TAHUANTINSUYO EL CONDOR HERIDO DE MUERTE

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Las políticas de conquista

En términos generales, y según lo requirieran las circunstancias, los estrategas inkas habrían de ir aplicando también la “vía diplomática”, la militar, o una combinación de ambas para hacer efectivas sus conquistas. No puede soslayarse sin embargo que, en todos los casos, sin excepción, incluido pues el de la cínica acción diplomática previa, los pueblos sobre los que se cernía la inminencia de ser incorporados al Tahuantinsuyo eran perfectamente concientes del enorme temor que les suscitaba el ejército imperial que –como veremos más adelante–, movilizó amenazante contingentes realmente gigantescos. Cualquiera que compare las confesiones de Julio César en sus Comentarios de la guerra de las galias y la guerra civil 118, no dejará de asombrarse del extraordinario parecido entre las estrategias y políticas romanas de conquista, desde el siglo II aC en adelante, con las que llevaron a cabo los inkas en el territorio de los Andes.

Ante la inminencia de la invasión, la conducta que puso de manifiesto el pueblo amenazado fue el factor que mayor peso tuvo en la definición del tipo de solución que aplicaba el ejército conquistador. Y siempre que, por cierto, tal conducta fuera coherente con la apreciación estratégica que de él había realizado el estado mayor inka. Porque en efecto, gran sospecha y precaución debió suscitar, por ejemplo, la conducta resignada de los pueblos cuyos antecedentes los mostraban como tradicionalmente beligerantes. Bien podía tratarse solamente de un ardid. La “vía diplomática”, acompañada siempre de una indisimulable amenaza militar, procuraba:

a) la sumisión “voluntaria” e incondicional de los pueblos, o, en su defecto; b) la sumisión por medio de la prebenda, o, por último; c) el chantaje bajo amenaza de invasión militar inmediata. Fue aplicada siempre que se trató de conquistar por primera vez a algunos pueblos. Y varios, efectivamente, sucumbieron sin que fuera necesario conquistarlos por las armas. Para aplicar o no la “vía diplomática” los estrategas inkas quizá tomaban en cuenta: la proporción de las fuerzas del pueblo amenazado en relación con las de ejército imperial que comandaban; la división social interna del pueblo amenazado; la venalidad de su élite dirigente; y sus antecedentes de mayor o menor beligerancia. Así, se acometió en principio por la “vía diplomática” allí donde los estrategas inkas sabían que sus fuerzas eran incomparablemente superiores a las del pueblo amenazado; allí donde sabían que prevalecía una gran división interna; allí donde la inteligencia había reportado que las élites amenazadas adolecían de gran sensualidad por el poder y la riqueza; y allí donde se conocía de escasa beligerancia en el pueblo a conquistar. Por el contrario, los pueblos con amplios antecedentes de belicosidad, o aquellos que se prepararon para ofrecer resistencia, o los que debieron ser una o más veces reconquistados, conocieron una o más de una de tres distintas versiones de arremetida y sojuzgamiento militar: a) guerra de dominación y desarraigo parcial; b) guerra de dominación y desarraigo total; y/o, c) guerra de exterminio.

TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte • Alfonso Klauer

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