Instinto, intuición y premonición
Por Rubén Morillo Recuerdo una discusión en que varias personas hablaban sobre sus instintos. Decían que podían saber de antemano lo que va a suceder; o que podían resolver situaciones sin tener entrenamiento previo en torno al asunto en cuestión. Lo curioso es que llamaban instinto a todo acto que ejecutaran y acerca del cual no tenían una explicación racional que ayudara a entender cómo lo hacían. Es más apropiado decir, sin embargo, que en la referida conversación entraban, en adición al instinto, un par de aspectos más —intuición y premonición— cuya consideración arrojará la luz que se necesita para aclarar la confusión de los señalados polemistas. Bien, por definición el instinto se re-
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fiere a una capacidad, conducta innata o heredada que poseen todas las especies animales; de la que no escapamos los humanos. En realidad, en la medida en que aprendemos las reglas y normas sociales, en el caso especifico del humano, nos vamos alejando de esa conducta. O sea, dejamos de actuar bajo impulsos instintivos, que están, por decirlo de manera simple, “opacados” por las normas y leyes sociales. De hecho, es lo que nos diferencia en gran medida de las demás especies de reino animal. Aunque cabe decir, que los actos instintivos pueden convertirse en capacidades o destrezas en la medida en que facilitan que la persona se desarrolle en un área específica o en algún campo profesional. En otro orden, la intuición se refiere a la capacidad de comprender sin que haya la necesidad de pensamiento refinado alguno, un estudio específico del asunto o algún razonamiento. Puede tratarse de una simple idea o verdad elaborada. Esta puede ser una habilidad adquirida gracias a la práctica, o heredada, como es el caso específico de los genios. En el caso de la premonición —el tercer elemento—, ésta se refiere a la capacidad de saber de antemano lo que puede suceder en el futuro. Para que quien hace la premonición se ajuste a la definición de este concepto, su aseveración de lo que ocurrirá ha de ser hecha en ausencia de términos o condiciones físicas, aparte de que tampoco había indicios que apuntaran en esa dirección. Algunos prefieren llamar sexto sentido al uso de este atributo.
Claro que ésta no es una capacidad o cualidad que pueda ser medida con técnicas exactas, por tratarse de una condición muy subjetiva. Es decir, este fenómeno depende totalmente de la persona que lo ejecuta y tales niveles de subjetividad son aún inmedibles por la ciencia. La premonición debe cumplirse en los términos anunciado por la persona, y en la mayoría de los casos está sujeta a la interpretación de quienes participen en el análisis de lo sucedido. Sí se sabe que muchas personas, gracias al adiestramiento con que cuentan en algunas áreas, fruto de su experiencia profesional u observación de algunos fenómenos, hacen predicciones valiéndose de cálculos estadísticos, observaciones naturales, tendencias de mercado, etc. Pero en esos casos, se trata de individuos expertos que siguen algún rastro o basan sus predicciones en el análisis de sus áreas de conocimiento. ______________ El autor es licenciado en psicología.