos. La línea que une el centro de la plataforma funeraria de Chayhuac con la cima del cerro Prieto servía para trazar el eje Nor-Sur del complejo.

Con la observación de la puesta de las Pléiades desde el cerro Blanco, se habría definido el eje transversal (aproximadamente Este-Oeste) de la ciudadela Uhle. En cambio, la observación de las salidas de Orión sirvió según Sakai (1998) para definir la dirección del este celestial, la que quedó marcada en el paisaje por la construcción de la pirámide El Higo. La localización de la plataforma funeraria de cada ciudadela, de las pirámides construidas a lo largo del río Moche y la orientación de los muros perimétricos habría sido producto de un sistema relativamente complejo de observaciones cruzadas y simultáneas.

Desde Chayhuac se fijaba las direcciones de las salidas heliacales de Orión (hacia Cerro Blanco), Canis Mayor, Pez Austral, Cola de Scorpio y la Cruz del Sur, en el cuadrante sudeste del cielo. Para fijar la localización de la futura edificación, los constructores reproducían sobre la tierra el ángulo entre la dirección del Este celestial y la salida de la constelación dada, en la proyección espejo, sobre la superficie de la pampa al Norte de Chayhuac. Por ejemplo, la dirección hacia la salida heliacal de la delta Crucis (Cruz del Sur) desde Chayhuac es Sur 55,5° y el eje proyectado hacia la Huaca El Dragón es Norte 56,5°-56,5°.

La hipótesis de Masato Sakai es especulativa, pero verosímil desde el punto de vista técnico. Cálculos de ejes arquitectónicos, de complejidad similar o mayor a la planteada, realizaban los constructores egipcios o mayas con instrumentos muy sencillos. El sistema de torres de observación, sukankas, utilizado para cálculos calendarios en el Cuzco inca, y estudiado por Tom Zuidema (2010: 100-208, 773-804), Anthony Aveni (1981), Brian Bauer (1998), Brian Bauer y David S. P. Dearborn (1995) y Carlos Williams (2001), se fundamenta en los principios similares de la observación de ángulos en el horizonte.

Aveni (1980) recuerda en sus trabajos que el glifo maya relacionado con la observación astronómica del cielo representa a un hombre, el que echado de espaldas sobre el suelo ha formado una mira en forma de la letra V con sus propias

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piernas levantadas hacia el firmamento y cruzadas, un instrumento de simplicidad completamente desproporcionada en comparación con la conocida sofisticación de cálculos astronómicos mayas. Bastones, horcones-miras y cordeles solían bastar a los constructores antiguos para fijar orientaciones con precisiones a veces asombrosas, y logradas gracias a la experiencia de mirar y la extraordinaria nitidez de los firmamentos preindustriales. Las constelaciones que Masato Sakai (1998) tomó en cuenta servían de puntos de referencia para los pescadores tradicionales entrevistados por Gary Urton. Algunas de ellas están explícitamente mencionadas por el cronista español padre Antonio Calancha en el siglo XVII, cuando se refería a las creencias indígenas.

Tampoco es improbable la hipotética razón que habrá motivado a los constructores para realizar las complejas mediciones astronómicas, a saber el deseo de establecer un lazo de parentesco entre el monarca divinizado, posiblemente sepultado en la plataforma-mausoleo y un cuerpo celestial. Desafortunadamente, no se pudo comprobar si parte de la plataforma funeraria de Chayhuac fue efectivamente destinada para un observatorio. En cualquier caso resulta claro para todos que cada palacio fue concebido como una unidad independiente de las demás. Fundarlo fue como fundar una ciudad.

Ninguna calle ni plaza articula las entradas a los conjuntos palaciegos grandes y chicos (mencionados en los textos arqueológicos como ‘arquitectura intermedia’), salvo un excepcional caso documentado en el complejo Laberinto-Las Avispas. Los barrios habitacionales son más desordenados aún, y tampoco guardan relación con las ciudadelas vecinas. No las rodean de manera sistemática ni tampoco bordean un camino de acceso al palacio. Su forma caótica sugiere que se destinaba áreas libres fuera de los recintos de manera algo improvisada para estos fines, y se dejaba que los barrios crezcan, guardando las proporciones, como los pueblos jóvenes de las ciudades peruanas del siglo XX. De manera sorprendente los caminos Este-Oeste y Norte-Sur que organizan el espacio circundante bajo cultivo dando asimismo acceso a los lugares sagrados (huacas) no se proyectan al interior de la traza urbana (Campana 2006: 156, 157, figura 124).

Las excavaciones en área y los levantamientos detallados han brindado algo de información sobre la posible función de las formas arquitectónicas y sobre el paisaje agrícola de antaño. Se ha intentado asimismo reconstruir tentativamente

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la historia del crecimiento del complejo urbano. A diferencia de las otras capitales de la Costa Norte, Chan Chan fue construido en medio de campos de cultivo. Es cierto que estas áreas adyacentes al mar eran menos consideradas por el alto grado de salinidad que los suelos tierra adentro, pero el ingenioso sistema de campos hundidos constituía un posible remedio contra este mal.

El sistema de huachaques consistía en levantar las capas superficiales del suelo hasta llegar a niveles cercanos a la napa freática que lleva agua con menor grado de salinidad. Además, se puede evacuar en bloques la costra salina que se forma en la superficie (método no comprobado para la época Chimú) o utilizar un sistema de drenaje debajo de la napa. La inversión de trabajo en preparar estos campos era sorprendente.

El mayor de los campos hundidos, el Huachaque Grande, tiene una extensión aproximada de 580 hectáreas según Ravines (1980; véase también Campana 2006: 114-137). Algunos de los huachaques conservan sus muros perimétricos de hasta 3 metros de altura, así como las terrazas de cultivo y las plataformas con probables depósitos en la esquina sudeste. En la hipótesis de Moseley (Moseley y Deeds 1982) se trataría de los huachaques reales construidos al fin de la existencia de Chan Chan para contrarrestar el déficit de suelos cultivables. Sin embargo, John Topic y Theresa Topic Lange (1980) sugieren, que en vista de la falta de pruebas de que el sistema de desalinización fue realmente eficaz, los huachaques eran destinados principalmente para el cultivo de totora, la materia prima tan preciada e importante en la vida diaria de los habitantes de la Costa Norte. Recordemos su uso en la construcción de paredes, techos, embarcaciones, trabajos de cestería, etcétera.

Las tierras al norte de los huachaques en la Pampa Esperanza estuvieron bajo riego con las aguas llevadas por un canal troncal de la margen derecha del río Moche. El canal fue dañado por El Niño del siglo XI y reconstruido con recorridos diferentes dos veces. Hubo también el intento de ampliar el volumen de aguas con la construcción del canal intervalle Moche-Chicama de 70 kilómetros, pero este nunca llegó a llevar agua por un probable error de cálculo de gradiente, como lo habían demostrado Ortloff (y otros 1980) y Kus (1973). Moseley y Deeds (1982) sospechaban que la obra fue dañada por los movimientos tectónicos. Estos intentos de ampliar la frontera agrícola a toda costa son significativos, porque indican el

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muy alto grado de dependencia de la población urbana respecto a recursos agrícolas producidos localmente, a las puertas de la ciudad.

Existe un consenso que la construcción de Chan Chan se inició con la ciudadela Chayhuac en la mitad meridional del complejo. La mayoría de investigadores considera que las ciudadelas Bandelier, Velarde, Tschudi y Rivero han sido construidas como las últimas del complejo y que, por lo tanto, el crecimiento de la ciudad no seguía ninguna dirección predeterminada. En la propuesta de Kolata (1982, 1990), coincidente con la de Carlos Williams Léon (1986-1987), Chan Chan habría atravesado cinco etapas del desarrollo, caracterizados por el uso de técnicas constructivas específicas (Tabla 1).

No se dispone de evidencias suficientes para correlacionar esta secuencia preliminar con los palacios menores (arquitectura intermedia) y los barrios residenciales. Las características de estos últimos han sido definidos por Klymyshyn (1987) y Topic (1990) para el periodo en el que Chan Chan se convirtió en la capital de un imperio costeño (aproximadamente 1350-1470 después de Cristo).

Tabla 1

1400-1470 Ciudadelas Rivero y Tschudi adobe alto y tapia

1300-1400

1200-1300

1100-1200

900-1100 Ciudadelas Bandelier y Velarde, Huacas Toledo y El Dragón* adobe alto y tapia Ciudadelas Squier y Gran Chimú Huaca Las Conchas* adobe alto o parelelipípedo, de corte cuadrado

Ciudadelas Laberinto y Tello Huaca Tacaynamo* Ciudadelas Uhle y Chayhuac Huacas El Olvido* y El Higo adobe paralelipípedo, cuadrado o paralelipípedo, plano adobe paralelipípedo plano

* La cronología de las construcciones piramidales, las ‘huacas’, no concuerda necesariamente con otras propuestas, como la de Schaedel y Donnan para la Huaca El Dragón, y se fundamenta en materiales constructivos.

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Hay una coincidencia interesante en las secuencias de Kolata (1990) y de Caballaro: en cada periodo se habría construido dos imponentes recintos-ciudadelas. Estas parecen formar parejas, una ubicada al Este de la otra. Una plataforma-mausoleo constituye el elemento arquitectónico central de siete ciudadelas, Chayhuac, Uhle, Gran Chimú, Bandelier, Velarde, Rivero y Tshudi. El mausoleo albergaba el o los cuerpos de gobernantes muertos, rodeados de su harén, según lo ha demostrado Conrad (1982). Dos plataformas funerarias más, Las Avispas cerca de Laberinto y la plataforma adosada a Squier, se encuentran afuera de las murallas.

Existe, por ende, un consenso en la literatura reciente del tema (Pillsbury y Banks 2004) que las ciudadelas cumplían función palaciega durante vida del rey, quien la había mandado a construir, y de mausoleo y templo funerario después de su muerte. Para Pillsbury (2008: 202), «en su periodo de vigencia, los palacios costituyeron formas arquitectónicas dinámicas que experimentaron transformaciones: los activos centros administrativos, rituales y residenciales devinieron en mausoleos y lugares de pública veneración. Lo que ahora vemos es la fase final, el resultado acumulado de esas transformaciones». Es posible que cada uno de los dos palacios potencialmente coetáneos haya sido construido para uno de los dos cogobernantes, lo que respondería a un esquema dual de organización de poder, conocido como diarquía. Múltiples ampliaciones (anexos) y modificaciones sugieren asimismo que el palacio estuvo habitado por los parientes del rey aún después de su muerte. Algunas ciudadelas, particularmente las más antiguas pudieron haber servido de residencia a varios señores.

Si la función ceremonial del complejo está bien fundamentada por las características de arquitectura y por los hallazgos, no ocurre lo mismo con las hipotéticas funciones administrativas y residenciales de élite. Todas las ciudadelas difieren unas de otras en la organización interna. No hay dos iguales. Sin embargo, se repiten algunos principios de organización de espacio y varias formas de ambientes techados. Todas las ciudadelas están subdivididas en recintos internos por medio de grandes murallas. Las ampliaciones (anexos) implican también el adosamiento de nuevos extensos recintos a los ya existentes.

Con el tiempo, a juzgar por la secuencia de Williams León (1986-1987) y Kolata (1982, 1990), se generaliza una tendencia a dividir el palacio en tres grandes recintos, de los cuales el central circunda a la plataforma funeraria. Los espacios

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al interior de estos recintos que contienen arquitectura pública albergan a su vez recintos menores, que restringen acceso a patios, y a conjuntos de pequeños ambientes modulares techados repetidos en configuraciones preestablecidas. Hay dos tipos de ambientes modulares techados: ‘audiencias’ y ‘depósitos’.

Los nichos alineados y agrupados en la cima de una banqueta en U recibieron el nombre de ‘audiencia’. Se la comparaba con las pinturas moches tardías y con las maquetas chimús, en las que construcciones techadas sobre una plataforma sirven para que se pueda sentar en la sombra un sacerdote o un mandón que presenciaba o dirigía una ceremonia. Cabe observar, sin embargo, que las audiencias de Chan Chan no siempre dan a un espacio abierto. Muy a menudo están accesibles desde un corredor.

Las audiencias no son exclusivas de las ciudadelas: aparecen también en las construcciones planificadas ‘de élite’ tanto en la capital como en los supuestos centros administrativos provinciales (por ejemplo, Farfán en Jequetepeque) y locales (por ejemplo, Milagro de San José). Hay también algunos casos no muy frecuentes de audiencias construidas al lado de talleres de producción en los barrios ‘populares’ de Chan Chan. Por ello, se ha sugerido que estas misteriosas construcciones se relacionaban con el ejercicio del poder político y, en particular, con el pago de tributo. Varios investigadores compartieron la idea de que numerosos funcionarios cómodamente sentados bajo techo, al interior de los nichos, controlaban el flujo de visitantes, quienes se dirigían hacia depósitos cargando canastas, bolsas, u objetos. Así, se estaría asegurando el control numérico de tributos y ofrendas entregadas al rey por artesanos, campesinos y sus mandones.

Jerry Moore (1996a) ha demostrado con un fino análisis de distribución, respaldado por sólido manejo estadístico, que este escenario tan convincente carece de fundamentos empíricos. Las audiencias, por lo general, no colindan con los depósitos y tampoco se ubican en el camino que lleva hacia ellos. El número de casos de asociación directa entre audiencia y depósitos no sobrepasa el 20 por ciento de la muestra. Las excavaciones de 30 entre 178 audiencias registradas en Chan Chan tampoco arrojaron vestigios a favor de la hipótesis burocráticoadministrativa. Se ha confirmado la existencia de techos, pero el interior estaba completamente limpio. Mención aparte merece el hallazgo de entierros de mujeres jóvenes, potencialmente sacrificadas y sepultadas debajo de los pisos de

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