Psicoanalisis y malestares

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volumen 8, número especial

el curso de su elaboración teórica es imposible hacer caso omiso de una posición del síntoma como signo. Si bien, el estatuto del origen del síntoma ha cambiado desde su inicio en la disciplina médica, la lectura clínica que «todo síntoma es signo» (Foucault, 2012, p. 131). se mantiene. Es pertinente rastrear la noción de signo que Freud comienza, puesto que en ningún punto de su obra lo declara o lo define cabalmente. En adición, es necesario hacer un recorrido de la conformación del síntoma como concepto a lo largo de su obra, pues los encuentros clínicos y las elaboraciones teóricas derivados de los casos que atendió, suponen un cambio en su postura. En «Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad» (1908), Freud enumera en una lista un grupo de definiciones en torno al síntoma: 1. Símbolo mnémico de ciertas impresiones y vivencias (traumáticas) eficaces. 2. Sustituto del retorno asociativo de esas vivencias traumáticas. 3. Expresión de un cumplimiento de deseo. 4. Realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento de deseo. 5. Sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual de la persona (en correspondencia con uno de los componentes de la pulsión sexual). 6. Retorno de una modalidad de la satisfacción sexual que fue real en la vida infantil y desde entonces fue reprimida. 7. Compromiso entre dos mociones pulsionales o afectivas opuestas. 8. El síntoma asume la subrogación de diversas mociones inconscientes no sexuales, pero no puede carecer de un significado sexual. De este modo, registra en condiciones observables al método psicoanalítico los fenómenos psíquicos y ubica un origen del síntoma con relación a una enfermedad. Como ejemplo, en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914), Freud insiste: «El que a la luz de la experiencia adquirida en los últimos veinte años relea aquella historia clínica redactada por Breuer [...] colegirá con facilidad la verdadera interpretación de esa formación de síntoma» (2012e, p. 11). Pese a encontrarse en un

diciembre 2014,

issn 1870 –8196

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lugar distinto en el psicoanálisis al que tradicionalmente se le otorga en medicina, la mirada del clínico objetiva tal síntoma y lleva al estatuto de signo el malestar del paciente, es decir, signa, en pos del saber que oculta, al síntoma. Posteriormente, en la 27ª conferencia (1917), asocia al síntoma con el psicoanalista que se encuentra en su interior en posición particularmente ventajosa, porque es uno mismo el que, en calidad de objeto, está situado en su centro. Todos los síntomas del enfermo han abandonado su significado originario y se han incorporado a un sentido nuevo, que consiste en un vínculo con la trasferencia (Freud, 2011f, p. 404).

Anticipa otra dimensión de la neurosis de transferencia e inaugura una nueva línea del tratamiento psicoanalítico en función de los avatares de la transferencia. Ello constata que el sentido que Freud otorga a ese concepto y aquel que evoca como formación del inconsciente, varía según el contexto (un contexto clínico), mismo que no puede reducirse a una última expresión perteneciente al sentido unívoco. El ejercicio de la clínica psicoanalítica muestra que el invento freudiano (la teoría psicoanalítica y su método clínico) proporciona al síntoma una dimensión que no existía antes de su instauración. Después de Freud, el síntoma para el psicoanálisis, es el síntoma en tanto que posible de ser escuchado. Fabián Schejtman postula que en opinión de Freud «el síntoma comporta un mensaje desconocido —inconsciente— para el sujeto que lo padece» (2006, p. 63). Ese mensaje ignoto, presente en el síntoma, es el que la interpretación analítica busca descubrir. El movimiento crucial hecho por Freud es haber establecido que a ese sentido no puede accederse más que por un proceso que se asemeja en todo al modo en que se descifra un jeroglífico. Tal aproximación parte de las dificultades clínicas con las que se enfrenta, así como de la Medicina de su época.


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