Contralinea 366

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Miles de personas de diversos grupos indígenas llegan a la Ciudad de México con la expectativa de superar la miseria padecida en sus pueblos de origen. Pero en la capital del país apenas encuentran comida de mala calidad y trabajo precario, cuando lo hay. Sin tierra, son los olvidados en la gran urbe: aquí enfrentan discriminación, abuso y pobreza urbana. El Inegi estima que son aproximadamente 120 mil; pero la Sederec, del Gobierno del Distrito Federal, señala que son más de 400 mil y reconoce que no ha destinado los recursos suficientes para los programas de atención a los pueblos originarios Érika Ramírez, @erika_contra/Sergio Ortiz, @sergio_contra, fotografías

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iviana escuchó de su hijo que tenía que presentarse en la escuela secundaria para conocer y firmar las calificaciones. Enseguida, el adolescente le suplicó que, “¡por favor!”, no acudiera a la institución vistiendo como normalmente lo hace: falda larga estampada, blusa de algodón con holanes y bordados de colores, huaraches. Su hijo de 13 años de edad, que cursa el primer grado de secundaria, lloraba y le advertía que sus compañeros lo volverían a

4”Santa Catarina está en la sierra de Jalisco; allá hay mucha pobreza. Me gusta porque es mi

pueblo y es tranquilo; está bonito porque no hay mucha maldad como aquí. Lo único que no me gusta es que no hay trabajo en el que te paguen bien para comer, vestir o calzarte”

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23 DE DICIEMBRE DE 2013

molestar por verla vestida así. “Le dicen que su mamá es una india y él se siente mal”, relata la mujer wirrárica (o huichol), originaria del municipio más pobre de Jalisco: Mezquitic. Hace 5 años llegó a la Ciudad de México. Trató de escapar de la miseria que priva en la comunidad jalisciense de Santa Catarina, donde el trabajo escasea, el acceso a la salud está imposibilitado, no hay servicio eléctrico, las casas son construidas con piedra y lodo, y la alimentación depende del maíz y el frijol de autoconsumo. Viviana Reyes López tiene 30 años de edad. Es artesana y madre. Un “buen día” decidió venir con su esposo e hijos a ver cómo les iba en la capital. Contactaron a familiares que vivían en el pueblo de San Andrés Totoltepec, en la delegación Tlalpan, y emprendieron la búsqueda de un mejor nivel de vida. “Santa Catarina está en la sierra de Jalisco; allá hay mucha pobreza. Me gusta porque es mi pueblo y es tranquilo; está bonito porque no hay mucha maldad como aquí. Lo único que no me gusta es que no hay trabajo en el que te paguen bien para comer, vestir o calzarte. Es lo único que nos hace falta”, dice. La región jalisciense ha sido calificada con grado de marginación “muy alto”; es el municipio con más bajo Índice de Desarrollo Humano de todo el estado y el onCONTRALÍNEA


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