LA ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
que hiciesen ropa para su persona y a su medida: a estas llamaban mamaconas; nunca se permitía casarse a ninguna dellas; proveíalas el inga de todo lo necesario de sus tributos; de las demás mujeres que eran las de menor suerte, escogía las de mejor parecer y proveíalas en otra casa que las mandaba hacer: a estas llamaban agros [sic, por aqllas], que quiere decir escogidas; dábanles su servicio y estaban en recogimiento, y mandaba que hiciesen también ropa para su persona, y destas daba algunas por mujeres a quien él quería hacer merced, lo cual siempre hacia con quienes eran sus criados e yanaconas, aunque tuviesen otras mujeres.
Santillán deja ver las características de las aqlla, aunque llama así solo a un nivel de las «mujeres escogidas»; precisa las diferentes funciones que cumplían, insistiendo no solamente en la separación de las mismas de sus grupos originarios —lo cual las hacía dependientes de los recursos del Inka, similares a los empleados para la redistribución—, sino también resaltaba sus tareas textiles, las cuales no pueden desligarse de la redistribución que el Inka ejercía, pues las crónicas nos hablan de los múltiples «regalos» de ropa que el gobernante hacía, e incluso los repartos de la misma que realizaba durante sus conquistas y viajes por el territorio del Tawantinsuyu. Hay diferencia entre los informantes de los cronistas, pues aunque algunos dicen que las aqlla tejían, otros, como Pedro Pizarro (1571) hacen mención de que solo hilaban, pues el tejido mismo era tarea de varones. La dependencia de la autoridad convertía a las aqlla en algo muy similar a los yanakuna; como decía Santillán, las aqlla podían ser entregadas como mujeres de los yanas del Inka.
121