Pdl cienciaficcióndiciembre2013

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Ilustración: Sebastián Carrasco

Por Luis Henao

I

ncluso desde antes del devastador terremoto del 2010, Haití ya ocupaba una de las esquinas del globo, marcado siempre por la precariedad y la violencia. En la economía global contemporánea, donde el valor de cada nación parece estar determinado por su contribución al mercado, la mitad haitiana de la Española parece estar relegada a un rol menor, tal vez el de receptor de “ayuda humanitiaria” por parte de países “desarrollados”. Uno de los personajes de Malas Hierbas (2011) —novela del puertorriqueño Pedro Cabiya—, reclama al zombi como la “más famosa y macabra exportación” haitiana.

La invención del zombi y de la frontera

La mirada occidental se ha fijado en el vudú no como la construcción sincrética que es, sino que lo ha reducido a una práctica exótica y excéntrica, una sinécdoque del Caribe bárbaro, caníbal y fantástico. Ese sujeto radicalmente diferente —sin lenguaje, ni cultura, amenazante y contagioso— se hace material y corpóreo en la figura del zombi. La presencia del zombi en la cultura estadounidense proviene de Haití, donde la rebelión de esclavos de 1791 provocó una ola de inmigración de dueños de plantación franceses y sus esclavos a Louisiana. La figura del esclavo haitiano

como cuerpo al servicio de un amo, que presentaba un riesgo no como individuo sino como colectivo, aparece asociada a la imagen del zombi como una creatura mágica sin voluntad. Este nuevo zombi estadounidense se distancia considerablemente al haitiano, olvidando los significados espirituales que le otorgan las creencias del vudú, y se adapta a los cambios del paisaje demográfico, reflejando el miedo a los inmigrantes (a veces haitianos, pero también asiáticos o europeos). La imagen del zombi moderno quedó establecida en 1968 con el lanzamiento de Night of the Living Dead, dirigida por George A. Romero: seres de movilidad limitada, desplazándose en grupos, desesperados por saciar su hambre. A partir de Romero, la figura del

zombi ha sido reelaborada desde la cultura de masas como una especie de significante vacío, susceptible a ser representado como metáfora de prejuicios raciales o del capitalismo salvaje y la sociedad de consumo. Nadie ha estado más interesado en hacer del haitiano un Otro que sus vecinos dominicanos de la isla. Desde la década de los treinta hasta finales de los noventa, el poder estatal de la República Dominicana, sostenido bajo las figuras de Rafael Trujillo y Joaquín Balaguer, desplegó su aparato discursivo, no sin una dosis de violencia, para imponer y mantener ciertas maneras de ser, silenciando en el proceso manifestaciones sociales y culturales que no coincidían con su versión de ‘lo dominicano’. Al asumirse lo

DOSSIER CIENCIA FICCIÓN

¡Zombies en la Española! Raza, frontera y ciencia ficción en la literatura caribeña contemporánea

Malas hierbas Pedro Cabiya New York, 2010. Zemí Book 252 págs.


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