112 | Luis Guillermo Lumbreras
en las cabeceras del río Huallaga, en el mismo lugar donde Julio C. Tello había sugerido que debía hallarse el testimonio de la forma primigenia de la civilización andina. Solo que en los tiempos de Tello, ese “Neolítico” era con cerámica. Se halló la fase con cerámica que fue bautizada como “Kotosh”; pero debajo apareció una fase precerámica, a la que se denominó “Mito”, que era el nombre del río local, y que se trata de una ocupación que se inicia en el tercer milenio. La fase Mito está representada por una serie de edificios con fogón central, los que fueron bautizados como Templo Norte, Templo Blanco, Templo de las Manos Cruzadas y Templo de los Nichitos. Son recintos cuadrangulares, hechos con muros de piedra de campo unida con barro y con la cara plana en el paramento. En el Templo de las Manos Cruzadas, los muros se conservaron altos, lo que permitió observar en el interior de los recintos la existencia de nichos rectangulares angostos, perpendiculares al piso, en cuyo interior fueron hallados restos de huesos a modo de ofrendas. Debajo de dos de los nichos, se encontraron manos, más bien brazos, modelados en barro, cruzados, de tamaño natural. Al centro de los recintos hay una sección, generalmente a dos niveles, con una especie de banqueta que rodea un pequeño patio plano, en cuyo centro hay un hogar. El hogar reviste especial importancia, pues se trata de un fogón excavado cuidadosamente en el patio que tiene un tubo subterráneo que lo alimenta de aire desde el exterior y que se inicia en el fondo del hoyo, conectándose horizontalmente con el exterior. De la observación de un corte hecho en uno de estos fogones, se desprende que eran usados en períodos prolongados, abandonados y luego vueltos a usar. Quizá estos hogares cumplieron la función de conservar el fuego permanentemente, frente a la dificultad de producirlo en recintos cerrados y techados, con algún tipo de ritual y especialistas adscritos. En el sitio Paraíso, de la costa de Lima, se hallaron elementos semejantes, pero el fenómeno no es común en los sitios costeros. Este tipo de elementos, vienen siendo encontrados cada vez con más frecuencia en sitios de la región, como ocurre en Piruro, Tantamayo (Huánuco), donde Elisabeth Bonnier y Catherine Rosenberg han encontrado recintos con las mismas características84 y de la misma época, en asociación con viviendas subterráneas. Un hallazgo similar ha sido hecho en el sitio “La Galgada”, que se encuentra en la cordillera occidental, en la 84. Bonnier, Zegarra y Tello 1985.