Madreselva

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BIBLIOTECA PUBLICA MUNICIPAL DE ARAUCA RAUL LOYO ROJAS

REVISTA CULTURAL


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Para todos aquellos que se atreven a buscar sus propias palabras, a navegar sin miedo sus propias aguas, a leer los gestos y la naturaleza, y a escuchar esa voz prim铆genia que habita en su coraz贸n.

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CREDITOS:

SEMILLERO DE INVESTIGACIÓN:

Carlos Raúl Suárez Castellanos

Andrés Niño

Alcalde de Arauca

Dumar Yustre

Marceliano Álvarez Walteros

Mayra Jaimes

Secretario de Educación Municipal

Mireya Franco

Ángel María León Aya

Natalia Fuentes

Jefe Oficina de Prensa, Cultura y Turismo

Agradecimientos especiales por su confianza y participación en esta publicación a:

Nelly Mariana Torres Borja

Alain Bermúdez

Directora Biblioteca Pública Municipal

Adiela García Ramírez

Tatiana Muñoz Pardo

Juan David Berrio Londoño

Lic. en español y literatura

Luis Alfonso Burgos

Mayra Alejandra Fuentes

Umberto Amaya

Comunicadora social

Viviana Jaramillo Y a todos aquellos cómplices lectores de la Biblioteca Pública Municipal

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CONTENIDO •

Presentación

Editorial

Madreselva. Historia del Poblamiento de las Comunidades Indígenas de Arauca

Experiencia del Semillero de Investigación con Jóvenes sobre Comunidades Indígenas del Municipio.

APROXIMACIONES o Breve Reporte de un Saqueo o ¿Es posible calidad en la etnoeducación? o Soplos y Rezos Indígenas o Lenguas Nativas del Municipio de Arauca o Mi Vida, Mi Cultura y lo que Soy: Mujeres Indígenas del Municipio de Arauca o Una Aproximación al Arte de la Cacería •

Mitos de origen. Narraciones orales. Entre Cantos y Llantos

Pueblos Indígenas y Explotación Petrolera en Arauca

Literatura: crónicas, cuentos y poemas

Apéndice §

Biblioteca Pública Municipal Raúl Loyo Rojas

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Servicios Básicos Bibliotecarios.

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PRESENTACION Referirse a las bibliotecas, en particular a las públicas y populares, es referirse a un activo espacio socio-cultural de formación de las personas. Las bibliotecas influyen de manera intencional y sistematizada en la construcción social de los individuos, así como en la participación de éstos en los procesos culturales, teniendo en cuenta las necesidades y características propias de la comunidad a la que está asociada. De esta manera, la Biblioteca se convierte en un espacio generador de encuentros entre la comunidad, el conocimiento, la historia local y las diferentes expresiones de la cultura. Bajo este principio, y atendiendo a las directrices de la Ley General de Bibliotecas Públicas, 1379 de 2010, la Administración Municipal, con el apoyo de la Oficina de Prensa y Cultura, puso en marcha en junio del 2010 el programa Biblioteca Viva, partiendo de la baja afluencia de usuarios a las instalaciones de la biblioteca, y el escaso uso de los materiales bibliográficos y audiovisuales disponibles. Programa orientado a entablar lazos entre la comunidad y la biblioteca, ofreciendo a los usuarios otras posibilidades para recrearse y formarse a través del arte, la literatura y el libre acceso a la información. Algunas de ellas, acciones de promoción cultural y de lectura trazadas por el programa Bibliotecas Vivas del Ministerio de Cultura, que busca afianzar los planes de lectura y la oferta cultural de las Bibliotecas Públicas. Otras de iniciativa local como esta revista de carácter cultural que tiene como propósito, por un lado, la reivindicación de los pueblos indígenas del municipio de Arauca, como sujeto colectivo, los cuales tienen derecho a la diferencia: a tener un nombre, una lengua, creencias y formas de vida propias. Y por otro lado, con el fin de fortalecer el servicio de información local de la Biblioteca Pública, la cual cuenta con muy poca información sobre los pueblos indígenas del Municipio. Es bien sabido que las comunidades indígenas del municipio de Arauca se encuentran en grave riesgo por sus condiciones de vida, la marginalización a la que se han visto expuestas, y la ausencia de planes de salvaguardia étnica que garanticen 5


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su subsistencia como pueblos ancestrales de la región. Vemos,

además, con

preocupación que la comunidad araucana sólo conoce de sus ancestros lo que ve en las calles de la ciudad, y apenas si distingue a los diferentes grupos indígenas que existen en la región, a los cuales llaman de manera generalizada y despectiva Guajibos, legitimando así más de quinientos años de opresión. Son diversas las acciones que se han implementado, la gran mayoría permeadas por el abismo de incomprensión que existe entre el sistema de pensamiento indígena y el sistema occidental, y que con gran esfuerzo de recurso humano y financiero las instituciones públicas intentan diluir, tratando de sortear las

necesidades y

características particulares de estos pueblos. Desde la Biblioteca Pública Municipal quisimos hacer nuestro aporte, conscientes de que la identidad y memoria de estos pueblos indígenas, minados por el proceso de aculturización, debe recrearse y seguirse contando. Buscamos así que la Biblioteca Pública pueda mínimamente contar a las personas interesadas, un poco más sobre las tribus indígenas de su región, a través de las palabras e imágenes compartidas en esta revista.

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EDITORIAL

Entre las comunidades indígenas los cantos son, por lo general, para los bailes, y aquellos especiales únicamente para los curanderos. Cantos que evocan la memoria de los pueblos, y recuerda a los nativos el origen de las cosas. Y existen esos otros cantos de la selva como el de los arrendajos que habitan en los árboles más altos, o aquellos cantos que lleva el agua del río Arauca, río milenario cómplice de mil historias que transitan en chalupa por allí. Cantos que recuerdan la herencia silvestre y nómada de la vida de los indígenas araucanos que habitan tanto en las espesas selvas del río Ele y el río Lipa, como en la selva de cemento que compartimos Araucanos y Guajibos en el casco urbano de la capital. Estos que aparecen aquí son sonidos que llegaron a oídos de los que escriben para esta revista. Seres humanos en los que hizo eco ese llamado de la selva y que quisieron a través de sus propias palabras plasmar el potencial creador de estos pueblos que en el marco de la interculturalidad hablan su propia lengua, y tienen sus propios dioses y costumbres. Pueblos con los cuales compartimos un sólo territorio, blancos e indígenas, y que a través de esta publicación queremos reivindicar, con el interés de formar lectores y escritores capaces de abrir los ojos a su entorno natural, de despertar sus instintos humanos bajo el vestido de la ciudad. Con este propósito dejamos a ustedes amables lectores este grito aventurero y salvaje de la palabra que tan sólo quiere refrescar la memoria de la tribu. 7


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LA SALVAJE ESPERANZA Eramos dioses y nos volvieron esclavos. Eramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata. Eramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras. Eramos felices y nos civilizaron. Quién refrescará la memoria de la tribu. Quién revivirá nuestros dioses. Que la salvaje esperanza sea siempre tuya, Querida alma inamansable. Gonzalo Arango

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MADRESELVA HISTORIA DEL POBLAMIENTO DE LAS COMUNIDADES INDIGENAS DE ARAUCA

¿QUIENES SOMOS LOS SIKUANI PLAYEROS? Para hablar del Pueblo Sikuani-Playeros, debemos remitirnos a nuestra procedencia que se desprende de tres grandes familias: Chibchas, Caribes y Arawak. De la gran familia Arawak se desprenden cuatro tribus indígenas así: Los Ticunas, localizados en el Amazonas, Los Piapocos en el bajo Guaviare, Los Wayus o Guajiros en la guajira y nuestros ancestros, los Guahíbos en los Llanos Orientales. El Guahíbo como familia lingüística integra a las comunidades indígenas Guayabero, Kuiba, Jítnu y Sikuani, ubicados en los Llanos Orientales, en los departamentos del Meta, Vichada, Casanare, Arauca y parte de los llanos venezolanos. Al respecto la Investigadora Luz Marina Castro Agudelo describe: “Se piensa que los GuahiboSikuani provienen de una migración que partió de las Guayanas. El extenso territorio de los llanos desde San Martín hasta Santa Rita, y Puerto Carreño en el Orinoco 9


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constituyó el extenso hábitat donde se desarrollaban las actividades de las comunidades Sikuani, que se desplazaban bandas errantes que recorrían la amplia sabana en busca de alimento y sustento” . Según la autora, los Guahibo-Sikuani recorrían un amplio territorio que comprendía los departamentos del Meta, Vichada y Arauca en suelos colombianos y los Estados de Apure y Amazonas. Los Guahibo-Sikuani nos caracterizamos históricamente por vivir nómadamente en zonas aledañas a los ríos y bosques de galería, desarrollando grandes destrezas en el medio natural como la caza (marisca), la pesca y algunos cultivos que sembrábamos mientras nos asentábamos temporalmente. Nuestras comunidades ancestrales, se desplazaban por tres factores el primero para aprovechar los recursos de la zona y cuando estos empezaban a escasear, emprendíamos camino recorriendo así grandes extensiones territoriales marginales de los ríos Meta, Orinoco, Vichada, Guaviare, Casanare y Arauca; sus afluentes como caños y cañadas. Un segundo factor de desplazamiento consistía en huir de las enfermedades, Los Sikuani tenemos la creencia que las enfermedades son castigos del Creador Nakun por faltas cometidas a la misma naturaleza, así lo afirmaba el capitán o autoridad tradicional, que tomaba la decisión de que la comunidad se marchara hacia otro lugar en la gran extensión territorial entre Colombia y Venezuela. Generalmente, las faltas cometidas a la naturaleza o a los mismos miembros de la comunidad, son pagadas con castigos en forma de enfermedades enviadas por los espíritus. Esas enfermedades conllevaban desplazamientos de toda la comunidad que se marchaba del lugar “porque no solo se enferma quien ha causado el daño, sino la misma naturaleza”. El capitán resolvía el caso con el traslado de la comunidad, haciendo una especie de “veda” del lugar, para asentarse en otro lugar del territorio “libre de enfermedad”. Otro desplazamiento territorial de las comunidades era causado por las problemáticas sociales internas entre sus miembros. Generalmente el conflicto se daba entre los hermanos mayores por el acceso a la capitanía, heredada de los padres tras su muerte. Si el conflicto no se resolvía con acuerdos claros de aceptación, la familia extensa o los clanes se dividían y tomaban su propio destino, asentándose en otro lugar del territorio. La manera en que llegamos al departamento de Arauca fue precisamente por un desplazamiento regional desde el departamento del Vichada; en razón a las constantes amenazas que sufríamos por parte de los indígenas Cuibas y Chiricoas. Dado que estas tribus nos perseguían para matarnos y comernos, los Sikuanis debimos abandonar nuestro antiguo territorio y huir hacia las regiones de Tame y Betoyes y costas del río Arauca después de haber desaparecido gran de nuestra 10


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antigua población. Hoy los Sikuani nos hallamos en la margen derecha del río Arauca, que incluyen a las comunidades de Cajaros, Bayoneros, Matecandela, Corocito y La Estrellita, algunos de los cuales tienen parentescos con comunidades indígenas que se encuentran asentadas en el municipio de Tame como los Iguanitos, que se incluyen como comunidad Sikuani y la comunidad de Cananama, ubicada a orillas del Río Casanare en el municipio de Cravo Norte. Los nuevos desplazamientos han sido internos o intermunicipales, por conflictos familiares, por presiones de los colonos o así como de los actores armados del conflicto. A partir de la conquista europea, los pueblos indígenas empezamos a perder espacios valiosos de nuestro territorio, cultura e identidad “La conquista europea trastocó las actividades comerciales alterando los patrones establecidos y los Sikuani fuimos arrinconados poco a poco” . Al punto en que nos encontramos actualmente en territorios mínimos y despoblados de recursos naturales. Nuestra familia Guahibo-Sikuani fue muy numerosa pero por los factores anteriormente expuestos; desde 1940 las continuas colonizaciones sufridas en nuestro territorio por colonos y destruido nuestro hábitat natural, empezamos a sentir gran influencia del idioma castellano, dejando de hablar nuestra lengua y desnudando nuestra cultura; nos disgregamos en grupos menores y territorios independientes. Este proceso entre otras cosas, conllevó a la pérdida de nuestra unidad idiomática y la adopción de diferentes dialectos, adoptando una nueva cultura que hace transición entre lo semi nómada a sedentaria. En 1975, el Gobierno Nacional creó cinco reservas y 17 resguardos aproximadamente en los departamentos de Arauca, Meta, Casanare y Vichada, dando albergue y protección “estable” a nuestras comunidades indígenas. Para mediados de la década de los 80s con la irrupción del petróleo aparecen de igual forma los grupos armados, que han genera hasta nuestros días desplazamiento y pérdida de nuestros territorios. Un claro ejemplo es lo sucedido hace cinco años atrás con nuestra comunidad de Iguanitos que se vio forzada a desplazarse a territorios prestados por el conflicto social que se vive en la zona de su resguardo. ACTUALIDAD TERRITORIAL En la actualidad el pueblo Sikuani-Playeros sentimos la pérdida de nuestra mayor riqueza: el territorio sagrado, derivado de la influencia de los colonos que nos usurparon las tierras y hoy estamos arrinconados en espacios insostenibles, puesto que no nos suministran comida ni seguridad para nuestras comunidades.

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La historia nos permite leer e interpretar que los pueblos se ubican en los territorios que ofrezcan estrategias y fortalezas para el desarrollo de sus quehaceres y en tal sentido el pueblo Sikuani hemos venido ocupando territorios estratégicos para nuestro pueblo y cultura. Pero también es notable que la historia ha sido agresiva con nuestro pueblo; tal como lo muestra el mapa nuestra procedencia más próxima nos permite interpretar que venimos de lo que hoy se conoce como Guyana, pero que la presión colonizadora nos ha desplazado de forma constante por varios territorios hasta llegar al que hoy ocupamos en las sabanas del departamento de Arauca; fragmentando nuestro pueblo, deteriorando nuestra cultura por parte de la cultura mayoritaria. Las comunidades indígenas del departamento de Arauca, hemos sido influenciados por la cultura mayoritaria y hegemónica y de esta hemos recibido excresencias sociales, desalojos y desplazamientos. El pueblo Guahibo Sikuani ha sobrevivido a tres grandes procesos de extinción que diezmaron en gran número a sus miembros. El primer proceso estuvo dado en las “guajibiadas” o caza de indígenas por parte de los últimos colonos que llegaron a usurpar nuestro territorio, acabando con los ancianos y con ellos, muchos de nuestros saberes culturales. También fueron presa fácil las mujeres y los niños, víctimas de masacres, sufriendo lo indecible bajo la persecución del hombre blanco. El segundo proceso de extinción fue dado por la colonización, con su avance implacable en el corto plazo y sin planificación alguna, desconociendo el manejo de ecosistemas. Advenedizos que depredaron y erosionaron nuestro territorio al punto de devastarlo casi en su totalidad. El tercer proceso de extinción está dado por la extracción legal, dada la irracionalidad de las leyes colombianas al servicio de las multinacionales que saquean la sangre de nuestra madre tierra. La agresión constante y muy fuerte de las industrias extractivas como la industria petrolera, que ha convertido nuestro hábitat en zona de exclusión, marginándonos del espacio físico y contaminando el medio ambiente. Los pocos indígenas que sobrevivimos a estos tres grandes monstruos destructores, nos dispersamos territorialmente. Con la pérdida de nuestras tradiciones culturales empezamos a tener problemas internos de gobernabilidad traducidos en conflictos entre hermanos por heredar poder. Dónde estamos? Aunque resulte duro expresarlo; estamos en territorios que no son los nuestros. Los antiguos territorios nos permitían ser libres, en contacto con la naturaleza y con nuestros dioses; nos ofrecían seguridad. En la actualidad estamos en territorios superpuestos por la cultura mayoritaria, dónde nos estigmatizan, degradan y asignan términos peyorativos.

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Por todo lo anterior, la territorialidad es uno de los ejes conceptuales de la plataforma de reivindicaciones del pueblo indígena Sikuani, no únicamente en condiciones de derecho colectivo indispensable sino como una verdadera dimensión existencial para nuestro pueblo. El tratamiento jurídico reviste, de una importancia determinante para el ejercicio del resto de los derechos que como pueblo Sikuani increpamos. Sin embargo constituye uno de los puntos más conflictivos en el intento de compatibilizar interculturalmente los conceptos jurídicos occidentales que orientan al Estado colombiano con una descripción real, y por lo tanto razonablemente justa, de lo que el territorio significa para el normal desenvolvimiento en términos prácticos de nuestra identidad cultural. FRAGMENTO TOMADO DEL PLAN DE VIDA SOBRE COMUNIDADES SIKUANI DEL DEPARTAMENTO DE ARAUCA. GOBERNACION DE ARAUCA. 2011

Fuente: SIGAC, Mapa Resguardos Indígenas del Departamento de Arauca

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QUIÉNES SOMOS LOS JÍTNU?

Somos indígenas hablantes de la lengua Jítnu, habitamos parte del territorio ancestral por el cual nuestros antepasados se movían de manera libre y cíclica. Nos acercamos a ser una etnia compuesta por 600 integrantes, conservamos muchas de las costumbres de nuestros antepasados: un sistema de pensamiento, artes y oficios tradicionales. Nuestro idioma hace parte de la familia lingüística guahibo, pero rechazamos este apelativo porque en los Llanos Orientales se ha empleado para referirse en ocasiones de manera despectiva, prejuiciosa e indeterminada a los indígenas de la región. El proceso de sedentarización al que hemos sido inducidos en las últimas décadas ha generado cambios en parámetros culturales y de subsistencia, pese a ello, seguimos siendo indígenas. EL NACIMIENTO PARA LOS JÍTNU Las Jítnu tenemos nuestros hijos lejos de los asentamientos, en casas construidas especialmente para estas labores. Cuando llega el momento del nacimiento las 14


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mujeres se retiran a las labores de parto, acompañadas si es la primera vez o si el alumbramiento es difícil. De rodillas tienen los niños sobre una estera o en hojas de plátano dispuestas en el suelo, nadie, especialmente los hombres, puede ver o tocar al niño durante este momento, el incumplimiento puede ser causa de enfermedad para el recién nacido o sus padres. El nuevo Jítnu debe ser bañado con agua fría después de cortar el cordón umbilical con una astilla de caña brava (gynerium sagittatum). El ombligo nunca se liga, pero es lavado varias veces con agua hirviendo, sobre él se deposita ceniza del fogón. Luego de un tiempo, la mujer regresa a las viviendas con su hijo. En el periodo de lactancia y los primeros días de vida, el padre y la madre tienen restricciones alimenticias. Madre e hijo suelen dormir en la misma hamaca hasta que este camine. Entre nosotros hay por nacimiento dos clases de seres humanos, los yakuénü y los mítsenü que con el tiempo, estricta formación y dominio del alucinógeno yopo (Anadenanhera peregrina) se convertirán en médicos tradicionales. Los primeros sólo podrán tener un alma, piuiktuknát, excepcionalmente también podrán hacer viajes espirituales a través del consumo del yopo, pero estos serán muy cortos por las tierras más cercanas, según nuestra cosmovisión (como mostraremos más abajo). En cambio mítsenü pueden tener varias almas, a medida que procrean; cada hijo es un alma para el padre y la madre. La edad y el linaje familiar no lo son todo, el designio del dios Nakuanü es requisito para ello, por tanto una familia puede tener varios mítsenü. Todos, tanto los hombres como las mujeres, a través del yopo pueden soplar y espantar males pasajeros, pero únicamente los hombres mítsenü que con disciplina cumplan las estrictas dietas alimenticias y restricciones sexuales, podrán conseguir el domino del yopo y de sus almas, con ello podrán desarrollar el potencial innato de tener la vista dura o luminosa. Podrán ser entonces un mítsenüitphútitpenek y constituirse así en un nakobiút temible, que podrá no solamente curar enfermedades graves, sino también producirlas. Su vista especial le permite ver a través del cuerpo de los enfermos, los elementos extraños en que se materializa las enfermedades para así poder extraerlos. Podrá hacer también lo que la sociedad mayoritaria llamaría brujería, un nakobiút puede, además, viajar a la tierra del sol para robarle los Kuláil o flechas malignas, que introduciéndolas por medio espiritual en el cuerpo de una persona la pueden enfermar o matar. Algunos también pueden predecir eventos futuros, encontrar objetos perdidos y pedir favores a los truenos o yuwáu. Reconocemos en él a nuestro máximo guía espiritual y político. A través de los años la forma como se organiza social y políticamente nuestro pueblo se ha modificado. La autoridad de nuestros mítsenü está debilitándose por distintas causas, los embrujamientos entre médicos tradicionales, los problemas de inseguridad alimentaria, algún caso de mina antipersonal y las enfermedades para las que no 15


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están preparados son ejemplos de ellas, sumado a lo anterior, encontramos desinterés por parte de los jóvenes para seguir la formación estricta necesaria para ser mítsenü. Todos estos elementos contribuyen, en gran medida, al debilitamiento cultural y la gobernabilidad. ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA Actualmente, en el sistema de gobierno confluyen tres tradiciones diferentes, la más antigua la del mítsenü, las más recientes la figura del cacique y el cabildo. Como vimos, desde tiempos ancestrales la figura sobre la cual recae la organización social y política de nuestro pueblo es en el mítsenü, la forma de control social que ejercía sobre la comunidad no solo le daba la facultad de liderar, sino de castigar a nivel espiritual o lo que el hombre blanco llamaría brujería. En el contacto con la sociedad mayoritaria ha sido equiparado a un cacique. Actualmente existe el cacique mayor (por lo general el de mayor edad y conocimiento), el cacique menor y el capitán. El cacique menor es quien está en el proceso de preparación para cacique mayor y el capitán es quien resuelve los conflictos sociales y organiza el trabajo comunitario. Sin embargo, esta figura está debilitada en la actualidad. También existe la figura del cabildo compuesta por el gobernador, el secretario, el fiscal, el tesorero y el vocal. El gobernador es quien maneja las relaciones con las instancias gubernamentales y otras instituciones.

Polvo de yopo COSMOVISIÓN

Shirwi, instrumento de hueso de gabán para el consumo de yopo

Entender nuestro modo de vida requiere comprender cómo los Jítnu vemos el universo. Para los Jítnu existen varias tierras planas superpuestas. En la que vivimos (los seres humanos) es una, arriba y debajo de ella existen otras, en ella también habitan seres poderosos. A continuación se gráfica parte del universo Jitnü. Gráfico 3. Deidades del pueblo Jitnü Panibenü (relampago): es el dueño de este mundo. Ot (finfin): dueño de este mundo. 16


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Wuakabat: dueño de este mundo. Homet: dueño de este mundo, también habita la serpiente jom. Nakuanü: dueño de este mundo, habita tambiénRey (su hijo) Nuestra tierra, también habitan Tsetseri, Romenü, Tchimulet y Nakuanü. Yabicok Marat Tsetseri, Romenü y Tchimulet habitan esta tierra, Nakuanü, pese a ser dueño de una tierra, habita este mundo. A continuación presentamos algunos de nuestros dioses, héroes míticos y su historia: Tserseri: inundó todo el mundo en respuesta a Rey después de que este quemara la tierra. Los dos convinieron hacer las paces y desde ese momento las leyes se respetaron. Es amigo de Tchimulet, ambos ayudan a los humanos. Homet: es el sol y la luna, también es dueño de la segunda tierra. El sol posee unas flechas malignas que en ocasiones son robadas por los médicos tradicionales para brujería. Jakü: esposa de Nakuanü. Jom: es una especie de serpiente que ataca a los médicos tradicionales, se encuentra en el mundo de Homet. Marat: es el papá de los otros dioses, hizo la tierra y dio el poder a sus hijos. Es dueño de una tierra por debajo de la que habitamos. Nakuanü: hizo los animales y con ellos el hombre. Dueño de la primera tierra. Es dueño del yopo, la haya y la marihuana. Dio el pene a los hombres y les enseño a hacer el amor porque los Jítnu no sabían Ot: dueño de la cuarta tierra. Es llamado también finfin. Panibenü: es enemigo de Nakuanü, tiene corriente, no se deja tocar por nadie. También hace perder la vida a los médicos tradicionales. Es dueño de la quinta tierra. 17


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Rey: es hijo de Nakuanü, pero a Nakuanüno le gusta que le diga papá, por eso tiene que llamarlo tío. Fue el que inundó la tierra. Romenü: crea y exparse las enfermedades. Tchimulet: hizo el alimento, las plantas cuando Nakuanü engañaba a la humanidad diciéndole que le iba a dar comida y no le daba. Por esta razón se convirtieron en enemigos. Yabicok: es el dueño de los animales, se relaciona con la dueña o madre de los marranos. Es dueño de una tierra por debajo a la que habitamos. Wuakabat: es enemigo de Jom, cuando esta ataca a los médicos tradicionales este los defiende, salta sobre la serpiente para que no se pierda el médico tradicional. Dueño de la tercera tierra. Fuente: Plan de Vida Jitnü – 2011.

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SEMILLERO DE INVESTIGACION SOBRE COMUNIDADES INDIGENAS DEL MUNICIPIO DE ARAUCA.

Una de las funciones de las Bibliotecas Públicas es servir a la comunidad que pertenece como centro de información local a través de una colección regional que puede constituir desde mapas, recetarios típicos hasta fotografías. Esto hace de la biblioteca un lugar de encuentro para vincularse con la cultura y los saberes. Así habitantes de una comunidad pueden acceder, de manera gratuita y democrática, a un referente escrito o visual que los oriente y los sitúe frente a las características y potenciales de la región que residen. Los ciudadanos araucanos que asisten a su Biblioteca Pública van a encontrar allí, por ejemplo, una colección regional valiosa, textos literarios e informativos muestra de la producción cultural del municipio, entre los cuales cabe destacar un libro, patrimonio bibliográfico local, único ejemplar con el que cuenta la Biblioteca Municipal: Las Guajibiadas, novela de la escritora araucana Silvia Aponte. Texto en el que la autora hace un recuento de esa práctica de cacería de indios, que da título al libro, y que desde el siglo pasado es empleada por algunos colonos blancos para usurpar territorios indígenas. 19


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Este y otras muestras visuales como el Calendario Agrícola Sikuani o Los Oficios Humildes: video del proyecto de fortalecimiento educativo y cultural de la etnia Sikuani del resguardo Matecandela, son de los pocos textos escritos y/o visuales de la Biblioteca Pública de Arauca que pueden dar una idea al lector común sobre las comunidades indígenas del municipio, más allá de lo que lo se ve en las calles de la ciudad. Con esta perspectiva de brindar información a la comunidad araucana, en general, sobre la conformación, tradición, y condiciones sociales o culturales de las comunidades indígenas del Municipio, nació el interés por formar un semillero de investigación o grupo de estudio con jóvenes blancos e iniciar un proyecto editorial, además del proceso de sensibilización implícito que conlleva la iniciativa. El objetivo del semillero era, por un lado, concientizar a estos jóvenes sobre la situación actual de los indígenas guajibos de Arauca, desarrollar en ellos habilidades para la investigación y darlo a conocer a través de textos escritos. De esta manera, se constituyó el grupo con jóvenes estudiantes de la Unidad Educativa Francisco José de Caldas, animados por el maestro Alain Bermúdez, con quienes vivimos la experiencia en estos últimos meses, cuatro horas a la semana, de abordar una temática particular sobre algunas comunidades de la región específicamente los Sikuani Playeros y los Jítnu pertenecientes a la familia lingüística Guajiba. Las sesiones de trabajo fueron desde lectura de crónicas indígenas, entrevistas a algunos líderes y promotores de salud de una comunidad, hasta visitas a uno de los resguardos más cercanos para entregar ropa y contar historias a los más pequeños, así como recorridos por el malecón para dialogar con ellos. Todo orientado por un ejercicio investigativo, incipiente, que incluyó trabajo de campo, lecturas, y reescritura de la información recolectada, además del análisis de la misma. Se esperaba que los jóvenes formularan sus propias preguntas, y surgiera en ellos un interés por entender un poco más sobre la cosmovisión de los indígenas de su región, y esas características étnicas que los hace diferentes a nosotros. Propósito que se logró en la medida en que se hizo un acercamiento, inicial, removiendo la información que encontramos, gracias a algunas de las personas que trabajan en terreno con ellos, generando diálogo e hipótesis sobre las condiciones de pobreza y abandono que viven los indígenas, y tratando de reorganizar esas ideas en textos escritos que aunque costaron mucho trabajo para ser escritos, son la evidencia de la aventura de la palabra. Aunque no contamos con la orientación del Instituto de Estudios de la Orinoquía de la Universidad Nacional, cuyas puertas tocamos, o con el acompañamiento de un grupo de profesionales interesados en compartir su experiencia de trabajo con los indígenas del municipio, y servir a la vez como traductores entre esa vida seminómada y cazadora, y esa otra gregaria y capitalista del mundo occidental, deseamos 20


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para el otro año dar continuidad a esta propuesta, y aprovechamos, asimismo, para invitar a estas personas a que narren sus propias historias de viaje, más allá del lenguaje técnico o discurso académico que están acostumbrados a utilizar en los informes o caracterizaciones, y las compartan con la Biblioteca Pública de la misma manera que esos textos investigativos que muchas veces quedan archivados en los anaqueles del olvido.

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ENSAYOS

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BREVE REPORTE DE UN SAQUEO Por Tatiana Muñoz Poco nos ha enseñado la historia de las concepciones religiosas de los indígenas frente a la Madre Tierra. De hecho no sabemos muy bien cómo fue realmente el exterminio de los primeros pobladores y grupos indígenas que habitaron el extenso territorio de nuestro país. Del descubrimiento de América, por su parte, siempre hemos escuchado de los colonizadores alabar la “noble misión” de la Reina Isabel, protegida por el vaticano, de salvar millones de almas, sin que a bordo de las naves hubiera sacerdote alguno. Mientras que los verdaderos intereses de lo que fue el descubrimiento de América, una hazaña de marinos y mercaderes de los puertos del Mediterráneo, fuera velar por los deseos del utilitarista rey Fernando de ampliar su territorio y sacar a España de la crisis en la que se encontraba. Lo cierto es que los españoles dejaron su huella inquebrantable, tanto en el accionar, como en las prácticas culturales y religiosas de los aborígenes, en su deseo de expandir la fe católica, de quebrantar su cosmovisión y de apropiarse de sus riquezas. Para los nativos de América la divinidad se manifestaba en los prodigios y belleza de la naturaleza. Así, su pensamiento religioso, netamente politeísta, los incitaba a proteger, respetar y valorar su entorno natural, a adorar a la luna y al sol en rituales plenos de simbolismo y color, a sacralizar los objetos cerámicos y ornamentales elaborados por sus propias manos e incorporados a su vida cotidiana. Al igual que sus riquezas naturales, y culturales, la pluralidad de lenguas indígenas variaba en esplendor sonoro. Los sacerdotes que llegaron a América con el fin de evangelizar a los nativos se encontrarían con estas dos grandes limitantes: diversidad de lenguas y de dioses. En esta labor de instaurar una sola república con un solo nombre, un solo dios y una sola lengua los españoles tardarían casi un siglo. Sin embargo, la fuerza demográfica del mestizaje había reducido ya el número de indígenas de tres millones a trece mil al finalizar el S.XVIII, así como fueron desapareciendo también sus costumbres, su conexión con la naturaleza, sus creencias y sus lenguas. Pasó mucho tiempo antes de que los padres de la iglesia lograran predicar el dogma sin ayuda de un traductor indígena que muchas veces tergiversaba el mensaje burlando al sacerdote, manifestando así su resistencia a la evangelización. Éramos ricos, vivíamos como iguales entre las diferencias. El sentimiento de lo sagrado se expresaba en todos los actos de la vida cotidiana. No conocíamos la culpa

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ni la vergüenza, nacer era un don divino, no una marca de pecado. Bachué y Bochica eran nuestros padres y nada conocíamos de la manzana, la culpa y la tentación. A pesar del yugo español, aún viven nuestros dioses, y los hijos de la tierra aún son dueños de su territorio. Doscientos años después, tras conmemorar el Bicentenario de nuestra –supuesta- Independencia, y al rememorar nuestros antepasados, nuestros valores espirituales y culturales, nos invade un sentimiento de nostalgia por aquellos Quintín Lame, Tupac Amarú, Inocencio Chincá que, reclamando su lugar en el mundo, soñaron con una patria para todos, igualitaria y digna que, aún hoy, tenemos la obligación de reclamar y seguir forjando.

Pedro Alcántara El martirio agiganta a los hombres raíz 1966 Tinta china sobre papel fijado en madera 180 x 159 cm Museo de Arte Moderno La tertulia Cali.

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¿ES POSIBLE CALIDAD EN LA ETNOEDUCACIÓN? Por: Adiela García Ramírez Lic. Ciencias social y filosofía y letras.Esp. En pedagogía para la docencia Universitaria

La comunidad indígena donde se encuentra nuestra escuela sede principal del CEIN SIKUANY PLAYEROS, está ubicada en la vereda Barrancones, en el resguardo Matecandela. Sus habitantes presentan una problemática social extremadamente marcada, en aspectos tales como: alcoholismo, dejación, y pobreza, ausencia de valores (responsabilidad, respeto), una inadecuada formación en aspectos tales como el trabajo y el manejo de autoridad. Este fenómeno repercute directamente en los modos de vida de sus habitantes, y por ende en los comportamientos que estos asumen frente a nuevas dinámicas de vida como es el caso de la Escuela. La escuela, se pinta como una esperanza transformadora, se sueña en la formación de sus habitantes y se construye sobre una realidad social, y es esta ultima la que precisamente se convierte en talón de Aquiles, pues se encuentra perdida en una divagación de posibles alternativas que abran el espacio para la cual fue creada. Y es que perdidos andan los maestros, los alumnos, y hasta las directivas; perdidos en un sin fin de propuestas que permitan crear estos nuevos constructos de vida; miles de interrogantes bañan las discusiones que se tejen a su alrededor. Lo que pretendemos es llevar una educación con calidad, una educación para la vida, pero ¿cómo se construye este tipo de educación?, ¿quiénes tienen la responsabilidad de que esta sea una realidad?, ¿cómo comprometer a una comunidad que socialmente nunca se ha asumido en estos roles?, ¿cómo propender por una educación intercultural, donde no se vea amenazado el patrimonio cultural, que tienen estos grupos?, Y aún peor ¿qué tipo de cultura es la que se está protegiendo?, ¿qué en verdad es cultural? Acaso el problema de alcoholismo, dejación, irresponsabilidad, autoridad, compromiso para con el trabajo es cultural?. O está llamada la escuela a construir en ellos estos valores que buscan dignificar la vida de los hombres, ¿atenta entonces la escuela contra los principios connaturales de vida de nuestros indígenas?, Y si es así entonces ¿está sobrando la escuela en algunas comunidades indígenas?, ¿O sencillamente cuál es la escuela que se quiere construir al interior de estas comunidades?. Podríamos seguir divagando y tal vez nos perderíamos en los tantos interrogantes que en muchas ocasiones nos sobresaltan, cuando nos encontramos frente a los tantos fracasos que nos muestran nuestras rutinas escolares. Por eso, hoy por hoy, hacemos un pare y aprovechamos un espacio para poner en conocimiento una problemática que agobia a la educación indígena de la escuela Matecandela, para compartir con ustedes estos interrogantes y para buscar en

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conjunto una posible solución que nos permita llevar a cabo la labor para la que se nos llamó, que no es otra que contribuir en la formación de seres humanos, con igualdad social, que hasta hoy han permanecido dentro de las minorías. Y cuando digo minorías no sólo me refiero a lo que representan como grupo social humano, sino también a esas que nos limitan en oportunidades frente a una sociedad que avasalla en ciencia y tecnología, a una sociedad que corre a velocidades fantásticas y crea día a día nuevas formas de comunicación, donde estas comunidades quieran, o no se involucran, con las limitaciones que su educación le permite. La escuela entonces está llamada a ayudarles en este proceso de acomodamiento social, sobretodo para el caso de nuestra comunidad, que se encuentra ubicada a pocos minutos del casco urbano, y que por tanto hace que estos la visiten a diario y se impregnen hasta de sus vicios. Entonces, es necesario que los profesores que asumen el reto de la formación de estas comunidades tengan un perfil especial, que les permita desenvolverse en sus labores y en la comunidad, con la propiedad y el profesionalismo que se requiere para esta tarea, ¿pero como sería el perfil de un etnoeducador, que colme las expectativas que se plantean? Podríamos empezar por señalar que es necesario que tenga el amor suficiente por su profesión, una vocación a toda prueba, pero como esto no es suficiente para garantizar la calidad que se requiere, entonces nuestro maestro debe manejar unos conocimientos claros tanto en los ámbitos conceptuales como pedagógicos. Es decir que debe entender que el proceso metodológico es de vital importancia en la formación de saberes. Y esta metodología abierta e investigativa, debe ser conocida por toda la comunidad y sobre todo entendida por los padres de familia, quienes están acostumbrados a ver las rutinas occidentales, donde en algunos casos los cuadernos y las tareas son el principal valuarte de la pedagogía. “Decía el señor David, líder comunitario, en una conversación, que lo que no le gustaba de la escuela indígena era que los niños no escribían casi nada, que los días se pasaban y los cuadernos no se llenaban, que no dejaban tareas, que no había disciplina, horarios, como en la escuela blanca”. Ahora la pregunta es por que sucede este fenómeno, y la respuesta a este inquietud de nuestro líder es vital en las posibles soluciones al problema que se nos presenta (calidad en la educación). Si la respuesta es pereza de los maestros, falta de planeación, desconocimientos de las temáticas, una propuesta curricular sin piso, donde se habla de etno.educación, y se traspasan algunos pocos temas que ya vienen reformulados por la escuela occidental, y que está diseñada para una educación masificadora, entonces sí que estamos en un verdadero problema. Pero si la respuesta es que nuestra escuela está inscrita en una corriente renovadora y constructivista, donde el aprendizaje está en los laboratorios de la 26


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naturaleza y de la vida misma, donde cada día el niño adquiere nuevos conocimientos en una rutina libre, donde un paseo campal se convierte en el mejor instrumento pedagógico, donde el maestro ha intencionado un saber especial, y donde el niño ha desarrollado y potenciado un aprendizaje, podríamos decir que estaríamos salvos. Pero cómo saber cuál es la respuesta verdadera a este interrogante, que nuestra escuela se hace, y encontramos como respuesta la primera alternativa. Es decir, que nuestros maestros están atravesando por una etapa de confusión e inestabilidad pedagógica, fenómeno este que se da principalmente por el bajo nivel de formación que tienen nuestros educadores. Por tanto, se hace necesario crear los espacios que fortalezcan esta debilidad a través de talleres pedagógicos y conceptuales, que les ayuden a entender el proceso y les desarrolle las habilidades que necesitan para llevarlo a cabo. Una vez solucionada esta problemática podría continuar dando respuesta a otros interrogantes que ayuden a hace de la escuela el fin para la cual fue creada “educar para la vida”. Concluyendo, si queremos una educación con calidad debemos formar docentes con calidad.

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SOPLOS Y REZOS INDIGENAS Por: Degnis Mireya Franco

En las prácticas de las comunidades indígenas existe una de gran importancia que ha llamado mi atención y que me interesa compartir con ustedes, amables lectores, a través del siguiente artículo: LA MEDICINA TRADICIONAL. De esta manera, intentaré abordar el estado actual de esta práctica, y plantear las relaciones existentes entre la MEDICINA OCCIDENTAL y la MEDICINA TRADICIONAL INDIGENA. Sabemos que con el pasar del tiempo esta práctica ha ido decayendo al interior de estos grupos étnicos; debido a esto, en los últimos años se han observado mayores índices de personas indígenas que acuden a los centros de salud, dejando a un lado la medicina tradicional. Es decir, de una u otra manera, olvidando sus saberes médicos. En primer lugar, cabe resaltar que la medicina tradicional es un elemento básico de afirmación que constituye un pueblo indígena. No existe un grupo étnico que no haya desarrollado algún sistema de medicina, es decir un sistema ideológico de medicina acerca de la vida y la muerte, la salud y enfermedad, y lo más concreto sobre las causas de las afecciones, la manera de reconocerlas y diagnosticarlas, a través del conocimiento y uso de las plantas medicinales. La medicina tradicional como práctica de atención a la salud se enseña exclusivamente por sabedores tradicionales (el cacique) reconocidos por sus comunidades, los cuales cuentan con sus propios métodos de diagnóstico y tratamiento, además de sus elementos terapéuticos como son: las plantas medicinales, animales, minerales y el rezo. Las mujeres son portadoras, también, de este conocimiento aunque no están autorizadas para tratar a los enfermos. En diálogo con algunos indígenas para obtener más conocimiento acerca de la medicina tradicional, uno de ellos, promotor de salud de la comunidad Jítnu, nos 28


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comentaba que al interior de la comunidad, aún se conserva la práctica de la medicina tradicional. Todos tienen conocimiento de la medicina, pero quien trata a una persona enferma es el cacique, ya que es la persona indicada para realizar el rezo que consiste en sobar al enfermo con la planta adecuada para la enfermedad. También, pudimos conocer de boca de ellos que las principales enfermedades que los afectan son: la gripa, la tuberculosis, rasquiña y hongos, y por las características selváticas del lugar donde habitan también son víctimas con frecuencia de la mordedura de culebras como las cuatro narices, entre otras. Además, nos comentaban que el ají y el chimú son algunos de los medicamentos más frecuentes que ellos utilizan para curar y prevenir algunas enfermedades, entre ellas la gripa o las mordeduras de animales. Se sabe, igualmente, que algunos de los nacimientos se hacen ahora en el hospital de Arauca, debido a las complicaciones que muchas veces tienen los embarazos de estas mujeres indígenas, sobretodo en el caso de los Sikuani Playeros. Mientras antiguamente, eran ellas mismas, aisladas de su comunidad en algún bohío, las encargadas de parir sin la ayuda de nadie. En la comunidad indígena Sikuani, por su parte, se sabe que es usada la medicina tradicional; los conocimientos son manejados por los abuelos, quienes los curan de fiebres, gripes, descuajaduras, mal de ojo, diarrea, nacidos o chichones. Algunas plantas medicinales se cultivan y otras se producen en el medio. También se usa la miel de abejas y sus derivados, aceites de güío, tonina, raya, para problemas respiratorios y terapias. Así, analizando las características de la medicina occidental y la medicina tradicional indígena nos podemos dar cuenta que en muchos casos los blancos desmeritamos la medicina indígena y no le damos gran importancia, pues pensamos que con nuestros médicos occidentales nos podemos curar, sin darnos cuenta de que la gran multitud de médicos de la medicina occidental que existen hoy en día, sólo saben tratar con el mismo medicamento. Como si todas las personas padeciéramos de una misma enfermedad Cuando asistimos a un centro de salud y analizamos un poco o simplemente le preguntamos a los amigos (as) vecinos (as) cuando utilizan el servicio ¿Qué le formularon? encontramos algo curioso y es de que a todas las personas le recetan lo mismo (acetaminofén, diclofenaco. Ibuprofeno, metocarbamol. Entre otros medicamentos muy conocidos) y que muchas veces no hacen efecto en la enfermedad en la que se padece. Pero existe algo mas curioso aun y es que a la hora de uno estar en el consultorio le pregunta le pregunta al doctor por lo que tiene y nunca saben decir con precisión cual es la enfermedad. De esta manera, podemos concluir que la sociedad mayoritaria tiene menos fe en el poder curativo de las plantas, practicado ancestralmente por los indígenas, que en la 29


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medicina moderna, la cual está controlada por las industrias farmacéuticas. Y, por otro lado, vemos que la medicina tradicional cada día está perdiendo más su poder curativo, ya que no hay sistemas de enseñanza para transmitir este conocimiento tradicional. Por su parte, la espiritualidad de algunas mujeres Mítsenü (sabedoras) y su conocimiento en medicina tradicional puede ser fortalecida a través de la formación de líderes en otros grupos étnicos de la misma familia lingüística que tengan las costumbres más arraigadas, además en las mismas comunidades debe fomentarse en los jóvenes investigación del conocimiento local con las personas mayores de la comunidad. Sin embargo, somos conscientes también de que en algunos casos la medicina tradicional no es suficiente para la curación de ciertas enfermedades que los indígenas contraen por las condiciones de vida a las que están expuestos. Por eso se ven obligados a acudir a la medicina occidental. Esto nos deja como enseñanza lo importante que es rescatar parte de estos saberes médicos que se han perdido, bien sea a través de la implementación de un herbario de plantas medicinales con los jóvenes indígenas o un álbum de imágenes de plantas y sus cualidades. Estas estrategias educativas con el fin de que los actuales promotores de salud, más allá de gestionar recursos ante las administraciones locales, sean los encargados de transmitir ese conocimiento ancestral, y así formar a aquellos que serán el relevo generacional de los actuales líderes y promotores. Espero así contribuir a la memoria ancestral de estas comunidades y sensibilizar a la comunidad araucana sobre los valiosos conocimientos que tienen estas comunidades sobre la naturaleza y sus propiedades médicas.

BIBLIOGRAFIA •

http://www.docentes.unal.edu.co/grnemogas/docs/13_Jamioy_pr.pdf

De la magia primitiva a la medicina moderna (libro de Roy Pérez Tamaya)

• Caracterización etnográfica de la comunidad indígenas Sikuani playeros resguardo Matecandela. Viviana Jaramillo (antropóloga)

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DEGNIS MIREYA FRANCO RODRIGUEZ

Nacida en San José de Cravo Norte-Arauca el 21 de diciembre de 1992. Hija de Arnoldo Franco Navarro y Gilma Rodríguez. Los primeros años de su vida los pasó en el campo con sus padres y sus hermanos (as) dedicados a la agricultura y la ganadería. Inició a estudiar en una escuela de la vereda en la que vivía, donde cursó sus primeros años de estudio. Cuando tenía trece años sus padres decidieron traerla a Arauca para continuar sus estudios. Actualmente estudia en el colegio Francisco José de Caldas, donde se destaca como una de las mejores alumnas de su salón. Hizo parte de este semillero interesada en conocer más sobre las comunidades indígenas de su municipio y sus saberes sobre la medicina tradicional, así como adquirir habilidades para la investigación.

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LENGUAS NATIVAS DE ARAUCA Por: Dumar Yustre

Para gran parte de los habitantes del territorio colombiano las lenguas indígenas carecen de sentido, pues ven con ignorancia que estas lenguas no tienen un uso común en el contexto social y cultural en el que ellos se desenvuelven cotidianamente. Igualmente, al interior de las comunidades indígenas el conocimiento de su lengua se ha ido disminuyendo y, por la misma razón, el número de hablantes. En este sentido, el objetivo del siguiente texto es reflexionar sobre la situación actual de las lenguas indígenas del municipio de Arauca. Es mi interés resaltar la importancia de estas lenguas como medida de resistencia cultural frente a los procesos de colonización que han sufrido los pueblos indígenas de los llanos orientales, así como las condiciones que han generado su posible riesgo de extinción. En primer lugar, cabe resaltar que en Colombia existen 73 lenguas indígenas, en general, de las cuales 65 se pueden reagrupar en 12 familias lingüísticas y 10 como lenguas aisladas. Gran parte de estas lenguas se encuentran potencialmente en riesgo de extinción debido al conflicto social y político que han vivido por varios siglos estos pueblos. En contacto permanente con el español como lengua predominante o de 32


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poder, esta se impone sobre las lenguas nativas, y así se han ido vulnerado los derechos de sus hablantes. Ante esta realidad, el estado colombiano decretó la LEY 1381 DE 2010, la cual consiste y tiene como objeto “garantizar el reconocimiento, la protección y el desarrollo de los derechos lingüísticos, individuales y colectivos de los grupos étnicos con tradición lingüística propia, así como la promoción del uso y desarrollo de sus lenguas que se llamarán de aquí en adelante lenguas nativas”. Sin embargo, puede decirse que falta mucho para que esta ley tenga una aplicación en la vida real. Pasando del papel a la práctica, por ejemplo en casos de participación política en los que los pueblos indígenas requieren de un traductor en su lengua. Derecho que muchas veces es vulnerado por las mismas instituciones públicas. Por su parte, en el marco territorial del municipio de Arauca existen dos lenguas nativas, a las cuales vamos a hacer referencia. Lenguas pertenecientes a la familia lingüística guahiba: la lengua Sikuani, de la tribu de los Sikuani Gaviota Playeros asentados originariamente en las orillas del río Arauca, y la lengua Jitnü, pueblo que habita en las espesas selvas del río Ele y el río Lipa. La lengua nativa Jitnü cuenta aproximadamente con 600 hablantes, mientras que en la lengua sikuani existen casi 300 hablantes. En relación con la lengua de los Sikuani Playeros, el último plan de vida hecho en conjunto con ellos, hace referencia a la gran influencia que han sentido del idioma castellano, dejando de hablar su lengua propia y desnudando su cultura; lo cual los llevo a disgregarse en grupos menores y territorios independientes. “Este proceso entre otras cosas, conllevó a la pérdida de su unidad idiomática y la adopción de diferentes dialectos, adoptando una nueva cultura que hace transición entre lo seminómada a sedentaria”. (Plan de vida Comunidad Sikuani pág: 15) Vemos, sin embargo que muchos de ellos, obligados a interactuar con la sociedad blanca, aprenden a hablar el español para subsistir, e intercambiar cosas, aunque usando un lenguaje sencillo con un vocabulario precario. Generalmente, se impone su lengua en la que mantienen conversaciones sobre su vida cotidiana, lo cual les permite conservar su unidad como pueblo. La palabra los congrega, y es exclusiva de ellos. Salvo algunas personas como los maestros o profesionales que llegan hasta sus resguardos aprenden algunas palabras, pues la fonética de estas lenguas de la familia lingüística guahiba difiere mucho de nuestro idioma español. Así, puede decirse que estas lenguas son habladas en un gran promedio dentro de su mismo pueblo, mientras que en los lugares de la población del “blanco” como ellos suelen llamarnos es poco utilizada, pues para ellos su lengua tiene un carácter sagrado y los mantiene también a salvo de la influencia de la cultura occidental. Por eso, quizá se dan muchos casos de incomprensión entre la sociedad blanca e indígena, sobretodo en lo que se refiere a la atención diferencial de las instituciones del Estado 33


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Colombiano. Es inevitable así que estos pueblos en la situación en la que viven estén obligados a hablar el español para poder idioma ajeno al propio de ellos. Sin embargo, ellos sólo hablan el español en contextos específicos, dándole un uso práctico, con el fin de hacerse entender. De lo contrario, entre ellos mismos, utilizan su lengua nativa. En caso de trámites ya sea de documentos dentro de la sociedad del blanco es utilizado el español, sobretodo por los hombres adultos que lo hablan muy bien. Desprovistos de otra solución la lengua española se impone, mientras los indígenas luchan por el derecho a sus territorios, y a una vida digna e igualitaria con un desempeño comunicativo satisfactorio en los diferentes ámbitos. Para terminar, sólo me queda decir que este trabajo es tan solo una mirada a la situación de las lenguas nativas del municipio de Arauca. Los efectos sociales, culturales y políticos que genera la marginación de una lengua nativa en los espacios de participación pública, en el goce de sus derechos étnicos y al interior de su comunidad hace necesario un diagnóstico del estado actual de esta lengua en contacto permanente con el español como lengua de poder.

BIBLIOGRAFIA BENAVIDES Gómez, Elsa. LENGUA AMERINDIAS en Condiciones sociales de las lenguas indígenas de los llanos orientales de Colombia por Francisco Ortíz. Instituto Colombiano de Antropología. Bogotá, 1997. Pág 396 PINZON, Nelson. Búsqueda, Construcción y Fortalecimiento del Plan de Vida de la Comunidad Jítnu. Gobernación de Arauca. 2011

DUMAR ARIEL YUSTRE Nació el 10 de julio de 1991 en la vereda llamada Aguas Claras del municipio de Puerto Rondón, Departamento de Arauca, donde vivió los 4 primeros años de su vida. Años más tarde, se trasladó a la vereda Maporal del mismo municipio; allí empezó su primaria y nuevamente volvió a Aguas claras para terminar su primaria. Actualmente, estudia en la Unidad Técnica Educativa Francisco José de Caldas del municipio de Arauca. Hace parte del grupo de estudio sobre los Pueblos Indígenas de la Biblioteca Municipal Raúl Loyo Rojas, y de otros grupos de investigación. 34


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MI VIDA, MI CULTURA Y LO QUE SOY: MUJERES INDÍGENAS DEL MUNICIPIO DE ARAUCA. Por: Natalia Elizabeth Fuentes López Las mujeres indígenas, son como la palma de páramo, Que se arranca y vuelve a crecer… Y de paja de páramo sembraremos el mundo… “Dolores Cacuangol”

Guardianas de la memoria y de la descendencia de la tribu, las mujeres indígenas, han tenido que sobrellevar por siglos tanto su condición étnica como de género, intensificada recientemente por el conflicto armado. Qué significa entonces ser una mujer indígena. Qué hacer para que estas mujeres se conviertan en líderes o protectoras de la cultura de su comunidad. Con estos interrogantes, me aventuro a escribir sobre el rol de la mujer indígena como madre, esposa e hija al interior de su comunidad. Mi interés a propósito nace de mi condición como mujer, viendo la necesidad que existe de formar mujeres indígenas líderes que puedan compartir sus conocimientos y tener participación en las decisiones que afectan a su pueblo.

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Sabemos que en una comunidad indígena hay una división sexual del trabajo, que determina que el hombre caza, sostiene los conucos, y es a la vez el encargado de representar a su comunidad ante las instituciones locales responsables de velar por su integridad; la mujer por su parte debe ocuparse de cuidar el hogar, la crianza de los niños y de la cocina, sus labores conyugales y maternales, sin ser conscientes de lo importante que son estas actividades para la conservación y salvaguardia de su cosmovisión. Situación que no difiere mucho del sistema patriarcal de nuestra sociedad. Por esta razón, muchas personas coincidimos en que es necesario reivindicar los saberes ancestrales que poseen las mujeres indígenas, además de las labores elementales y de crianza que con gran maestría realizan diariamente. Los hombres delegan estas labores, “aparentemente” sin mayor trascendencia, a las mujeres, mientras ellos toman la vocería frente a asuntos importantes para su comunidad como son el derecho al territorio, la soberanía alimentaria, entre otros. Negando ellos mismos, y las instituciones, la posibilidad de que las mujeres también puedan manifestar las necesidades que tienen. Por esta razón, es importante resaltar que las mujeres indígenas son muy valiosas en su comunidad, además de conocer las propiedades curativas de las plantas son ellas las encargadas de preparar los alimentos tradicionales como el mañoco, el casabe, la yuca brava. Son incluso unas grandes artesanas de la palma real, de moriche, y cumaré, con las cuales realizan mapires o canastos, sopladores, doros o mochilas, y otros objetos de uso doméstico. De esta manera, creo que las mujeres indígenas, pueden transmitir a sus hijos estos saberes, además de sus creencias, con el fin de reinventar diariamente su identidad, ya sea en forma de cantos o historias de sus antepasados, de la enseñanza de labores artesanales, y preparación conjunta de los alimentos. Así sus hijos, herederos del saber ancestral de su pueblo pueden tomar conciencia de su tradición, y sostener su cultura. Para finalizar, creo que es importante realizar encuentros comunales de mujeres, o espacios donde ellas puedan reunirse, pues como parte activa de su comunidad, también deben aprender a tomar decisiones y capacitarse en temas de su interés, como por ejemplo, mecanismos de protección ante la discriminación y el maltrato, frente a los innumerables casos de vulneración a las que se han visto sometidas a causa del conflicto armado. Otro tema que merece ser analizado, con mayor profundidad.

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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Es.scribd.com/doc/56639506/diagnostico. www.Situacional-sikuani-arauca www.tnrealiones.com/matriarcado.lindex.htnl

NATALIA ELIZABETH FUENTES LÓPEZ Nació en san José de Cravo Norte el 13 de agosto de 1995. Sus padres son Mercedes Edilsa López Hidalgo y José Manuel Fuentes Márquez, empezó a estudiar a muy temprana edad y desde su niñez se ha destacado por ser una de las mejores estudiantes del salón. Ella se define como una joven muy emprendedora y curiosa, que se interesa por el bien común y se esfuerza por salir adelante. Actualmente tiene 16 años y estudia en la Unidad Técnica Educativa Francisco José de Caldas. Su sueño es ser una gran profesional y espera llegar muy lejos y descubrir lo indescriptible.

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UNA APROXIMACIÓN AL ARTE DE LA CACERÍA (PITSHANE Y OREC JÍTNU) Por: Miguel Andrés García Niño "La caza es todo lo que se hace antes y después de la muerte del animal. La muerte es imprescindible para que exista la cacería" José Ortega y Gasset

La práctica de la cacería es tan antigua como el origen de la humanidad. En los llanos orientales, es una práctica de subsistencia utilizada aún por los indígenas de la región, en especial por la comunidad indígena Jitnü del municipio de Arauca. De esta manera, el objetivo de este texto es reivindicar esta práctica ancestral que se ha disminuido a causa del conflicto armado, entre otras cosas, ocasionando así dificultades para el desarrollo de esta, la cual hace parte del sustento alimenticio de esta tribu indígena. La comunidad Jitnü, la cual hace unos pocos años era desconocida, ha habitado durante muchos años, las tierras ubicadas en las orillas del rio Ele del municipio de Arauca. En la actualidad están conformadas por los resguardos San José del Lipa y la Vorágine. En el primero habitan las comunidades de Las Vegas, Providencia, Trapiche, Monogarra, y La Conquista; y en la segunda el Romano y la Ilusión. Además de las mencionadas, se encuentran también los Cuiloto Marreros, perteneciente también a la etnia Jitnü, asentados en el municipio de Puerto Rondón. Las zonas en la que se ubican son planas, bajas e inundables y por su característica pantanosa la vegetación es de selva. El tránsito a través de las mismas se hace por caminos entre la selva o en pequeñas embarcaciones a lo largo de los caños. Es así como los indígenas se desplazan por las selvas del Lipa en busca de proteína animal, armados con sus arcos y flechas, y algunas veces con sus caras pintadas de achiote. Algunos de los animales que hacen parte de su dieta alimenticia son el araguato, la ardilla, él cachicamo, el alcaraván, la danta, el chácharo, el oso hormiguero y palmero, la tortuga, la iguana, el venado, el picure y la lapa. Se sabe 38


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que algunos de estos animales, a propósito, como el venado, la tortuga, y los osos hormiguero y palmero se encuentran en riesgo de extinción, debido a la destrucción de su hábitat para hacer carreteras, la introducción de ganado y siembra. Especies vulnerables, además por los incendios, los arrollamientos que sufren en las carreteras y por la cacería. Algunos naturalistas o defensores de los animales no están de acuerdo con esta práctica, ya que contribuye a la extinción de estas especies, mientras otras personas legitimarían las habilidades de los indígenas para conseguir su alimento, ya que es uno de los pocos medios de supervivencia que encuentran estas tribus en medio de la selva. Por mi parte, creo firmemente en el equilibrio de la naturaleza, y en la afectación de estas especies animales más por causa de los blancos con sus ideas de progreso, que a causa de la cacería por parte de los indígenas, herederos de este modo de producción basado en el desarrollo de tecnologías rudimentarias. De ahí que, sea importante señalar que esta tribu elabora sus propios instrumentos de caza utilizando maderas como son la palma de toxoloboto, ataiboto, cuperiboto, chontaduro, burbuiboto, y utilizan el hierro para fabricar la punta de la flecha. Por otro lado, el arco se hace de unas maderas que reciben el nombre de mararay, macanilla (árbol espinoso). Además del curare, una sustancia vegetal que aplican a las flechas para paralizar a sus presas, los indígenas utilizan en ocasiones los tendones del oso hormiguero para la fabricación de sus arcos, y el pendare máwi, una especie de resina de color negro, parecida a la brea, extraída de los panales de la abejas para fijar las fibras y las partes de las flechas. Otras de las armas de caza diseñadas por ellos mismos son el arpón o mejor conocido como chuzo, utilizado para la caceria de animales grandes y peces. Sabemos así que el arte de la caza ha

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ido cambiando de generación en generación, debido a las condiciones de los territorios, haciendo que estas prácticas ancestrales ya no sean tan frecuentes. Sin embargo, aún se practica y cada vez los indígenas han ido

perfeccionando sus habilidades de caza, como son el desarrollo auditivo, el conocimiento sobre la selva, entre otros. En diálogo con algunos integrantes de la tribu Jitnü quedó demostrado que la cacería sólo la realizan los hombres y pocas veces las mujeres: “Las mujeres deben estar en la casa con los niños y criando animales como gallinas, cerdos entre otros animales domésticos” afirmó uno de los hombres presentes en este acercamiento directo a ellos. Manifestaron igualmente que la cacería es como la educación, se aprende desde niño. Esto con el fin de recuperar la cultura que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo a causa del conflicto armado. No obstante, su forma tradicional de subsistencia y sobre todo su movilidad ha sido restringida a causa del conflicto, la presencia de actores armados, los campos minados, los accidentes con minas anti-persona, amenaza a líderes, desplazamiento forzado, entre otras violaciones a los derechos de los pueblos indígenas. Para terminar, sólo queda resaltar que la fabricación de arcos y flechas es un arte primitivo que debe seguirse implementando en las comunidades indígenas con el fin de mantener viva la tradición, y así poder garantizar a estas personas un medio de subsistencia. Hasta el momento, no existe alrededor de estos resguardos otra manera para la obtención de proteína animal, diferente a la cacería. Mientras, continúe el conflicto armado las posibilidades de sustento alimenticio será una gran problemática tanto para los indígenas como para el Estado Colombiano que deberá atender esta minoría étnica en riesgo de extinción, de la misma forma como los animales que ellos cazan. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA BAENA, Valeria y RODRIGUEZ, Lucho. Animales en extinción de Colombia. Orinoquía. Ediciones B. Bogotá, 2006. Plan de vida Jitnü. Gobernación de Arauca. 2011 Diccionario Jítnu-Español

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MIGUEL ANDRES GARCIA NIÑO Nació en Arauca-Arauca el 14 de junio de 1996. Hijo de Miguel García y María Hortensia Niño Ochoa. Los primeros años de su vida los vivió con sus padres en el campo. Allí curso los grados 1°, 2°, 3° y 5°. El grado 4° lo cursó en el colegio técnico Simón Bolívar en donde obtuvo un diploma de excelencia, y en el año 2007 obtuvo el cartón de primaria. Luego, ingresó a la Unidad Técnica Educativa Francisco José de Caldas en donde estudia actualmente. Es destacado por ser uno de los mejores alumnos del grado que cursa. Participó en el semillero de investigación de la Biblioteca Municipal Raúl Loyo Rojas durante cinco meses, en los que tuvo la oportunidad de adquirir conocimientos sobre las comunidades indígenas de Arauca, ampliando la concepción que tenía de ellos.

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DE MITOS Y DIOSES

Por: Mayra Jaimes Trujillo

A través de este texto deseo compartir algunas de las diferencias y semejanzas que encontré entre el sistema de pensamiento mítico-indígena y el sistema de pensamiento occidental. Veamos inicialmente las divinidades de estas dos cosmovisiones, que yo determinaría como dos grandes familias. •

Cosmovisión indígena: Indagando sobre las comunidades del municipio descubrí que ellos son politeístas, y creen por tanto en muchos dioses naturales como: luna (jamet) sol (jomet) la selva (un), estrella (lucerat), el cielo (ircobat). Estos dioses son para ellos de gran importancia y tienen diferentes ritos para agradecerle a través de ofrendas.

Cosmosivión Occidental: Los occidentales tenemos una forma de pensar muy diferente que los indígenas. Para gran parte de nosotros existe un solo dios que se representa prácticamente con la religión católica, la cual nos induce a creer en él como un ser superior que creó al hombre a su imagen y semejanza.

Para mí, esto sería un resumen muy general de lo que en cada familia se cree. Veamos ahora otros ejemplos más comunes de las diferentes formas de ver al mundo de los blancos y los indígenas

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Cosmovisión indígena (fenómenos naturales): Los Sikuani y las demás comunidades indígenas creen que los fenómenos que vivimos cada día son producto de los dioses naturales. Así, para ellos los fenómenos que los afectan son como castigos por haber hecho cosas que no debían hacerse, y tienen sus ritos para pedirles perdón, al igual que para pedirles algo a su beneficio como una buena cosecha, para curar alguna enfermedad que esté afectando a la comunidad. Entonces ellos aseguran que sus dioses los escuchan. En conclusión ellos consideran los fenómenos como algo natural que suceden así porque hace parte del orden natural de las cosas, según su lógica.

Cosmovisión Occidental (Fenómenos científicos): Se podría decir que los occidentales tienen una explicación para todo. Para ellos los fenómenos del mundo tienen que ver con el clima, la atmósfera, dando a cada fenómeno una explicación científica en la que se argumenta porqué, cómo sucedió este hecho y porque se seguirá produciendo. No consideran que existan poderes naturales o divinos, sino que cada fenómeno debe tener una explicación razonable, como el caso de una semilla que se convierte en maíz, y ya se tienen claras todas las transformaciones que debe pasar. Así piensan los occidentales, se podría decir incluso que hasta no ser explicado científicamente, no creer.

De esta manera, vemos que el mundo de blancos e indígenas son mundos diferentes, familias diversas con costumbres variadas; quizás son de la misma descendencia, no se le puede obligar a ninguna de los dos, a creer lo que la otra cree, pero si por lo menos podemos lograr que se conozcan mejor sin discriminarse y respetándose su forma de vida. Algunas estrategias que considero resultarían importantes son las siguientes: a través de una muestra gastronómica de los platos típicos de los indígenas, por ejemplo para que ellos sientan que son tenidos en cuenta. Otra sería recopilar su tradición oral para que ellos mismos puedan compartirlas con los habitantes de su tribu. A los niños pequeños es importante sobretodo contarles historias de mitos, aventuras familiares y leyendas. Creo además que las campañas deportivas cuyo principal objetivo sea que los blancos interactúen con los indígenas occidentales también para que se conozcan mejor, y cierren la puerta de desconocimiento, y extrañeza que existe y abran la puerta de amistad, ya que ambas familias se pueden conocer mejor, si tan sólo aprendemos a respetar las diferencias.

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Tal vez sea muy difícil lograr que aquellos que viven en Arauca y sepan hablar español puedan y quieran ingresar a una escuela de los blancos, ya que ellos tienen una escuela especial para ellos que la apoya la gobernación, pero pienso que son estas cosas también hacen que los niños y jóvenes indígenas no puedan conocer mejor la cultura occidental, si se empeñan en aislarlos, tampoco podrán sortear los problemas que genera la incomprensión, debido a su lengua particular. Otra alternativa que se me ocurre es que se implemente el aprendizaje básico de una lengua nativa en las escuelas del municipio, lo cual generaría un acercamiento más respetuoso para pasar junto a ellos, por lo menos, y saludarlos en su lengua nativa. Estas son pequeñas cosas que ellos valorarían, porque estoy segura que a muchos como a mí, cuando pasan junto a ellos no saben qué decirles. No digo que vaya ser fácil, pero proyectos como estos hacen la diferencia y lograrán que estas dos grandes familias puedan conocerse e interactuar. Así un día no muy lejano le podremos preguntar a un niño araucano que sabe de nuestros indígenas, y seguro que nos contestara con propiedad sobre los valores culturales de las tribus de su región.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA •

WWW.Sliderhare.net/ANTHROPOLOGOS/entre-y-llantos

www.banrepcultura.org/node/19048

www.Sil.org/americas/Colombia/pubs /113322-pdf

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MAIRA JAIMES TRUJILLO Nació en Yopal, Casanare, el 24 de octubre de 1995, en donde vivió durante sus primeros quince años con sus padres y hermanos. Estudió en el Instituto Educativo El Paraíso. Allí paso toda su infancia parte de su adolescencia se destaco por sus altas calificaciones y su forma de expresarse con sus profesores y amigos. De allí deciden sus padres desplazarse al departamento de Arauca donde vive actualmente y estudia en el Colegio Francisco José de Caldas, una excelente institución donde se adapto muy fácilmente gracias a su carisma y rendimiento académico. Empezó a explotar unas de sus grandes pasiones como es la lectura e hizo parte de semillero de investigación de la Biblioteca Municipal, donde aprendió nuevas cosas sobre los pueblos indígenas del Municipio. Otros de los grandes aspectos que la destacan y las cuales son sus grandes pasiones son los deportes, escuchar música, bailar, y aprender algo nuevo cada día con su familia e amigos.

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PUEBLOS INDÍGENAS Y EXPLOTACIÓN PETROLERA EN ARAUCA Por: Juan David Berrio Londoño Pocas veces pensamos en el mundo que nos rodea, en las implicaciones, en nuestros logros o fracasos e incluso en el otro ¿quién es ese?, ¿por qué hace lo que hace?, ¿por qué nos molesta tanto?, ¿qué nos hace diferentes?. Sabemos que al automóvil lo mueve el combustible pero ¿conocemos la cadena por medio de la cual se obtiene este elemento? Todo funciona, no sabemos cómo y tal vez no llega a importarnos, lo importante es que funcione, cómo llegan a nuestra mesa los alimentos que comemos, o cómo llegan las imágenes al televisor cuando movemos los botones del control remoto, no es tan interesante para muchos como el programa que vemos a la hora de la cena. Lo cierto es que parecemos amar la independencia y la autonomía que parece procurar la tecnología, pero generalmente no vemos los pasos que hay que dar para llegar allí, tanto sobre el origen de las cosas como su fase final de desecho, sabemos muy poco y todo pareciese dar la ilusión que tampoco nos importa. Nuestros celulares televisores y demás aparatos eléctricos llevan un gran número de elementos derivados del petróleo y otros elementos que son obtenidos mediante la explotación de recursos naturales, el sometimiento de poblaciones para garantizar un acceso a las materias primas y mano de obra a bajos costos. Los empresarios quieren hacer accesibles sus productos al consumidor y para ello es necesario obtener materias primas y mano de obra barata. No obstante, lo que no vemos es que se paga un alto costo así los productos valgan tan poco para llegar al consumidor. Así, de la explotación del medio ambiente para procurar la producción de estos elementos han quedado altos niveles de contaminación, esclavización y muerte. Y el problema se agrava en nuestras modernas sociedades donde el desconocimiento generalizado de la tecnología que nos rodea muy raras veces nos lleva a preguntarnos de dónde llegan los productos. Estamos presenciando grandes cambios, la globalización ha internacionalizado entre otras cosas patrones de consumo de bienes y servicios, a una escala nunca antes vista, que tiende a alterar el frágil equilibrio del mundo. Consumiendo, así, casi a una escala irracional. En general, el consumo de todo lo que nos venden como artículos de lujo no obedece a una intencionalidad práctica, al contrario es consumo compulsivo de bienes suntuarios con la expectativa de prestigio y estatus social por parte de quien los adquiere, autos lujosos, aparatos eléctricos con accesorios brillantes que no son sino un faro que atrae a los consumidores, como la luz a las polillas, y que luego de un corto tiempo de uso casi inútil, desechamos y compramos de nuevo. Para suplir la demanda energética y de bienes de consumo en el mundo moderno, hemos debido casi que agotar nuestras reservas de recursos; hemos visto desaparecer incontable número de especies de animales y vegetales para ver una mujer vestir con 46


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sus pieles o utilizar sus extractos, o para llegar a nuestro hogar conduciendo nuestro propio vehículo, o para comprar el último modelo de celular que aparece en el mercado. Basta con recordar los procesos de explotación del caucho que hasta hace unos años representó la muerte y el desarraigo de grupos étnicos en la Amazonía y en la Orinoquía colombiana. Aún hoy con la extracción de petróleo se evidencia esta compleja situación. Para asegurar el acceso de las industrias extractivas a los recursos naturales, petróleo, asfaltos, gasolina, lubricantes, gas propano, las regiones donde se encuentra han sido convertidas en fortines militares, custodiados por la fuerza pública y ejércitos privados quienes para garantizar la seguridad de las empresas realizan estrictos controles, impidiendo la libre circulación a cualquier persona ajena a las Compañías. Otro claro ejemplo de esto podemos apreciarlo en nuestra región con el caso de Caño Limón. Hasta antes del descubrimiento del yacimiento existía en el lugar un gran santuario ecológico y espiritual de los distintos grupos étnicos que habitaban el territorio, la Laguna de Lipa. Centro de migración de cientos de especies animales, y sitio sagrado de oración y veneración de los pueblos indígenas. Sobre la laguna se construyó el Complejo petrolero Caño Limón originando la destrucción de un gran patrimonio cultural y ecológico del país y el departamento de Arauca. En este frenesí postmodernista de consumo generalizado de productos y servicios, los grupos humanos que habitan en las zonas de extracción se han visto seriamente afectados. En el proceso muchos han desaparecido, otros perdieron su territorio, su idioma propio, las costumbres ancestrales; por ello es común observar en las calles de Arauca niños indígenas en condiciones de indigencia y marginalidad, desarraigados, lejos de su territorio, sus comunidades y sus familias. Del petróleo suele decirse que es el recurso energético más importante en la historia moderna de la humanidad, un recurso natural no renovable que aporta el mayor porcentaje del total de la energía que se consume en el mundo. La escasez, aunada a los requerimientos que de este líquido tiene el mundo industrializado, ha hecho del acceso a este un problema de seguridad nacional que pone en jaque el futuro industrializado y la economía mundial para la cual llega a ser indispensable. Son muchos los ejemplos y alto el precio que hemos debido pagar para que el mundo se mueva a los ritmos tan acelerados que nuestra modernidad requiere. Como consumidores tenemos una deuda con el mundo, con la naturaleza y con los pueblos que mueren de hambre tras perder sus tierras y sus costumbres. Hoy en Arauca se está consolidando otra gran expropiación de territorios indígenas en el departamento. El pueblo Jítnë, habitante de las selvas del Lipa, en Bocas del Rio Ele, zona rural del municipio de Arauca, enfrenta el embate de nuestro progreso que requiere del espeso petróleo de la tierra para existir; negociando con grandes y poderosas 47


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multinacionales petroleras, los Jítnë, con su precario nivel educativo, están a muy poco de perder sus tierras. El derecho colectivo a la consulta previa, aunque existe es vulnerado por la desigualdad que pesa sobre los pueblos indígenas de la región, desplazados por el progreso y el hambre. Tal vez no volveré a ver estos niños en sus aldeas, nadando en sus ríos y me acostumbraré a encontrarlos en las calles, extendiendo sus largos y delgados brazos a los desprevenidos e impávidos transeúntes, mendigando una moneda, con sus miradas extraviadas bajo el efecto embriagador del pegante.

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LOS IGUANITOS Por: Tatiana Muñoz En la selva hay una especie única que atrae a los hombres, las iguanas. En grupo salen en su búsqueda, la huelen, la persiguen, la cazan, se alimentan de ese color selva del que se visten las iguanas, aunque no les agrade su olor, tienen tapetes de piel de iguana, y preparan bebidas verdes hasta embriagarse. Un día en el furor del alcohol ven ante sus ojos a un rey lagarto enfurecido que amenaza en convertirlos en iguanas errantes por las calles de la ciudad. Los hombres aterrados por el mal que les anuncia la visión, se lamentan del daño que han hecho a estos animales, y deciden resarcirlo haciendo de estos seres sus protegidos. Los alimentan, dicen reconocerlos como iguales, y ser conscientes del peligro en el que se encuentran, del exterminio lento y doloroso al que se han visto sometidos por años. Se crean leyes para proteger la especie, pero nadie las entiende, pues no conocen el lenguaje de la selva. Mientras, los Iguanitos deambulan por la ciudad afeando los parques con sus rostros de nativos, exigiendo su derecho a existir con el hambre en la mano y el corazón ligero de culpas; humillados y ofendidos recibiendo lo que por derecho les pertenece, a ellos los protegidos por una madre tierra, selva, que los acogió y que ordena a los hombres que el destino de los Guajibos de ser personas en el mundo sea dirigido por ellos mismos.

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LA HISTORIA DE LOS OTROS JUEGOS Por: Viviana Jaramillo

De los americanos-americanos ya quedan muy pocos. Es por eso que a través de la ternura que lleva implícita la niñez queremos mostrar esas realidades paralelas que siguen viviendo los niños indígenas de Arauca, que son el futuro y el presente de la posibilidad de permanencia de estas comunidades en proceso de desintegración. Presento entonces, una secuencia de fotos que narra la armonía de un juego propio del contexto histórico y cultural que viven Irana, “Chicote”, y “el Excomulgado”. Tres de los niños más pequeños del resguardo indígena Sikuani de Matecandela ubicado a tan solo 20 minutos de Arauca-Arauca, y sin embargo, de la cotidianidad de esta comunidad el araucano cree haberlo visto todo en el Malecón, que no es sino una parte de la realidad de los padres.

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INDIOS DE SABANA, MONTE Y CIUDAD Por: Viviana Jaramillo Orozco Antropóloga Universidad Nacional de Colombia Inicio este escrito haciendo un llamando en el escenario a la hermandad que siempre ha existido entre la antropología y la literatura. Con estas dos disciplinas entre mis dedos, reconstruí de manera breve y con mi sazón y mi reflexión, tres historias de vida de indígenas araucanos que representan cada uno de ellos una realidad diferente de esta variedad de pueblos, que a veces se piensan que son sólo uno: los Guajibos.

EN UN PUEBLO INDÍGENA MEDIO URBANO Si me pregunta por mi edad yo no me la sé, pero haciendo el esfuercito le digo que tengo como ocho años aunque parezca de menos. Mi cara tiene rasgos delicados y labios pronunciados, quizá por eso algunas personas en mi comunidad me llaman “payasito”, o de pronto también, porque hago cosas que nadie más hace. Nosotros vivimos por allá donde no llega el camión de la basura y en donde a través del tiempo infinito del nativo errante, nos han visto andar a nosotros, unos de los originarios de estas tierras, los Sicuani Gaviotas Playeros. Casi todos los días en la carretera que va para mi casa, usted puede toparse a uno de mis familiares que empujado por la caponera, espera a que pase el día y la borrachera eterna en la que se sumergió mi pueblo, en parte porque los blancos nos emborracharon para divertirse y aprovecharse, y en parte porque quedamos en el no lugar de la caza y la recolección, rodeadas por la selva de cemento y de cercas para el ganado. Yo a veces voy por la ciudad, pero muy poco, la verdad es que andar por Arauca con zapatos de Guajibo es muy difícil de soportar en silencio para alguien como yo, por eso cuando me sacan a pasear termino gritándole sarcasmos a las mujeres y a las motos. Nosotros los sicuani de Matecandela hace rato que nos separamos del río, pues antes vivíamos era por sus playas y no nos manteníamos en un sólo lugar, por eso a cada rato estaba uno cerquitica de un río. Con eso del agua yo sí soy uno de los que no se pudo separar del pasado, por eso desde pijita me la pasaba metiéndome en cuanto charco me encontraba por la comunidad, y ahora cada vez que veo un puntillo de agua me baño, una y otra vez. Del pasado de mi sangre indígena tampoco he podido dejar atrás la buena costumbre de andar desnudos y libres por la vida, por eso a veces me escapo de estos tiempos, y me desnudo por el pueblo hasta que algún familiar me encuentra y me regaña. 53


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De mi familia y mi comunidad no será mucho lo que le hable porque el tiempo ya se me esta terminando y me toca ir a sacar agua del puntillo, ya estoy grandecito y ahora esa es mi tarea sencilla para alguien especial como yo. Le cuento que en parte soy así porque nací el día en que a mi papá y a mi primo los atropelló una volqueta mientras mi padre dormía a un costado de la carretera. Hablo del día en que mi mamá me parió. Para no despedirme sin también contarle que los Sicuani de Matecandela tenemos la cualidad de ser invisibles para los volqueteros de arena del río Arauca y que lo diga mi tía que no tiene una pierna o mi tío que lleva más de 2 años recuperando la suya. Yo creo que por eso es que soy especial, porque el día en que nací la razón andaba de parranda y así como no le llegó al volquetero tampoco me llegó a mi, por eso yo tengo mi propio mundo, dentro del propio y apartado mundo de los sicuani que vivimos al final y al fondo de la ciudad de Arauca.

UNA INDÍGENA DE SABANA EN ARAUCA CITY Yo conocí a Marly desde que por ahí a sus 12 años empezó su época de indígena urbana. Porque es que una cosa son los que viven en la comunidad y otra los que viven en las calles. Y una cosa son los que andan de paso por las ciudades, y otra los que la tienen de casa. Como le decía, yo la conocí cuando empezó a ser callejera, siempre una niña cariñosa y resplandeciente. Me cuenta ella que la primera vez que metió boxer fue cuando estaba caminando por la calle con una de sus primas que la había sacado de la comunidad a pasear al pueblo. Porque Marly es de Matecandela, no del Parque Caldas, aunque allí vivió por una temporada de su vida que ya no vuelve más. Estando en la calle, cuenta que vio y vivió todo lo que una mujer, sin protección de nada por las noches oscuras, en lugares desenfrenados con locos rondando puede vivir. Ella fue una de las jóvenes encerradas en una especie de reformatorio que nada tenía que ver con los jóvenes indígenas de Arauca y que obviamente fracasó. También viajó a Bogotá a un centro de rehabilitación del que se volaron y salieron a nadar por Bogotá, como si por acá no hubiera suficiente caos urbano. Como era de esperarse, por allá aprendió un poquito de estudio y muchas nuevas mañas callejeras, pero nada más, ella cambio pero no por el tour en Bogotá, pues sus primos que viajaron con ella a la capital, aún siguen en la calle con el bóxer como la única solución que les dio su familia, su pueblo y la sociedad. Que día me la encontré, y su cara tenía el resplandor de la vida. Ya mamada de la calle, e impulsada por el amor y la maternidad, vive en Matecandela con el padre de su hijo en una casita que les construyeron y pues no es que ahora se vaya a lanzar para la Asamblea, pero volvió al seno de su familia y de su pueblo, jodido, pero su pueblo, y dejó de vivir y sobrevivir con las sobras del tan afamado mundo blanco. 54


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UNA ABUELA INDÍGENA DE MONTE Y SABANA Vieja como la luna menguante, Ana camina en el presente del pueblo indígena más bohemio que yo haya conocido, Los Jítnu. Como todas las indígenas del río Ele y El Caño Colorado, Ana es una modista admirable; con la ropa que consiguen de colonos y ciudadanos, se hace vestidos coloridos y bien combinados para las fiestas de yopo y las faenas de trabajo agrícola. Para las fiestas Ana también tiene su propio maquillaje, con achote se pinta los cachetes y con un pedazo de raíz de jayo en la boca, sale para las fiestas como la cacica de su pueblo. Esta abuela, en su rostro y caminar es historia hecha cuerpo y muestra de una tradición cultural de tiempos incontables. Cuando en su comunidad hay algún enfermo Ana le canta durante largas jornadas, con tonadas de luna, de hojas verdes, de tabaco y de sanación. Con sus manos de agricultora entregada, consiente a los pacientes y les cura sus males, pero solo aquellos a los que su conocimiento ancestral tiene acceso, quedando por fuera todas las enfermedades que con la salida del monte y encuentro con el mundo blanco les llegaron. Ella va muy poco por Arauca, y cuando se traslada para esta capital, la cacica de las Vegas deja de ser la sabiduría de un pueblo y se convierte en una más de los indígenas que tienen que pedir huesos en la plaza y agua a los vecinos del barrio San Carlos. En la ciudad, ese espíritu trabajador que la caracteriza y el conocimiento de “doctorado” que maneja, no tienen ningún valor pues no se ven representados en un poco de billetes entre el bolsillo y la sociedad araucana esta lejos de entender el valor de este tipo de personas, que por su aspecto y la falta de una mirada cuidadosa, se confunden con un “guajibo” más pidiendo plata. Ya el tiempo y el sol del que trabaja la tierra, han pasado por su piel canela y su cuerpo se encuentra cansado, aunque permanece la fortaleza del indio suramericano que de pronto la deje vivir para ver como se construyen casas de cemento y zinc en su pueblo y ver también como su descendencia continúa el camino hacia la mala colonización blanca.

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UN GUAJIBO PUEDE SER SU AMIGO Para empezar hay que tener muy claro que los nombres de los grupos indígenas de Arauca no son únicamente palabras rebuscadas por los antropólogos. Sin importar si estos nombres son correctos o incorrectos, lo que hay que tener en cuenta es que en ellos se muestra que hay grandes diferencias entre todos los pueblos que se revuelven bajo el apodo de Guajibos. Como se muestra en las historias narradas, una cosa son los indígenas de Matecandela, indígenas de ribera y sabana, dentro de los cuales es muy diferente un niño, un adulto con problemas de alcoholismo y un joven con la posibilidad de cambiar la historia de su pueblo. Otra cosa es la vida de los niños, jóvenes y adultos que viven en la calle, que casi todos pertenecen a una misma familia en la que los padres son también habitantes de la calle. Y otro mundo es el que viven los Jítnus quienes a pesar de estar cayendo en el mal de la gran ciudad, poco vienen a Arauca, no viven en las calles, y si uno los ve sucios y pidiendo plata cuando llegan a Arauca es porque en la casa indígena no hay agua, luz, ni higiene y porque ellos aun son sobrevivientes de ese mundo indígena en el que la moneda no es un elemento vital, sino hasta que se pisa el suelo de la gran ciudad. Es por ello que, de manera similar a como en Colombia hay pastusos, cuyabros y araucanos, en el mundo de los guajibos hay Sicuanis, Jítnus, Cuibas, Guayaberos, Amoruas, Chiricoas, Macaguanes, Masiguares y Siripus, todos hermanos de un mismo territorio de monte y sabana, pero con una forma de hablar y vivir distintas. La diversidad de pueblos, costumbres y lenguas que existe dentro de los guajibos debe ser un orgullo nacional y departamental, no una vergüenza, porque además, como la historia lo respalda, Araucanos-Araucanos: los guajibos. Este escrito pretende entonces, llamar la atención sobre las diferencias que hay al interior de los mal llamados guajibos, e invitar a los araucanos a que recuerden la “arrechera” que les daría que les dijeran “guate”, para que entiendan que a los indígenas les da lo mismo cuando les dicen guahibos, o cuando los confunden a los unos con los otros pensando que todos tienen el mismo problema de mendicidad y alcoholismo. Solo grandes dosis de solidaridad y reconocimiento, pueden ayudar a mejorar la situación de estos indígenas, que con vergüenza debemos decir, son los que peor se encuentran en todo el país. Para mañana es tarde y ahora es cuando, habitante araucano, afine su mirada y descubra qué indígena está parado ante usted en la plaza de mercado o en la calle real, puede ser un Jítnu, un Sicuani, un Cuiba o de pronto, un Guayabero. Sí tiene tiempo pregúntele de dónde viene y como se llama su comunidad: sí viene de lejos no 56


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dude en darle un empujoncito con ropa o comida, y sí es un niño o joven indígena de los que habitan las calles de la ciudad, apadrínelo o sino, cuando vea a su amigo que es político, recuérdele que estos niños existen y que cada vez es más difícil mostrarles otro camino de vida al que le encuentren sentido, pues sólo conocen la mendicidad. Por último, esperemos que sí se encuentra a un joven de Matecandela, este se encuentre en un partido de futbol, en una película o en una capacitación y que usted al reconocerlo tenga la oportunidad de saludarlo y animarlo a que siga adelante dando nuevos pasos en el futuro de su pueblo de indígenas urbanos.

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CRÓNICA 58


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LA REALIDAD DE LA ILUSIÓN Por: Umberto Amaya Luzardo LA FAMILIA IDEAL: En las casas de los Tamojó, el humo sube al cielo como una ilusión. De las vigas de sus casas cuelgan numerosos canastos hechos con hojas de palma, canastos de mucha utilidad en el transporte de alimentos en una sociedad donde todavía no prima la bolsa plástica. En el zarzo de sus casas, se ven mazorcas tiernas y racimos de plátanos verdes, pintones y maduros. El patio lo adornan árboles de naranjo, toronja, mango, guayaba, mandarina, guama, papaya, coco y mamoncillos. También hay matas de banano, y muy pegado a las casas siembran el tabaco, que secan a la sombra, y una vez seco y envuelto en hojas de plátano, se convierte en cigarrillos. Una casa grande y cinco pequeñas componen este caserío ubicado en la comunidad de La Ilusión. En la casa grande viven los abuelos Felipe Tamojó y su mujer, dos ancianos Jítnus de los que todavía no usan mosquitero, ni cobija sino que junto al chinchorro, prenden una hoguera para tener calor y para espantar la plaga. Rodeando la casa grande están las otras casitas, habitadas por los dos hermanos, con sus mujeres y sus hijos. También viven dos hermanas, ambas viudas por causa del conflicto armado; una con cuatro hijos y la otra con cinco, muy pequeños todavía. Por caminitos que se meten en el monte se llega a los conucos llenos de maíz retoñado; y mientras crece y se cosecha el maíz (noventa días), siembran rizomas de plátano y sarmientos de yuca, plantas que se demoran entre ocho meses y un año en producir. Los Tamojó es la familia más retirada de la comunidad de La Ilusión, del resguardo y de todas las comunidades Jítnu. Está por allá, en la mamá del por allá, y sin embargo muestra un bonito y pertinente modelo de cómo puede llegar a ser la vida ideal de una familia Jítnu, porque todavía viven en casas frescas, que no rompen el paisaje ni esterilizan el suelo, y porque a través de su trabajo y su esfuerzo, mantienen lleno el zarzo de carbohidratos. Las vitaminas se las suministran los árboles del patio y los frutos silvestres que encuentran en el monte, y por la carne responden el conocimiento de selva y ríos, la pericia de los perros y el acierto de sus flechas. Tienen necesidades urgentes como el resto de los Jítnus, viven ávidos de sal, panela y jabón y en lo crudo del invierno y en lo duro del verano, la troja de los plátanos se aliviana como sucede con el resto de su pueblo, pero no son necesidades que entre ellos llamen a lástima y los Tamojó, están lejos todavía de entrar en servidumbre, haciéndole a los colonos oficios mata burros, como lo hace la mayoría de latinos que viajan a Estados Unidos; oficios que en estas regiones del país no son otros que 59


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desyerbar potreros, cortar leña, siembra de pasto y limpieza de chiqueros, ocupaciones que muchos indígenas de su resguardo hacen para recibir en trueque un radio, una herramienta, ropa de segunda, o un pago irrisorio en plata. Todos los días a las dos de la tarde después de atravesar el caño, caminan trescientos metros por un sendero que cobijan guarataros y arrayanes, para llegar a la cancha de la comunidad y jugar el partido de fútbol que por lo general termina empatado y con un abultado marcador: quince-quince. Rayando las cuatro de la tarde, como camaleones de espalda adolorida, arrancan para los conucos, que no son otra cosa que palmares tumbados hace poco; y en medio de los brotes del maíz, con una caña hueca, le beben la sabia fermentada a las palmeras derribadas. Bandadas de pájaros cantan cuando el atardecer se extiende contra el cielo y la salida del primer lucero recompone el tiempo en dos etapas: la media noche y el amanecer de esta familia que, de semi-nómadas y semi-agrarios, dan los primeros pasos como agricultores sedentarios.

La familia Tamojó. 2011. La Ilusión. Foto: Viviana Jaramillo.

COMUNIDAD DE LA ILUSIÓN: Con toda tranquilidad se puede afirmar que La Ilusión no es el caserío bucólico que se puede imaginar el lector cuando ante sus ojos tiene un tema de indígenas y selva. Está situado en la desembocadura un caño que lleva el mismo nombre y apenas comenzado el verano, corre tan manso que no alcanza a penetrar las aguas de Caño Colorado, del que es afluente sino que se convierte en un estuario de aguas estancadas, donde crece con facilidad la flor de fango, la anaconda y los zancudos. En sus aguas se bañan a un mismo tiempo las personas y los marranos ante la presencia campante de los patos. Antes que llegaran los hombres blancos, viajando por entre la selva llegaron primero los perros y las gallinas, y en la comunidad de La Ilusión, aparte de patos y marranos, perros y 60


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gallinas también hay mulas burros, todos ellos animales domésticos que por no esconderse para hacer sus necesidades mayores, dejan su asquerosidad por todas partes. Para que un hecho se denomine historia, es necesario que hayan transcurrido cincuenta años, y en La Ilusión, las cosas son tan nuevas que su única historia es la oral, la sitiada y la clandestina, pura patria en desconcierto. La primera casa viajando de sur a norte es la escuela, una construcción de cemento sin terminar a pesar de haberse tragado ya la plata de dos proyectos, y que más que una escuela para indígenas, parece una alberca con puertas y ventanas. En fila india y en la misma dirección, en una “covacha” con techo de plástico negro, vive el cacique. Vale la pena aclarar, que los Jítnu no compiten entre sí por el que tenga la casa más bonita y mucho menos cuando su dios Nacuane, por su mal comportamiento, les dio como herencia la pobreza. Sigue la casa del abuelo que hace las veces de maestro de ceremonia en la toma del vinete, que entre sorbo y sorbo sostiene discursos interesantes sobre la importancia del trabajo. Dentro del área comunal está situada la huerta pequeñita que financió CISP, y que más que huerta, funciona como semillero. Encontramos allí seis arbolitos de “pan de año” o “árbol de pan” listos para trasplantar. Valioso aporte porque es a través de árboles frutales que se embellece y se beneficia cualquier comunidad que cargue sobre sus hombros el legado de Nacuane; y también, porque el “pan de año”, cuyos frutos parecen guanábanas, es delicioso y mucho más cuando se cocina con cáscara. A la granja de CISP le siguen dos casitas más, entre ellas la del promotor de salud, con una alfombra de suciedad extendida por toda la casa y un colchón viejo en la mitad del patio como una alegoría a su profesión. Al final de la aldea vive la familia del maestro, que tiene a su cargo la canoa, la provisión y la guadaña que usan para mantener la cancha como un altar, en el sagrado mundo del futbol. A falta de cura o pastor está el cacique, que cumple funciones de curandero, basando sus prescripciones la mayoría de las veces en abstinencias de carnes, vegetales, y abstinencias de sal y dulce. Pero si de algo hay que hacer mención en la Ilusión y de todas las comunidades Jítnu son sus mujeres, que además de parir Jítnus y mestizos y de insistir de manera pertinaz de comunicarse con los blancos en Jítnu, como futbolistas son excelentes: driblan, melean, paran el balón con el pecho, patean de media vuelta, hacen pases, túneles y paredes; y una vez terminado el partido, con los trapos sudados color de hojarasca, caminan hasta tres horas para regresar a sus casas, llevando la sensualidad en los senos y en todo su cuerpo la fuerza secreta de las morenas. La crónica es el espejo de la realidad y vemos en él, que buscando la herencia civilizatoria de la humanidad, los Jítnus se metieron en el camino de la “transfiguración étnica” pero todavía les falta un estirado trecho para emparejar a las 61


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otras tribus del departamento, a sus vecinos los colonos y a todos nosotros, los mestizos que componemos el país. Son semi-vírgenes, están ligeramente embarazados de aculturación, casi no se les nota; y es ese principio de preñez, el que los hace únicos. Sería imperdonable cerrar esta nota sobre la Ilusión sin mencionar a sus niños y del bonito regalo que sería para ellos trasladar la comunidad dos o tres kilómetros más adelante, y ubicarla en las riberas de Caño Colorado, porque en estos ambientes el río es el parque natural que les permite entre otras cosas, practicar canotaje, natación, pesca, y aseo diario. Y junto al río, parar una escuelita sencilla que se parezca ellos, donde se le enseñe a los niños con sentido de maestros y llevando el conocimiento a sus hogares, les metan en la cabeza a los adultos la lectura, que tanto lo necesitan. Esta propuesta de trasladar el caserío por el bienestar de los niños, es evidente que no hace parte de la crónica, tampoco es un extravío literario de quien la escribe sino que es el derecho a soñar con una realidad mejor para La Ilusión.

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ORALITURA 63


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EL ARBOL DE LOS ALIMENTOS. MITO SIKUANI Un día Kutsikutsi descubrió el Kaliawirinae en uno de sus recorridos nocturnos buscando un tipo de comida diferente a las semillas que consumía siempre. Encontró un árbol de cuyas ramas brotaban matas de yuca, en otras ñame, piña, frutas, plátano, pijiguao, ají y muchos alimentos más; Kutsi no contó nada a la comunidad y prefería ir todas las noches a comer sin compartir con los demás. Sin embargo después de un tiempo, la gente empezó a notar algo extraño, y una noche, mientras dormía, le encontraron restos de alimento que desprendía un agradable olor y que además no conocían. ¡Hay que ponerle atención!, dijeron en la comunidad. Cierta noche Lapa se fue tras él y lo siguió hasta el sitio donde estaba el árbol de la comida; así descubrió a Kutsi. Al día siguiente Lapa contó a la gente el origen de los alimentos de Kutsi. Esta noticia despertó el interés de ellos y decidieron, entonces, ir a derribar el árbol maravilloso. Luego de muchas dificultades lograron tumbar el árbol y al caer éste se regaron por el suelo todos los frutos y semillas. Morrocoy cogió las semillas del ají, Danta el pijiguao (Wanalerito), la tórtola recogió las de yuca; ella fue la única que luego las repartió entre sus parientes. Esto sucedió por los lados del cerro Autana donde estaba el árbol de los alimentos; hasta ese sitio llegaron los habitantes de Santa Rita quienes, luego de haber derribado el árbol, regresaron a la comunidad con las semillas y empezaron a sembrarlas.

Tradición Oral Sikuani. Entre Cantos y Llantos

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EL ORIGEN DE NAKUAN. MITO JÍTNU “Los Jítnu vivían en territorio venezolano, en San Cristóbal –otros dicen que Caracasy un día decidieron viajar por el río, remontándose a nuevos territorios. En medio del viaje un gran tronco de un árbol obstruía el paso de las numerosas canoas del pueblo Jítnu que navegaban buscando un nuevo lugar para vivir. Atorado en el tronco y envuelto en la espuma del río, flotaba un niño de brazos al que una mujer alcanza a ver desde su canoa, advierte al resto y propone sacarlo del agua, uno de los hombres se niega al ver que no es una niña. La mujer replica diciendo que al crecer el niño podrá ayudar en el trabajo. La mujer recoge al niño de la espuma del río y lo baña. La tribu continúa con su viaje hasta que encuentran territorio propicio para asentarse y comienzan con la crianza del nuevo integrante de la familia. De día era un niño chiquito como cualquier otro, pero de noche se convertía y hablaba como un hombre grande; uno de los hombres muy asustado venía escuchando hacía ya un tiempo, tal rareza, hasta que el niño decidió ser grande de día y de noche y su pueblo lo llamaba Nakuane. Era un hombre igualito a los otros hombres Jítnu, fuerte y grande. Un día supo que vendrían visitantes y les preparó comida, luego les construyó unos bancos para que se sentaran; también preparó el yopo con la concha molida del caracol y ofreció a los visitantes. Los malos al aspirar el yopo, morían, en cambio los buenos sobrevivían. Nakuane llenó de leche las tetas de la mujer, enseñó la peinilla a los Jítnu. Pero Nakuane era malo; fue creado por Marrat, dios habitante de lo profundo de la tierra, mientras que Homét, dios del cielo es bueno y a la vez hombre y mujer. Un día, un hombre llegó a la comunidad con mucho pescado, pura guabina, y todos se le acercaron ansiosos de saber de dónde había sacado tal pesca. Nakuane le ofreció a su cuñado llevarlo hasta un pozo pequeño pero repleto de guabina, el hombre accedió y fueron hasta el lugar. El hombre se sentó cerca al pozo y de éste, de pronto, saltó un pescado fuera del agua que se le metió por su axila izquierda, luego otro por la axila derecha, después uno por el ombligo, uno más por su ano y finalmente uno que le arrancó el pene saliéndole luego vagina. Nakuane había convertido en hembra a su cuñado. Mito Jítnu Narrado por Ramón Aguirre Asentamiento El Trapiche Resguardo La Conquista. Municipio de Arauca Recopilado por Luis A. Burgos 65


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VERSOS ELEMENTALES 66


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PLUMAS DE LA MISMA AVE

Somos blancos tristes de nuestra condición Buscamos ser silvestres animalitos desnudos por la sabana Cambiamos el colesterol por los coloraditos Errantes vagaselvas navegantes, caños, ríos Descalzos monos con dientes planos y hondos oídos Arqueros de flechas, bailarines, equilibristas Tejedores de palmas, bejucos y mitos

Arriesgados pescadores de caribes y payaras No sólo imitadores sino hacedores Jugamos a escondernos del cazador como de la presa Intentando ser tigres acechando a la vera

Cambiamos vías planas por caminos de barro El papel del libro por la humedad de la palabra Nos gustan los árboles caídos con sus ramas paradas Y las flacas arañas que de una en una saltan

Preguntamos por los viejos que se han ido y por lo que han dejado, y nos han dicho Tristes, huérfanos y un poco desmemoriados -hemos quedado Vamos huyendo del tiempo del reloj para regirnos - por los caprichos de la luna y el sol 67


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SĂ­, fugados, ansiosos de encontrar lo que se nos ha perdido

Celebramos tomando con ellos de la palma el vino, alimento, medicina, embriagante Trinidad del mundo, arriba - - el centro - lo profundo.

LUIS BURGOS

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LA TIERRA SOÑADA SAGRADA PERO PROFANADA

Durante años He caminado buscándome ¿Cómo voy a encontrarme si los lugares donde escarbé están fuera de mi tierra? Hugo Jamioy

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Navegando sobre un rio silencioso, dijo un hermano: “Si los ríos pudieran hablar cuántas historia contarían” Y alguien habló desde lo profundo de esa selva misteriosa: “la historia es tan miserable que los ríos prefieren callar” Freddy Chicangana Bayona

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BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL RAUL LOYO ROJAS. La Biblioteca Pública Municipal fundada el 08 de septiembre de 1967, es un espacio de encuentro y diálogo de saberes abierto para toda la comunidad araucana. Inicialmente, la biblioteca funcionó en una de las aulas del Colegio Santander, lo cual consta en la placa conmemorativa que aún está instalada en la parte externa de esta instalación. De ahí se trasladó a la casa situada frente al despacho parroquial. En ese deambular es trasladada en el año 1984 a las instalaciones de la actual Casa de la Cultura Departamental. A partir del 04 de diciembre de 1994 empieza a funcionar en el edificio de servicios públicos del Centro Administrativo Municipal hasta el año 2006 que es traslada al Edificio de Museo de Historia Llanera donde funciona actualmente. La dirección de la Biblioteca está a cargo, desde el año 1993, de la profesional Bibliotecóloga y Archivista Nelly Mariana Torres Borja quien se ha caracterizado por su servicio a la comunidad, y representación de la Biblioteca en los diferentes eventos nacionales y talleres de formación para mejorar la prestación de los servicios a los ciudadanos araucanos. Actualmente, la Biblioteca Pública Municipal Raúl Loyo Rojas es la responsable de la coordinación de la Red Departamental de Bibliotecas Públicas de Arauca, que integra las siete bibliotecas públicas del Departamento. Por iniciativa del Doctor Octavio Sarmiento, la Biblioteca Municipal debe su nombre al escritor y fotógrafo Raúl Loyo Rojas, (1904-1965) autor de diversos escritos sobre Arauca y los llanos, entre los que se destaca Karanau, El llano y Su Gente. Karanau es el nombre de un ser mítico entre los indígenas guahíbos en los llanos colombianos y venezolanos, que da nombre al libro. Su característica es producir las tolvaneras, o sea el viento rasante que sopla imprevistamente las sabanas levantando polvaredas.

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Servicios que presta a la comunidad BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL RAUL LOYO ROJAS La Biblioteca Pública Municipal de Arauca, ofrece a los ciudadanos araucanos una serie de servicios que busca satisfacer las necesidades de información y lectura de la comunidad e interesar y atraer a aquellas personas que no concurren a la biblioteca. Por eso la oferta de servicios que prestamos no se limitan solo a lo que ofrecemos en las instalaciones de la biblioteca, sino que existen estrategias de extensión como el morral viajero, y los talleres de lectura en espacios no convencionales como la cárcel, el hospital o parques de la ciudad, que permite que algunos servicios lleguen a lugares remotos y a horas insospechadas. La cantidad de servicios que presta la biblioteca depende igualmente del número de personal de que disponga, sus recursos financieros, sus instalaciones, sus colecciones, y las necesidades de la comunidad que atiende, entre otros. Sin embargo, se ha considerado que cualquier biblioteca –independientemente de los factores antes mencionados- está en la obligación de prestar tres servicios fundamentales de manera permanente: consulta, préstamo de materiales para la casa y referencia. En la medida en que la planta de personal de la biblioteca se incrementa o se cuenta con apoyos externos, como en esta ocasión con el Programa Biblioteca Viva que se logró el apoyo del Programa Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura, se pueden ir incorporando otros servicios.

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SERVICIO DE CONSULTA La biblioteca pública municipal dispone de materiales de lectura en distintos soportes (impresos, audiovisuales y en línea) para ser usados y consultados libremente por los visitantes en sus salas de lectura. Para esto la biblioteca le ofrece a los usuarios un catálogo público que le facilita la búsqueda de los materiales, y nos ayuda a tener las colecciones organizadas, ubicadas en estanterías abiertas y señalizadas para que los materiales puedan ser localizados fácilmente. SERVICIO DE REFERENCIA El servicio de referencia es la atención y orientación a los usuarios en sus necesidades de información. El servicio de referencia puede prestarse personalmente cuando el usuario acude a la biblioteca, telefónicamente, o en línea. El servicio de referencia incluye todo tipo de orientaciones: desde información propia de la biblioteca, su funcionamiento, servicios, recursos; pasando por requerimientos puntuales y específicos, como datos, fechas, nombres; hasta orientación amplia sobre un tema de investigación a través de la colección de la biblioteca o de recursos de otras bibliotecas. PRÉSTAMO EXTERNO El préstamo externo posibilita que los materiales de lectura sean utilizados por fuera de la biblioteca, es por excelencia el servicio que distingue a la biblioteca pública, que –sin importar su tamaño- se ofrece de manera gratuita y se respeta como un derecho que tienen todos los ciudadanos. El préstamo no es un favor que hace la biblioteca al posible lector, al contrario, los lectores son los “clientes” que permiten que la biblioteca continúe viva y en la medida en que esté viva tendrá más opciones para demostrar su valor y utilidad, y por ende para gestionar recursos. ACCESO A INTERNET Toda biblioteca debe propiciar el acceso gratuito a Internet para que los usuarios puedan investigar, acceder a bases de datos, interactuar en las redes sociales, consultar bibliotecas virtuales y comunicarse con el mundo. La presencia de computadores y la conectividad no son consideradas un lujo, debe integrarse al servicio de referencia y consulta como las demás fuentes de información de la biblioteca. Para controlar los tiempos del servicio de Internet se asignan tiempos de uso de acuerdo con la disponibilidad de equipos y la demanda del servicio. No se 73


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limita el tipo de información a consultar en internet, siempre y cuando esta no perturbe la tranquilidad de los usuarios y la integridad moral de las demás personas. El servicio es totalmente gratuito, y existe igualmente la posibilidad de conexión inalámbrica. SERVICIOS DE EXTENSION TALLERES DE LECTURA Y ESCRITURA CREATIVA Con estos talleres se busca poner a los niños en contacto con la biblioteca, sacar los libros de las estanterías para que los sientan más cercanos y puedan despertar su interés y llevarlos a la lectura. Así los niños van encontrando los libros más afines a sus intereses personales mientras exploran la colección de la biblioteca, y aprenden algunas normas para el uso correcto del libro. Se busca, además, que al leerles un libro conozcan también cómo se hacen: así se les enseña que son escritos por unas personas llamadas autores y que los dibujos son hechos por ilustradores; y que a veces el autor y el ilustrador son la misma persona. Entre las actividades de escritura realizadas con ellos se destacan la exploración de sus gustos personales, juegos de asociaciones de palabras, ejercicios para jugar con la poesía, conjuros y sortilegios, entre otros, de manera que cada niño va develando su propia nave y escribiendo su propia carta de navegación a medida que aprecia los diferentes materiales literarios con los que cuenta la Biblioteca Municipal.

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REGISTRO FOTOGRAFICO 1. Niños Jítnu cruzando el Caño Colorado. Foto de Luis Burgos 2. Sonidos de la selva. Música con arco y flecha. Foto de Viviana Jaramillo 3. Pumeniriwa, la amante de Tsawali. Foto de Juan David Berrío 4. Búho y los jóvenes imprudentes. Foto de Juan David Berrío 5. Mapa de los Resguardos Indígenas del Departamento de Arauca 6. Mujer Jítnu de Las Vegas 7. Pueblo Jítnu Cruzando el Río Ele 8. Flor de la Madreselva 9. Jóvenes pertenecientes al Semillero de Investigación de la Biblioteca Mpal 10. Niña Jítnu 11. Los hijos del fuego. Foto de Juan David Berrío 12. Tres generaciones de mujeres Jítnu. Foto de Viviana Jaramillo 13. El hombre y la flecha. Gilberto, en el asentamiento La Providencia 14. Araguato. Especie animal de cacería indígena 15. Secuencia de fotos. La historia de los otros juegos. Fotos de Viviana Jaramillo 16. Niñas Sikuani acicalándose. Foto de Umberto Amaya 17. Una amistad legendaria. Foto de Viviana Jaramillo 18. La familia Tamojó. Foto de Viviana Jaramillo. 19. Casa indígena Macaguan.

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