Sin embargo, como no veía nada concreto en ese momento, decidí tocar la piedra para ver qué sentía, cuál sería el si-‐‑ guiente paso a seguir. Entonces sí detecté algo “anómalo”... La piedra estaba muy caliente, como si fuese una plancha. Tanto, que me obligó a quitar en un segundo mis manos de su superficie. No me había quemado, ni siquiera mis manos es-‐‑ taban calientes luego del contacto con la piedra... Decidido, la volví a tocar y, a pesar de su calor, dejé mis ma-‐‑ nos allí, y me “acostumbré” muy pronto a esa extraña energía, que pulsaba, como si fuese un latido humano. Entonces acer-‐‑ qué mi frente a la enorme piedra, que parecía estar “viva”... En ese momento, la roca erguida de Ichic Puna me “tragó”... Fue como si hubiese “entrado” dentro de ella... Una intensa luz, blanca azulada, lo inundó todo... Acto seguido, me encontraba de pie dentro de una formidable estructura “luminosa”, compuesta por curiosas formas geomé-‐‑ tricas que, a pesar de ser distintas, formaban un espacio cohe-‐‑ rente y armónico. En medio de mi sorpresa y mi ya jadeante respiración ⎯preso de indescriptibles emociones⎯, en la medida que esa luz fue menguando pude distinguir a tres seres de pie frente a mí...
184