Pasión Cofrade 2011

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Edición Número 7 • 2.ª Época. Semana Santa 2011

Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo Iglesia del Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita Oficinas: C/ Isidro Polo, n.º 2 • 47003 Valladolid Tlf. 983 38 04 43 http://www.sagradapasion.com sagradapasion@sagradapasion.com

Dirección José Ángel Carreño Pérez

Consejo de Redacción Manuel de la Peña Valverde Manuel Ángel Centeno Morillo Santiago González Pérez Luis José Lázaro Giménez

Fotografía Portada:

José María Pérez Concellón (Santísimo Cristo del Perdón. Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor. Viernes Santo 2010.)

Contraportada:

Pedro José Muñoz Rojo (Santo Cristo de las Cinco Llagas. Procesión del Ejercicio Público de las Cinco Llagas. Sábado de Pasión 2010.)

Interior:

Varios autores

Imprime Gráficas VALOP, S.L. C/ Cobalto, n.º 8, nave 11 (Pol. San Cristóbal) Depósito Legal: VA-383/98

La Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo no comparte necesariamente las opiniones vertidas en las colaboraciones


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Índice

• Editorial ......................................................................................................................................................... pág. 4 • Carta del Alcalde ................................................................................................................................. pág. 6 • Carta del Capellán: ¡Gracias Santo Padre! ................................................................ pág. 8 • Pregón de Pasión 2010: Los símbolos de la Pasión .................................... pág. 10 • Acerca de nuestra historia: La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte) ..................................... pág. 24 La labor asistencial de la Cofradía de la Pasión en el Valladolid moderno ......................................................................................................... pág. 36 Noticias de la imagen procesional del Santo Cristo del Calvario en el siglo XVII .......................................................................................................................... pág. 47 Nuestra historia en crónicas y documentos ...................................................... pág. 50 La Cofradía de la Pasión en la procesión del Viernes Santo ............... pág. 53 El Padre Hoyos y nuestra cofradía, pasado compartido en el Santuario Nacional de la Gran Promesa ................................................ pág. 56

• Restauración de nuestro patrimonio .............................................................................. pág. 59 • Otro patrimonio de la hermandad .................................................................................... pág. 62 • Compromiso con la caridad: Asociación RedMadre Valladolid

.................................................................................

pág. 67

• Noticias 2010 ......................................................................................................................................... pág. 69 • Opiniones: San Quirce y santa Julita ................................................................................................... pág. 76 El espíritu de las procesiones ...................................................................................... pág. 80


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Editorial

“Muchas personas inclinadas a exercer actos caritativos en veneficio de sus próximos y reparar sus aflicciones instituieron en esta ciudad vna cofradía, y fundaron vna hermita con el título sagrado de la Pasión de Christo nuestro bien, tomando por patrono la degollación del Vaptista […] La regla que juraron sus diputados y cofrades fue el cuidado de recoger todos los que por alguna fatalidad muriesen en los caminos y sitios cercanos a Valladolid, o que se ahogassen en su río, y en esto es la vnica que observa y practica su instituto hasta oy, y en las otras se ha resumido su caritativa hospitalidad; y para darlos tierra sagrada piden limosna en vna esquina de la Plaza Mayor; y así mismo es capítulo de su regla asistir a los que han de ser ajusticiados,(...)”

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ste párrafo referido a nuestra regla refleja el compromiso histórico y manifiesto de nuestra cofradía con la caridad. Compromiso ineludible en nuestra casi cinco veces centenaria existencia, compromiso de todos los cofrades.

La cofradía siempre debe ser ámbito en el que vivamos el mandamiento nuevo del amor a través de la fraternidad y ayuda mutuas de sus miembros y de la caridad con los demás, especialmente con los más necesitados. Los cofrades estamos obligados a alejar la creencia de gran parte de la sociedad que puede ver en una cofradía penitencial un mero hecho cultural, o un elemento simplemente social y popular, o una “peña de amigos”; y la idea de aquellos hermanos que han tratado de vaciar su contenido y sentido más verdadero y real, y lo han sustituido por sentimientos estéticos, por valores sociales y culturales y por otros aspectos ajenos a la fe que profesamos y a la idiosincrasia propia de nuestra penitencial. La esencia y el núcleo del cristianismo se encuentran en la caridad, centro de la predicación de Cristo, virtud reina y mandato más importante a cuyo cumplimiento estamos llamados. Es la base

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de toda espiritualidad cristiana, distintivo de los auténticos cristianos. No se puede vivir la moral cristiana dejando a un lado la caridad, y así lo ha entendido nuestra cofradía desde sus orígenes. Cuando hablamos de caridad hablamos de amor, desinteresado, sincero, activo... Caridad es amar al mismo Cristo, con su intimidad y características, presente en aquel a quien dirigimos nuestro acto caritativo. Se ama a Cristo en el bienestar del prójimo. No olvidemos que Jesús se identifica con los pobres, los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o encarcelados: “cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25, 40). Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí. La caridad tiene que aplicarse a hacer cosas concretas, porque al final seremos juzgados por lo que hicimos, por lo que amamos. Este amor no se puede quedar en palabras vacuas y deseos, sino que debe expresarse en hechos que, con el esfuerzo y generosidad de cofrades y devotos, canalizamos a través de nuestra activa bolsa de caridad: “… al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda” (Mt. 5, 42). Debe expresarse en la disponibilidad para el servicio: “el que quiera ser el primero que sea esclavo de todos” (Mc. 10, 44); en obras de amor de todo tipo: “tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme” (Mt. 25, 35-36), y principalmente en la disposición para perdonar al prójimo: “… Pedro le preguntó: Señor, y si mi hermano me sigue ofendiendo, ¿cuántas veces lo tendré que perdonar? ¿siete veces? Jesús le contestó: Siete veces no, setenta veces siete” (Mt. 18, 21-22). Y no olvidemos que la caridad cristiana exige plena coherencia en los distintos ámbitos de la vida. Es un contrasentido, por ejemplo, que en una


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sociedad en la que se valora muy positivamente la adopción de niños abandonados, sin embargo, no se perciba incompatibilidad alguna con la aceptación social del aborto. La caridad cristiana no puede sufrir estas contradicciones, ya que el amor no se administra en porciones, sino que se derrama a cualquier prójimo, sea quien sea. Es mucho lo que podemos dar, no sólo cosas materiales: fe, alegría, un pequeño elogio, cariño... Nunca deberemos esperar nada a cambio. No nos molestaremos si no somos correspondidos: la caridad no busca lo suyo, lo que humanamente considerado parecería que se nos debe. No busquemos nada y habremos encontrado a Jesús. El papa Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est afirma que la acción eclesial de caridad tiene que estar organizada: “El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad”. Hoy más que nunca la Iglesia -y las cofradías como parte activa que debemos ser de ella- es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras. La lógica opción preferencial por los pobres no es exclusiva ni discriminatoria de otros grupos. En la sociedad moderna se hallan muchas formas de pobreza no sólo económica, sino también cultural y religiosa. Nos encontramos con la pobreza múltiple de los grupos marginados, de los ancianos y enfermos, de las víctimas del consumismo y, más aun, la de tantos prófugos y emigrados. Ya los primeros cristianos distribuían sus bienes a los pobres, dando testimonio de la fuerza del Evangelio. En el curso de los siglos, los monjes cultivaron las tierras; los religiosos y las religiosas

fundaron hospitales y asilos para los pobres; las cofradías se comprometieron en favor de los necesitados y marginados. Todos estaban convencidos de que las palabras de Cristo -“cuantas veces hagáis estas cosas a uno de mis hermanos más pequeños, lo habéis hecho a mí” (Mt 25,40)- no debían quedarse en un piadoso deseo, sino convertirse en compromiso concreto de vida. La cofradía, el cofrade, debe ver en el necesitado el rostro de Cristo. Es el verdadero amor de Cristo hacia el hombre el que se personifica en el cofrade que ayuda al más necesitado: al cercano y al lejano. Esa es la gran diferencia entre solidaridad y caridad: la solidaridad es el mero hecho de ayudar al necesitado por un sano sentimiento de humanidad, la caridad, sin embargo, es ayudar al necesitado viendo en él el rostro de Cristo. Si la cofradía no tiene esto muy claro, si no prioriza su labor de caridad sobre otras, está abocada al fracaso y disolución, o a una vida lánguida y rutinaria que no merece la pena. Nosotros, como hermandad penitencial, no estamos para el lucimiento y protagonismo individuales, ni estamos al servicio de ningún interés particular, ni de ninguna apetencia de poder o de apariencia. La cofradía no puede ni debe correr el riesgo de permanecer en la superficialidad, con manifestaciones que queden en lo vano, y dejar a un lado una vida cristiana coherente con el Evangelio, con una verdadera caridad y un auténtico servicio a los hombres. Sólo una vivencia seria y profunda, por parte de la cofradía, de esta virtud cristiana de la caridad llegará a demostrar al mundo aquello de lo que es capaz el amor de Cristo. Así, al recorrer procesionalmente las calles representando públicamente su Pasión, Muerte y Resurrección, daremos un testimonio real y sincero. El Cabildo de Gobierno

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Carta del Alcalde

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a grandeza del cristianismo reside en que Jesús manda: “…Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian…; perdonad hasta setenta veces siete….; amar al prójimo como a ti mismo…”. Por eso el cristianismo, a lo largo de su historia, siempre ha sido perseguido, y los seguidores de Cristo asesinados, torturados y/o encarcelados. Hoy en pleno siglo XXI se sigue queriendo

crucificar a Cristo ¿Por qué los hombres que dicen no creer en Dios quieren volver a crucificar a quien, según ellos, no existe? La doctrina y la verdad de la Iglesia es una referencia ética para la sociedad, por lo que se ha convertido en habitual, con cualquier excusa, atacarla de manera repetida y continuada. No interesa al poder que haya una institución que dicte normas morales, aunque sean de voluntario seguimiento, porque sin ella sería

Santísimo Cristo del Perdón. Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor 2010. Foto: Javier Carretero López.

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Carta del Alcalde

mucho más fácil adoctrinar en la ideología que interese a una sociedad sin personalidad, desmoralizada, desesperanzada, sin valores ni principios, basada en el materialismo exento de toda espiritualidad, que permite aprobar leyes garantes del aborto o de la eutanasia.

el centro de la vida humana está en el amor fraterno y la solidaridad. Por ello, la Cruz de Jesús no sólo no genera ninguna discriminación entre personas, sino que es un símbolo de vida, de esperanza y de concordia universal.

De ahí la insistencia en que la Iglesia se “actualice” y “se ponga al día” ¿”Actualizarse” o “ponerse al día” en qué? Necesitan una Iglesia que se actualice o pliegue “a los nuevos tiempos”, que siga las modas cambiantes, al son de quien más poder e influencia tiene para hacerlas cambiar, porque saben que en el momento en que lo hiciera, se desnaturalizaría, perdería la esencia mística y trascendental que tiene, y estaría abocada a su desaparición o a dejar de ser un referente moral y crítico.

Los ataques a la Iglesia bien orquestados -como el de la tergiversación y manipulación constante de la figura del Papa actual- han adormecido a muchos católicos, que andan acomplejados, resignados, avergonzados, sin dar la cara. Hoy ser católico no está de moda, no es fácil. Tampoco lo fue en otros tiempos, y yo creo que es bueno que en este momento los católicos hagamos visible nuestro compromiso allá donde estemos, afirmando nuestra fe y rechazando la cultura basada en el individualismo, el materialismo, el utilitarismo y la ideología hedonista.

¿Qué se esconde en la obligatoria instauración de la asignatura de Educación para la Ciudadanía? ¿Y detrás de la retirada de crucifijos, belenes, biblias, etc. de los centros de enseñanza? Adoctrinar ideológicamente y limitar, desde una postura laicista radical, el ejercicio de la libertad religiosa, reduciendo al ámbito de lo privado lo que es una manifestación pública del individuo y de la sociedad. La presencia del crucifijo en las aulas y otros espacios públicos es parte de nuestra identidad histórica, cultural y espiritual cotidianas. La imagen de Cristo crucificado es un signo de unión entre las personas y debe promover los principios de respeto a la dignidad de la persona, defensa y atención de los pobres y marginados, igualdad, libertad y tolerancia. Jesucristo pasó su vida haciendo el bien, fue perseguido por su libertad de expresión, murió perdonando y afirmó que

Cristo, con su muerte, quiso demostrarnos hasta dónde debe llegar el Amor, hasta dónde llegó su Amor por nosotros y hasta dónde debe llegar el nuestro por Él. Sus frases han atravesado más de veinte siglos: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (igualdad); “quien esté libre de pecado, tire la primera piedra” (comprensión); “da al que te pida” (generosidad); “prestad sin esperar nada a cambio” (desprendimiento); “si te dan una bofetada en la mejilla derecha pon también la izquierda” (no violencia). En el Calvario, Cristo perdona y disculpa a los que le crucifican (tolerancia); “perdona hasta setenta veces siete” (reconciliación); “bienaventurados los pobres de espíritu, los sencillos, (…), los que buscan la paz y la justicia, pues de ellos es el Reino de los Cielos” (sembrador de esperanza). Luis José Lázaro Giménez Alcalde de la cofradía

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Carta del Capellán ¡Gracias Santo Padre!

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os días seis y siete de noviembre el Papa Benedicto XVI visitó España. El Papa nos recordó las profundas raíces cristianas de nuestra nación haciendo encomio de la pléyade de santos que han ido jalonando la historia de la Iglesia española. Si el Papa Juan Pablo II en uno de sus viajes apostólicos había definido a España como la tierra de María, sin duda también podríamos afirmar que es una tierra de santos. Desde los mismos inicios del cristianismo España se distinguió siempre por su adhesión a la fe. Nuestra tierra, evangelizada por el apóstol Santiago según una venerable tradición, dio a la Iglesia sus primeros frutos en el martirio. En todas las persecuciones a los cristianos aparece siempre algún mártir

de origen español. Quizá uno de los casos más emblemáticos sea el de San Lorenzo. Natural de Huesca, este santo mártir destacó en Roma siendo protodiácono de la Iglesia romana. Diácono del Papa San Sixto, recibió el martirio en forma cruel, cuando intimado a entregar los tesoros de la Iglesia al poder romano presentó al pretor carretas llenas de pobres e indigentes manifestando que ellos eran el tesoro de la Iglesia. Su valor y testimonio le llevaron a ser uno de los mártires más importantes del Martirologio romano, y su devoción se extendió pronto a toda la Iglesia universal. Pero no es este el único caso, ya que España agregó al número de los santos a Padres de la

Nuestro Padre Jesús Flagelado. Procesión de Oración y Sacrificio 2010. Foto: Víctor Alonso de Vega.

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Carta del Capellán: ¡Gracias Santo Padre!

Iglesia como San Isidoro, o a insignes doctores como San Leandro, San Julián, San Ildefonso y otros muchos, hasta el punto de que se puede afirmar que no existe etapa de nuestra era en la que no haya un grupo de santos españoles que supieron vivir como auténticos discípulos de Cristo en las concretas circunstancias de su vida y de su época. Ejemplos como el de San Isidro, Santo Domingo, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Francisco de Borja, y tantos otros sin excluir a los mártires de la persecución religiosa del siglo XX y a muchos otros: obispos, religiosos, sacerdotes y seglares de diversa edad y condición, que dieron su vida por amor a Cristo en el martirio, el claustro, el servicio a las almas, o la vida sencilla del matrimonio y el trabajo corriente. Santos de Dios que nos recuerdan la estirpe a la que pertenecemos y de la que no podemos claudicar sin traicionar lo más íntimo del ser cristiano y español, porque España no sería España sin Cristo. La epopeya de la evangelización de América no podría haberse llevado a cabo sin la entrega, valentía y amor al Evangelio de tantos españoles que, a su modo, dieron también testimonio de amor a Cristo. Esta es la España que ha querido visitar el Papa Benedicto XVI, una España cristiana que tiene en la fe el motivo principal de su gloria. Por eso el Papa ha venido para que España reencuentre sus verdaderas raíces. En este tiempo de larvada persecución a todo lo que signifique amor a la Verdad, el Papa nos quiere confirmar en la fe que nos hizo grandes, en la fe que forjó nuestro espíritu nacional, en la fe que transmitimos a otros y que reinó siempre entre nosotros. El Papa ha querido recordarnos que si queremos ser fieles a nuestra historia debemos

permanecer fieles a Cristo. Hoy más que nunca España necesita hombres y mujeres que por el testimonio cristiano de una vida entregada al amor de Dios, recristianicen nuestra nación. Esos santos anónimos que cada día saben vivir y morir como hijos de Dios. Esos santos que caminan, hoy como siempre, junto a nosotros en el trabajo, en la familia, en la escuela, en la iglesia y allí donde late un corazón enamorado de Jesucristo. Tomemos pues clara conciencia del papel que Dios nos ha asignado en esta nueva epopeya evangelizadora del siglo XXI. Seamos conscientes, como nos recuerda el Papa, que de nosotros depende la pervivencia de la fe en nuestra nación. Pervivencia que no está en actitudes políticas o sociales, sino en la perseverancia heroica en la fe de aquellos que hemos sido llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo. Esos cristianos españoles del siglo XXI, entre los que nos contamos cada uno de nosotros, a los que Dios llama hoy a ser santos, a dar la vida por amor a su Nombre en el ámbito concreto de la vida en el que Dios nos ha colocado. Benedicto XVI ha querido alentarnos, como nuestro Padre en la fe, para perseverar constantes en el amor a Cristo y a su Iglesia, para que España siga siendo hoy como siempre luz de Cristo que se irradie al mundo. ¡Gracias Santo Padre! Gracias por recordarnos que ante todo somos hijos de Dios y a Él nos debemos. Gracias por fortalecer nuestra débil fe que se amilana ante las más leves dificultades con el estigma del pesimismo. Gracias por enseñarnos que con la fuerza de la gracia de Dios no existe empresa imposible. Gracias al fin por ser para nosotros la luz de Cristo que nos guía hacia la Verdad. ¡Gracias Santo Padre! José Luis López Zubillaga Capellán de la cofradía

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Pregón de Pasión 2010 Los símbolos de la Pasión

Introducción

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stimado Alcalde, Cabildo de gobierno y cofrades de la Ilustre y Venerable Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo; Reverenda madre abadesa y comunidad cisterciense de este Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita; queridos cofrades y representantes de las diferentes cofradías de Semana Santa de Valladolid; autoridades aquí presentes; estimados todos. Se me ha brindado con motivo del inicio de la Cuaresma 2010 y como preparación a la Semana Santa vallisoletana, la ocasión de pronunciar este pregón que lleva por título: Anuncios y símbolos de la Pasión. No me podía negar, ante esta posibilidad, estando en deuda, como estoy, con vuestro Santo Cristo de los Arrepentidos o de las Cinco Llagas y su patrona Nuestra Señora de la Pasión. Es en verdad grato para mí expresar estas

palabras como cofrade de la Santa Vera Cruz, a la que me honro pertenecer, ante una cofradía histórica, como la vuestra, con tan especial y rico patrimonio. Por que de eso se trata al hablar en este caso de los símbolos de la Semana Santa y de la Pasión de Cristo, hablar de un rico acervo patrimonial y simbólico, que representa en nuestras cofradías penitenciales algo genuino y único, pero que es vivido por toda la Cristiandad en estas fechas en las que se rememora la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. El tiempo en la liturgia de la Iglesia nos habla de pregones: de Cuaresma, de Semana Santa, de Viernes Santo, de Dolores, de Pascua… quizá debiéramos de saber para qué pregonamos, e ir a los orígenes, porque en definitiva se trata de anunciar una Buena Noticia, la de la Redención del hombre, que se inicia en el Evangelio.

Los pregones del Evangelio Los pregones o anuncios de la Pasión se reflejan en el mismo evangelio por boca del propio Jesucristo, no necesitaríamos, pues, más que releerlos y meditarlos. Tanto Mateo, Marcos y Lucas reflejan los tres que pronunció el Salvador. Los tres están muy próximos en el tiempo, se suceden en el último año de su predicación y en las últimas semanas antes de padecer, lo que será modelo de la evolución de la cuaresma (40 días) antes de la Pascua. Luego vendrá el relato de los misterios de la Pasión con toda su crudeza y simbolismo y de donde parten las imágenes que han llenado gran parte de la iconografía cristiana hasta nuestros días. El primer anuncio de la Pasión lo reflejan casi de manera idéntica los evangelistas Mateo,

Marcos y Lucas1. Sucedió un día en que estaba El solo haciendo oración y Juan Bautista había sido ya decapitado por Herodes, el corrupto tetrarca que dudaba si este Jesús profeta era el Bautista que había resucitado. Este será un primer símbolo de la muerte que antecede a la de Cristo, lo vemos plásticamente aquí en la cabeza de San Juan Bautista sobre una bandeja, uno de los símbolos más antiguos de la Cofradía y de bella factura, que perteneció junto con la figura completa al paso de la Degollación de San Juan obra de Andrés de Rada en 15792, símbolo que aún se encuentra en la fachada lateral del antiguo templo de la calle Pasión. Esta devoción martirial se liga a la entrañable hermandad, desde esa temprana fecha del s. XVI, con la Archicofradía romana de San

1.

Mt. 16, 21; Mc. 8,31; y Lucas, 9, 22. Nuevo Testamento. Ed.Rialp, Madrid, 1986.

2.

Martí y Monsó, J.: Estudios Histórico Artísticos… Valladolid, 1901; p.498.

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Pregón de Pasión 2010: Los símbolos de la Pasión

Giovanni Decollato que se dedicaba a enterrar a los ajusticiados como la vuestra. En este primer anuncio, ocurrido en Cesarea de Filipo, Cristo les aclara: “Es preciso que el Hijo del hombre sufra mucho y sea reprobado por los ancianos…, y que muera y al tercer día resucite” 3. Una semana después sucede el segundo anuncio justo después de su Transfiguración en el monte Tabor. El Señor les dice entonces a pesar del momento extraordinario que acaban de vivir: “grabad bien en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres” pero ellos no entendían este lenguaje, tan oscuro para ellos, que no alcanzaban a comprenderlo4. Me viene ahora a la cabeza la aparente oscuridad de las palabras que por el contrario se llenan de luz al profundizar en ellas. Y así sucede cuando los monjes ortodoxos comienzan a pintar sus iconos, pues el primero de todos debía ser el de la Transfiguración, es decir, hay que introducirse de lleno en la idea de belleza divina, hay que transformarse o transfigurarse desde dentro, y por tanto, para ellos, el pintar iconos es un lenguaje espiritual: es escribir y leer con símbolos. En los iconos de la Iglesia Oriental existe una iconografía de la Virgen como milagrosa Santa Madre de Dios de la Pasión que en Occidente es equivalente a la que conocemos como del Perpetuo Socorro: con el Niño en brazos y acompañado de los arcángeles Miguel y

Gabriel con los instrumentos de la Pasión: lanza, esponja y vinagre; cruz patriarcal griega, clavos, espinas y sudario respectivamente. La oración de intercesión que utiliza ante esta imagen la iglesia ortodoxa es bellísima: Gloriosísima siempre Virgen, Madre de Cristo, Dios nuestro, lleva nuestras oraciones a tu Hijo y Dios nuestro, para que salve nuestras almas. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo5. Es el símbolo de la mediación materna: en el caso de este icono: la Virgen tiene al Niño en brazos, en Ntra. Sra. de la Pasión lo tiene muerto en su regazo. Precisamente este paso o pasaje de María y su Hijo al pie de la cruz, tan difundido en la iconografía, tiene otro que le precede cuando Cristo pende aún de la cruz: como vuestro Cristo de los Arrepentidos o de las Cinco Llagas. Esta es una de las tallas más hermosas que posee la Cofradía, debida a la gubia de Manuel Álvarez, con una tipología propia de la escuela palentina -como afirma el profesor Parrado6con un rostro dulce que nos acerca al sueño de la muerte. Este crucificado formaba parte según una instrucción de 1661 en el paso nuevo de la Virgen y San Juan que luego procesionará a partir de 1930 la Cofradía de las Siete Palabras. Sobre éste paso es curioso el dato de la Semana Santa de 1948 cuando tuvo lugar un suceso en plena procesión General de la Sagrada Pasión como comenta José Delfín Val7: las ruedas de la carroza sufrieron tal agarrotamiento que hubo de ser retirado de aquella siendo la primera vez que desaparecía del cortejo. Y añadimos: ¿El

3.

Mt. 16, 21; Mc. 8,31; y Lucas, 9, 22. Idem. op.cit… Y sobre este particular medita el santo trapense hermano Rafael: Sólo el que adore la Pasión de Cristo, la Cruz de Cristo, el Corazón de Cristo puede desesperarse de sus propios dolores… porque ni siquiera llegan a completar lo que resta a su Pasión como dijera San Pablo. Hermano San Rafael. Escritos biográficos. En Pasión Cofrade nº6. Semana Santa 2010.

4.

Mt. 17, 22-23; Mc. 9, 30-32; y Lucas, 9, 43.45. Idem. op.cit...

5.

Cerro Chaves, F.- Galán Rodríguez, J.B.: Iconos: belleza y oración. Monte Carmelo, Burgos, 2005; pp.30 y 115.

6.

Parrado del Olmo, JM.: “El Crucifijo del Paso de las Siete Palabras”. BSAA, 1985. t.LI; pp.453-459.

7.

Val, J. Delfín - Cantalapiedra, F., Semana Santa en Valladolid. Pasos. Cofradías. Imagineros. Valladolid, 1990.

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Pregón de Pasión 2010: Los símbolos de la Pasión

Cristo se negaba a andar? ¿Era sólo un signo premonitorio de que los bienes debían volver a su auténtica cofradía como lo es esta primorosa talla?

Mi agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero… En esta hora, Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión” 10.

En el tercer anuncio de la Pasión cuando estaba muy cercano su final Jesús añadirá: “Mirad, subimos a Jerusalén y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre, pues será entregado a los gentiles y se burlarán de él, será insultado y escupido, y después de azotarle, lo matarán, y al tercer día resucitará” 8. San Mateo cita aquí a Jeremías como precursor del pregón o anuncio de la Pasión, sin embargo existen otros profetas del antiguo Testamento que también profetizaron su Pasión y Muerte: Isaías, Malaquías, Oseas... ¡Qué distinta sería nuestra vida si meditáramos con más frecuencia la Pasión del Señor! en palabras de un santo contemporáneo. Es más los cofrades tenemos una obligación muy especial en esta época litúrgica. Es lo que la santa y vidente Ana Catalina Emmerich recomienda a través de sus meditaciones de la Pasión que han dado origen a la famosa película de Mel Gibson. Ella afirma que Jesucristo citaba casi de continúo en ese tiempo final al profeta Malaquías pues venía a cumplir todas las profecías del Antiguo Testamento9. Y es también la meditación de Elena Kowalska (Santa Faustina de la Divina Misericordia) cuando cita en sus escritos palabras textuales de nuestro Señor: “A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono al momento de

Palabras para meditar el próximo Viernes Santo a esa hora, y que nos impresionan, como nos impresionan aquellas tallas tan “bien meditadas” que son el origen del arte sacro de los imagineros al representar de forma plástica y tan real este suceso de la muerte de Cristo en nuestras calles de Valladolid convertida cada Semana Santa en una nueva Jerusalén con la procesión de las palmas el Domingo de Ramos y el Sermón del Viernes Santo en la Plaza Mayor, entre otras muchas representaciones de la Pasión. En vuestra cofradía hay obras que nos revelan ese impresionante arte sacro: el paso del Azotamiento con este hermoso Cristo flagelado, el Camino del Calvario ahora en el Museo de San Gregorio y su posible Nazareno sito aún en el Carmen extramuros, o el Santísimo Cristo del Perdón, con esa espalda lacerada y el patetismo (pathos griego) que imprimió en él Bernardo del Rincón. Éste ya figuraba en 1661 como paso de la Humildad de Cristo en la antigua iglesia de la Pasión, hasta su cierre ordenado por el arzobispo Gandásegui, sufriendo por ello un tortuoso calvario, pasando -casi de manera milagrosa- por expreso deseo de la cofradía a San Felipe Neri hasta 1948 y no al Museo de Escultura como fue la suerte de la mayoría de sus pasos; y luego al Santuario Nacional hasta 1954, y finalmente a la parroquia de la Magdalena antes de llegar a vuestra sede actual en 1993.

8.

Mt. 20,17-19; Mc. 10,32-34 y Lucas, 18,31-34

9.

Emmerich, Ana Catalina: La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Madrid, 1882. Ed.facs.Maxtor, 2004.

10. Kowalska, Elena (Santa Sor F austina): Diar io. La Divina Mi sericordia en mi alma. Stockbrigde, Massachusetts, 1996; p.472. Añade: una hora de meditación de Mi dolorosa P asión tiene ma yor mérito que un a ño entero de flagelaciones a sang re… (p.180). Sor Faustina suplicaba a Dios con una or ación para obtener su miser icordia: Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad, de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros (p. 219).

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Pregón de Pasión 2010: Los símbolos de la Pasión

Todos estos sucesos nos reflejan de alguna manera -por lo que ha tenido que pasar vuestra cofradía- las palabras del propio Cristo: conviene “que cumplamos toda justicia”. Pues sabemos que sólo el amor misericordioso es capaz de tantos tormentos y superar el dolor por amor, y esto los ángeles lo contemplaron absortos, y callaban, como cuando con el tiempo los santos imagineros realizaban sus hermosas tallas. Y me pregunto: ¿Qué conversación tendrían los ángeles durante la Pasión? Es un enigma. Pero que los ángeles acompañan los pasos procesionales es un hecho cierto. Esos ángeles que de forma sesgada al principio y al final de la Pasión aparecen visiblemente en el Huerto de los Olivos y en el Huerto de la Resurrección ante el Santo Sepulcro. Y qué decir de los sayones y otros personajes que aparecen en nuestros pasos, a cuál más “majo” o más “feo”, pero que conforman el drama escénico de la Pasión, sin ellos no habría protagonistas ni pecadores necesitados de redención: Magdalena, Juan, Arimatea, Nicodemo, soldados, verdugos... y el pueblo vallisoletano que lo observa todo desde las aceras. Y a propósito, aquí si me lo permiten, hago un inciso, sobre los adornos que configuran nuestros pasos procesionales: como esos magníficos velones o lámparas de aspecto clásico, que adornaban uno de vuestros pasos: el de la Elevación de la Cruz en los años 30 que procesiona la cofradía de la Exaltación de la

Cruz. Curiosamente es el mismo tipo de lámpara a manera de fanal o farol de mano que en Roma utilizaba la cofradía de San Giovanni Decollato y son los idóneos para crear un tipo de lámpara para los pasos de la Cofradía de la Pasión. Va muy bien con la sobriedad y elegancia de los pasos de Valladolid, de estilo barroco clasicista si queremos recuperar nuestra identidad. Por tanto hay que adoptar ese estilo y no otro venido de fuera. Hay que preservar los modelos antiguos, tradicionales de nuestras cofradías en el adorno de hachones, hábitos, insignias y sobre todo en los pasos procesionales. Es decir recuperar las raíces, estudiar e investigar nuestra propia historia de las cofradías, por ejemplo: las andas procesionales y los adornos de los pasos sin necesidad de copiar modelos andaluces que al final enmarañan nuestra tradición, la desvirtúan. Lo mismo podemos decir acerca de la importancia de la reproducción exacta, no desvirtuada de los símbolos y escudos, y música de las Cofradías, y hasta del patrimonio de nuestros templos penitenciales, verificando siempre las nuevas incorporaciones, que como en los pasos deben de ser muy medidas y rigurosas, para no crear falsos historicismos. La cuidadosa restauración de las tallas y la colocación de las figuras en los pasos -en el barroco la distribución asimétrica es una máxima de autenticidad en las posturas y acciones a representar- se debe manifestar también en la sensibilidad por estos detalles como preservar su denominación original que completan la visión auténtica de los pasos11.

11. Lo advertimos ya en una anterior conferencia: Rebollo Matías, A. y Mingo Macías, L.: El paso del Descendimiento de Gregorio Fernández y la escenografía barroca de la calle Platerías. Caja Circulo, Valladolid, 1998. Planteamos, a la cofradía de la Vera Cruz, la necesidad de recolocar algunas figuras del paso: el San Juan que tenía clavada su mano a una escaler a y el ayudante que en vez de desclavar se encontraba delante del cr ucificado y clavada también su mano a los pies del mismo y no en su postura original detrás de la cruz, al que podíamos denominar Abenadar. El cambio se realiz ó con motiv o de la Exposici ón Las Edades del Hombre , realizada en la Catedr al de Segovia, con una nueva plataforma para las figuras. Las escaleras de metal hab ían sustituido a las antiguas de mader a en la restaur ación efectuada por los her manos Sol ís hacia 1965 no conser vándolas la cofr adía y perdiéndose definitivamente. No sabemos si entonces se perdi ó también el antiguo sistema de ator nillamiento que era importante conocer y preservar en la medida que se pueda.

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Linterna de la archicofradía romana de San Giovanni Decollato. Faroles en el paso de la Elevación de la Cruz de la Cofradía de la Pasión (Agapito y Revilla: Catál. Museo de Bellas Artes de Valladolid, 1930).

Pero, repasemos ahora los símbolos de la Pasión que nos son tan preciados y que conforman en la iconografía lo que denominamos Arma Christi, o emblemas de Jesucristo en su Pasión y Muerte, y Resurrección gloriosa, significando el escudo y la armadura -en símil de los caballeros medievales- con las que tiene que revestirse el fiel cristiano, una comparación que por otra parte ya realizara San Pablo en la carta a los Romanos: - En primer lugar la Cruz En origen se trata de ese patíbulo hecho de maderos que se usó en la antigüedad, en especial por Roma: constituido a base de stípes, o palo vertical hincado en tierra, y septum, o madero horizontal que los condenados portaban hasta el lugar de ejecución como hizo Cristo en Jerusalén. Este símbolo pasa a la planta de la basílica paleocristiana desde el s. IV, gracias al descubrimiento por Santa Elena en Jerusalén de las reliquias más preciadas de la Pasión. Así

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el templo será una cruz con nave longitudinal y transeptum, o nave transversal a manera de crucero, delante del presbiterio o altar. De hecho la cabecera del altar a veces recta o en ábside representa el títuli o Inri que remataba la cruz de Cristo: inscripción en hebreo, latín y griego: un resumen de Iesus nazarenus rex judeorum, como reza en algunos pasos procesionales de nuestra Semana Santa como el del magnífico Cristo del Humilladero de la Vera Cruz. Se denominarán también títuli los primitivos oratorios o capillas situados en las casas de los patricios de Roma que darán origen con el tiempo a iglesias martiriales en donde se veneraban las reliquias o cuerpo santo de un mártir y origen de enterramientos subterráneos como las famosas catacumbas de San Sebastián, San Calixto o San Lorenzo…. El templo cristiano reproduce así el cuerpo de Cristo que es su Iglesia, la cruz desde la cabeza (ábside o altar) a los pies (entrada o antesala principal) y orientada casi siempre su cabecera al Oriente, hacia Jerusalén. Besando los pies


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de Cristo o pies de la cruz (nártex) es en donde debían esperar aquellos que aún no formaban parte del cuerpo: los catecúmenos. Como se sabe los catecúmenos permanecían hasta finalizar la liturgia de la Palabra (primer alimento del recién nacido que aún no come alimento sólido pues no se ha bautizado y no comulga aún con el resto de la asamblea). Entonces se cerraban las puertas del nártex y comenzaba el canon o celebración de la Eucaristía al que sólo tenían acceso los bautizados o iniciados en los misterios cristianos y que participaban del supremo sacrificio de la Cruz. Hay que tener en cuenta que el madero o cruz era un símbolo miserable de muerte como lo será la horca, y al principio a los primeros cristianos les repugnaba tanto que no la representaban. Será a partir del s. IV cuando se convierta en un símbolo aceptado de manera providencial: In hoc signo Vinces… Según la leyenda fue vista en sueños por Constantino y la hizo su enseña en la batalla que supuso la victoria sobre Majencio en el puente Milvio de Roma, el 24 de octubre del 312 d.C. y con ello la libertad del cristianismo al dejar de ser una religión perseguida. Este es también el lábaro constantiniano o crismón con el XPO, cruz en aspa, que simboliza el anagrama de Cristo Salvador inserto en una corona de laurel, símbolo a su vez de eternidad (la serpiente que se enrosca) al que pronto se añadirá ante la herejía arriana la afirmación de la divinidad de Cristo con el Alfa y la Omega (Principio y Fin), y más tarde el Sol y la Luna, el día y la noche, señales del cosmos que están presentes en la crucifixión. Todo ello nos remite a una rica y compleja iconografía estudiada entre

otros por Louis Reau12: es la leyenda del árbol de la Cruz desde Adán a Salomón y la Reina de Saba reflejada en las profecías del antiguo Testamento que hablan de un árbol salvador y una cruz en forma de estandarte como la serpiente que Moisés elevó en el desierto13. En Valladolid, este símbolo de la Cruz, nos es bien conocido pues surge entre dos cipreses como divisa de la Vera Cruz, símbolo éste muy antiguo, casi legendario: la alusión a un árbol inmortal que como el ciprés acogerá al Mesías aparece ya en Oseas, árbol que dura hasta mil años. En Roma el ciprés será también signo de hospitalidad en las villas e inmortalidad para los césares como lugar de enterramiento: así el mausoleo de Adriano -actual castillo de Sant´Angelo- se coronaba por un montículo repleto de cipreses. Pero quizá lo que no muchos sabían es que uno de los restos de esta madera de la cruz, traída como reliquia por San Toribio en el s.VII de Jerusalén, es la de Liébana (Cantabria), que según un análisis científico realizado en el pasado siglo XX, resulta ser de madera de ciprés (cupressus sempervirens), siendo además el trozo más grande conservado en el mundo. Esta es la reliquia y de la misma procedencia al parecer que conserva la Venerable Cofradía de la Santa Vera Cruz de Valladolid en su Lignum Crucis, que desde el s.XVI procesiona inserta en la actual cruz de oro y plata el día de la Cruz de mayo y excepcionalmente en la noche del Jueves Santo. Y es en Valladolid, a fines del s.XV, en donde el Cardenal Mendoza fundó un Colegio universitario dedicado precisamente a la Santa Cruz de Jerusalén como en su homónima basílica de Roma. Este, finalmente es el símbolo que según el Apocalipsis veremos refulgir en el firmamento

12. Reau, L.: Iconografía cristiana… 13. Según Santa Ana Catalina Emmerich: la pieza principal de la cruz había sido un árbol del valle de Josafat, plantado cerca del torrente Cedrón (no se dice la clase y si era ciprés): habiendo caído atravesado habían hecho de él una especie de puente lo que coincide con la leyenda medieval de la cruz que recoge la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine y reproduce Piero de la Francesca en sus pinturas murales de San Francesco de Arezzo. V. Emmerich, Ana Catalina: La Dolorosa Pasión…; p.43 y 262-263.

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ante su segunda venida a modo de estrella o lucero matutino14. Es Cristo la señal definitiva pues “no hay otro Nombre dado a los hombres bajo el cielo por el que podamos salvarnos” (Hechos, 4, 12). En nuestra Semana Santa el símbolo de la cruz o del crucificado es siempre el común denominador de todas las cofradías penitenciales a través de la Cruz guía que inicia sus desfiles, y en especial de la Venerable Orden Tercera, pues es en la Edad Media, con los franciscanos, cuando se inicia el culto a la Cruz que pasa a la liturgia del Viernes Santo de manera solemne. A partir de la cruz surge también el Vía Crucis o Vía Dolorosa: recorrido de Cristo con la cruz hasta el Calvario y que en el Renacimiento se fija definitivamente en 14 estaciones o paradas. De ahí sin duda surgen las estaciones o pasos -del latín passus-, pasajes o escenas que en la Pasión están referidos a un momento dramático. Iconográficamente ha sido tradicional la imagen de Cristo llevando la cruz completa (stipes y septum) pero todo indica que no fue así en la realidad por lo que hemos comentado sobre el lugar de ejecución y el madero que portaban los condenados. Sólo este septum o madero transversal que soportaban los ladrones Dimas y Gestas pesaba más de 40 kilos y Cristo debilitado tuvo que necesitar la ayuda de un Cirineo para llegar al Calvario. Este Camino del Calvario que tan plásticamente representó Gregorio Fernández para la cofradía de la Pasión y que con las transformaciones sufridas no lleva a su Cristo original, que según todos los indicios es obra de Juan Antonio de la Peña, y actualmente se encuentra en El Carmen extramuros. En relación con este paso, hemos hallado una noticia

que refleja el interés de la Cofradía por sacar procesionalmente al Cristo con la cruz a cuestas y alguna de las singulares tallas como el Cirineo del Paso Camino del Calvario que se encontraba en el Museo. En el documento se especifica que: Visto lo que exponen el alcalde y representantes de la Cofradía penitencial de María Santísima de la Pasión y Caridad, en que solicitan se les permita sacar del Museo de esta ciudad la efigie del Cirineo con el objeto de llevarle en la procesión del Jueves Santo ha resuelto acceder a dicha pretensión…9 marzo 1848. Presidente de la Comisión de Monumentos históricos y artísticos15. Mas tarde en 1964 este paso sufrirá un accidente16 el miércoles de Pasión, justo antes del Domingo de Ramos, descabezándose y partiéndose en dos un sayón, el de la lanza, al chocar con unos ramajes el tractor y carro que lo remolcaba desde el Museo de Escultura a la parroquia de San Andrés. Eran otros tiempos. - Otros símbolos de Pasión Si la cruz es el símbolo principal existen otros símbolos de la Pasión que también son importantes destacar y que se compendian durante la Edad Media en la célebre iconografía de la Misa mística de San Gregorio del que nos ofrece un ejemplo completísimo las tablas de cierre del retablo y tríptico flamenco de San Juan Bautista sito en su capilla recientemente restaurada de la iglesia de El Salvador, obra atribuida al maestro del Tríptico Morrison17, y que nuestro maestro y añorado Martín González nos mostró hace años y que les invito a que conozcan. Estas tablas deberían estar expuestas en el tiempo de Cuaresma y Semana Santa para que los fieles puedan meditar y profundizar en su simbolismo.

14. Kowalska, Elena (Santa Sor Faustina): Diario. La Divina Misericordia…; p. 63. 15. A.H.P.Va. S.H. Comisión de Patrimonio. C.268-97. 9 marzo 1848. 16. Delfín Val, op. cit. p.219 17. V. Nieto, G.: “El retablo de San J uan Bautista en la iglesia del Salv ador de Valladolid. ¿Quintin Metsis o Adr ian Skilleman?”. BSAA vol.IV, 1936-39; pp.1-19.

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Tanto en esta pintura, como en la propia fachada de El Salvador, por supuesto en la fachada de la antigua penitencial de la Pasión, encontramos una serie de símbolos que el pueblo cristiano ha identificado paso a paso en épocas pretéritas18 y que hoy en día quizá desconoce su simbolismo más hondo.

Pasemos pues ahora a un análisis de los símbolos referidos en la pintura de la iglesia de El Salvador: 1. En primer lugar: las gradas del altar y las vestimentas del oficiante. Estas gradas en todo altar son símbolo del monte Moria (el

Símbolos y figuras de la Pasión. Misa de San Gregorio del Maestro Morrison. Capilla de San Juan Bautista de la iglesia de El Salvador. Atado a la Columna de Gregorio Fernández. Penitencial de la Santa Vera Cruz.

18. Si nos remontamos a su origen podríamos citar algunos modelos en los que se inspiran desde las meditaciones de Tomás de Kempis: Vita Christi a fines de la Edad Media, al propio San Ignacio cuando impulsaba acontemplar las escenas del e vangelio con: Imaginemos qu é… Hay una c élebre iconografía del santo cuando Cr isto se le aparece con la cruz camino del Calvario (ocurrido en la Storta de Roma) y existente tanto en el retablo colateral de Santiago el Real de Medina del Campo como en el templo jesuítico de San Miguel de Valladolid. Y es también el jesuíta Luis de la Palma quien influirá especialmente en el s.XVII con su narración de la Pasión. Influencia que será de una gran trascendencia en los ar tistas del barroco desde Ca ravaggio a la pintura española de Ribera a Velázquez y en escultores como Martínez Montañés o Gregorio Fernández. Como apunte a la exposición celebrada recientemente en la National Gallery de Londres sobre obras maestras del Barroco español el comisario de la misma Javier Bray hace una comparación con la que coincidimos plenamente (Bray, J.: Lo Sagrado hecho real . Catálogo Exposición Nacional Galler y, London, 2009. Véase además Rebollo, A., Historia del Ar te y P atrimonio Cultural en Espa ña; S íntesis, Madrid; p.220) sobre la in fluencia en la pintur a de la flagelación de Velázquez de la escultura procesional barroca, en nuestra opinión la visión del Cristo Atado a la Columna de la Vera Cr uz que sin duda el ar tista obser vó en Valladolid. Pero esta in fluencia de los pasos procesionales de Semana Santa lo adv ertimos tambi én m ás tarde en Go ya y m ucho m ás moder namente en Gutiérrez Solana, que pintará la Semana Santa (Procesión de noche) con tipos populares castellanos y capirotes y dos pasos monumentales portados a hombros que se parecen increíblemente a los del Azotamiento y Camino del Calvario de la cofradía de la Pasión, con sus personajes, composición y movimiento de las figuras. V. Tusell, J.- Martínez Novillo, A.: Paisaje y figura del 98 . Catálogo Exposición Fundación Central Hispano, Madrid, 1997; p. 182.

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sacrificio de Isaac), y del Gólgota o Calvario, y es preceptivo en todo templo cristiano, por su simbolismo, aunque en los primeros tiempos era una especie de cenáculo sin altar, sala alta bien arreglada e iluminada como refieren los Hechos de los Apóstoles19. También será así en los antiguos templos penitenciales: una sala amplia para templo junto a hospital y casa de cofradía como el que conocemos de la Pasión por un documento del 18 de marzo de 1581: cuando se dijo la primera misa… en el hospital nuevo de la cofradía de la Sagrada Pasión de nuestro Señor Jesucristo al pasadizo de D. Pedro Niño…20 como sabemos será un prototipo de iglesia de una sola nave que luego repite la Vera Cruz y casi a un tiempo las Angustias, con algunas modificaciones. En este altar con gradas, que representa también el enlosado o Gábata, es donde el sacerdote -en el caso de la pintura que comentamos es el Papa San Gregorio- celebra la Misa revestido con casulla y alba, amito, cordones o cíngulo, y estola. Es decir, porta la clámide o casulla roja del martirio -o de otro color según la liturgia-, que representa a Cristo coronado de espinas ante Pilatos, que eso es la casulla simbólicamente: una clámide o toga color púrpura de rey; el sacerdote porta también la otra vestidura blanca (alba) que le puso Herodes para burlarse de El, y finalmente es atado con cuerdas con los brazos cruzados al pecho (amito y estola) y a la cadera (cíngulo): ese cinturón de pinchos o cilicio camino del calvario como relata Santa Ana Catalina Emmerich en sus escritos. Antes de llegar al Gólgota el Sacerdote/in persona Christi ha procedido al lavatorio de manos,

ha extendido sus brazos y ha invocado a los ángeles mirando hacia su Padre del cielo y ha pronunciado las palabras de la Ultima Cena al mismo tiempo que se eleva su cuerpo sobre la Cruz atrayendo las miradas de todos los presentes. Se trata del anuncio de su Muerte y Resurrección (pues luego viene la Comunión con su Cuerpo). Así es representado en el arte en toda la omnipotencia de su sufrimiento: en el mundo bizantino hasta el románico Cristo está vivo y se corona con corona de rey o maiestas: triunfador sobre la muerte, alegre y victorioso. Es a partir del s. XIII cuando aparece la humanización del crucificado que sufre por los pecadores y es coronado con la corona de espinas. Es tan fuerte este símbolo del Calvario que algún santo sacerdote fue mártir en el altar como Tomás Beckett o San Estéfano de Polonia. Como apunta Juan Pablo II: la dificultad del Gólgota, su desafío, es tan grande que Dios mismo quiso advertir a los apóstoles de todo lo que debía suceder entre el Viernes Santo y el Domingo de Pascua21. En definitiva, todas estas alusiones a la Pasión de Cristo en estas vestimentas litúrgicas nos aparecen de manera muy simbólica pero real, afirma Jungman, pues se trata de la armadura dispuesta para la lucha espiritual22. Por similitud el traje o hábito del cofrade también tiene su simbolismo, no es un disfraz cualquiera más o menos vistoso por sus colores, por lo menos no era así en origen. Aquí nadie se disfrazaba al menos antiguamente. Además en Castilla no se llevaba capa, era solamente un hábito sencillo con capirote como conservan algunas

19. Jungman, J.A., El sacrificio de la Misa. BAC, Madrid, 1951; p.335. 20. Alvarez Terán, C.: “Papeletas sobre el arte barroco: la Penitencial de la Pasión”. BSAA, t. II, 1930; p.112. 21. Juan Pablo II, Papa: Cruzando el umbral de la esperanza. Plaza y Janés, 1994; p. 83. 22. Jungman, J.A., Idem… pp.374-375. Véase Alvarez, A., Catál. Expo Tradebatur, febr.-marz.2007.Valladolid.

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cofradías como los nazarenos: hachón para los hermanos de luz y espalda al aire para los disciplinantes que se golpeaban la espalda con flagelos, pues el cofrade es como el reo o condenado que acompaña penitencialmente a Cristo al suplicio. Son aquellos que llevan el sanbenito o capirote como los condenados de la Inquisición. Bien es conocido por la cofradía de la Pasión que obtuvo el privilegio de soltar a un preso antiguamente en la procesión del Jueves Santo, repetido luego en los años 60 del pasado siglo por la cofradía de la Piedad. Es decir por humildad el cubrirse la cara fue debido a no hacer ostentación de la penitencia y que el penitente estuviera en el anonimato ya fuera persona importante o no. Por tanto sería conveniente el cubrirse siempre el rostro pues lo nuestro no es el espectáculo sino el vivir un drama como es la Pasión de Cristo. 2. En segundo lugar: Cristo nos muestra sus cinco llagas: manos, pies y costado (visión devota de la imago pietatis de las visiones místicas de la Pasión); y aparece como Cristo siríaco con rostro barbado y con melena; ésta en realidad poblada y larga como nazareno: nezer en hebreo, como debía ser el aspecto del Mesías, posiblemente anudada a la espalda como cuenta la tradición bíblica y ha revelado la Sábana Santa, y también reproduce Fernández en su Atado a la columna. En la pintura que comentamos de la iglesia de El Salvador el propio Cristo aparece sobre el altar como Varón de Dolores y muestra las llagas de la Pasión, mientras su rostro se repite en el velo de la Verónica. Esta imagen de Cristo, parte de la imagen que se imprime en el sudario o paño de la Verónica (Vere icon

o verdadera imagen) y acaso en el mandylion bizantino o imagen aquerópita (no hecha por mano humana) que se mostraba todos los viernes en Santa María de Blanquerna de Constantinopla hasta su desaparición con la toma de los turcos en 145323. Según todos los indicios históricos este mandylion con la imagen del rostro era una parte de un doblez de la Sábana Santa que luego reaparecerá tras diversas vicisitudes en Turín y que reproduce las llagas de un hombre torturado, coronado de espinas y clavado en una cruz con la llaga del costado abierta. La oración de la misa del Papa Julio II dedicada a su veneración desde el s.XVI comienza así: Señor Dios, que nos dejaste las señales de la Pasión en la Sábana Santa, en la cual fue envuelto tu Cuerpo Santísimo, cuando por José fuiste bajado de la Cruz…24. Aquí en Valladolid existió una copia dibujada en el monasterio desaparecido de las Lauras pasando luego al convento de Santa Catalina de Siena, ahora cerrado (actualmente se conserva en el convento de Portacaeli). Ese rostro sobrecogedor y nazareno de la preciada sábana de Turín que como en un retrato robot expresara bellamente a manera de “pensador” el gran Alberto Durero, tiene un rostro y mirada que se parece increíblemente al Cristo Atado a la Columna de Fernández, verdadero icono de la Semana Santa vallisoletana: donde me miraste que también me retrataste… 3. Hablemos pues de la columna y los flagelos del azotamiento (columna con cadenas, reliquia que se conserva en Santa Práxedes de Roma, reflejada por el arquitecto Bramante en 1481 en un grabado milanés como columna abalaustrada al interior de

23. Carreño Etxeandía, J.L.: Al cerrarse la Urna de la Sábana de Cristo. Ed. Don Bosco, Pamplona, 1980; pp 64-69. 24. Idem…; p.24. V. a. Larrea Holguín, mons. (coor.): Misal Popular Iberoamericano. Ed Panamericana, Madrid, 1979; p. 2209.

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Oración de la Síndone. Retrato de Cristo sobre la Síndone y Atado a la Columna. Sábana Santa de Turín.

un edificio de Jerusalén25, luego copiada por múltiples artistas y que con un sentido arqueológico dará origen a la columna que Gregorio Fernández reproduce fielmente en el s. XVII en el Atado a la Columna de la Vera Cruz, y luego en el mismo modelo para el monasterio de Santa Teresa de Ávila. El paso en cuestión estaba compuesto al menos por el titular (ahora en solitario) y cuatro sayones como parece revelar el paso del Azotamiento de la cofradía de la Pasión, ya que éste es posterior y se hizo, todo parece indicarlo, a imitación del de Fernández. Hemos estudiado un documento fotográfico inédito en un Suplemento de Semana

Santa26 de 1963 del primero y sabemos que aún conservaba la cadena y argolla que ataban sus manos a la columna y no la soga actual, dato importante que Fernández quiso remarcar en su reconstrucción de la venerada reliquia de la columna. También hemos analizado la disposición del Cristo y las figuras del paso del Azotamiento de la Pasión en la Sala de Pasos del Museo de Escultura por fotografía de esos años. Este ya figuraba en vuestra penitencial y antiguo templo de la Pasión en la instrucción de 1661 como paso nuevo del Azotamiento, con Jesucristo y cuatro sayones: el que tira la guedeja a Cristo y es el que azota… el general que va con cuchilla

25. Grabado Prevedari. British Museum.Londres. en Bruschi, Bramante…; pp.18-19 26. A.H.M.V a. Diario Regional . Suplemento de Semana Santa. 11/4/1963; p .4. y F ondo f otográfico Asociación de la Prensa.

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y turbante… figura que tira de la soga… y figura que açota del revés27 siendo luego la reconstrucción que hace Agapito y Revilla en 1922 un lío de sayones pertenecientes a ambos pasos. Actualmente se ha recuperado el sentido original de la instrucción de 1661. En cuanto a los flagelos o cuerdas de azotes los que se representan son de dos tipos: varas anudadas a modo de escoba que raspa la piel o el flagrum o flagelo con puntas de metal o bolas que se hincaban en la carne hasta demoler al condenado. Uno de los dos tipos se representa en la fachada de El Salvador sobre el dintel de la puerta y también en su interior en el retablo de San Juan Bautista. 4. En el citado retablo también se recogen otros cuantos símbolos: las cuerdas con que le ataron y la corona de espinas y la caña que llevó en la burla de su realeza (en realidad fue un verdadero casco de espinos que le cubría toda la cabeza como en la visión de Santa Brígida de Suecia). En Valladolid tenemos la suerte de contar con un lugar emblemático como el monasterio de la Santa Espina que preserva una reliquia regalada por san Luis, rey de Francia. Éste había hecho construir la Sainte Chapelle de París, una capilla gótica con vidrieras, única en el mundo en forma de caja de cristal, para contener la corona de espinas, pero ésta desapareció desgraciadamente con la Revolución francesa. 5. Otros objetos son: el martillo y las tenazas utilizadas en su crucifixión y desclavamiento, así como los clavos que le traspasaron manos y pies y la lanza de Longinos que le atravesó el corazón (conservados en la basílica de la

Santa Cruz de Jerusalén de Roma); la esponja sobre una caña alargada que le acercaron a la boca junto con la vasija de vinagre al pie de la cruz. Y la escalera para su crucifixión primero y descendimiento después que vemos en los pasos de la Elevación, Tengo Sed y Descendimiento; también los dados de los jugadores romanos y la túnica sagrada que se repartieron los soldados tal como aparecen con frecuencia en la pintura flamenca; así como los vasos de mirra y aloe de Nicodemo y las mujeres, como María Magdalena, tan presente en el sepelio y, la propia madre María Santísima sufriendo con una espada de dolor (Dolorosa de la Cruz de Gregorio Fernández), o espasmos y angustias por su Hijo (Virgen de los Cuchillos o de las Angustias de Juni) y finalmente la Sábana de Arimatea que envolvió el cuerpo de Cristo en el sepulcro: símil del mantel del altar que el sacerdote besa y en donde se realiza la Pasión de Cristo todos los días y por eso se cubre porque sobre el mismo va a reposar el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo sacramentalmente. Por último, otros elementos no tan anecdóticos aparecen también en la citada tabla: la espada de Pedro y la oreja que cortó a Malco y que el Salvador repuso milagrosamente; la mano o puño de hierro de los verdugos que aparece en la portada de la Pasión (según la visión de Catalina Emmerich este fue el puñetazo dado en su divino rostro) y mano con mechones de pelo y barba del Señor cuando se le golpeó y sometió a aquel juicio inicuo; el gallo que cantó ante las negaciones de Pedro, la antorcha o lámpara que iluminaba el prendimiento en el huerto y la mano del verdugo en el prendimiento, la bolsa y monedas que Judas cobró por la traición con la señal del beso (siempre el dinero de por medio) y

27. Mar tí y Monsó, Estudios histórico-artísticos…; p.499.

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hasta el velo o cortina del santuario del templo de Jerusalén que protegía el sancta sanctorum y que se solía anudar a las dos columnas de entrada a la que se accedía por una escalinata: éstas a manera de columna salomónica, que ése es su origen, en el templo de Salomón, Bernini las reprodujo en el baldaquino de San Pedro del Vaticano. Precisamente el Santo Padre llevará como símbolo de maestro de sabiduría y a manera de rabí judío: la kipá sobre la cabeza, en este caso blanco, como lo es su vestido, símbolo de luz, como las vestiduras blancas de la Transfiguración. Además los obispos llevarán desde los primeros tiempos el gorro o mitra que portaba el Sumo Sacerdote, divido en dos en su centro a manera de cuernos o rayos de Moisés simbolizando el chivo expiatorio del Antiguo Testamento. El era el único que podía ofrecer el sacrificio expiatorio por todo el pueblo como los levitas. En una pintura de Amaro Alonso perteneciente a la Cofradía vemos representada la columna salomónica y al sacerdote Zacarías ofreciendo el incienso en el templo de Jerusalén. Esta se encuentra junto con una serie completa de pinturas en la iglesia parroquial de San Juan Bautista.

Es ese mismo pueblo el que visita los monumentos e iglesias en Jueves Santo pero que desconoce su significado más hondo: visitar a Cristo en su Pasión en el Monumento, antecedente de su santo sepulcro y rememorar la peregrinación a los siete altares y siete basílicas de Roma que los cristianos recorrían desde la Edad Media y sobre todo a partir de la segunda mitad del s. XVI con San Felipe Neri, en plena Contrarreforma, que promovió la veneración de las reliquias de la Pasión y de los mártires que allí estaban siempre muy presentes. Hay mucho simbolismo pues que debemos entender en nuestras tradiciones cristianas, las cofradías penitenciales son una parte de éstas e importante contribución pues tienen sus propios símbolos. Brevemente hemos analizado alguno de ellos. La Cofradía de la Pasión los ha conservado en sus insignias y estandartes, también en la fachada de su antiguo templo, y en su imaginería procesional como lo denotan estas hermosas tallas. Esta tradición ha influido durante siglos las celebraciones y hasta en la música que acompaña estos magníficos pasos procesionales. De nuevo en este año 2010

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romperá a sonar y emocionarnos con sus himnos en el silencio de nuestra Semana Santa. Y termino con unos versos al Santísimo Cristo de las Cinco Llagas que nos preside entresacados del diurnal del tiempo de cuaresma:

Pues vos, con tantas puertas en pies, mano y costado, estáis de puro abierto casi descuartizado. Muchas gracias. © Alejandro Rebollo Matías

Nadie tendrá disculpa diciendo que cerrado halló jamás el cielo, si el cielo va buscando.

Doctor en Historia del Arte. Profesor de la Universidad Europea Miguel de Cervantes

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Acerca de nuestra historia La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

Las transformaciones del templo de la Pasión. Su fachada principal. El diseño de la espléndida fachada principal es obra de los maestros canteros Pedro de Ezquerra y Antonio de la Iglesia en dos fases: 1668 y 1672; dentro del primer barroco decorativo en Valladolid1. Es por un acuerdo del Cabildo de 2 de junio de 1667 por el que se define la obra de la portada del templo: “hacer una portada de cantería en la iglesia desta cofradía desaciendo la que oy tenía para que igualase al cuerpo de la iglesia dando fin a lo que se acordó se hiciese en ella y en la capilla mayor”. En 1668 el entonces alcalde de la cofradía Rodríguez Gavilán aportará los fondos necesarios, mandando derribar la “antigua torre” de la fachada. Este dato podría explicar el antepórtico de la iglesia o zaguán antes de entrar en la nave a manera de torre pórtico, aunque esta no sea la tipología habitual en templos de cofradía en el s. XVI. No sabemos con exactitud a qué se refiere, podría incluso tratarse del cuerpo superior a modo de campanario sobre la fachada o entrada principal: “se avía derribado la torre que estaba sobre la fachada y pórtico de la iglesia de la cofradía…” 2. Quizá por este motivo la fachada no es paralela a la calle sino que sale en esviaje sobre la calle de la Pasión. El diseño de la fachada se organiza en dos pisos y remate: los dos pisos corresponden a la estructura en horizontal del templo y el remate en forma de espadaña, asimétrica con la anterior, rompe con la proporción cuadrada de la antigua torre y fachada. La espadaña y

alberga una hornacina para alojar la campana y se remata por frontón triangular en donde se señala la fecha de terminación 1672. Sin duda el contrato de terminación del segundo y último cuerpo de la portada de la Pasión fue efectuado en 21 de mayo de 1671 entre Rodríguez Gavilán como representante de la Cofradía y los arquitectos Pedro de Ezquerra y Antonio de la Iglesia, más el escultor y cantero Luis de Naveda que se ocupará de lo que mira a la talla. En él se revela que “la dha cofradía el año pasado de 1670 yço y acabó el primer cuerpo de la dha portada en la forma que está al presente” y faltando el segundo cuerpo estaba “desacomodada y desmantelada la sala del cabildo sin poderse hacer en ella junta alguna”. Se acordó entonces hacer éste cuerpo y el tercero de remate conforme a la traza hecha por Pedro de Ezquerra con “con espadaña y torre en la forma que está en la traza”, y ajustado en precio con Antonio de la Iglesia en 15.000 reales por todo lo que había que realizar incluida la talla. En las condiciones se especifica el cumplimiento de la traza en alto y ancho: pilastras, ventanas, arquitrabe, friso y cornisa… y que se ha de reutilizar: “la piedra que oy está en el jardín y en la Sala y a la puerta del llamador, más la madera necesaria para andamios y armar el tiro y torno y maromas para subir dicha obra…” la torre espadaña en arco, al igual que la portada irá en piedra de Campaspero, a modo de aplacado, siendo ésta de peor calidad y labra que el resto, y “en la bola de en medio irá un agujero donde se ponga la veleta o jiraldilla” 3.

1.

Agapito y Re villa, J ., Las Calles de Valladolid (1937). Valladolid, 1983; pp. 328-329; Idem, El arte barroco en Valladolid. Valladolid, 1947: pp. 13-15.

2.

Idem, op.cit….

3.

AHP.Va. Protocolos no2312, f ol.395; Garc ía Chico , E., Documentos par a el estudio del Ar te en Castilla. t.II. Arquitectos. Valladolid, 1940; pp.183-186.; Álvarez Terán, C., “Papeletas sobre ar te barroco: la Penitencial de la Pasión”. BSAA, t.II (1930); p.119.

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La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

elíptica de la hermosa sacristía, situada en el lado del Evangelio y adornada con hornacinas en sus muros. Es entonces cuando se completa la decoración a base de líneas quebradas y grandes rameados de piedra. También hallamos en esta época noticias de la pintura y dorado de las bóvedas de la iglesia5. Es más tarde, en 1863, cuando se opera una modificación del crucero perdiéndose la rica decoración de Berrojo6. Estas transformaciones serán una constante en el mantenimiento del templo, patrimonio y dependencias de la Cofradía hasta el s.XIX. Con su ruina a principios del s.XX y cierre al culto pasarán cuarenta años de incuria hasta su transformación en Museo de Pintura dependiente del Museo Nacional de Escultura Policromada y luego en Sala de Exposición por parte del Ayuntamiento con una restauración y transformación de todo el inmueble.

Fig.1. Fachada de la iglesia de la Pasión (Museo de Pintura h. 1968).

Una vez acabada la fachada principal el templo será objeto de nuevas reformas durante el s. XVIII. Es en este siglo cuando el plano de Ventura Seco de 1738 nos refleja la calle denominada como de la Pasión (antes del pasadizo de don Alonso Niño) destacando su fachada principal con balcón corrido y remetida ésta con respecto a la vía de tránsito entre la plaza de Santa Ana y la Plaza Mayor. En el conocido plano4 se observa una cúpula y linterna que será reformada por esos años. Así, en 1744, el arquitecto José Morante reforma la cúpula y linterna del crucero así como la cúpula

Pero volvamos a la fachada tal como la contemplamos en la actualidad. Esta queda conformada con dos cuerpos y balcón, retranqueada con respecto a los edificios de la calle, ligeramente en esviaje, con motivo de facilitar la entrada y salida de los pasos, que por su altura debían sacarse a ras de suelo (similar método al utilizado para el “paso del Reventón” o Descendimiento de la Vera Cruz dada su altura). En su composición la fachada repite el mismo esquema de huecos adintelados de forma simétrica arriba y abajo: más grandes las puertas de entrada para el movimiento de pasos con su “mezzanino” encima o lucera cuadrada para iluminación interior del zaguán o vestíbulo del templo y con enmarques moldurados; y de menor tamaño las puertas o huecos de balcón con enmarque de orejeras y su reja corrida en

4. V éase Rebollo Matías, A., La Iglesia de la Pasión y su patrimonio (1ª parte). Pasión Cofrade nº 6 Semana Santa 2010; p.27, fig.3: Plano de Ventura Seco de 1738. 5.

Urrea, J., Guía Artística de Valladolid. Valladolid, 1991; pp.112-114.

6.

Álvarez Terán, C., “Papeletas sobre arte barroco: la Penitencial de la Pasión”. BSAA, t.II (1930); p.119.

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La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

voladizo sobre ménsulas de piedra. Este será utilizado por el cabildo de la Cofradía para presidir los actos. Es de notar cómo este hueco de las ventanas o luceras del piso bajo sirvió también para dar luz a la pequeña tribuna situada a los pies del templo que desapareció tras la ruina de la iglesia a principios del s. XX7 y su posterior restauración en los años 90. Ambos cuerpos de fachada se dividen por sendas cornisas que marcan perfectamente la horizontalidad y dan sentido al leve movimiento de la fachada, en entrantes y salientes, mientras en vertical los huecos se dividen mediante columnas y pilastras. En el piso bajo: columnas torsas, con estrías contrapuestas en helicoide de fino claroscuro y de orden corintio, tanto en los extremos como en el parteluz central, unas y otras sobre pedestales cajeados con formas en rombo.

En el piso superior tienen éstas su correspondencia en las pilastras almohadilladas de orden compuesto igualmente sobre pedestales cajeados. En este cuerpo se inserta el arquitrabefriso dórico decorado con triglifos y metopas de formas avolutadas elemento repetido en el barroco decorativo, en todo el s. XVII, como advertimos en la fachada principal de la Clerecía salmantina. Además, sobre los huecos de portada y balcón, destaca la decoración barroca de tipo vegetal con cartelas y emblemas de la Cofradía como las cinco llagas y la corona de espinas con los tres clavos así como la lanza y la esponja, la escalera y la espada de Simón Pedro con la oreja cortada a Malco. Todos estos serán símbolos muy repetidos en la emblemática religiosa como Arma Christi, verdaderos motivos heráldicos a manera de escudos con signos espirituales, propio de un tipo de propaganda religiosa difundida especialmente por los jesuitas. El juego decorativo propio del barroco se expresa así magistralmente en esta fachada “de transición

Fig. 2 a y b. Fachada en esviaje de la iglesia de la Pasión. Portada de El Salvador. 2 c. Interior arruinado del templo de la Pasión con la tribuna al fondo y zaguán.

7. Idem,

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op. cit… p.123.


La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

Fig. 3 a, b, c y d. Cartelas o escudos con arma Christi: espada de Pedro y oreja de Malco, clavos y corona de espinas, cinco llagas, lanza y esponja.

al prechurrigueresco, con ornatos carnosos de gran resalte para crear juegos de volumetría, de sol y sombra, con libertad de interpretación del repertorio clásico”8. La fachada de la Pasión pertenece a una tipología de fachada procesional existente en Valladolid desde el s. XVI, sus antecedentes inmediatos los encontramos en la antigua Portada plateresca de San Francisco anterior

al incendio de 1561, es decir en dos cuerpos de arquerías y balcón para servir como capilla abierta a la Plaza Mayor9. La portada aquí será doble siguiendo un modelo que deriva del parteluz medieval e impuesto por Rodrigo Gil de Hontañón en Salamanca (Catedral, Universidad, Escuelas menores…) y aplicado con éxito en Valladolid: iglesia de La Magdalena y la propia portada de San Francisco, debida también a su traza. De hecho la portada era bien conocida por

8.

Rivera, J., “Iglesia de la Pasión”. En Arnuncio, J.C., Guía de Arquitectura de Valladolid. IV Centenario, Valladolid, 1996; p.102.

9.

La fachada con doble arquería en arco rebajado de piedra sillería y dos cuerpos con balconada, el principal para decir misa los días de mercado, a modo de capilla abier ta, como ocurría en Medina del Campo desde el balcón de Ntra.Sra. del P ópulo, será un hito del urbanismo espa ñol que pasar á a Am érica como bien ha demostr ado Bonet Correa. Véase Bonet Correa, A., Morfología y Ciudad . “Antecedentes españoles de las capillas abier tas hispanoamericanas”. Barcelona, 1978; pp.11-19; Idem, El urbanismo en España e Hispanoamérica. Madrid, 1991; p.181.

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la cofradía de la Pasión que tenía capilla al igual que la Vera Cruz en el convento franciscano. Sin embargo es la disposición de la fachada de la Magdalena, del virrey y obispo don Pedro Lagasca, en portada doble en arco rebajado y claraboyas de iluminación interior, la que mejor sirva de antecedente. Pero, si en estas portadas existe una leve conexión, es desde luego con la portada de El Salvador de Valladolid, de Juan Sanz de Escalante a mediados del s. XVI, en donde encontramos la fuente de inspiración para el esquema compositivo en disposición de columnas, parteluz, adintelamiento, e incluso en la simbología de los arma Christi. Hay que tener en cuenta que el autor realizará por entonces el denominado Ochavo del Azoguejo (monumento festivo sobre la antigua puerta medieval del Azoguejo) y su reestructuración en portada de la Vera Cruz a fines del s. XVI. Esta arquitectura se realizó para el recibimiento de Ana de Austria en 1570 simulando una portada adintelada más claraboya y balconada superior para la música. Esta se reutilizará en la definitiva portada de la Vera Cruz en 1595 por Diego de Praves y Juan de Nates10. La secuencia final de esta serie de portadas tendrá su síntesis barroca en la portada adintelada de la Pasión pero manteniendo la característica profana de fachada balcón propio de iglesias de cofradías penitenciales. El mantenimiento de la doble portada adintelada pudo ser claro indicativo de su preexistencia en el s. XVI en edificios de cofradía, incluso en la antigua de la Pasión, así como el balcón lo será del carácter de hermandad de fieles laicos. Desde luego la portada barroca de la Pasión repetirá un esquema anterior del s. XVI pero ahora bajo el nuevo ropaje del s. XVII.

Además subraya esta característica del balcón un carácter civil que le es propio: un fenómeno que se da exclusivamente en fachadas de templos de cofradías penitenciales como Pasión, Vera Cruz, Angustias, y posiblemente Piedad y Jesús Nazareno. Esta tipología de fachada balcón se enmarca sin solución de continuidad en el escenario urbano, en mimetismo de uniformidad de fachadas como ocurre en la calle Platerías. En este caso, en la portada de la Vera Cruz, aunque sin datos definitivos sobre la autoría de la antigua portada del s. XVI, reaprovechada y completada en la reforma de 1595, muy posiblemente ésta estructura formaba la primitiva portada que Pedro de Mazuecos utilizó para la iglesia cajón de la Vera Cruz basándose en un proyecto similar al templo de la Pasión, y quizá de su misma autoría, cumpliéndose el principio de doble portada y doble ventana o claraboya superior como ocurrirá en otros ejemplos. En Ntra. Sra. de las Angustias aunque la fachada del templo se diferencia de los anteriores, sin embargo, mantiene el balcón corrido en la Casa de Cofradía anexa adaptándose al frente de la calle y hacia la antigua plazuela Vieja. En la fachada de la Vera Cruz es notoria la composición en tres portadas con sus luceras o claraboyas encima del dintel para iluminación interior, hecho que se ha perdido tras reformas posteriores, en especial la de la portada principal rompiéndose su dintel y claraboya en el s.XX (entre 1915 y 1930) al ampliarse en forma de arco de medio punto para mayor facilidad en la entrada y salida de los pasos, especialmente del Reventón. Si observamos ahora las medidas de la portada en relación a su función doble como portada de

10. Rebollo, A.; Mingo , L.A., El paso del Descendimiento de Gregor io F ernández en la escenog rafía de la calle Platerías. Ciclo de conferencias Cofradía Penitencial de la SantaVera Cruz. Caja Círculo, Valladolid, 2001 (inédita). Rebollo Matías, A.: La Plaza y Mercado Mayor de Valladolid, 1561-95. Univ. Valladolid, Valladolid,1989; p.144 y ss.

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La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

Fig. 4 a, b y c. Portadas de la Magdalena y El Salvador y la Pasión. Portada de la Vera Cruz (ppios s. XX) y reconstrucción ideal sobre una hipotética fachada original del s.XVI con claraboyas que aún existen.

templo y hospital o casa de cofradía hallamos ciertas coincidencias de interés. Así la altura de las puertas llega a 4 m. aprox. (14,2 pies) por 2,60 m. de ancho en un caso (9,2 pies) y 2,55 m. en otro (9,1 pies). Hay que tener en cuenta que la portada actual de la Vera Cruz mide de ancho 2,80 m. (10 pies exactos)11 y la de Jesús 2,85 m. (10,1 pies) aprox. ¿Cómo serían anteriormente a sus reformas tanto a principios del s.XX para la Vera Cruz como a fines del s.XIX para la de Jesús? Sin embargo, una cosa es clara, en los tres casos es una medida perfectamente adaptada al movimiento de entrada y salida de los pasos. El paso de la Elevación de la Cruz

tiene un tablero actual ajustado a los 2,60 m. de ancho (9 pies aprox.) por 4,10 m. de altura con las figuras instaladas (unos 14,6 pies). Quizá el tablero original desaparecido fue algo más estrecho para facilitar la maniobra. Ello suponía en este caso un cuidado especial para su salida y entrada en la iglesia como ocurrirá con el paso del Descendimiento de la Vera Cruz o el paso de Tengo Sed de la iglesia de Jesús Nazareno, también de ancho y alto considerables, incluso más. El paso del Camino del Calvario perteneciente a la Cofradía de la Pasión, obra señera de Fernández, y denominado antiguamente como

11. La portada de la Vera Cruz antes de su ref orma en el s. XX (entre 1915 y 1931) ten ía una puer ta adintelada de unos 5 m. de alto, en pies castellanos: 18 de alto por 10 pies de ancho, siendo un poco mayor, aunque similar a la de las Angustias.

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La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

paso de la Cruz a cuestas, dispondrá de un tablero actual de 2,30 m. de ancho (8,2 pies) por 4,50 m. de largo (16 pies), de medidas similares al antiguo, de mejor maniobra para los porteadores o costaleros que ejercían su habilidad a la hora de la salida y entrada de los pasos en la iglesia siempre en esviaje en una calle de por sí estrecha.

Su patrimonio mueble. Pasos procesionales. En cuanto a su patrimonio mueble tantas obras debió contener y tan abigarrada debía aparecer la nave del templo a fines del s. XVIII y durante el s. XIX a los ojos de los que lo visitaban que José María Quadrado opinará al respecto: “en su exterior y en su baja y sombría nave, cubierta de pinturas, ostenta las extravagancias del barroquismo” 12. En 1861 por el Manual Histórico Descriptivo de Valladolid, se califica el templo en su fachada como “del más depravado gusto churrigueresco” y la nave del templo muy rebajada y reducida, pero en los colaterales que preceden al altar mayor “hay dos preciosas esculturas de Gregorio Fernández” (equivoca la autoría): el Señor de rodillas orando en el huerto (lo confunde con el Cristo del Perdón) y Atado a la columna, perfectamente modeladas y con profundo estudio del desnudo”. “Otras muchas esculturas del mismo autor y de sus oficiales que formaban los Pasos de Semana Santa han sido trasladadas al Museo donde se conservan sin orden y sin referencia al asunto que representan” 13.

Este prejuicio no se correspondía con la realidad y eruditos como Ponz, Cean y otros más tarde, como García Chico o Martín González, nos hablarán de su importancia en pinturas, retablos y pasos procesionales. La Cofradía de la Pasión, poseyó un conjunto de tallas de gran calidad, que por efectos de la disolución de su sede y la pérdida del templo fueron distribuidas en los lugares más variopintos desde la Diócesis al Museo Provincial de Bellas Artes, luego Museo Nacional de Escultura. Precisamente el famoso historiador Agapito y Revilla, que era a la sazón el sucesor de Cossío, como director del museo provincial de Bellas Artes, tuvo una participación estelar en el asunto, a medias con el arzobispo Gandásegui, como actores principales en desvestir a un santo para vestir a otros. Investigaciones posteriores han corregido los errores voluntaristas del arquitecto historiador. En realidad, se trataba del intervencionismo tanto del Estado como de la Diócesis, en los bienes de las propias Cofradías penitenciales, en un momento de decadencia, tanto en inmuebles mediante declaración o intento de derribo, caso de la Vera Cruz o la Piedad, como en sus pasos procesionales, caso además de la Pasión. El arzobispo Gandásegui se mostró altamente intervencionista y los conflictos de éste “con las antiguas penitenciales llegaron en ocasiones hasta Roma”14 aunque al final tuvieron que reconocerle su afición a los desfiles procesionales en pro de una recuperación “turístico-religiosa”

12. Quadrado, J.M., España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Valladolid, Palencia, Zamora (1885)…; p.172. 13. Manual Histórico Descriptivo de Valladolid, Valladolid, 1861; pp.181-183. En el manual se añade que “entre las varias cofradías (comisarías) que tiene esta penitencial merece par ticular mención la llamada de la Car idad, que presta sus últimos auxilios a los reos condenados a muerte, celebrando después sufragios por sus almas. El distintivo que usa esta penitencial (comisaría de Caridad) a las funciones que asiste es un pendón de color carmesí”. 14. Burrieza, J., Cinco siglos de cofr adías y procesiones. Historia de la Semana Santa en Valladolid. Ayuntamiento de Valladolid, 2004; Véase en especial el cap .VI: “el destino de las cofr adías y la reconstr ucción de los pasos ”; pp.129-136.

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de la Semana Santa, que beneficiaba a todos. Por eso mismo la reconstrucción de los pasos a la manera Gandásegui, en la que había que organizar una representación tipo, primó sobre otras consideraciones de historia y tradición de las cofradías en sus procesiones. De entonces conservamos la planta de la procesión del Viernes Santo, o Procesión General de la Pasión, que con las nuevas cofradías fundadas por él, llenó las calles de cofrades. Los pasos sufrieron la visión historicista decimonónica aún de un Agapito y Revilla o de un Cossío, sin haberse previamente estudiado la historia de cada cofradía y sus tallas (salvo lo estudiado por Martí y Monsó y sus Instrucciones para el montaje de los pasos), y repartiendo papeles y tallas en la representación de la Pasión a las nuevas cofradías aunque para ello hubiera que desmantelar a otras que las habían poseído en propiedad. En nuestra opinión habría que volver a una recuperación de las antiguas tradiciones y preservar eso sí la procesión del Viernes Santo como “icono de las Semana Santa vallisoletana” y Bien de Interés Cultural, previa depuración de elementos extraños que se han ido añadiendo con demasiada alegría en los últimos años. Hay que imponer un marchamo de Calidad Cultural e Histórica en las tallas y carrozas, bandas de música y procesiones. Tomemos ejemplo de Sevilla o Málaga, en cuanto al rigor del protocolo, la elegancia y la escenografía bien cuidada, pero no convirtamos a las procesiones castellanas en andaluzas. En cuanto al patrimonio de las cofradías, nada hay más vivo que ver el montaje y desmontaje de los pasos en cada templo, la salida y entrada de los mismos, la veneración de las tallas en los respectivos altares o retablos.

En el caso de la penitencial de la Pasión, la preservación de su patrimonio fue una odisea, que comenzó con el cierre del templo al culto desde 1920 por el arzobispo Cos; fue entonces, cuando ante el requerimiento por parte del Ayuntamiento de reparar el templo, éste esgrimió la falta de derechos de propiedad sobre la misma. Con la llegada de Gandásegui, la denuncia en 1924 de ruina inminente por los vecinos de las casas colindantes, la cosa empeoró, ante la negativa del prelado a hacer una suscripción pública para su reparo, unida a la pretensión del arquitecto municipal, a la sazón nuestro Agapito y Revilla, de aconsejar su derribo. Lo que parece contradictorio pues años más tarde apostará el mismo arquitecto por su rehabilitación y declaración como monumento histórico. ¿Qué había cambiado entonces? Pensamos que el pronto acuerdo con el arzobispado para su declaración, haciéndose cargo éste del inmueble y su posterior venta a partir de 1928, a la espera de la desaparición de los dos únicos comisarios de la sección de Paz y Caridad, que se creían los verdaderos herederos de los bienes de la Cofradía, y la equívoca disolución que no llegaría hasta los años 4015. ¿No es casualidad que el templo pasara primero a manos del Arzobispado, luego cedido al Museo de Escultura y finalmente vendido al Ayuntamiento? ¿Y no es verdad que con el pleno apoyo de la curia diocesana en connivencia con los Agapitos de turno pasaran a la propia diócesis o al Museo las tallas procesionales de la Pasión?. Los historiadores tendrán que seguir investigando éste como otros sucesos de nuestra historia local reciente, cuyas claves se hallan en los archivos y en la aguda interpretación de los hechos.

15. Todas estas circunstancias unido a la f alta de cofrades o l a negativa del arzobispo a que se admitier an nuevos miembros, en clar a tr ansgresión del derecho de asociaci ón en la Iglesia, lle varon, hasta tal punto , a hacer la desaparecer casi definitivamente en 1926, con la pérdida de su templo y de sus tallas. Burrieza, Cinco siglos de cofradías…; p.132.

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Sólo la Providencia -en claro paralelismo con la Vera Cruz- hizo que la Cofradía y su templo fuera salvada en última instancia por dos miembros de una comisaría, la del Perdón, Román Sanz y Cándido Negro, y por su milagroso Cristo, que en tales circunstancias lo guardaron en sus casas, hasta encontrar un altar para su culto en el “cajón de sastre” de la iglesia de San Felipe Neri. A partir de entonces el Santísimo Cristo del Perdón se convertirá en el emblema de la Cofradía16. El Cristo del Perdón, también denominado Cristo de la Humildad, fue un intercesor para los criminales que iban a ser ejecutados, presidiendo diversos autos de fe en la Plaza Mayor durante el s. XVII y XVIII. De estructura delicada y de sensibilidad y patetismo muy logrados es una

obra maestra. Son de destacar los postizos y la policromía como la corona de espinas y la espalda tremendamente coagulada, representando así la misma espalda de los disciplinantes que esta Cofradía tuvo por norma habitual en sus desfiles procesionales. ¿Pero en dónde estaban situados estos pasos procesionales en la iglesia de la Pasión? ¿Cómo se maniobraba con ellos en una iglesia de cajón de una sola nave alargada y estrecha que tenía además una doble puerta con la línea de fachada desviada? Que, por cierto, era lo que finalmente facilitaba la entrada y salida de los pasos hacia la calle Pasión. Pensamos que al igual que en otras penitenciales como la Vera Cruz o las Angustias, ocuparían progresivamente desde los pies del templo los espacios acotados para los pasos

Fig. 5 a y b. Planta de la iglesia de la Pasión s.XVII con ubicación de los pasos y maniobra de salida y entrada (A.Rebollo). Superposición de plantas de los templos de la Pasión y de la Vera Cruz (L.Mingo-A.Rebollo).

16. Idem., Cinco siglos de cofradías…; pp. 133-134. El Santísimo Cr isto del P erdón, que des filará procesionalmente todos los J ueves y Viernes Santo por n uestras calles desde mediados del s.XVII, era una obra de difícil adscripción por su excepcionalidad. Los estudiosos de la imaginería barroca castellana como Mar tín González, tras las pr imeras atribuciones a un disc ípulo de Gregor io Fernández, Alonso de los Ríos o Díez de Tudanca, lo adscribirá, gracias a la documentación aportada por Mª Antonia Fernández del Hoyo, al maestro Bernardo del Rincón, que lo realiza en 1656, según contrato con la Cofradía de la Pasión.

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más voluminosos cerca de la entrada y en una posición diagonal respecto a la nave y a los pies del templo: por ejemplo los de la Elevación y Camino del Calvario. Otros menos voluminosos como el Azotamiento y el Calvario, ocuparían los lugares centrales en la nave, mientras que en sendos retablos se situaban en el crucero el Cristo del Perdón y el Cristo de los Arrepentidos o de las Cinco Llagas. En la capilla mayor se situaba por fin Nuestra Señora de la Pasión. Hemos cotejado y superpuesto las medidas y dimensiones de ambos templos penitenciales y salen unas medidas casi exactas para el templo de la Pasión y la nave central de la Vera Cruz, antes de una sola nave, hasta la reforma de fines del s. XVII. Ello nos hace pensar que la colocación de los pasos grandes, caso de la Elevación en uno y del Reventón en otro, se hacía siempre cerca de la puerta de entrada, mientras el resto se repartía en el espacio restante. Al portearse o llevarse en andas las plataformas eran muy sencillas

y sobrias y sujetas mediante pies derechos o directamente sobre el suelo. La levantada o arrodillada era siempre dificultosa, para estos pasos de unas cuantas toneladas de peso con la composición de todas las figuras, por lo que se necesitaba el concurso de unos cuarenta hombres como vemos hoy en día en la salida de los pasos grandes de Medina de Rioseco17. Esta colocación fue provisional durante la Semana Santa y sus desfiles procesionales pues durante el resto del año se buscaba otra ubicación. Las figuras principales en los altares de la iglesia, mientras las demás se guardaban en las dependencias de la cofradía, incluso la Sacristía, al tener que desarmar los pasos. Es el mismo caso que ocurría en otras penitenciales como la Vera Cruz, las Angustias o Jesús Nazareno. Así sabemos que algunas tallas del paso de la Cruz a cuestas, de Gregorio Fernández, ocupaban las hornacinas de la espléndida Sacristía con sus nichos orlados de follajes propios del s. XVIII.

Fig. 6 a y b. Tablero y apoyos del paso de la Escalera de Rioseco. Nazareno de la Pasión a hombros en 1927.

17. Desaparecidos la mayoría, por no decir la totalidad, de los tableros de los pasos, donde se marcaban los anclajes de los tornillos para cada figura, no se puede reconstruir con exactitud la postura o composición como se concibieron originalmente, en todo caso sólo por aproximación lógica a las dimensiones de puertas y portadas de los templos penitenciales. La mayoría de las figuras fueron llevadas al Museo Provincial hacia 1828 según una R.O. de 1802, y no sabemos si los tab leros se mantuvieron par a procesionar o desaparecieron con el tiempo . Véase Urrea, J.: Pasos Restaurados. Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2000; p.55.

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Ponz relata en su Viaje de España18, que al visitar Valladolid, “entre las tres iglesias penitenciales: Angustias, Vera Cruz y Pasión tendrán setenta o más figuras del natural, si no son más grandes y la mayoría de Fernández, además de otros pasos en la de Jesús y en la Piedad”. Y añade el cronista: “Todas padecen sus trabajos en Semana Santa, pues aunque están bien custodiadas en la iglesia, en armar los Pasos y llevarlos por las calles, como son máquinas grandes, siempre se rompen algunas partes, y regularmente padecen las figuras que es mucha lástima… señaladamente

algunas sería bueno quedasen en los templos, adonde fuese el pueblo a verlas y venerarlas tales días…”. Cuenta también como en la Pasión “se ven cuatro estatuas de esta clase en la Sacristía y como unas catorce en la habitación inmediata”. Estas figuras pertenecían a los cinco pasos que se citan en las Instrucciones de la Cofradía de 1661: el paso nuevo del Azotamiento, el paso de la Cruz a cuestas, el paso de la humildad de Cristo nuestro Señor, el paso de la Elevación de la Cruz y el paso nuevo de Ntra. Señora y San Juan. Agapito y Revilla al recomponer los

Fig. 7 a y b. Pasos del Azotamiento y de la Cruz a cuestas. Cofradía de la Pasión (Catál. M.B.Artes…1930).

Fig. 7 c. Procesión de noche. Solana, 1917. ¿Copia los originales de Fernández de la Cofradía de la Pasión?

18. Ponz, A., Viaje de España. Valladolid (1783). Facs. p.

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La iglesia de la Pasión y su patrimonio (2ª parte)

paso del Museo se apoya en esta descripción y comenta que en 1801, por el reconocimiento que hizo la Academia de Bellas Artes, las figuras que componían los cinco pasos eran en total 23, más dos que faltaban y que se vendieron a un señor de Madrid. En 1828 se contaban 15 sayones yendo a parar la mayor parte de las figuras al Museo pues ya Ceán las catalogó. Recordaba el historiador que a fines del s. XIX salieron solos y en andas el Cristo de la columna (o del Azotamiento), el Cristo del Perdón, el Nazareno (del Carmen Extramuros), el llamado de la Agonía (hoy del Calvario) y una Piedad (Ntra. Sra. de la Pasión)19. Precisamente la descripción, hacia 1924, del templo y las imágenes, por el entonces director de Museo Provincial de Bellas Artes, no deja lugar a dudas: - En la Sacristía: dos Piedades y una Virgen sedente con el Niño Jesús, las tres de fines del s.XVI (identificadas las primeras como de Inocencio Berruguete y altorrelieve de Pedro de la Cuadra 20).

Degollado (atribuido a Andrés de Rada, del s. XVI). - En la nave a ambos lados del arco de entrada al crucero: un Cristo a la columna y el Cristo del Perdón, de rodillas; y en el centro o a mitad de la nave el Cristo de la Agonía (del paso del Calvario) y frente a él Jesús con la Cruz a cuestas (o Nazareno del Carmen Extramuros). En su relación no habla de los cuadros de la vida del Bautista que orlaban las paredes de la nave del templo y de otras obras y retablos, pero afirma que: “para qué recordar lo que de esta iglesia se llevó al Museo… en la iglesia no han quedado más que tres esculturas de las que salían o salen en las procesiones” 21. Estas tres esculturas que quedaron eran: el Cristo del Azotamiento, el Nazareno del paso de la Verónica, figura de vestir, y el Cristo del Perdón, obra de Bernardo del Rincón. La patrona de la Cofradía, Ntra. Sra. de la Pasión, también sufrió el exilio durante casi ochenta años y no precisamente a Egipto. ©

- En el altar mayor (o presbiterio actual) otra Piedad (esta debe ser Ntra. Sra. de la Pasión) y a los lados (en los colaterales) en lo que viene a ser crucero, un San Dimas crucificado (mal identificado pues en realidad era el Cristo de la Elevación) y el Cristo de los Arrepentidos (Cinco Llagas).

Alejandro Rebollo Matías Doctor en Historia del Arte

- En el lado de la Epístola del crucero (lado frente a la Sacristía) un altar con San Juan 19. Agapito y Revilla, J., Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid (1925); pp.55-56 y 77-78. 20. Parrado del Olmo, J.M., Esculturas del s.XVI de la Cofradía Penitencial de la Pasión. Pasión Cofrade nº 6 Semana Santa 2010; pp.16-21. 21. Agapito y Revilla, J., Las cofradías, las procesiones y los pasos…; pp. 77-78.

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Acerca de nuestra historia La labor asistencial de la Cofradía de la Pasión en el Valladolid moderno*

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n el libro de cabildos de la cofradía de la Pasión correspondiente a 1833 figura lo siguiente: “El principal instituto de esta cofradía se a reducido por el vien del alma de los pobres que desgraciadamente son sentenciados a sufrir la última pena”. Hasta tal punto era así que desde finales del XVIII las cuentas de los ajusticiados se llevaban aparte y en 1812 disponemos de la primera noticia sobre los comisarios de reos, encargados de su entierro. Por aquel entonces la labor asistencial de la cofradía se centraba en los ajusticiados. Pero en sus comienzos, allá por el siglo XVI, sus funciones asistenciales habían sido más variadas. Así pues me centraré en la labor benéfico-social desarrollada por la cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo a lo largo de la Época Moderna, siglos XVI-XVIII, sin olvidar las primeras décadas del XIX. Llegaré hasta 1834, pues una de las primeras medidas del Liberalismo va a ser la supresión definitiva de las Chancillerías y de la Inquisición. Y la presencia en Valladolid de la Chancillería, del Alto Tribunal de Justicia Castellano para los territorios al Norte del Tajo, así como del Santo Oficio, había provocado que fuera ésta una ciudad de ejecuciones públicas, donde la actividad de la cofradía de la Pasión había resultado tan necesaria como cotidiana.

1. Caridad y cofradías En la Época Moderna nos encontramos con una sociedad sacralizada, sin fronteras entre lo divino y lo humano, a la vez que jerárquica y desigual. La caridad era, por tanto, una *.

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práctica muy extendida, con la que se buscaba la vida eterna. Era un mecanismo para tratar de contrarrestar aquella terrible y extendida realidad que era la miseria, pero, sin duda, también permitía a los poderosos la contención de las masas hambrientas y el afianzamiento de su dominio social, por su carácter paternalista para con el pueblo. Podemos decir que no fue la Iglesia, como institución, la principal fuente de caridad, más bien los particulares, a través de las limosnas y mandas testamentarias o las instituciones de caridad. Entre éstas últimas, jugaron un papel fundamental las cofradías. Durante la Edad Moderna, una de las vivencias clave de la religiosidad colectiva era la cofradía, el cauce asociativo más generalizado, con multitud de implicaciones también en los ámbitos asistencial, laboral y festivo. Así, en la España del siglo XVIII había más de 25.000, repartidas por todos los pueblos, villas y ciudades. Y en el Valladolid de entonces, con una población de unas 20.000 almas, superaban el centenar. Podemos distinguir los siguientes tipos de cofradías: devocionales, penitenciales, gremiales, asistenciales y congregaciones -un tipo peculiar de cofradía-, mucho más minoritarias, que respondían a exigencias espirituales más fuertes, entre las que destacaban las Escuelas de Cristo y las congregaciones auspiciadas por los jesuitas. En esta ocasión nos interesa subrayar el carácter benéfico-asistencial de las cofradías. Todas

Este trabajo está basado en las labores de investigación llevadas a cabo por dicha autora sobre la cofradía de la Pasión y la pena de m uerte en el Valladolid moderno. Los resultados ya han visto la luz, de f orma parcial, en el artículo “Del patíbulo al cielo. La labor asistencial de la cofradía de la Pasión en el Valladolid del Antiguo Régimen”, en La Iglesia Espa ñola y las Instituciones de Car idad, San Lorenz o de El Escor ial, 2006, pp . 511-542, y en la comunicación “La justicia en escena. Ejecuciones p úblicas en el Valladolid del Antiguo R égimen”, presentada en la XI Reuni ón Científica de la Fundación Española de Historia Moderna, organizada por la Universidad de Granada y celebrada en junio de 2010 (y que próximamente será publicada).


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fueron promotoras de una solidaridad entre sus miembros que se teñía de principios cristianos. Era la llamada “caridad interna”. La variedad de auxilios podía ser notable: en la enfermedad, en la invalidez y vejez, en la muerte... Pero diversas cofradías, además de las propiamente denominadas asistenciales, se caracterizaron por desarrollar una importante labor benéfico-social para con los otros, la llamada “caridad externa”, para con los pobres y marginados, tan variados y abundantes en aquellos siglos. Entre estas cofradías que desarrollaron una importante actividad benéfica, sin ser propiamente asistenciales, destacaron en muchas ocasiones las penitenciales. No en vano, eran cofradías poderosas, con una gran proyección pública, entre cuyas filas se encontraban muchos miembros de las clases medias y altas. Es decir, eran cofradías con gran capacidad para canalizar la caridad de sus miembros y del resto de la población. De esta forma, en Valladolid, las cuatro penitenciales más antiguas (todas menos la de Jesús Nazareno) dispusieron en sus comienzos, en el siglo XVI, de pequeños hospitales. En 1773, escribía el intendente-corregidor Ángel Bustamante que “aunque fueron fundadas [dichas cofradías penitenciales] en calidad de hospitales (...) y que sus cofrades se empleaban en obras de caridad con los próximos”, todas menos una habían abandonado tales actividades. Ésta era la cofradía de la Pasión dedicada en exclusiva, ya por entonces, a los ajusticiados. De esta forma, podemos decir que no todo era Semana Santa para los cofrades de la Pasión. Dos eran las principales facetas de esta cofradía, que respondían a un mismo principio: la religiosidad colectiva. Por un lado, se esmeraba en sus fiestas religiosas. Además de la Semana Santa, disponía de sus fiestas de “gloria”, tanto de carácter ordinario -el día de San Juan Degollado, 29 de

agosto- como extraordinario, por la conclusión de obras en su iglesia, la colocación de una imagen, el dorado de un retablo... Por otro, se dedicaba a sus actividades asistenciales. Veamos así las diversas prácticas de caridad de la cofradía de la Pasión. Las dividiremos en dos grupos: la asistencia a los ajusticiados y el resto. Comenzaremos por estas últimas.

2. El hospital y otras prácticas de caridad de la Pasión En 1531 se crea la cofradía de la Pasión, por diversos feligreses de la parroquia de Santiago. Su primitiva morada se encontraba junto a la iglesia de Santiago. Según un testigo de la época “la casa y hospital donde se juntan los cofrades de la cofradía de la Pasión es una casa muy pequeña, vieja y muy arrinconada y en parte muy oculta y que se quiere caer”. Esta situación obligará a una nueva construcción, en la que la cofradía contará ya con iglesia propia. La iglesia y hospital se situarán en el pasadizo de don Alonso Niño, en una calle conocida después como calle de la Pasión, ya en la parroquia de San Lorenzo. Dicha iglesia se inaugura en 1581. Así pues, la cofradía regentaba desde sus comienzos un pequeño hospital. Éste, como todos los de la época, estaba dedicado a dar cobijo y asistencia médica gratuita a los pobres. En concreto, el de la Pasión estaba destinado a la asistencia de la infancia menesterosa y de los adultos pobres y enfermos. No conservamos la primera regla de la cofradía, confirmada por el ordinario eclesiástico en 1540, pero sí conocemos algunos de sus capítulos, que hacen referencia a estas funciones asistenciales: “Yten hordenamos y mandamos que dende el día de San Miguel hasta el día de Pascua de Flores, dos cofrades, cada noche, tengan cargo de buscar los niños

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que andan perdidos por las calles y tabernas y bodegones y los traigan a dormir a las casas de nuestro hospital”. En la regla aprobada en 1575, se vuelve a hacer mención a la labor de caridad ya señalada. Asimismo, se recoge la obligación de sus cofrades “a andar los cuatro meses del año, noviembre, diciembre, enero y febrero, buscando

los pobres enfermos por las calles y recojiéndoles en su casa hospital”. No era en absoluto un caso extraño, como pone de manifiesto Elena Maza Zorilla, en su libro Valladolid: sus pobres y la respuesta institucional (1750-1900), Valladolid, 1985, a

Santísimo Cristo del Perdón Foto: José Delfín Val.

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cuyos datos nos remitimos. En el Valladolid de entonces existía un número indeterminado de cofradías que ejercían hospitalidad, así como de hospitales y hospitalillos. Dada su capacidad y actividad destacaban dos hospitales: el Hospital de Santa María de Esgueva (regentado por la cofradía del mismo nombre, sito en la calle Esgueva, cuyo edificio fue derribado en 1970) y el de la Resurrección (en un extremo del campo Grande, derribado en 1890 para la construcción de la casa Mantilla). A finales del siglo XVI, el hospital de la Pasión, así como otros muchos vallisoletanos, se iba a encontrar en el punto de mira de las autoridades, dentro del proyecto de reducción hospitalaria. Por aquel entonces abundaban en el reino los pequeños hospitales, muchos de ellos con escasa operatividad y en un estado crítico. El Consejo de Castilla y el monarca, Felipe II, determinan llevar a cabo una concentración de hospitales. Para ello se obtiene la necesaria licencia de Pío V, mediante dos breves papales, en 1566 y 1567. Al compás de estas preocupaciones, en 1578 Felipe II solicita a las autoridades civiles y eclesiásticas vallisoletanas una detallada información sobre los hospitales existentes en la villa. Las autoridades civiles concluían que a los Hospitales de Santa María de Esgueva y Resurrección debían incorporarse la gran mayoría del resto de instituciones hospitalarias. En concreto, el hospital de la Pasión convergería en el de la Resurrección. Empero, tal reducción hospitalaria no se llevará a cabo en Valladolid hasta 16161618, cuando diferentes cofradías y centros se incorporarán al Hospital de la Resurrección, a partir de entonces denominado Hospital General. A estas alturas, el hospital de la Pasión

posiblemente ya hubiera desaparecido, puesto que no figura entre los bienes agregados al Hospital General. Además de las labores llevadas a cabo en su hospital, la cofradía desarrollaba otras actividades asistenciales. En las reglas de 1540 y 1575 figura la obligación de vestir el Jueves Santo a 12 niños y una niña (en recuerdo de los apóstoles y de la Virgen). También se ocupaba de recoger a los muertos en los caminos y a los ahogados en el río. Dichos cadáveres eran enterrados en la iglesia de Santiago, donde la cofradía disponía de varias sepulturas. Pero ya a finales del siglo XVII y en la primera mitad de la centuria siguiente eran pocos los pobres, preferentemente ahogados, que enterraba. Ya en la regla de 1575 se mencionaban sus compromisos con los condenados a muerte. Pero, asimismo, la cofradía se dedicaba a los presos en general. En sus comienzos eran frecuentes los presos pobres que enterraba. Asimismo, cumplía una memoria, fundada por Juana de Ochoa, para decir una misa en la cárcel real de la ciudad el día de San Pedro y sacar presos pobres que estuvieran por deudas. Todavía Ángel Bustamante, en 1773, menciona la misa oficiada en la cárcel y cómo ese día se daba una pequeña limosna a los presos. En definitiva, poco a poco la cofradía se fue especializando en los ajusticiados y dejando sus otras labores asistenciales.

3. El auxilio a los condenados a muerte En aquella sociedad regida por lo sacro, los condenados a muerte no podían quedar desasistidos en el momento más trascendental de su vida, el de su fin. La cofradía se va dedicar a asistir a los ajusticiados en general, incluidos los relajados por el Santo Oficio.

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Tenemos constancia de otra cofradía que antes que la Pasión se había ocupado de estos menesteres, en cuanto a los condenados por la justicia real: la cofradía de la Misericordia, sita en su ermita hospital en la parroquia de San Miguel. Fue el caso, por ejemplo, de don Álvaro de Luna, decapitado en la Plaza Mayor el 4 de junio de 1453, enterrado por la cofradía de la Misericordia en la parroquia de San Andrés (si bien posteriormente fue trasladado a la catedral de Toledo). La Pasión comenzó a dedicarse a dar auxilio material y espiritual a los ajusticiados ya desde su creación o al poco tiempo. A falta de la regla primitiva y de los primeros libros de la cofradía la primera noticia sobre la atención a los condenados por la justicia real es ofrecida por Martí Monsó y data de junio de 1553. Pero también la Pasión se dedicaba a los relajados por el Santo Oficio. En 1568 la Inquisición vallisoletana le concedió licencia para asistir a los autos generales de fe, ceremonias celebradas en la Plaza Mayor al final de las cuales se procedía a la quema de los relajados. En 1576 tuvo lugar un hecho que confirmaba y fortalecía su labor con los reos: la agregación a la Venerable Compañía de San Juan Bautista Degollado, fundada en 1488 en Roma y especialmente dedicada a la asistencia a los condenados a muerte. La cofradía de la Pasión dispuso desde entonces de sus mismas bulas e indulgencias, a la vez que se fortaleció la devoción a San Juan Degollado. Ciertamente, en las distintas villas y ciudades de España había una cofradía que se dedicaba a la asistencia a los condenados a muerte por la justicia real. Por ejemplo, en Zaragoza se encargaba la hermandad de la Sangre de Cristo, también penitencial. Asimismo, debieron de

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existir cofradías que, como en Valladolid, se ocuparan de los relajados, pero no he logrado constancia de ellas, más allá de la presencia en los autos generales de fe de los familiares -servidores laicos- del Santo Oficio, en ocasiones con las insignias y hábitos de la cofradía a la que pertenecían que era la de San Pedro Mártir, como sucedía, por ejemplo, en Madrid. Pero para comprender mejor tal labor asistencial desarrollada por la Pasión es necesario dar algunas pinceladas sobre la aplicación y ejecución de la pena de muerte en el Antiguo Régimen. La justicia penal de la monarquía absoluta se definía por su carácter desigual, como jerárquica era la sociedad, condenatorio, no existía la presunción de inocencia, y práctico en cuanto a las sentencias. La última pena, que restaba brazos para las galeras, los arsenales y las minas, se reservaba para unos pocos reos, en rituales de carácter público que buscaban subrayar ante la población espectadora el carácter ejemplarizante e intimidatorio del castigo. Se imponía principalmente para castigar delitos de lesa majestad, homicidios, homosexualidad, bestialidad y algunos delitos contra la propiedad, como robos sacrílegos, en caminos y el bandidaje. Similares parámetros regían para el Tribunal de la Inquisición, que restringía los relajados a las herejías más graves. La liturgia de la pena capital se repetía con demasiada frecuencia en Valladolid, como sede de los tribunales de la Inquisición y de la Chancillería, con sus alcaldes del crimen, con amplios ámbitos de acción y con la capacidad de imponer y ejecutar la pena de muerte (si bien los relajados eran entregados al brazo secular, en concreto al corregidor). Así pues, la mayoría de los ajusticiados eran forasteros. En cuanto a la justicia real ordinaria, destacaban en Valladolid los alcaldes del crimen, jueces en apelación para


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las causas criminales en su distrito (al norte del Tajo) y también jueces en primera instancia -civil y criminal- en Valladolid y sus cinco leguas. La actividad de los alcaldes del crimen dejaba en un segundo plano al corregidor (también juez en primera instancia en Valladolid), si bien, al menos para los siglos XVI y XVII, tenemos constancia de ejecuciones ordenadas por este último. A partir de finales de 1800, nos encontramos también, dentro de la justicia real con la justicia militar, puesto que el Presidente de la Chancillería va a ser Capitán General de Castilla la Vieja. Por último, en Valladolid también condenaba a muerte la Inquisición, de naturaleza mixta (jurisdicción real y eclesiástica). Centrémonos en el siglo XVIII y primeras décadas del XIX, incluyendo el período convulso de la Guerra de Independencia y el Trienio Liberal, aunque presentan, por razones obvias, matices particulares. Durante la primera mitad del XVIII, la Inquisición recuperó parte de su antiguo vigor, sobre todo por la persecución de los judaizantes portugueses. Fueron 48 los relajados (8 de ellos en estatua), hasta que en 1745 se apagaron las hogueras de la Inquisición en nuestra ciudad, como ha estudiado Ángel de Prado Moura. Por su parte, desde 1725 hasta 1800, la justicia real ordinaria ejecutó, preferentemente con la horca, al menos a 142 personas, entre ellas sólo seis mujeres. Destacó la ejecución que tuvo lugar el 19 de mayo de 1800, en la que fueron ahorcados siete hombres. Las cifras se disparan en los 33 primeros años del siglo XIX, dada la inestabilidad social y política propia de la crisis del Antiguo Régimen. Nos encontramos no con menos de 224 ajusticiados, de los cuales sólo ocho eran mujeres1. Así, durante la invasión francesa fueron ejecutadas al menos 95 personas, entre 1809 y 1813, a 1.

cargo de los franceses y de la Junta Criminal Extraordinaria establecida en la ciudad. Además, en tiempos de paz, junto con la justicia ordinaria, también actuó en Valladolid la justicia militar. La cofradía de la Pasión asistió prácticamente a todos los ajusticiados, salvo algunas excepciones como aquéllos extranjeros que fueron ejecutados durante la invasión francesa (los menos). La pena de muerte precisaba de un escenario idóneo para su publicidad y éste era la Plaza Mayor. Sólo algunas penas exigían un espacio distinto. A los parricidas -asesinos de un familiar directo-, al menos en el siglo XVIII ya se les aplicaba primero el garrote en el campillo de San Nicolás, al lado del Puente Mayor, antes de ser encubados en el río Pisuerga. En el Campo Grande, a las afueras de la ciudad, donde ardían las hogueras de la Inquisición, también eran quemados los sodomitas. Sólo la Plaza Mayor perderá parte de su primacía en el siglo XIX. Durante la invasión francesa los fusilamientos tendrán lugar a las afueras de la ciudad. Las demás ejecuciones irán mutando de lugar: Plaza Mayor, Campo Grande, Plaza Mayor, Plazuela de la cárcel de Chancillería, para terminar de nuevo en la Plaza Mayor. Asimismo, el resto de fusilados durante las primeras décadas del XIX serán a las afueras de la ciudad, al igual que los condenados a garrote por dicha justicia militar durante el Trienio Liberal (1820-1823). Al hilo de lo ya comentado se puede comprobar que no todos los reos morían igual. La Inquisición quemaba a los relajados. En cuanto a la justicia real, algunas formas de aplicar la pena de muerte eran propias de un determinado delito, como los parricidas y sodomitas. Pero el procedimiento más habitual era la horca. Se trataba de una muerte infamante y atroz, propia

La consulta de nuevas fuentes ha permitido que el número de 181 ajusticiados que señalaba en el artículo publicado en 2006 haya que ampliarlo al menos a 224.

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Plano de Ventura Seco, 1738. Cárceles y tribunales: 1.- Inquisición, 2.- Chancillería, 3.- Cárcel Real de Chancillería, 4.- Cárcel de la Ciudad (corregidor). Lugares de ejecución: 5.- Campillo de San Nicolás, 6.Plaza Mayor, 7.- Campo Grande. Otros lugares: 8.- Iglesia de la Pasión.

el estado llano, que podía ir acompañada de otras penas. Por su carácter espectacular destacaba el descuartizamiento del cadáver, cuyos “trozos” se colocaban en las cuatro puertas de la ciudad, para dejar testimonio del delito y de su represión. También el ser arrastrado hasta el suplicio y/o cortado la cabeza y las manos eran prácticas habituales. Asimismo, en aquella sociedad jerárquica y estamental, las desigualdades se tenían que poner de manifiesto en el cadalso. En un principio los nobles debían ser decapitados. Pero ya en el siglo XVIII y posiblemente también en el XVII, los nobles, normalmente simples hidalgos, recibían garrote en la Plaza Mayor de Valladolid, con un ceremonial propio, para conservar sus privilegios y evitar su difamación y la de su familia.

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Sólo en el siglo XIX nos encontramos con algunos cambios. Aparecen los fusilamientos, forma de ejecución típica de la justicia militar, si bien ésta también utilizaba la horca y el garrote. La horca fue sustituida por el garrote, método más “humanitario”, durante la invasión francesa y el Trienio Liberal. Por fin, en 1832 tuvo lugar la ansiada abolición de la pena de horca y su sustitución por el garrote, para todos los ajusticiados. Asimismo, prácticas como el encubamiento y el descuartizamiento tendieron a desaparecer a medida que avanzaba la centuria. Tanto los autos generales de fe como las ejecuciones públicas se definían por su carácter de ceremonia pública. Eran espectáculos que congregaban a la población, que los presencia


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y disfrutaba, a la vez que ponían de manifiesto el triunfo de la Monarquía y de la Iglesia, solidariamente unidas, frente a las transgresiones al orden social establecido y también al dogma, en el caso de los autos de fe. Así pues, la violencia de tales espectáculos no era producto de una morbosa y macabra concepción del poder por parte de sus inhumanos detentadores, sino que respondía perfectamente a la mentalidad colectiva. Nos encontramos con una sensibilidad muy distinta a la nuestra, en la que la muerte estaba omnipresente. Se debía tanto a la fragilidad de la vida entonces, por causas que podemos llamar “naturales”, como en gran medida a aquella sociedad sacralizada, pero también violenta, jerárquica y desigual, que encontraba gran parte de su justificación en el más allá. De esta forma, tales ceremonias estaban impregnadas de un carácter festivo a la vez que, en aquella sociedad teñida por lo sacro, también excitaban la piedad de vecinos y forasteros. Detengámonos, por tanto, en la actividad asistencial llevada a cabo por la cofradía con estos marginados. Comencemos con la asistencia al reo hasta su muerte. No en vano, también éste debía tener una “buena muerte” en términos cristianos. En Valladolid, la obsesión por tratar de lograr su salvación partirá del propio reo pero muy especialmente de los religiosos que lo asistían y de los cofrades de la Pasión. Nada más que recibía la noticia de que un reo (o varios) estaba en capilla, sentenciado por la justicia real, la cofradía se ponía en marcha. Sucedió el 8 de abril de 1712, al saber que Agustín de Barrio, natural de Matapozuelos, había sido condenado por los alcaldes del crimen a ser ahorcado y descuartizado al día siguiente. Al anochecer, los cofrades se dirigieron a la cárcel real de Chancillería (actual Biblioteca Reina Sofía), llevando un Cristo y hachas. En la capilla,

Agustín recibió una plática espiritual, la bula, la túnica y la soga, con las que saldría al suplicio, y tomó un refresco. Asimismo, se nombraban cofrades para salir por las calles, tocando sus campanillas, a pedir limosna para hacer bien por el alma del reo. El día de la ejecución, salía la Pasión en forma de su casa, llevando un Cristo grande, los alcaldes sus cetros y los demás hachas encendidas, e iba a la cárcel. Allí se iniciaba el desfile, formado por el pregonero que iba publicando el delito, el reo, que iba en burro, mula -en caso de ser noble- o arrastrado, escoltado por los oficiales de justicia y acompañado por los cofrades de la Pasión. En la Plaza Mayor, donde estaba dispuesto el patíbulo, permanecía la cofradía hasta la muerte del reo. A continuación volvía a su iglesia, dejando dos hachas encendidas junto al cuerpo y continuando los cofrades pidiendo limosnas. Aquí terminaba su trabajo, de momento, si el reo era descuartizado. La labor de la cofradía con los condenados a relajación por el Santo Oficio también iba dirigida, al igual que la de los religiosos que les asistían, a tratar de lograr su arrepentimiento y evitar su condena eterna (de ser así, el reo sería muerto antes por el verdugo y después quemado, de lo contrario sería quemado vivo). Fue en 1568 cuando la Inquisición concedió merced a la cofradía de la Pasión para asistir a los autos generales de fe y su primera asistencia ya tuvo lugar al año siguiente. La Pasión abría la comitiva de los penitenciados (que se dirigía desde el tribunal a la Plaza Mayor), con sus estandartes negros, sus hachas y un Cristo. Dicha comitiva, la procesión de la ignominia, contrastaba con la otra, que salía un poco más tarde, que era la procesión del poder, formada por los inquisidores y el resto de autoridades. Asimismo, la cofradía disponía de lugar en la ceremonia celebrada en la

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Plaza Mayor. En el tablado donde se disponían los penitentes, se situaban el Cristo con dos hachas y dos oficiales. Terminado el auto general de fe, la mitad de los cofrades volvía con los penitenciados (aquéllos que habían salvado su vida) al tribunal. El resto acompañaba a los relajados, que iban montados en burro, desde el cadalso hasta el Campo Grande, donde eran quemados. Iba así con su estandarte negro, su Cristo y sus hachas de cera. Asimismo, en el Campo Grande, pasado el humilladero de la Vera Cruz, los reos debían detenerse en el altar levantado por dicha cofradía donde se colocaba el Cristo. En 1667 se celebró en Valladolid el último auto general de fe en la Plaza Mayor. A partir de entonces, los autos de fe más importantes y en los que salían relajados tenían lugar en el convento dominico de San Pablo. En la propia ceremonia no había sitio para las distintas autoridades, más allá de los inquisidores, ni para la Pasión. Sin embargo, la cofradía debía seguir velando por el alma de los ajusticiados. De esta forma, el 30 de mayo de 1691 en que se celebraba auto de fe en San Pablo, se llevó el Santo Cristo enlutado hasta el tribunal y desde allí al convento donde se iban a leer las sentencias y después al Campo Grande, donde estaba hecho el suplicio. Entre éste y el humilladero de la Cruz se hizo un trono enlutado donde se colocó el Cristo, con velas y hachas encendidas. Allí “se pararon todos los ajustiziados y delante de su Divina Magestad fueron exsortados por los relijiosos que les asistían”. Y por primera vez, en el auto de fe de 1704 hay constancia documental de que la imagen que se colocó en el altar, junto al suplicio, era el Cristo del Perdón. También la cofradía debía ofrecer sepultura a los ajusticiados, a todos con excepción de los relajados, que eran quemados hasta convertirse

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en polvo. En aquella extremada religiosidad de la Contrarreforma, dominada por la exteriorización y teatralización de la piedad, los entierros estaban revestidos de un ceremonial y ritual minuciosos. Veamos cómo se desarrollaban con los reos, tanto con los cuerpos de los ajusticiados como con los huesos de los descuartizados. Los ajusticiados en el Campillo de San Nicolás recibían sepultura en la parroquia del mismo nombre. El solemne entierro era dispuesto por la cofradía (que también sacaba el cadáver del río), con asistencia de la cruz parroquial y de la clerecía. Los ajusticiados eran enterrados dentro de la iglesia de San Nicolás o en su cementerio. En la Plaza Mayor, una vez puesto el sol, se bajaba el cuerpo del suplicio de aquéllos que no eran descuartizados. Se trataba de un entierro solemne, ante la presencia de la muchedumbre, en el que correspondía llevar la cruz a la parroquia de Santiago, puesto que tanto la Plaza Mayor como el lugar de enterramiento se encontraban en su distrito. En un principio, los ajusticiados se enterraban en la parroquia de Santiago, dándoles sepultura en el atrio. Los problemas surgieron en 1752, cuando el párroco trató de impedir el entierro de tres ahorcados, puesto que la cofradía últimamente utilizaba para este fin las sepulturas que disponía para los muertos en los caminos y ahogados, las cuales estaban llenas. Aunque al final el cura tuvo que consentir dicho entierro, la cofradía, con el apoyo el oidor don Nicolás Blasco de Orozco, decidió trasladar estos enterramientos al convento de San Francisco, donde ya se celebraba el de los descuartizados. Se construyó una capilla para los nobles, en frente de la que ya se disponía para los huesos de los descuartizados. En el intermedio de ambas se dispuso el cementerio para el resto. El ritual funerario debía posponerse cuando los reos eran descuartizados. El entierro de cuartos


La labor asistencial de la Cofradía de la Pasión en el Valladolid moderno

fue realizado por primera vez por la cofradía de la Pasión en el patio del convento de San Francisco en 1578, tras lograr licencia de los alcaldes del crimen, pues no se solían enterrar y se los comían los perros. Ya en el siglo XVII, dicho entierro tenía lugar en la capilla dispuesta al efecto en este convento. El entierro se celebraba el domingo de San Lázaro (quinto domingo de Cuaresma), sin embargo, no siempre parecía ser público. Asimismo, el aniversario por los ajusticiados siempre se celebraba dicho día, hubiera o no entierro de huesos. En los entierros públicos de huesos tomaba protagonismo el humilladero del Cristo de la Pasión, sito al otro lado del Puente Mayor. El sábado se recogían los huesos. Desde el sábado por la tarde hasta que se acababa la función tocaban las campanas de las parroquias por donde pasaría el entierro, por licencia del obispo. Fuera del humilladero del Cristo de la Pasión se construía un magnífico túmulo donde se colocaban los huesos. La mañana del domingo se oficiaban misas por el ajusticiado. A las once, concurría la cofradía en forma y tenía misa de cuerpo presente, oficiada por el párroco de San Nicolás. Al atardecer se disponía el entierro. Venía la cruz de la parroquia de San Nicolás, a cuyo distrito pertenecía el humilladero, con 12 sacerdotes revestidos y cantaba otro responso. Se colocaban los huesos en una caja ricamente engalanada llevada por dos acémilas cubiertas de luto. Delante iba el estandarte negro de la cofradía. Acompañaban el entierro gran cantidad de cofrades y otras personas, todas a caballo, y lo cerraban los 12 sacerdotes. El magnífico cortejo fúnebre recorría las calles de la ciudad, realizando paradas en distintos lugares donde se cantaban responsos, hasta llegar a la Plaza Mayor. Allí era recibido por la parroquia de Santiago, con su cruz. Entraba en el convento, donde el guardián y religiosos daban tierra a los huesos. Al día

siguiente, en la capilla se construía un pequeño túmulo y concurrían los cofrades a la misa de honras y responso oficiados por los frailes. El 24 de marzo de 1765 tuvo lugar el último entierro público de cuartos. El 12 de marzo de 1769, los huesos de Antolín Pabón ya fueron colocados en la iglesia de la Pasión. Al día siguiente, el cura de San Lorenzo celebró misa y vigilia. Por la tarde, la cofradía sacó la litera con los huesos a los límites de la parroquia de Santiago, a donde salió su cruz, el cura y asistentes y se hizo el entierro en el convento de San Francisco. En la segunda mitad del XVIII, la Ilustración, nueva corriente intelectual centrada en la razón y que abogaba por una mayor separación entre las cosas divinas y humanas, comenzó a atacar los enterramientos dentro de la urbe, en lo que también incidía la preocupación por la salud pública. Los problemas para la cofradía de la Pasión comenzaron a principios del siglo XIX, cuando varios vecinos de la Acera de San Francisco -donde la Plaza Mayor- iniciaron pleito en Chancillería, por los perjuicios que provocaban a su salud el enterramiento de ajusticiados en dicho convento. Una real carta ejecutoria les daría la razón, por lo que en 1804 comenzó el largo peregrinaje de la cofradía con sus muertos (humilladero del Cristo de la Pasión, cementerio provisional en la calle Sacramento – actual Paulina Harriet...), aunque de momento no se plantearon problemas con enterrados en San Nicolás, lejos del casco urbano. Por fin, en septiembre de 1833 abre sus puertas el actual Cementerio General de Valladolid, regido por la municipalidad, fuera de la ciudad, en los terrenos del poco después desamortizado convento de carmelitas descalzos. A la derecha, separado del resto, se dispondría

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La labor asistencial de la Cofradía de la Pasión en el Valladolid moderno

Plano de Ventura Seco, 1738. Lugares de enterramiento. No descuartizados: 2.- Parroquia de San Nicolás, 7.- Convento de San Francisco, 8.- Parroquia de Santiago. Procesión Entierro de Cuartos 1701: 1.- H. Cristo de la Pasión, 2.- Parroquia de San Nicolás, 3.- Convento de San Pablo, 4.- Iglesia de las Angustias, 5.- Iglesia de la Cruz, 6.- Consistorio, 7.- Convento de San Francisco. Otros lugares: 9.- Iglesia de la Pasión, 10.- Parroquia de San Lorenzo.

“el cementerio destinado a los reos”, donde la Pasión daría sepultura al primer ejecutado el 4 de enero de 1834. No sólo iba a cambiar el lugar de enterramiento, ejemplo más de la lenta secularización que se estaba produciendo. En 1834, con el Liberalismo, la Inquisición es definitivamente abolida. Ese mismo año desaparece la Chancillería, sustituida por la Audiencia Territorial de Valladolid, y en 1882-92 se crea también la Audiencia Provincial. A partir de 1834 fueron escasas las sentencias de muerte que se consumaron en nuestra ciudad, tanto por la jurisdicción ordinaria como por la militar, también presente en Valladolid.

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Asimismo, por fin a finales del XIX las ejecuciones perdieron toda su publicidad, al celebrarse en el patio de la cárcel. Y en 1908 tuvo lugar la última asistencia a unos reos por la Pasión. Todavía en su actualidad, la cofradía de la Pasión sigue esmerándose en sus actividades asistenciales, aunque, por suerte, ya no tiene que dedicarse a los condenados a muerte, pena que ha sido abolida en nuestro país. Lourdes Amigo Vázquez Doctora en Historia por la Universidad de Valladolid


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Acerca de nuestra historia Noticias de la imagen procesional del Santo Cristo del Calvario en el siglo XVII

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ado que ya se ha escrito sobre la imagen del Santo Cristo del Calvario en números anteriores de nuestra revista, utilizando los estudios de distintos historiadores, y se habla de él en otro lugar de este mismo número, en las líneas que siguen sólo nos ocuparemos de recoger algunas notas sobre el carácter procesional de la imagen y sobre su presencia en las calles vallisoletanas, durante sus primeros años, en el discurrir de las procesiones de nuestra cofradía. Para ello transcribiremos algunas referencias tocantes a la segunda mitad del siglo XVII, con el deseo de que estos recuerdos sirvan a modo de prefacio de la reincorporación de la talla a las salidas procesionales de su cofradía, prevista para el jueves santo de 2011. Sería interesante, una vez se haya producido esa reincorporación, presentar -aun someramente- la historia de la imagen en el Valladolid de los siglos XVIII y XIX, pero no es esta la oportunidad para adelantar acontecimientos. Si bien hablamos de una obra fechable a mediados del siglo XVII, las lagunas de nuestro archivo impiden que tengamos en él documentación previa a 1675, pero contamos con investigaciones de historiadores que sí nos proporcionan datos anteriores. Es sobradamente conocido que nuestra penitencial ya tenía esta imagen en el año 1661. De entonces datan las famosas instrucciones para el montaje de pasos que estudió y publicó Martí y Monsó, en el tránsito del siglo XIX al XX. Ese documento, que no conservamos, es el más antiguo que conozco en el que se hable del paso, citado como “paso nuevo de Nuestra Señora y San Juan”. No hemos de recordar el uso del documento por estudiosos posteriores, ni las interesantes aportaciones que, basándose en esta y otra documentación, ha hecho Luis Luna

Moreno a la Semana Santa vallisoletana. Nuestro interés aquí se ciñe a reproducir la transcripción parcial que ofrece el mismo Martí y Monsó : “ Nuestra señora…-San Juan…-La Madalena…sayón del puñal acaponado (Querrá decir, acaponado el rostro del sayón). – sayón de la escalera…-El Calvario…. asegurar la cruz por lo alto del peñasco” (José MARTÍ Y MONSÓ, Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid, Valladolid-Madrid, Leonardo Miñón, 1898-1901. Ed. facsímil, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid-Fundación Municipal de Cultura, Ámbito Ediciones, Diputación Provincial de Valladolid, 1992, p. 499). Cabe suponer que, en años sucesivos, el paso saliera montado de acuerdo con estas instrucciones que tan incompletamente nos ha transmitido el benemérito historiador valenciano. En todo caso, a partir de 1675 contamos con más fuentes para estudiar las salidas procesionales del paso, tanto testimonios documentales del archivo de la penitencial como alguna referencia literaria indirecta. Se trata del relato de un viajero zamorano, Antonio Moreno de la Torre, que evidentemente contempló la procesión de la cofradía el jueves santo de ese mismo año. Llevaba la penitencial cinco pasos, incluyendo el que nos ocupa, pero nuestro visitante, con una brevedad difícilmente explicable, se limitó a escribir: “Jueves, a las 4 tarde, la cofradía de la Pasión con penitentes, 5 pasos. Grandioso, que escribir cada uno por su misterio era nunca acabar” (Francisco Javier LORENZO PINAR y LUIS VASALLO TORANZO, Diario de Antonio Moreno de la Torre (1673-1679), Zamora, Excma. Diputación de Zamora, 2001, p. 93). Dado que Moreno decidió acabar por la vía rápida lo que le parecía inacabable, hemos de consolarnos recurriendo a la información que se extrae de las actas de cabildos de la época. Concretamente, el cabildo de la hermandad en el que se fija la planta para esa

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Santo Cristo del Calvario. Misa en acción de gracias con motivo de su restauración. 21 de noviembre de 2010. Foto: Luis Joaquín Fernández López.

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Noticias de la imagen procesional del Santo Cristo del Calvario en el siglo XVII

misma procesión, celebrado el 21 de febrero de 1675, refleja -entre otros- un pequeño detalle que no carece de interés, una práctica cuya continuidad hemos podido comprobar para el resto del siglo: los encargados de llevar el estandarte de este paso eran los alcaldes de la cofradía. Así lo vemos para el mencionado año 1675: “El estandarte del passo último. Los señores Anttonio Montero y Manuel de Antecha, alcaldes autuales” (sic, por actuales). (Libro de actas y acuerdos, 1675-1715, fol. 1 vº). La denominación de “paso último”, habitual por entonces convivía con alguna otra, como la de “Nuestro Señor Crucificado”.

En cualquier caso, ya entrado el siglo XVIII sigue documentándose esa relación procesional de los alcaldes con el paso, pero con el cambio de siglo dejamos aquí estos brevísimos apuntes sobre una imagen de la cofradía, vinculada durante centurias al ámbito procesional, cuya historia completa esperamos ver escrita algún día. José Ángel Carreño Pérez Oficial del Cabildo de Gobierno Vocal de Archivo y Patrimonio

Esteban García Chico, 4-6 4 7 0 0 3 Va l l a d o l i d Te l é f o n o / F a x 9 8 3 3 5 4 8 6 4 w w w. c a j a c i rc u lo . e s 49


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Acerca de nuestra historia Nuestra historia en crónicas y documentos

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na vez más recurrimos a fuentes literarias y documentales para recordar aspectos de la historia de nuestra hermandad.

En el primer caso, de la mano de un autor del siglo XIX, Pedro de Alcántara Basanta, viviremos las celebraciones de la cofradía por el 29 de agosto en un año todavía difícil, 1813, marcado por el definitivo declive del poderío napoleónico en España. El mismo escritor nos habla más adelante, entre otras cosas, de la atención que la cofradía prestaba a los ajusticiados en el primer tercio del citado siglo, signado por las pugnas entre absolutistas y liberales. Finalmente, extraemos de nuestro archivo notas de un cabildo de 1693 sobre los inconvenientes de nombrar para oficios de gobierno en una cofradía a hermanos que también lo fueran de otra. Se aprecia el especial afecto que unía a nuestra hermandad con la penitencial de la Santa VeraCruz.

agosto con vigilia, misa y sermón que predicó el reverendo padre Fray Máximo de la Concepción, religioso trinitario descalzo, para lo que llevó música y enlutó toda la iglesia y puerta principal de ella, para lo que hicieron convite. En este día hubo rogativa general por la salud del Santísimo Padre Pío VII, la que fue desde la Santa Iglesia a San Lorenzo y volvió a la Santa Iglesia, donde fue la misa. Asistieron todas las cofradías, clero secular y regular de costumbre y también el Real Acuerdo y noble ayuntamiento. (Tomado de Pedro de Alcántara BASANTA, Libro de curiosidades relativas a Valladolid 18071831, Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, tomo VI, Valladolid, Establecimiento tipográfico del Colegio Santiago, 1913-1914, p. 523. Ed. Facsímil, Valladolid, Grupo Pinciano, Caja de Ahorros Provincial, 1987; tomo VII, Valladolid, Establecimiento tipográfico del Colegio Santiago, 1915 y 1916, pp. 304-305, Ed. Facsímil, Valladolid, Grupo Pinciano, Caja de Ahorros Provincial, 1988).

Octava de la Pasión En 29 de agosto de 1813 la Cofradía de la Penitencial de la Pasión celebró su octava del Señor con danzas de niños a lo valenciano y gigantes, gigantillas y tarasca, según lo hacía antiguamente, y tanto por el deseo de divertirse los habitantes de esta ciudad como por haber más de veinte años que no salían los gigantes, fue un día divertido y concurrieron a verlo muchas gentes de los pueblos inmediatos y por la tarde salió la procesión por las calle públicas.

Exequias fúnebres y traslación del cadáver del coronel Alonso Rubio, conocido como el rojo de Valderas La Cofradía de la Pasión hizo exequias fúnebres por el alma de dicho difunto en el domingo 3 de

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Cabildo del día 13 de mayo sobre la Cofradía de la Santa Vera-Cruz En la ciudad de Valladolid a trece días del mes de mayo de mil y seiscientos y noventa y tres años, estando juntos en la sala baja de la Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo los señores alcaldes, diputados, oficiales y cofrades, habiendo sido llamados y convocados por campana tañida como lo tienen de costumbre, y estando colgada la reja y portada de la iglesia, y puesto en ella un estandarte y estando presentes los señores Miguel de San Román y Francisco Rojo, alcaldes, y mucho número de señores diputados, oficiales y cofrades, por sí mismos y en nombre de todos los demás ausentes y enfermos, y que por tiempo vendrán y sucederán, por quienes prestaron caución en bastante forma.


Nuestra historia en crónicas y documentos

Y estando así juntos, por el señor Francisco Herrero, diputado, se participó a dichos señores cómo en cumplimiento de la orden y comisión que a su merced y a los señores José Martín de Villa, Isidro Calderón y Francisco Gutiérrez del Olmo se les había dado en el cabildo y junta que por esta cofradía se había tenido el día diez de este presente mes y año, habían ido a la Cofradía de la Santa Vera Cruz y, estando junta en su cabildo, se les había recibido con mucha autoridad, cariño y aplauso, y de parte de esta les habían hecho la legacía según se les había encomendado, y que habían hecho mucha estimación y aprecio de la atención y buena correspondencia de esta santa cofradía, y habían respondido que sobre dicha insinuación tratarían y conferirían y que hoy presente día enviarían la respuesta de su resolución con algunos señores sus diputados, y que en su cumplimiento tenían ya resuelto y acordado lo que se había de ejecutar, y nombrado para participarlo en esta cofradía a los señores Francisco Arias, Marcos Ibáñez, José García y don Carlos Prieto, sus diputados, quienes

estaban aguardando a que se juntase esta cofradía para entrar a dar la respuesta, y así lo participaba a dichos señores para que en razón de ello resuelvan la forma que se ha de ejecutar. Y se acordó saliesen a recibir a dichos señores como con efecto salieron ocho señores diputados en cuya compañía entraron dichos señores y, habiéndose sentado en la cabecera de mesa en sillas que para este efecto estaban prevenidas, y ocupando los asientos principales por el dicho señor Francisco Arias, uno de dichos señores comisarios, se hizo su legacía y oración en nombre de la dicha Cofradía de la Cruz, y dijo cómo de su orden y acuerdo participaba a ésta la mucha estimación que había hecho y hacía de su embajada y el sumo deseo que siempre había tenido y tenía en conservar la unión y hermandad con que habían corrido, y que la resolución y acuerdo que habían hecho tocante a lo que por esta cofradía se les había participado había sido haber excusado al dicho señor Manuel de

Santo Cristo de las Cinco Llagas. Procesión del Ejercicio Público de las Cinco Llagas 2010. Foto: Marcos Valdespino Salazar.

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Nuestra historia en crónicas y documentos

Nanclares del nombramiento que le habían hecho de alcalde, dejando al señor Manuel Santos, con quien le habían nombrado, exento por este año, y que por todo ello la cofradía había tomado a su cargo el servir los dichos oficios y para ello habían nombrado por cabezas en lugar de dichos señores a dos señores sacerdotes, el uno hijo del dicho señor Marcos Ibáñez y el otro hijo del dicho señor José García, y así se lo participaba a esta cofradía y de parte de su comunidad la [sic] suplicaba se sirviese de no pasar de un año para otro a nombrar en sus oficios a personas que también fuesen cofrades de su cofradía por obviar los inconvenientes que de ello podían resultar; que sería de mucha estimación y agradecimiento. Con lo cual se levantaron y despidieron y por parte de esta cofradía se les dio a dichos señores muy repetidas gracias por el favor tan grande que en esta ocasión se ha servido de hacerla [sic] como en los muy repetidos que antes había recibido, y que en cuanto a los demás que se proponían se tomaría forma en este cabildo, con lo cual se salieron los dichos señores asistidos y acompañados de mucho número de señores diputados de esta cofradía que les salieron a despedir hasta llegar al pasadizo de esta santa iglesia.

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Y habiendo vuelto a entrar dichos señores diputados y vuéltose a sentar, se trató sobre la proposición y encargo que había hecho el dicho señor Francisco Arias, tocante a que en cofrades que fueren de la Cofradía de la Cruz no se pasase a elegirlos en los oficios de esta cofradía de un año para otro. Y habiéndose conferido, se acordó que de aquí en adelante no se pase a hacer nombramiento en oficio alguno de un año para otro a ninguna persona que sea de la Cruz o de otra cualquiera de penitencia, y que tampoco se pase a reservar a ningún señor cofrade en ninguna junta ni cabildo si no es que sea en cabildo pleno y general con llamamiento especial para ello. Y que las elecciones y reservas que en contrario de lo referido se hicieren desde luego se dan por ningunas y de ningún valor y efecto como si no se hubieran hecho. Con lo cual se feneció y acabó el dicho cabildo y se levantaron y salieron dichos señores, de que doy fe y la firmé. Como escribano de la cofradía Andrés de Arce

Firmado y rubricado (Libro de actas y acuerdos 1675-1715)


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Acerca de nuestra historia

La Cofradía de la Pasión en la procesión del Viernes Santo

La cofradía con el Santísimo Cristo del Perdón en la Procesión General del Viernes Santo, finales de la década de los años 40.

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ecordando el segundo centenario de la salida de las cinco penitenciales del momento, en 1810, en la primera procesión conjunta del Santo Entierro de Cristo, detallaremos cómo nuestra cofradía participó en dicho acto y cómo siguió saliendo con sus imágenes antes de que quedara finalmente asentada la procesión general del viernes santo. El mapa político de España, y más concretamente en Valladolid, estaba coloreado por la invasión francesa, con José Bonaparte, conocido popularmente como “Pepe el Botella”, haciendo las veces de monarca. Aunque no es objetivo de este artículo entrar en la política religiosa de los franceses, es interesante, para entender lo que pasó en aquellos

años, señalar su aversión a la religión católica, con las consecuencias que ello podía tener. En ese año de 1810 era gobernador general en Valladolid el general Kellerman, quien junto con el oficial de policía José Timoteo de Monasterio promovió esta primera procesión conjunta. Don Timoteo, según afirman diferentes historiadores, era miembro de las cinco penitenciales, lo que quizás le permitiera mover los hilos pertinentes para sacar adelante la citada procesión. Aunque anteriormente se había hecho alguna intentona de unificar las procesiones penitenciales en una sola, nunca se llegó a ver hasta el expresado año. Mi opinión personal es que se consiguió

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La Cofradía de la Pasión en la procesión del Viernes Santo

no tanto por el interés de los cofrades de las distintas penitenciales cuanto por la presión del poder que gobernaba la ciudad, que haciendo las veces de buen samaritano concedió la salida de una única procesión, en lo que podía convertirse en una amenaza para el mantenimiento de las procesiones de regla de cada cofradía. Así el 21 de abril de 1810, viernes santo, una vez que las cinco penitenciales habían llegado a la iglesia de las Angustias, salió la procesión separada por claros, correspondiendo el lugar cuarto a nuestra cofradía, que alumbraba el llamado por entonces Cristo de las Agonías, hoy conocido por todos como Santo Cristo del Calvario. Parece que todo se desarrolló en orden, teniendo en cuenta el gran despliegue de fuerzas para que la seguridad se mantuviese en todo momento. Los gastos de la procesión tuvieron que ser pagados por las distintas penitenciales, a razón de 99 reales y 8 maravedíes, menos la penitencial de la Piedad, que por determinadas circunstancias sólo pagó 40 reales. Aunque algunos se inclinen a considerar esta sucesión de actos como la primera procesión general de penitencia en la historia de Valladolid, todo parece indicar que fue una mera reducción de las procesiones tradicionales, unificadas en una sola, que únicamente con el transcurso del tiempo logró una continuidad. En efecto, por lo que podemos observar en el libro de cuentas de la cofradía que comienza en el año 1794, esta procesión sólo perduró inicialmente unos cuantos años, y las hermandades volvieron a salir en días separados. Así, por ejemplo, en 1811 se pagó al depositario de las Angustias 72 reales, aunque en

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1812 la cifra subió hasta los 117 reales, pero a partir de 1813 no se tiene constancia de ningún pago hecho a dicho depositario, por lo que podemos suponer que nuestra penitencial ya no participaba en ninguna procesión conjunta que mantuviera el modelo de 1810. Por lo demás, los únicos gastos referidos a la Semana Santa del mismo año 1813 son los de 20 reales pagados al llamador según costumbre, 14 reales de una libra de cera para alumbrar el paso de Jesús Nazareno y otros 14 para alumbrar el Cristo del Perdón. Está claro, pues, que el Cristo del Perdón volvía a las calles en esos comienzos del siglo XIX. Confirmando la misma tendencia, vemos que en 1815 se incluía el gasto que produjo la cera al alumbrar a tres pasos más el Azotamiento, es decir, que dicho año la cofradía alumbraría presumiblemente a Jesús Nazareno, el Cristo del Perdón, el Azotamiento y el Cristo del Calvario. Este mismo año se entró en la SIM Catedral, puesto que hubo que pagar 4 reales por tal motivo, y además la cofradía fue acompañada por música que costó 80 reales, mientras que el acompañamiento de soldados valió 40 reales. A pesar del aparente desconocimiento de algunos autores modernos, de los libros de la penitencial se desprende que desde el último cuarto del siglo XVIII y durante buena parte del XIX la cofradía seguía sacando el Jueves Santo, varios pasos, llegando algunos años a ser cuatro e incluso cinco. Era, sin duda, un muestra del deseo de combatir las dificultades que ya entonces afectaban a las penitenciales vallisoletanas. Por otra parte, una revisión de la historiografía vallisoletana de finales del siglo XIX y comienzos del XX, y de la hemeroteca local de las primeras décadas de la vigésima centuria, permite asegurar que la cofradía sacaba el viernes santo, antes de la llegada de Gandásegui, el Cristo de los Azotes


La Cofradía de la Pasión en la procesión del Viernes Santo

y el Cristo del Perdón en una, entonces sí, consolidada procesión general, denominada del Santo Entierro. En 1926 nuestra cofradía se vio obligada, por razones de sobra conocidas, a abandonar la que había sido su sede desde 1581, es decir, la iglesia penitencial de la Pasión. De ahí derivó la desgraciada reubicación de nuestras sagradas imágenes. A partir de los años del gobierno pastoral de Gandásegui, una vez despojada la cofradía de su templo, nuestro sagrado titular -el Cristo del Perdón- conservó un protagonismo y una imporancia que hoy aún tiene. No olvidemos que nuestros antecesores lucharon denodadamente por mantener al culto la imagen que habían conservado con ellos durante el largo peregrinar hasta la iglesia de Santa María Magdalena. En aquellas circunstancias, fue el Santísimo Cristo del Perdón la imagen con la que nuestra penitencial se introdujo en la actual Procesión

General, fruto de los cambios promovidos por Gandásegui. En resumen podemos ver cómo, después de la primera salida procesional conjunta en 1810, nuestra penitencial se mantuvo en la calle durante varias décadas portando distintas efigies a la vez, cuando todavía no se había consolidado la procesión general que acabó remodelando Gandásegui. Finalmente, pienso que tenemos que estar orgullosos de lo que la cofradía ha conseguido en los decenios más recientes, recuperando su nombre y gran parte de su patrimonio, aunque nos quede una espinita clavada esperando tener de nuevo entre nosotros a Nuestro Señor Jesús con la cruz a cuestas. Santiago González Pérez Oficial del Cabildo de Gobierno Vocal de Juventud

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Acerca de nuestra historia El Padre Hoyos y nuestra cofradía, pasado compartido en el Santuario Nacional de la Gran Promesa

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l pasado día 18 de abril de 2010, en un altar montado para la ocasión y ubicado a los pies del Monumento en honor de Cristóbal Colón, tenía lugar una solemne eucaristía en la que se proclamaba como nuevo beato de la Iglesia católica al Padre Bernardo Francisco de Hoyos (1711-1735). La ceremonia estuvo presidida por Monseñor Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, como delegado de S.S. Benedicto XVI. A ella asistieron, además del Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo don Ricardo Blázquez en su estreno al frente de la diócesis tras tomar posesión la víspera, miembros destacados del Episcopado español -don Carlos Amigo Vallejo, Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla; don Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo y Primado de España; don Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres, o don José Delicado Baeza, Arzobispo Emérito de Valladolid, entre otros muchos-, autoridades locales, representantes de distintas instituciones, numerosos fieles y devotos que abarrotaron la Acera de Recoletos en una primaveral mañana de domingo. La vida de este jesuita vallisoletano está íntimamente ligada a la historia de una de las mayores devociones populares de la Iglesia en todo el orbe, en nuestra nación y también en nuestra ciudad, como es el culto al Sagrado Corazón de Jesús. Prueba del enorme calado de esta devoción en Valladolid es la monumental estatua que, representando este misterio, labró Ramón Núñez y que fue entronizada en lo alto de la torre de nuestra catedral en el año 1923. También cuenta nuestra ciudad con un templo consagrado al culto del Sagrado Corazón, el Santuario Nacional de la Gran Promesa, que fue durante el pasado siglo XX sede de nuestra penitencial.

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Bernardo Francisco de Hoyos nació en Torrelobatón y se formó desde niño en el seno de la Compañía de Jesús. Estudió en el colegio que la orden regentaba en Medina del Campo, para posteriormente ingresar como novicio en la casa de la Compañía de la colegiata de San Luis en Villagarcía de Campos. En septiembre de 1731 llegó a la capital para iniciar sus estudios de Teología en el entonces colegio de San Ambrosio, una de las sedes de que los jesuitas disponían en Valladolid junto al colegio de San Ignacio (actual parroquia de San Miguel y San Julián). Durante su etapa de estudiante conoció el culto al Sagrado Corazón de Jesús, que los jesuitas habían difundido desde Francia y que fue promovido por el padre Claudio de la Colombière tras las revelaciones que le hizo Margarita María Alacoque, a quién se había aparecido el Señor en el misterio de su Sacratísimo Corazón. El día 14 de mayo de 1733, tras dirigir una oración al Sagrado Corazón de Jesús, se repetían los hechos acaecidos en Francia, pero esta vez en la iglesia del colegio de San Ambrosio de Valladolid: “Reinaré en España y con más veneración que en otras muchas partes” fueron las palabras que el Señor dirigió al joven Bernardo de Hoyos en la denominada Revelación de la Promesa. Desde entonces y hasta su prematuro fallecimiento por causa de la fiebre tifoidea, el todavía estudiante se convirtió en el principal apóstol de esta devoción. Dedicó sus años de sacerdocio a expandir el culto por todo el territorio español, incluida Hispanoamérica, a través de la compra de estampas en Roma, la edición del libro Tesoro escondido en el Sacratísimo Corazón de Jesús y la celebración en junio de 1735 de la primera novena pública en honor del Corazón de Jesús en la capilla de la Congregación del Santuario. Toda esta labor de apostolado del Sagrado Corazón realizada por el Padre Hoyos continuó


El Padre Hoyos y nuestra cofradía

desarrollándose desde el colegio de San Ambrosio de Valladolid. Los orígenes de este centro jesuítico se remontan a los albores del siglo XVII en que fue edificado siguiendo el trazado del arquitecto Francisco de Praves. Tras la expulsión de los jesuitas de España durante el reinado de Carlos III (1767), la iglesia del colegio pasó a ser la parroquia de San Esteban hasta que en 1933, al cumplirse el 200 aniversario de la Gran Promesa y por iniciativa del Arzobispo Remigio Gandásegui, el Papa Pío XI aprobó la conversión de la parroquia en Templo Expiatorio Nacional del Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo, el proceso requería importantes remodelaciones en el edificio y se demoró hasta que por fin el 15 de junio de 1941 el entonces Arzobispo de Valladolid, Antonio García y García, consagró el templo con el nombre actual de Santuario Nacional de la Gran Promesa. Posteriormente, en

1964, el Papa Pablo VI firmaba la bula por la que este Santuario Nacional quedaba erigido como Basílica Menor. En 1926 el Arzobispado cerraba al culto la iglesia penitencial que fue sede de nuestra cofradía desde 1581. En un momento crítico de la historia de la hermandad y de dispersión mediante depósitos de casi todo su patrimonio, la única imagen que permaneció fue la de nuestro venerado titular, el Santísimo Cristo del Perdón, que inició su peregrinaje por diversas sedes: inicialmente en la iglesia de la congregación sacerdotal de San Felipe Neri, pasando posteriormente al Santuario Nacional; desde 1953 se instaló en la iglesia de Santa María Magdalena hasta recalar el 23 de octubre de 1993 en nuestra actual sede canónica, la iglesia del Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita.

Portada del devocionario del Sagrado Corazón de Jesús (sin fecha) y fotografía del Santísimo Cristo del Perdón, publicado por el Santuario Nacional de la Gran Promesa.

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El Padre Hoyos y nuestra cofradía

De nuestra presencia en el Santuario hay constancia escrita en el archivo de la cofradía, bien a través de las altas de hermanos cofrades de la época (alguno de los cuáles vive en la actualidad) o bien por los libros de actas de las juntas de gobierno y generales allí celebradas entre 1948 y 1953. Sin embargo, el documento más importante que custodia nuestro archivo es un pequeño devocionario del Santuario Nacional que contiene el Piadoso Ejercicio al Sacratísimo Corazón del Rey Divino para implorar el cumplimiento de la Gran Promesa hecha al Padre Bernardo de Hoyos. Entre las distintas láminas contenidas, figura en la página 45, tal y como reza el pie de foto, la devotísima imagen del Santo Cristo del Perdón, lo que atestigua su plena integración en el templo y en las devociones de los vallisoletanos. Curiosamente, en la página 35 y en una lámina del altar de la Virgen del Pilar encontramos la imagen de María Santísima de la Pasión, en la ubicación que tuvo hasta que fue felizmente recuperada por la cofradía el 18 de mayo de 2001. Recordemos los avatares sufridos

SERVICIO DE MANTENIMIENTO DE LIMPIEZA Y CONSERVACIÓN y 607 670 788 C/ Vázquez de Menchaca, 40 47008 Valladolid

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por la imagen de nuestra patrona desde el cierre de la iglesia de la Pasión. Parece ser que su primer destino, al igual que el de otras imágenes como el Cristo de la Elevación o el Nazareno hoy depositado en el Carmen, y el de diversos bienes y enseres de la cofradía, fue nuestra actual sede de San Quirce; posteriormente, en fecha no documentada, pasaría a ocupar ese retablo del Santuario. No podemos precisar la fecha exacta en que nuestra cofradía trasladó su sede desde San Felipe Neri al Santuario porque no se reseña en ninguna de las actas de la época. Sin embargo, en la página 11 del mencionado devocionario y con fecha 14 de mayo de 1943, se recoge la concesión por el Arzobispo Antonio García de indulgencias por el ejercicio del Sagrado Corazón. Por tanto, desde entonces hasta noviembre de 1953 en que la cofradía y nuestro titular se trasladaron a la parroquial de Santa María Magdalena, trascurrieron diez años en los cuales la residencia canónica de la hermandad fue el mismo templo que acogió los acontecimientos centrales de la vida del Padre Hoyos, que casi tres siglos después han desembocado en su beatificación. Con la esperanza de que este artículo haya servido para conocer el origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en nuestra ciudad y para rememorar una etapa de la historia de nuestra hermandad, sólo me queda sumarme, junto con el resto de la cofradía, a la alegría por el fausto acontecimiento que supone para nuestra diócesis que uno de sus miembros haya sido elevado a los altares como beato Diego Pérez Bermejo Hermano Cofrade


R

Restauración de nuestro patrimonio

MEMORIA DE LA INTERVENCIÓN DE RESTAURACIÓN, REALIZADA AL CRISTO DEL CALVARIO. DATOS DE LA OBRA: Denominación: Cristo del Calvario. Tipo de objeto: Escultura. Autor escuela: Anónimo. Cronología: Siglo XVII. Técnica y materiales: Madera de pino, tallada y policromada al óleo, con carnación a pulimento y ojos vítreos.

Después de realizar un estudio del estado de conservación de la figura, y ver las patologías que presentaba, se hizo una propuesta de restauración completa, conforme a los siguientes criterios de intervención: 1- Mínima intervención: Toda intervención estará plenamente justificada. Se ha elegido siempre el tratamiento que, siendo eficaz, suponga una menor intervención. Sin olvidar que se trata de una imagen de culto y su lectura deberá ser completa.

Proceso de restauración del Santo Cristo del Calvario. Axila izquierda, antes de comenzar la restauración.

Dimensiones: 333 x 195 x 7 (la cruz); 203 x 184 x 38 (con cruz). Propietario: Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo.

2- Los tratamientos de consolidación y desinfección serán prioritarios: Se han utilizado métodos y materiales tradicionales o en su defecto suficientemente probados, en ambos casos, estables, compatibles química y físicamente con la materia original 3- En los procesos de limpieza se han escogido los métodos menos agresivos. 4- La reintegración de volumen y color, se ha ajustado a las lagunas (Nunca sobre el

Proceso de restauración del Santo Cristo del Calvario. Axila izquierda, después de finalizar la restauración.

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Restauración de nuestro patrimonio

estrato de color original) y se han realizado con material fácilmente reversible y estable, y con técnica identificable. 5- La intervención ha estado precedida de los estudios necesarios, y ha tenido un seguimiento fotográfico, del estado inicial, proceso de restauración y estado final.

TRATAMIENTO REALIZADO: 1- Desinfección: Tratamiento contra los ataques biológicos mediante el aislamiento de la pieza y emanación de gases. Se ha realizado a modo preventivo, ya que no presenta marcas evidentes de un ataque activo.

3- Limpieza de policromía: Se ha realizado una limpieza exhaustiva de toda la capa pictórica, utilizando disolventes adecuados que nos facilitan la eliminación de repintes y estucos posteriores, así como barnices desiguales y oxidados, que provocaban una visión oscurecida de la imagen. También se han retirado, a punta de bisturí, restos de repintes puntuales, que posiblemente, en alguna intervención de restauración anterior, no se eliminaron del todo. Redescubriendo goterones de sangre, ocultos hasta ahora, bajo estos repintes. Además se ha eliminado por completo el repinte del paño de pureza, apareciendo íntegra y en buen estado de conservación su policromía original. Si bien, de una tonalidad muy similar a la del repinte, aunque de mayor calidad técnica que este.

2- Recolocación de dedos mal adheridos: En ambas manos, había dedos mal adheridos o colocados en la mano equivocada. Se ha colocado cada dedo en su sitio. Para ello, primero se han desencolado, y una vez limpios y eliminados los restos de cola en las partes de unión, se han reubicado correctamente.

4- Sentado de policromía: En aquellas zonas que lo han necesitado, hemos fijado el color al soporte con cola de conejo, papel japonés y espátula caliente. Ha sido

Proceso de restauración del Santo Cristo del Calvario. Lateral izquierdo, antes de comenzar la restauración.

Proceso de restauración del Santo Cristo del Calvario. Lateral izquierdo, después de finalizar la restauración.

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Restauración de nuestro patrimonio

Proceso de restauración del Santo Cristo del Calvario. Mano izquierda, antes de comenzar la restauración.

fundamental este sentado de color, en los bordes de la gran cantidad de lagunas de policromía descubiertas tras el proceso de limpieza. 5- Tratamiento de grietas y abertura entre piezas: Hemos reforzado la unión de los brazos al tronco, y sellado grietas con resina bicomponente, en piernas y torso. En algún caso, es posible que la grieta aparezca de nuevo, dado que este tipo de patología tiende a presentarse, otra vez, con el paso del tiempo. En ese caso, estudiaríamos la posibilidad de dejarla abierta o cerrarla de nuevo. 6- Reintegración volumétrica: Se han reintegrado pequeñas faltas volumétricas, con resina bicomponente, en cuerpo y pelo. Pero la reposición más importante, ha sido la del dedo anular de la mano derecha, que faltaba por completo. Este, se ha rehecho entero, copiando talla de los dedos colindantes, dado que no quedaba resto alguno del original.

Proceso de restauración del Santo Cristo del Calvario. Mano izquierda, después de finalizar la restauración.

lagunas de preparación y policromía que interrumpen la continuidad de la imagen y entorpece su lectura. Se ha realizado con un estuco a base de cola de conejo, agua desmineralizada fenol y sulfato de cal aplicado en caliente. 8- Reintegración cromática: Se ha realizado con materiales reversibles, estables y con técnica discernible.”Rigatino”. Se ha utilizado una gama de colores a la acuarela y para un último ajuste de color, después de un primer barnizado, colores al barniz aplicados en veladura. 9- Protección final: Primer barnizado con barniz de titán rebajado y aplicado con brocha. Seguido de varias capas de barniz pulverizado para igualar brillos y definir la protección final. Cristina Parrado Parrado Técnico en Restauración Ruth Calderón Pérez Técnico en Restauración

7- Estucado y enrasado de lagunas: Esta operación consiste en rellenar las faltas o

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Otro patrimonio de la hermandad

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n este artículo voy a intentar desglosar un patrimonio distinto del más conocido por todos nosotros, como pueden ser las sagradas imágenes que poseemos, así como el patrimonio pictórico, que además han sido ya tratados en otros artículos de esta publicación en años anteriores. En esta ocasión voy a exponer unas breves ideas relativas, sobre todo, a aquellos vasos y ornamentos utilizados en la liturgia, así como a distintos enseres, unos y otros propiedad de la cofradía. Empezaré refiriéndome a las casullas con las que se revisten los sacerdotes para celebrar la eucaristía. Esta es una relación de las más destacables que posee la cofradía, así como de los días en los que se usa cada una de ellas, dependiendo de su color: - Poseemos tres casullas verdes -para el tiempo ordinario-, de las cuales una es del siglo pasado y otra ha sido donada por un cofrade en 2010. - Durante la Cuaresma y el Adviento, así como para la misa de difuntos, se emplea la morada. La hermandad también tiene dos, una del siglo pasado y otra con la imagen del Santo Cristo de las Cinco Llagas, donada en el año 2010 por un cofrade. - En el domingo “gaudete” -tercero de Adviento- y en el domingo “laetare” -cuarto de Cuaresma- puede utilizarse casulla rosa, por lo que también en 2010 un hermano ha obsequiado a nuestra corporación con una pieza de dicho color. - En el tiempo de Navidad, en el tiempo pascual y en las fiestas en honor del Señor, de la Virgen y de los santos se emplea el color blanco. La cofradía posee tres

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casullas, una del siglo pasado y otras dos donadas por sendos hermanos en los años 2008 y 2010, esta última con la imagen de la Virgen de la Pasión. - Para el Domingo de Ramos, Viernes Santo, celebraciones del Espíritu Santo y fiestas de los mártires se reserva el color rojo. La cofradía dispone de una casulla, estrenada en el año 2008, con la imagen del Santísimo Cristo del Perdón, regalo de un hermano. Igualmente conservamos otras cuatro casullas del mismo color, del siglo XIX, con corte conocido como de “guitarra”, convenientemente restauradas. - La solemnidad de la Inmaculada Concepción se caracteriza por el empleo de ornamentos de color celeste. Hoy conservamos una casulla de estas características donada por un cofrade y estrenada en 2010, en la que hay bordada una imagen de la Inmaculada. - Hemos de añadir una casulla negra del siglo pasado, para misas de difuntos, y otra marrón del siglo XIX. Esta última es una prenda que puede utilizarse cuando se dispone del privilegio franciscano y que solo se usa durante las festividades propias de esa orden. Además, la cofradía tiene 3 dalmáticas de color negro, atuendo propio de los diáconos, así como distintas capas pluviales, ornamentos destinados a los presbíteros cuando ofician la exposición mayor o salen en procesión. Son de color dorado, blanco, negro y morado, según su respectivo uso. En especial se utilizan la blanca y la dorada. Es obvio que el revestimiento del celebrante se completa con otras piezas que también pueden incluirse


Otro patrimonio de la hermandad

Santo Cristo de las Cinco Llagas. Procesión del Ejercicio Público de las Cinco Llagas 2010. Foto: Javier Carretero López.

en esta relación: estolas, cíngulos, manipulos, amitos, albas, etc… Todo ello sin olvidar los roquetes para los monaguillos que ayudan en las celebraciones eucaristías o participan en las distintas procesiones.

En cuanto a los vasos sagrados, la cofradía cuenta con dos copones. En uno de ellos puede leerse una inscripción del siglo XIX -“propiedad Junta de Oficiales Sagrada Pasión”- y, en el borde, se ve el nombre de un donante anterior.

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Otro patrimonio de la hermandad

El otro copón, pintado a mano, fue donado por un hermano en 2009. También se dispone de dos cálices, uno de ellos donado por un cofrade en la década de 1990, y dos patenas, juegos restaurados en el año 1993.

depende, lógicamente, del tiempo litúrgico. Asimismo coservamos otros ornamentos de estas clases que pueden fecharse en los siglos XIX y XX.

Hemos de añadir dos juegos para el “lavabo”, utilizados por el sacerdote a fin de purificar sus manos antes de la consagración. Ambos se componen de jarra y jofaina.

- Un atril, restaurado en el año 1993 y que fue donativo de un cofrade

Por otra parte, de reciente donación son varios juegos de ornamentos para los vasos sagrados: carpeta de corporales, velo del cáliz, palia y corporal, en varios colores -blanco, morado, rojo y azul purísima, excepto el corporal, que siempre es de color blanco-. El empleo de los distintos colores

Otros enseres que podemos señalar son:

- Dos incensarios y tres navetas, igualmente donados. Fueron también restaurados entre los años 1993 y 1998. - Tres crucifijos de altar del siglo XIX, uno de ellos de estilo neogótico, donados en el decenio de 1990 y -el más reciente- en el año 2008, por distintos hermanos.

Imágenes de la escuela de Olot. Virgen del Carmen y San José, ambas propiedad de la cofradía. Foto: Luis Joaquín Fernández López.

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Otro patrimonio de la hermandad

- Un conjunto de candelabros neogóticos, haciendo juego con el crucifijo antes señalado, fechables en el siglo XIX. - Unas vinajeras con su bandeja, regalo de unos cofrades en 2010. - Acetre e hisopo, también donados por un hermano en ese mismo año.

También podemos mencionar en este artículo las dos coronas de plata del Santísimo Cristo del Perdón, donadas en las décadas centrales del siglo XX. Por último citaremos tres imágenes escultóricas de pequeño tamaño: una Virgen del Carmen, un San José y un Niño Jesús de Pasión, regalo este de un cofrade en el año 2000. Todas ellas son obras de estilo de Olot.

- Tres apagavelas. - Un ceremonial, obsequio de un cofrade, en el que se recogen las distintas ceremonias litúrgicas y las oraciones que se rezan habitualmente en los actos de la hermandad.

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A continuación resumimos los fundamentos de REDMADRE REDMADRE proporciona asistencia personalizada y gratuita, las 24 horas de los 365 días del año – Telefónica y presencial. REDMADRE garantiza la confidencialidad y el celo más absoluto por la intimidad de las usuarias, decidan lo que decidan. REDMADRE ofrece información completa y veraz, apoyo y orientación social, psicológica y médica a cualquier mujer que se enfrenta a un embarazo imprevisto, sea cual sea su condición social, cultural, ideológica, país de procedencia o religión. REDMADRE cuenta lo que nadie cuenta de un aborto. Piensa en la mujer y le informa de lo que le puede pasar. Luego, la mujer decide. REDMADRE pone a disposición de la mujer asesoramiento especializado para poder superar

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Asociación RedMadre Valladolid

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Mª Amor Herrero Ferrández Presidenta RedMadre Valladolid

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Noticias 2010

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lo largo del año la cofradía ha procurado mantener vivas sus ilusiones habituales: el esmero en las celebraciones litúrgicas y otros cultos, la práctica cada vez más comprometida de la caridad, la conservación y mejora de nuestro patrimonio… Estas y otras realidades de nuestra vida corporativa serán objeto de recuerdo en estas páginas.

Por lo que se refiere, en primer lugar, a los actos de culto, señalaremos la celebración de las misas dominicales y de los días de precepto. En los actos de Cuaresma contamos con la colaboración de varios sacerdotes: D. Jorge Fernández Bastardo, párroco de Nuestra Señora de Prado, que ofició el triduo a Nuestro Padre Jesús Flagelado; D. Fernando García Álvaro, párroco de Nuestra Señora del Pilar, que celebró el triduo al Santo Cristo de las Cinco Llagas, y D. Mario Alonso Aguado, religioso mercedario y capellán del centro penitenciario de La Moraleja, en Dueñas (Palencia), que predicó durante el quinario al Santísimo Cristo del Perdón y asimismo nos acompañó en el besapié a la venerada imagen. Las procesiones de la Semana Santa transcurrieron con normalidad, si bien hemos de destacar el cambio obligado en el discurrir del Ejercicio Público de las Cinco Llagas, pues debido al cierre -al parecer definitivo-del convento de Santa Catalina la última de las estaciones se realizó ante la parroquial de San Nicolás. También citaremos la llamada de honor al paso del Santísimo Cristo del Perdón realizada el jueves santo por D. Alejandro Rebollo Matías, que previamente había pregonado la Pasión para nosotros; la plegaria pronunciada durante la procesión por nuestro hermano el P. Bernardino Román, franciscano conventual, ante el Santísimo Sacramento en las naves catedralicias, y la escolta que brindaron a nuestro sagrado titular miembros de la Guardia Civil durante la Procesión General

del Viernes Santo. Por lo demás, como ya es habitual, nos recibieron los cofrades de la Orden Franciscana Seglar al llegar el sábado de Pasión al monasterio de Santa Isabel y, por nuestra parte, recibimos el miércoles santo y el jueves santo, respectivamente, a las cofradías de Nuestro Padre Jesús Resucitado y El Descendimiento. En los divinos oficios del Triduo Sacro concelebró con nuestro capellán D. José Cuadrado, capellán de la comunidad cisterciense de San Quirce y Santa Julita.

D. Alejandro Rebollo Matías realiza la llamada de honor a las andas del Santísimo Cristo del Perdón. Procesión de Oración y Sacrificio 2010. Foto: D. Manuel Fernández Fernández.

Poco después de acabada la Semana Santa, celebramos el 26 de abril la primera festividad de nuestro patrón San Rafael Arnaiz tras su reciente canonización. Nos acompañaron el ya mencionado P. Mario Alonso y el párroco de San Miguel-San Nicolás, D. Javier Carlos Gómez. Durante las misas de todo el mes de mayo permaneció montado en el presbiterio el ya tradicional altar en honor de Nuestra Señora. En el verano celebramos las festividades del 29 de agosto -Degollación de San Juan Bautista, con la función litúrgica oficiada por el capellán de la hermandad, D. José Luis López Zubillaga- y del

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Noticias 2010

A la finalización de la eucaristía con motivo de la festividad de San Juan Bautista Degollado, nuestra cofradía, por manos de su alcalde y vicealcaldes, hace entrega al presidente y miembros de la junta directiva de la Cofradía de N.P. Jesús Resucitado, María Santísima de la Alegría y las Lágrimas de San Pedro de unos obsequios con motivo del 50º aniversario de la fundación de esa cofradía hermana. Foto: Manuel Centeno Morillo.

15 de septiembre -Nuestra Señora de la Pasión-, en la que nos acompañó el prelado diocesano, Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Ricardo Blázquez Pérez, quien posteriormente tuvo la deferencia de firmar en el libro de honor de la cofradía. Un año más octubre nos trajo diversos cultos y otros actos que, en definitiva, estaban encaminados a dar realce a un mes dedicado a nuestra patrona María Santísima de la Pasión. El triduo que le consagramos fue oficiado por el capellán de la cofradía y, para el besamanos anual, contamos con la participación del párroco de San Miguel-San Nicolás. En la procesión, que hubo de acortarse por la lluvia, fuimos recibidos por los hermanos de la Orden Franciscana Seglar “La Santa Cruz Desnuda” y, ante la imposibilidad de cumplir el recorrido previsto, disfrutamos

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de la atenta visita de una reprsentación de la penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Por segundo año se celebró en el mismo mes dedicado a la Señora la consagración de los niños de la hermandad a la Virgen de la Pasión. Otra actividad para seguir dando a conocer la cofradía fue una interesantísima conferencia sobre nuestra historia, pronunciada por la Dra. Dª. Lourdes Amigo Vázquez, una de las mejores conocedoraas del devenir histórico de nuestras cofradías. El tema de su disertación fue: “La labor asistencial de la Cofradía de la Pasión en el Valladolid moderno”. Las últimas semanas del año nos brindaron la oportunidad de ofrecer la misa por los cofrades difuntos en noviembre; celebrar de manera


Noticias 2010

Al margen de los cultos, actos ya tradicionales en nuestra Cuaresma, como Música y Versos de la Pasión y el Concierto Benéfico, llegaron a su XI edición. En el primero pudimos escuchar un interesante y muy documentado pregón de D. Alejandro Rebollo Matías, profesor de la vallisoletana Universidad Europea “Miguel de Cervantes” y hermano de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera-Cruz de nuestra ciudad, y ver por primera vez en público los carteles de nuestras procesiones, con fotografías de D. José María Pérez Concellón y de D. Pedro Muñoz Rojo. Para el nuevo Concierto Benéfico, celebrado en el colegio de La Salle y cuya recaudación se destinó a los proyectos de Manos Unidas, acompañaron con su habitual generosidad otras cofradías vallisoletanas, cuyas bandas compartieron escenario con la nuestra: en esta ocasión fueron la de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Ricardo Blázquez Pérez, Arzobispo de Valladolid, oficiando la solemne eucaristía en honor de nuestra patrona, María Santísima de la Pasión. 15 de septiembre de 2010, festividad de los Dolores de la Virgen María. Foto: Manuel Centeno Morillo.

extraordinaria una eucaristía en acción de gracias por la restauración del Santo Cristo del Calvario, oficiada el 21 de nobviembre por nuestro capellán y concelebrada por el P. El Busto, O.S.A.R.; montar el altar en honor de la Inmaculada Concepción de María y preparar, como preludio de las solemnidades litúrgicas de la Navidad, el belén monumental y la cuna del Niño Jesús sobre el presbiterio. Este año la representación de María Inmaculada, bella imagen de vestir del siglo XIX, ha sido cedida por un devoto y amigo de la hermandad. Asimismo la imagen del Niño fue cedida por un cofrade.

Obsequio a Dª Lourdes Amigo Vázquez tras la conferencia pronunciada el 9 de octubre de 2010, bajo el título “La labor asistencial de la Cofradía de la Pasión en el Valladolid moderno”. Foto: Manuel Centeno Morillo.

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Noticias 2010

Por lo que se refiere a las relaciones institucionales de la hermandad, más allá de las procesiones penitenciales, podemos recordar la asistencia a cultos de otras cofradías y la presencia de sus representantes en nuestros actos a lo largo del año. Fuera de la Cuaresma y de la Semana Santa se asistió a las procesiones de gloria de las penitenciales de la Santa Vera-Cruz y de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Otros momentos destacados para la ciudad, en los que nuestra cofradía estuvo representada fueron la toma de posesión del nuevo prelado diocesano el 17 de abril; la beatificación del P. Bernardo de Hoyos, en cuyo honor se celebró una misa en la iglesia de San Miguel el día 25 de abril; la solemnidad del Corpus Christi, y la misa y procesión en honor

de la Virgen de San Lorenzo, Patrona y Alcaldesa Perpetua de Valladolid. En el ámbito parroqial, asistimos a las celebraciones con que se honró a los titulares de la unidad pastoral, San Miguel y San Nicolás de Bari. Igualmente estuvo nuestra cofradía representada, con un papel destacado de los jóvenes, en los actos que en la diócesis sirvieron para preparar la XXIV Jornada Mundial de la Juventud. Concretamente, participamos con otras corporaciones de la unidad parroquial en el Viacrucis organizado el 22 de octubre, con presencia de la Cruz de los Jóvenes y del Icono de María, cubriendo la IX estación.

Miembros de nuestro cabildo de gobierno y jóvenes de la cofradía cubriendo la IX estación del vía crucis que se celebró con motivo de la llegada de la Cruz de la Juventud. 22 de octubre de 2010. Foto: Manuel Centeno Morillo.

Niños de la cofradía después de su consagración a María Santísima de la Pasión. 16 de octubre de 2010. Foto: Manuel Centeno Morillo.

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Este año, entre las invitaciones recibidas, se contó la cursada por una hermandad siempre cordialmente vinculada a la nuestra, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado, María Santísima de la Alegría y las Lágrimas de San Pedro, con motivo de los 50 años de su refundación. Esta circunstancia nos permitió obsequiar a esa querida cofradía unos recuerdos de tal efeméride,


Noticias 2010

al finalizar nuestros actos del 29 de agosto, a los que asistió parte de su junta directiva. En otras ocasiones la cofradía estuvo representada por su banda de cornetas y tambores.

Así el domingo de Ramos volvió a acompañar a la cofradía hermana de la Santa Vera-Cruz; el martes santo participó en la procesión de las Tinieblas, de Benavente; fue invitada en diversas ocasiones por la cofradía vallisoletana de las Siete Palabras

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Noticias 2010

Niños de la cofradía durante el taller navideño de manualidades. Navidad 2010. Foto: Manuel Centeno Morillo.

-domingo de Ramos por la tarde, lunes santo y viernes en el Sermón de las Siete Palabras-, y tocó el domingo de Pascua con la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado, María Santísima de la Alegría y las Lágrimas de San Pedro. Además intervino en otros actos: concierto en beneficio de Haití, organizado en Renedo de Esgueva por la A. C. “Santísimo Cristo de la Oración” y la A. C. “Sentimiento”; concierto por las víctimas del 11-M, organizado por la parroquia del Dulce Nombre de María y la Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno; certamen de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid, en la Plaza Mayor; VI “Memorial Luis Francisco Valdespino”, de la Cofradía del Santo Sepulcro y Santísimo Cristo del Consuelo; XXV aniversario de la fundación de la Cofradía de la Soledad, de Medina del Campo, y concierto por Haití, organizado ya iniciada la Pascua por el colegio mayor Montaigne, de la Compañía de María, en Granada.

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Aprovechando las fiestas navideñas, hemos vuelto a preparar un taller de manualidades para los niños en los salones generosamente cedidos por la parroquia. Nuestros hermanos más pequeños han aprendido, se han divertido y -así lo creemosse han relacionado más estrechamente con otros cofrades de su edad, con quienes comparten ilusiones y modos de ver cuanto los rodea. Puesto que otras páginas se dedican a las labores caritativas de la cofradía, ahora sólo recordaremos que se ha mantenido la colaboración con el Banco de Alimentos -al que se han entregado 738 kilos-, Manos Unidas, PROYDE, África Arco Iris, Infancia Misionera y las cuestaciones diocesanas para el seminario y el DOMUND, las Hermanitas de la Cruz y las Esclavas del Sagrado Corazón en Filipinas. Además hemos comenzado a cooperar con Red Madre. Consejo de Redacción


Besamanos a Nuestra Madre y Señora María Santísima de la Pasión. 25 de octubre de 2010. Foto: Luis Joaquín Fernández López.

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Opiniones San Quirce y santa Julita

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bviamente todos estamos familiarizados con los nombres de san Quirce y santa Julita, pues son los santos a cuya advocación está dedicada nuestra sede canónica. Sin embargo, hemos podido comprobar cómo, muchos lunes, cofrades y visitantes de la iglesia nos hacen preguntas a ellos referidas. Así, pues, aunque en el boletín de la cofradía de diciembre de 1994 ya se habló sobre ello, retomamos el tema para aportar algunos datos sobre la vida de san Quirce y de su madre, santa Julita, así como alguna otra curiosidad sobre distintos lugares en los que también son referencia.

Vida de san Quirce y santa Julita Santa Julita era una joven perteneciente a una familia noble, entroncada en sus principios con los antiguos reyes de Licaonia, en cuya capital, Iconio, había nacido. El Cristianismo había llegado a la región, según los Hechos de los Apóstoles, por medio de san Pablo y san Bernabé en su primer viaje apostólico, y una de las familias que se convirtieron fue la de nuestra santa, por lo que a su condición de descendiente de familia noble unía la de cristiana. Contrajo matrimonio, bastante joven, con un caballero importante, correspondiente a su alcurnia y a su amor a la religión de Jesús. Desde entonces su vida se caracterizó por ser una mujer fuerte, cuya humildad brillaba sin artificio y su modestia sin afectación. Su vestido correspondía a la clase noble pero sin ostentación alguna. Se atraía el aprecio de todos por la familiaridad con que se hermanaba con toda clase de gentes, por el peso, prudencia y discreción que acompañaban sus palabras. Además era solícita con la servidumbre,

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no sólo dándoles el salario a tiempo, sino también preocupándose de sus necesidades. Amaba a los pobres, a los que socorría con generosidad ganando su aprecio y consideración. Santa Julita enviudó joven, a los veintidós años, sin más hijos que un niño, Quirce (san Quirce), que todavía era un niño de cuna cuando falleció su padre. Desde aquel momento, san Quirce fue la principal atención de su madre, inculcándole esta el Cristianismo. Cuando Quirce contaba tan sólo tres años dio comienzo la décima y última persecución contra los cristianos, la suscitada por los emperadores Diocleciano y Maximiano. El gobernador de Licaonia, Domiciano, fue uno de los que llevó a cabo la caza de los discípulos de Cristo con más saña para que cumplieran las leyes imperiales, lo que obligó a santa Julita a huir con su hijo a un lugar más tranquilo acompañada de dos criadas suyas. Primero estuvo en Seleucia, pero de allí hubo de escapar de nuevo, ya que el gobernador también era enemigo de la religión cristiana. Después pasó a Tarso de Cilicia, patria de San Pablo, pero la fueron siguiendo sus perseguidores y, aunque ella no temía a la muerte (antes bien, anhelaba el martirio), le preocupaba que, una vez muerta, indujesen a su hijo al paganismo. El emperador despachó una orden a Alejandro, gobernador de Isauria, para que fuese a Tarso y aplicara las leyes contra los discípulos de Jesús. Santa Julita fue acusada como cristiana y tuvo que presentarse ante un tribunal.

Martirio de san Quirce y santa Julita Sobre el martirio al que fueron sometidos san Quirce y santa Julita hay varias versiones, de las que reproducimos las dos más difundidas.


San Quirce y santa Julita

La santa rechazó todo cuanto el gobernador le ofrecía para que abandonara su creencia y, no pudiendo lograr su intención, aquel le arrebató al hijo queriendo seducirle para que abandonase la fe de su madre, hacia la que el niño dirigía su mirada mientras gritaba: “yo soy cristiano, yo soy cristiano”. Irritado el gobernador por los gritos del pequeño y por ver frustrado su intento, cogiendo de un pie al niño lo estrelló contra la escalinata del estrado diciendo: “ya que eres cristiano como tu madre, perecerás con ella”. Santa Julita contempló la escena y con visibles muestras de alegría dio gracias a Dios, porque consideraba un beneficio divino que el Señor se hubiese llevado el alma de su hijo al reino de los cielos antes que la suya. Acto seguido, el prefecto Alejandro mandó que desollaran viva a la madre y que, una vez desollada, le echaran pez hirviendo sobre los pies, y al conminarla el verdugo a que renunciase a su religión si no quería ser degollada, su única contestación fue: “yo soy cristiana”. Inmediatamente un golpe de hacha sobre su cuello fue el último tormento, que le abrió las puertas del cielo. Las dos criadas que los habían acompañado hasta Tarso, la ciudad del martirio, tomaron los sagrados restos de Julita y Quirce y los enterraron en un lugar lejos del que había servido de escena al martirio del hijo y de la madre.

Nuestro Padre Jesús Flagelado. Procesión de Oración y Sacrificio 2010 Foto: Marcos Valdespino Salazar

La primera de ellas dice que, cuando santa Julita se presentó ante el tribunal que había de juzgarla, le preguntaron: - “¿Eres Cristiana?”, a lo que ella respondió: - “Sí, y mi hijo también lo es”.

Dieciocho años después, concedida la paz a la Iglesia por el emperador Constantino, una de las sirvientas desenterró los restos de los mártires para que recibieran en Oriente el culto que merecían por su generosidad al dar la vida antes que negar a Jesucristo. Otra versión sobre el martirio de san Quirce y santa Julita cuenta los hechos acontecidos de la siguiente forma:

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San Quirce y santa Julita

Tras la confesión por parte de santa Julita de que tanto ella como su hijo eran cristianos, el prefecto trató inútilmente de persuadirla para que ofreciese sacrificios en honor de los dioses. Ante su negativa, le quitó al niño, lo sostuvo agarrado de la mano y mandó a los verdugos que azotaran a la madre con vergajos hechos con nervios de toro. Entonces, por una gracia especial del Espíritu Santo, pese a su corta edad, Quirce habló y, mientras trataba de desasirse de los brazos del prefecto, con toda claridad dijo que despreciaba sus amenazas y que también él era cristiano. Al preguntarle el sorprendido Alejandro quién le había enseñado las cosas que decía, le respondió: Prefecto, tu necedad me produce asombro. Ves que hablo, a pesar de mi corta edad, pues no tengo más que tres años; y lo único que se te ocurre preguntarme es quién me ha enseñado las cosas que digo ¿No te das cuenta de que esta sabiduría que tanta sorpresa te produce es de origen divino? La misma versión añade que Alejandro, al oír la anterior respuesta, comenzó a dar cachetes a san Quirce y que este, cada vez que recibía un golpe, gritaba: “yo también soy cristiano” ; más si cabe cuanto con mayor fuerza era pegado. Para evitar que los creyentes enterrasen a la madre y al hijo, Alejandro mandó a los verdugos que cortasen los cuerpos de ambos mártires en trozos muy pequeñitos y que luego los esparciesen por diferentes lugares. Así se hizo, pero esta precaución no sirvió de nada porque un ángel del Señor fue recogiendo uno a uno los diseminados trocitos y reuniéndolos, de modo que los restos de la madre y los del hijo poco después de su martirio, durante la noche, pudieron ser enterrados por los fieles en un lugar oculto. Cuando la Iglesia, en tiempos de Constantino, recuperó la paz, vivía aún una de las criadas de

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santa Julita. A esta mujer le fue revelado el sitio en que se encontraban enterrados los cuerpos de su antigua señora y del niño san Quirce. A partir de este hallazgo tan venerables reliquias comenzaron a recibir grandes muestras de devoción. El Martirologio Romano sitúa el testimonio martirial de estos santos el día 16 de junio, allá por el año 305 de nuestra era.

Tallas de san Quirce y santa Julita en nuestra sede En el banco del retablo mayor de nuestra iglesia se hallan colocadas dos esculturas exentas, de estilo barroco, de san Quirce (110 cms.) y de santa Julita (133 cms.), con corona de madera tallada y enriquecida con oro, que juntamente con la reliquia de san Quirce que conservsn las religiosas, engastada en teca de plata, nos hablan del gran empeño de nuestros antepasados por mantener el culto de estos santos mártires.

Otros lugares donde hay iglesias o instituciones bajo el amparo de san Quirce y santa Julita Francia y España se han distinguido en fomentar el culto a ambos mártires en sus territorios. También en Roma poseen una iglesia que es sede cardenalicia y en Castilla varios templos cistercienses están bajo su tutela. Además del Real Monasterio de san Quirce y santa Julita de Vallladolid podemos citar los siguientes ejemplos: - Iglesia de san Quirce de Pedret (Barcelona) Se trata de una iglesia de origen mozárabe, en cuyo paramento exterior del arco había unas pinturas que representaban el martirio de san


San Quirce y santa Julita

Quirce y de santa Julita, hoy conservadas en el Museo de Solsona (Lérida). - Iglesia de san Quirce de Durro (Lérida) Se trata de una pequeña ermita románica, un sencillo edificio de una sola nave cubierta con bóveda de cañón, con cabecera absidada y una espadaña a los pies del templo, en cuyo altar había un frontal. Conservado actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, de autor desconocido -aunque se atribuye a un denominado taller de La Seo de Urgell- y realizado probablemente muy a comienzos del siglo XII, este frontal de altar, en pintura al temple sobre tabla y en excelente estado de conservación, narra la historia del martirio de san Quirce y de santa Julita. En el frontal las cuatro escenas laterales nos describen momentos del martirio organizados en cuadrados, a modo de viñetas. El centro de la pieza se reserva para una verdadera almendra mística en la que la habitual imagen de Jesús ha sido sustituida por la madre y el hijo, aureolados de santidad. Las virtudes de su pasión les hacen merecedores de este lugar tan destacado.

Esta institución segoviana tiene como patrón a san Quirce y se encuentra ubicada en lo que antiguamente era la iglesia románica de la misma advocación, una estructura de una nave y ábside del siglo XII, en la que el segundo ábside forma parte del campanario, solución frecuente en el románico segoviano.

BIBLIOGRAFÍA: - Boletín Informativo. Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo, nº. 7, Valladolid, diciembre 1994. - Juan José MARTÍN GONZÁLEZ y Francisco Javier DE LA PLAZA SANTIAGO, Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid. Tomo XIV, parte segunda. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (conventos y seminarios), Valladolid, Diputación de Valladolid, 1987. - Santiago de la VORÁGINE, La leyenda Dorada. Traducción del latín por Fray José Manuel Macías, vol. 1, Madrid, Alianza Editorial, 1982. Manuel Centeno Morillo Oficial del Cabildo de Gobierno Vocal adjunto a Secretaría

- Hospital de Barrantes (Burgos) El hospital de Barrantes, también llamado hospital de san Julián y san Quirce, se fundó por testamento de Jerónimo Pardo, abad de san Quirce. El edificio terminó de construirse en 1645. El canónigo Pedro Barrantes fue su máximo benefactor y administrador del hospital y a él debe su actual nombre. Hoy en día es una residencia de ancianos. - Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (Segovia)

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O

Opiniones El espíritu de las procesiones

F

ue ya hace más de 500 años cuando se fundó la primera cofradía vallisoletana, la Cofradía Penitencial de la Santa Vera-Cruz, que se encargó de organizar las primeras procesiones de Semana Santa, el Jueves Santo, saliendo desde el ya desaparecido convento de San Francisco. Muy pronto las procesiones de la Semana Santa de Valladolid fueron haciéndose famosas y en el siglo XVII algunos visitantes ilustres escribieron sobre las magníficas impresiones que les produjeron.

Las procesiones y los pasos procesionales no dejan de ser escenas que nos recuerdan la historia de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo y del dolor de su Madre, la Santísima Virgen María, y que cada año salen por las calles de la ciudad invitando a la contemplación de su belleza artística y plástica, a la educación catequética-religiosa y, sobre todo, a la oración individual y comunitaria de cofrades y fieles devotos. Después de diversas vicisitudes a lo largo de los siglos, incluida la no celebración de procesiones, en la década de 1920 comenzó a celebrarse, además de la hoy llamada Procesión General del Viernes Santo, un reducido número de procesiones que han derivado en las cerca de 30 de la actualidad. Esta nueva “refundación” de las procesiones nos ha traído recuerdos de las que ya hace unos cinco siglos empezaron a celebrarse por las cofradías de mayor antigüedad. Otras, sin embargo, tienen unas características que se ajustan a los tiempos más recientes en que se inició su celebración a cargo de las cofradías fundadas a partir de la tercera década del siglo XX. La celebración de la primera Procesión del Santo Entierro, en la que participaron las

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cinco cofradías penitenciales del momento portando algunos de sus pasos procesionales, ocurrió hace dos siglos, en 1810, y fue, como queda apuntado, el inicio de una costumbre que en la actualidad mantenemos anualmente: la Procesión General de la Sagrada Pasión, que parte desde la calle de las Angustias en la tarde del Viernes Santo. Esta tan renombrada procesión general, incluso en los primeros años del siglo XX, tenía por costumbre hacer un acto de oración y penitencia por el interior de la catedral; costumbre que tenían las cofradías en sus procesiones propias hace siglos y que algunas de ellas han recuperado. Aunque para muchos las procesiones vallisoletanas se han convertido en “un museo teatralizado en la calle”, caracterizado por la belleza de gran número de sus imágenes y de los conjuntos que forman los pasos, y con un fin que parece ir poco más allá del interés turístico, no somos pocos los que vemos y reclamamos que sea la oración lo que signifique a nuestras procesiones. Es triste comprobar cómo se olvida por parte de las cofradías, más de las deseadas, que nuestro cometido en la calle no es otro que el de “representar” los distintos momentos de la Pasión del Señor, manifestando públicamente nuestra fe, por medio de la penitencia y la intimidad del rezo individual, a la que tienen que ayudarnos esos instantes de recogimiento colectivo en actos y estaciones de oración puntuales. Esos momentos están ausentes en muchas procesiones, que se convierten en poco más que meros “desfiles” -literalmenteprocesionales, para dar a conocer su más o menos rico patrimonio -propio o prestado- y la rígida disciplina -si la hay- de sus cofrades


El espíritu de las procesiones

de filas por unas calles más o menos céntricas, y cuantas más mejor, de nuestra ciudad ¿De cuántas procesiones seríamos capaces de recordar esos momentos de recogimiento y oración en sus estaciones de penitencia? ¿De cuántas, su estación seria y respetuosa ante el

Santísimo en la Catedral, como es habitual en otras ciudades y como lo fue en su día de la nuestra? ¿De cuántas conocemos el verdadero sentido, el significado de su salida a la calle? Yo, sinceramente, recuerdo pocas. El vacío palpable en las procesiones de Valladolid es preocupante

Santisimo Cristo del Perdón. Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor 2010. Foto: Rubén Olmedo Tomillo.

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El espíritu de las procesiones

¿Problema de formación de directivos y cofrades? ¿Problema de no saber qué es, para qué es y qué quiero en una procesión? Son preguntas que quizás deberíamos hacernos..., para encontrar soluciones inmediatas. Y la “gran carrera” en la que se ha convertido la Procesión General, aparte del eslogan tan repetido de “museo en la calle”, motivo de vanagloria ignorante de cofradías y cofrades que sacan patrimonio que ni les es propio ni les mueve a devoción alguna, aparte de una gran repercusión turística y de una no pequeña presunción y significación “política”..., ¿qué aporta como PROCESIÓN?; ¿qué aporta al sentimiento, reflexión e interioridad personal? En la Procesión General hay mucho de superficialidad y casi nada de manifestación pública de fe y de oración, que sería obligatorio recuperar si no queremos que todo se considere, como ya hacen muchos por ignorancia suya y dejadez y falta de concienciación y compromiso nuestros, unos meros días vacacionales más posteriores al carnaval. Afortunadamente en la actualidad arrojan un halo de luz en el túnel las cofradías que,

conjugando responsabilidad, esfuerzo y estética, han recuperado en los últimos años la esencia principal de las procesiones y la cada vez más conocida, necesaria e ineludible labor de caridad y de asistencia a los más desfavorecidos, fines para los que fueron fundadas. Los primigenios objetivos de las cofradías en sus inicios eran ayudar a los cofrades y a todos a recordar la Pasión del Señor; facilitarles la oración al contemplar las procesiones y sus actos, y ocuparse de las personas más necesitadas. Todo lo que sea desviarse de esos objetivos traerá consigo la desvirtuación y consiguiente desaparición de procesiones e incluso de algunas cofradías. De todos nosotros, cofrades con responsabilidad directiva o sin ella, depende el exigir el cumplimiento de los principales objetivos en nuestras propias cofradías y cabildos de gobierno para, entre todos, ayudar a mantenerlos, mejorarlos o conseguirlos. Manuel de la Peña Valverde Vicesecretario-Contador

C/ Pérez Galdós, 1 • Tel. 983 305 572 Pza. Santa Cruz, 1 • Tel. 983 302 842 C/ Zúñiga, 2 • Tel. 983 354 372 C/ Pelícano, 15 • Tel. 983 204 020 Ctra. de Rueda • Tel. 983 221 940 C/ Adolfo Miaja de la Muela • Tel. 983 353 501

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