quien soy yo?

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Jean Klein, ¿Quién soy yo?

Al dejarse llevar se libera una tremenda energía, energía que estaba fija por medio del hábito. Esta entonces se reorquesta y encuentra su equilibrio en tu totalidad. Hay integración y los sentidos ocupan automáticamente su lugar correcto en la sinfonía de la vida. Todo cuanto se percibe vive en ti pero tú no vives en ello. No hay nada “fuera”. Todo el misterio de los seres humanos está en ti. El mundo está en ti. No hay progresión alguna. Sólo debemos saber cómo mirar. El problema no está en el mundo sino en nuestra forma de mirar. P. ¿Qué importancia tiene el entendimiento intelectual en la vía directa? R. El entendimiento es indispensable en la vía directa. Es tarea del intelecto reconocer sus límites y recordarte que lo que tú eres no es un concepto o una experiencia. El científico enfatiza el mundo de los objetos. Existe el reflejo de expresar su conocimiento inmediatamente, de decir “entiendo”. Pero el verdadero buscador de la verdad vive en la intuición global que precede al “entiendo”. Sabe que aquella no se puede objetivizar. El intelecto estriba en la consciencia global y, en su transparencia, todas las percepciones se remiten a la consciencia de manera que, en el momento en que la consciencia está vacía de todo objeto, esta vacuidad se remite también a la consciencia. No se hace de ella un objeto sino que queda reabsorbida en el fondo, sahaja, la luz de la actividad y la no-actividad. En la vía directa, por tanto, el estado en blanco nunca está actualizado. El movimiento de la vacuidad a la plenitud es el momento de gracia. P. Todavía hay eliminación del ego en el camino directo. ¿No es éste, en cierto sentido, también progresivo? R. Vivimos en el tiempo y en el espacio. Aunque el eje se desplace en un momento dado, los hábitos pasados tardan tiempo en desaparecer. Accidentalmente, por tanto, utilizamos elementos de progresión para clarificación como, por ejemplo, el trabajo corporal de sentir que realizamos. El énfasis, sin embargo, jamás está en el objeto sino en el supremo no-estado. La percepción se afronta abiertamente y, en esta apertura, el objeto es exaltado y nos cuenta su secreto. El objeto es un espejo, un indicador, del mismo modo que sabemos que la luna está en el cielo cuando la vemos reflejada en el agua. La indicación del objeto es una especie de júbilo en la vía directa. Es a través del objeto como se revela el sujeto fundamental. La presencia de objetos encuentra su verdadero significado en la presencia que es tu verdadero ser. En la vía progresiva evalúas cada fracción a una nueva posición. En la vía directa estableces una no-relación con el objeto. Este pertenece entonces a tu integridad.

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