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Languidece la clase

Por Sandra Caquías Cruz redaccion@esnoticiapr.com @esnoticiapr

PONCE - Nadie confirma el deceso de la clase media, pero todos apuntan a que está muy cerca. Los intentos para mantenerla de pie requieren cada vez más esfuerzos. La carga intenta aplastarla y se acabó el dinero y otros alicientes distribuidos durante la pandemia del coronavirus o a causa de los huracanes y terremotos, y que le sirvió de oxígeno.

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La clase media languidece, confirmaron tres profesores universitarios y expertos en economía, antropología e historia. Más allá de los académicos, en el hogar de la ponceña Michelle Brebán Rodríguez, una trabajadora social que vive con su esposo y dos hijas adolescentes, lo viven a diario. Brebán Rodríguez recién comenzó a trabajar desde su hogar. Su esposo es electricista. La familia se las reinventa a diario para subsistir. Fuera de su carrito de supermercado se quedaron “los gustitos”. También redujeron las salidas a los restaurantes de comida rápida.

Ellos al igual que los maestros, los policías, las secretarias y las enfermeras también pertenecen al grupo de la llamada clase media, a quienes el dinero no les alcanza para cubrir más allá de los gastos esenciales, los productos de primera necesidad.

Algunos prefieren llamarla clase trabajadora y otros la definen como clase media. La realidad es que son familias que se prepararon con estudios universitarios para una mejor calidad de vida, comprar una casa, tener carro nuevo, tomar vacaciones fuera de Puerto Rico, pagar una carrera universitaria a sus hijos, pero que ahora, en muchísimos de los casos, ven la maleta y el avión como una escapatoria.

Brebán Rodríguez, en cuyos planes ni en los de su familia está migrar, dijo que ante el aumento en costo de vida ha limitado sus gastos. Explicó que llevar a su familia a un restaurante de comida rápida le representa alrededor de $40 por lo que prefiere cocinar en la casa.

Cuando acuden al supermercado limitan lo que echan al carro de compra y se limitan a víveres esenciales descartando galletas y golosinas. “Antes podíamos coger los gustitos”, comentó.

También redujo las visitas al cine. “Tenemos una mascota, pero es otro gasto adicional”, reconoció. Eso sí, un alivio que tiene esta familia es que su vivienda está salda y no pagan hipotecas ni alquiler.

“Es urgente atender la situación de la clase media para evitar su desaparición”, afirmó Hernán Vera Rodríguez, director del Observatorio de Sociedad, Gobernanza y Política Pública de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR).

“Vemos un aumento en los costos de vida, en los servicios, y eso, obviamente, es una presión que tiene que escapar por algún lado, y ese lado muchas veces es la emigración”, señaló el educador.

Planteó que muchas personas no quieren salir a trabajar porque al hacer “la matemática” piensan: “valdrá la pena ir a trabajar asalariadamente; valdrá la pena trabajar para una organización; valdrá la pena trabajar. No sería mejor dedicar ese tiempo a levantar un negocio… hemos hecho antipático el trabajo asalariado”. La evidencia más reciente fueron las tablas para saber si las familias cualificaban para el incentivo de obtener placas solares y así economizarse un dinero en la energía que utiliza su vivienda. La clase media excedía en ingresos para cualificar y obtener ese incentivo.

Tampoco cualifica para el Programa de Asistencia Nutricional, ni para el plan médico de la Reforma de Salud gubernamental, ni subsidio para pagar el alquiler de una vivienda. Todas son ayudas que llegan del gobierno federal para lidiar con “la pobreza”. Vera Rodríguez indicó que el buró del Censo encontró que el salario que más se repitió en Puerto Rico fue el de $22,000. Mientras, el salario promedio era de $34,931, según la encuesta de la comunidad. Hay unas 400,000 familias que definen como clase media.

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