Estudios sobre arte y comunicacion social

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felicidad. Estamos, por tanto, ante dos manifestaciones de la cultura visual con un gran potencial en su capacidad de hacernos disfrutar. En la última década del pasado siglo dejó de existir el más mínimo conflicto entre arte y diseño, hasta entonces se debatieron largamente todas las afinidades y divergencias, y se consolidó en la mayoría de los centros de arte la programación de exposiciones de diseño, como ya consagrase el MoMA al inicio de los años cincuenta, y que hoy son sección o parte de las colecciones de museos tan clásicos como el British Museum o el Victoria & Albert; y la razón de ser de grandes centros como La Triennale di Milano o el Design Museum de Londres. Una vez consolidado el cambio de siglo, tras su primera década, es posible incluso decir que el diseño podría considerarse hoy la vanguardia del arte contemporáneo, 1 la tendencia más genuina del arte de nuestro tiempo. Así, sin prejuicios y comparaciones estériles, porque el diseño sigue siendo diseño y el arte puede seguir siendo arte, cada vez son más quienes aprecian los valores artísticos en determinados productos del diseño, consumen diseño en exposiciones y adquisiciones interesados por la componente estética más que por la funcional, y asisten más motivados a una feria de diseño que a una de arte contemporáneo. De estos valores, considero que lo más esencial que ha determinado la obra de arte en cualquier época es la capacidad para conmovernos y desarrollar nuestra sensibilidad, una experiencia que obtenemos en innumerables piezas de diseño e incluso en las instalaciones en que se presentan en una feria, una exposición o hasta en un centro comercial.

Banco diseño de Matthias Pliessnig; lámpara Bety, de Arturo Álvarez 124


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