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EL APORTE “NEGRO” A LA CULTURA PERUANA
from Cumanana XXVI-ESP
by PeruEnAfrica
Lilia Mayorga
Desde los albores de la conquista del antiguo Perú, se registró una serie de actos de resistencia y cinamarronada desarrollados por los esclavos y los libertos. Así, los negros se vinculan también a la resistencia indígena contras los españoles. Se tiene conocimiento de estas experiencias desde 1536. Posteriormente, este proceso de resistencia se intensificó a lo largo del siglo XVIII y comienzos del XIX. Se produjeron revueltas, motines y rebeliones de esclavos en la costa central y norte del Perú, entre estas últimas destaca la que lideró Francisco Congo en 1771. Surgen así palenques como los de Huachipa y Bocanegra, en el corazón mismo del virreinato peruano.
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Finalmente, este proceso de organización y de afirmación social se vinculó a las gestas libertarias desarrolladas por Túpac Amaru II, San Martín y Bolívar, contribuyendo de esta manera a la emancipación del país con respecto al dominio imperial de España. Sin embargo, los ideales libertarios e igualitaristas que abrigaban los afroperuanos nunca se vieron del todo satisfechos.
Los primeros africanos que vinieron a esta región del imperio incaico estuvieron entre las tropas de Francisco Pizarro, en 1527. Ellos no eran conquistadores; más bien los conquistadores europeos los trajeron por la fuerza. Muchos de ellos fueron soldados valientes, aunque pelearan no por una causa sino para salvar sus vidas y aun las de sus propios opresores,
El régimen colonial estableció una jerarquía social muy estricta que asignaba a cada grupo de personas funciones y papeles específicos. Pese a ello, los afroperuanos utilizaron todos los recursos en su lucha para superar las barreras y obtener su largamente deseada libertad. La resistencia activa a la servidumbre y a la esclavitud fue una permanente condición en las relaciones vigentes al interior de la sociedad virreinalperuana.
Desde 1540, se reportaron numerosos actos de rebelión: revueltas, escapes, motines e insurrecciones de protesta social activa. No obstante, la principal forma de resistencia de los afroperuanos fue la huida de la esclavitud y la formación de bandas de cimarrones, así como el establecimiento de palenques, como ya se ha mencionado.
La abolición de la esclavitud fue una consecuencia inmediata de la lucha por nuestra independencia patria. Para concretarse, esta medida tuvo que esperar 30 años más. En realidad, la abolición de la esclavitud terminó siendo un gran negocio para los esclavistas, en perjuicio de los esclavos.
La larga lucha por la libertad de los negros se fue combinando gradualmente con la lucha de los criollos y los mestizos para liberar a las ciudades del control español. Durante el siglo XVIII y hasta comienzos del siglo XIX, la mayoría de las insurrecciones urbanas incluyó las demandas de libertad de los afroperuanos. Creyendo que las ideas liberales de lucha por la igualdad y la fraternidad que por siglos se les había negado, los afroperuanos jugaron un papel decisivo en las batallas de Junín y Ayacucho. El batallón Húsares de Junín-que estuvo formado por libertos, esclavos y mestizos, principalmente- ganó una decisiva victoria que ayudó a asegurar no sólo la independencia del Perú sino también la de toda Sudamérica.
Existe al parecer, una predisposición idiosincrática hacia todo lo vinculado con el arte, en particular la música y la danza. La mayoría de los descendientes de negros tiene muy metido en su espíritu el canto y la música. Son muchos los músicos negros que destacan por su capacidad de mezclar las armonías y los ritmos; son gente con muy buena disposición artística. Si ellos tuvieran mayores oportunidades, disciplina y estímulo cerca de los que pueden ofrecer, podrían convertirse en grandes músicos.
Por su parte, la entrega que tiene el negro a la danza es casi una predisposición natural, que brota de suyo. Se debería seguir cultivando, en las niñas y niños pequeños, esta capacidad y sentido del ritmo. La música y la danza pueden ser el espacio de integración en este país tan diverso y múltiple.
Tenemos la esperanza de que el arte sea un factor de comunicación intensa y un medio que logre el acercamiento entre las personas, un motivo que junte y que no separe. A través de la danza y de su capacidad para hacer que surja el espíritu, que se ponga a flote, las personas pueden liberarse de todo o casi todo: las dificultades diarias, de los problemas cotidianos. El arte permite que uno pueda sentirse igual al otro, acompañado y rodeado de personas que comparten tanto los problemas como las soluciones. El otro aporte fundamental de los negros es en las artes plásticas peruanas, en las que destaca el genial acuarelista Pancho Fierro. Hasta ahora nadie sabe a ciencia cierta cuantas obras realizó con su famoso pincel de rasgos firmes, llenos de carácter. Pancho Fierro hizo arte a lo largo de toda su vida. Pintó de todo: indios, negros y criollos, excepcionalmente chinos. Podemos también mencionar al pintor Gil de Castro, el favorito de los libertadores.
Aparentemente a los negros se nos podría también atribuir la anónima y extraña primera estrofa del Himno Nacional, pues, por una parte, fue un zambo como José Bernardo Alzedo el compositor de sus esplendidos acordes. Y un negro, Manuel Bañon, es el autor de la célebre marcha El ataque de Uchumayo, la más extendida y conocida de nuestras marchas militares, que evoca -además- uno de nuestros raros triunfos en aquellos tiempos de catástrofe.
Asimismo, podríamos mencionar en la tauromaquia a dos de nuestros mayores toreros: Angel Valdez, quien asombró a la propia España en el siglo XIX, y Rafael Santa Cruz, nuestro contemporáneo.
Pero donde tal vez reluce más la fibra de los afroperuanos es en las artes populares musicales y coreográficas. Durante la Colonia se crearon cientos de danzas y numerosas canciones, aunque sólo algunas de ellas se salvaron gracias al pentagrama. El ritmo tradicional dejo huella eterna en la zamacueca primero y más tarde en la marinera, así como en los remozados y más contemporáneos alcatraz, festejo y toromata.

Numerosas festividades y no pocos bailes andinos (negritos, diablada, morenada, negros San Roque, negrillos, etcétera) guardan de igual modo remembranzas de tiempos idos en los cuales la presencia negra era vigorosa. Hoy son bailes quechuas y aimaras, pero su origen remoto y sus danzas, a partir de las cuales evolucionaron dentro de las formas y concepciones propiamente andinas.
En cuanto al folclor negro más moderno, destaca Nicomedes Santa Cruz, a quien tanto debe el Perú en su conjunto. Erudito en temas sociales, afroperuanos, compositor y recopilador, Nicomedes es autor de estudios sobre la danza y la canción -como Cumanana- y de una notable obra de recopilación de décimas del Perú colorido, moreno. Nicomedes fue y es seguido de cerca -en sus estudios, intereses y preocupaciones- por sus hermanos consanguíneos César y Victoria.
Y así, podríamos también mencionar a muchos otros negros ilustres como Rosario Bendezú, autora del libro Folklore negro peruano; José Durand, cuyos trabajos afroperuanos todavía están dispersos; y Aurelio Collantes, La Voz de la tradición, quien murió sin recopilar su vasta obra.
Una obra reciente de muy alto valor es la de Chalena Vásquez: Sobre las melodías y danzas afroiqueñas de Navidad y temas sociológicos. Cabe también mencionar a Toño Pinillas Sánchez Concha, quien sabe mucho de arte musical afroperuano y toca el cajón espléndidamente, y a José Mejía Baca, quien escribió hace muchos años una valiosa nota sobre “La saña”. Es así mismo de absoluta importancia recalcar los nombres de Augusto Ascuez, Porfirio Vásquez y Abelardo Vásquez Candelario.
*Extracto del articulo el Aporte del Negro a la cultura peruana, publicado originalmente en la Revista Política Internacional edición Enero/Marzo 1999. Pp-80-91
Ingredientes
5 tazas de Arroz
1 cebolla mediana, picada
¾ taza de aceite vegetal
350 gramos de pasta de tomate
4 tazas de caldo de pollo
1 cucharada de curry en polvo
1 cucharada de tomillo
2 hojas de laurel
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de pimienta negra
Para la salsa de tomate
6 tomates roma
4 pimientos rojos

1 ají limo o pimiento habanero
1 cebolla mediana
3 dientes de ajo