Nº 657, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Medellín, septiembre de 2016
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El profesor de la Facultad de Comunicaciones y Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos Pablo Montoya acaba de ganar el Premio José Donoso, de Chile, otorgado a la obra completa de un escritor. El escritor, autor de Tríptico de la infamia, le escribe una misiva a la Ministra de Educación, a propósito del debate en el país sobre las cartillas de educación sexual. CONSEJO SUPERIOR UNIVERSITARIO Luis Pérez Gutiérrez, Gobernador del Departamento y Presidente de la Corporación • Mauricio Alviar Ramírez, Rector • Antonio Yepes Parra, Representante del Presidente de la República • Edna Rocío Vanegas Rodríguez, Representante de la Ministra de Educación Nacional • Francisco Londoño Osorno, Representante del Consejo Académico • Rocío Bedoya Bedoya, Representante Profesoral • Ricardo León Álvarez, Representante de los Egresados • Juan Guillermo Londoño Posada, Representante del Sector Productivo • Jaime Restrepo Cuartas, Representante de los ex Rectores • María Isabel Lopera Vélez, Secretaria General. CONSEJO ACADÉMICO Mauricio Alviar Ramírez, Rector • María Patricia Arbeláez Montoya, Vicerrectora de Investigación • Luz Stella Isaza Mesa, Vicerrectora de Docencia • José Edinson Aedo Cobo, Vicerrector de Extensión • Fernando Tobón Bernal, Vicerrector Administrativo • Francisco Londoño Osorno, Decano Facultad de Artes • Luis Guillermo Palacio Baena, Decano Facultad de Ciencias Agrarias • Ramón Javier Mesa Callejas, Decano Facultad de Ciencias Económicas • Nora Eugenia Restrepo Sánchez, Decana Facultad de Ciencias Exactas y Naturales • Hernando Muñoz Sánchez, Decano Facultad de Ciencias Sociales y Humanas • David Hernández García, Decano Facultad de Comunicaciones • Clemencia Uribe Restrepo, Decana Facultad de Derecho y Ciencias Políticas • Elvia María González Agudelo, Decana Facultad de Educación • Lina María Zuleta Vanegas, Decana Facultad de Enfermería • Carlos Alberto Palacio Tobón, Decano Facultad de Ingeniería • Carlos Alberto Palacio Acosta, Decano Facultad de Medicina • Álvaro Franco Giraldo, Decano Facultad Nacional de Salud Pública • Clara Eugenia Escobar Güendica, Decana Facultad de Odontología • Juan Carlos Alarcón Pérez, Decano Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias • Marco Antonio Vélez Vélez, Representante Profesoral ante el Consejo Académico • María Isabel Lopera Vélez, Secretaria General. Invitados: Edison Neira Palacio, Vicerrector General • Sandra María Turbay Ceballos, Directora de Posgrado • Luis Alfonso Escobar Trujillo, Director de Regionalización • José Ricardo Velasco Vélez, Director Escuela de Microbiología • Margarita María Gaviria Velásquez, Directora Escuela Interamericana de Bibliotecología • Paula Andrea Echeverri Sucerquia, Directora Escuela de Idiomas • Gildardo Uribe Gil, Director Escuela de Nutrición y Dietética • Francisco Cortés Rodas, Director Instituto de Filosofía • Gloria María Castañeda Clavijo, Directora Instituto de Educación Física y Deporte • Carlos Mario Duque Duque, Director de Desarrollo Institucional • Adriana González Moncada, Directora de Relaciones Internacionales • Adriana Patricia Arcila Rojas, Directora de Bienestar Universitario • Ana María Gutiérrez Giraldo, Directora de Gestión Logística y de Infraestructura • Richard Steve Ramírez Grisales, Director Unidad de Asesoría Jurídica • Adriana Astrid Zea Cárdenas, Auditora Interna • Alma Nury López Patiño, Líder de Comunicaciones.
Carta abierta a Gina Parody Envigado, 17 de agosto de 2016 Señora Gina Parody Ministra de Educación E.S.M. Respetada Ministra Gina Parody: No soy militante político de ningún partido, pero creo que cada actitud ejercida, en el campo de la existencia, posee una insoslayable carga política. No soy homosexual, pero respeto, desde que los asuntos de la sexualidad empezaron a tocar mi cuerpo, mi mente y mi espíritu, las minorías sexuales. Y no solo las respeto sino que las defiendo y doy gracias por su existencia y me alegra que enaltezcan la condición humana. Ni qué decir que apoyo las luchas de las minorías étnicas del mundo. Soy blanco de piel, pero mi espíritu y mi sensibilidad y mi inteligencia son negros, indígenas, amarillos, rojos y de todos los demás colores. Soy, culturalmente, un híbrido, un mezclado, un mestizo. Soy, finalmente, un ecologista convencido y un pacifista incondicional. Y creo que una de mis misiones es luchar, desde la palabra escrita que debe ser palabra activa, contra la intransigencia y la estolidez de los poderosos y distanciarme del rebaño que los aprueba. Como ciudadano colombiano he seguido su trayectoria. Y no me cuesta nada expresarle que la admiro porque usted es una mujer valiente y lúcida. Lamento, es verdad, su militancia con el partido de la U y que en sus inicios no haya sido del todo independiente. Su paso por el uribismo aún no logro comprenderlo del todo. ¿Cómo cayó usted en semejante manipulación de la política y en semejante caudillismo de caricatura? Siempre he pensado que la sensatez, la transparencia y la justicia no tienen nada que ver con las formas en que actúan Álvaro Uribe y sus seguidores. Pero sus denuncias y su disidencia demostraron, en su momento, que usted no cayó en los embelecos de ese grupo. Su carrera por el mundo de la política me sorprende. Pero lo que más me llama la atención, y lo que me lleva a escribirle estas líneas, es su entereza al declararse homosexual en un país que detesta, en casi todos los campos, este tipo de preferencias sexuales. Y me atrevo a decirle que lo que acaba de pasar, el episodio de las cartillas ministeriales para educar la sexualidad de un país mal educado en ese sentido, no debe asustarla. En realidad, le escribo simplemente para pedirle, con todo respeto, que siga adelante, que no desfallezca, que su causa es genuina y necesaria porque contribuye a que este pueblo colombiano, tan intolerante, vaya saliendo de su penumbra. El combate no es fácil. De hecho, ningún combate en la larga historia de la defensa de los derechos sexuales ha sido fácil. Ha habido asesinatos, persecuciones, humillaciones colectivas, inducción a suicidios. Y lo paradójico es que quien más ha ayudado a construir este horizonte aciago han sido las grandes religiones monoteístas. El cristianismo, y sobre todo la Iglesia católica, ha perseguido y castigado estos comportamientos sexuales con argumentos tan brutales como falsos. Argumentos que dictan sus códigos morales viciados. Ese es el tamaño de la realidad: los
altos representantes de la Iglesia católica colombiana se pusieron energúmenos y salieron a pedir su cabeza, a solicitar el retiro de la web de una cartilla bien escrita y ejemplar. Contradiciendo con su actitud las enseñanzas de amor y respeto al otro predicadas por el Jesús de los Evangelios. Una mirada a la historia de la educación sensorial de Occidente permite entender que lo se está haciendo desde el Ministerio de Educación, bajo la autorización de la Corte [Constitucional] es tan urgente como plausible. Es un proyecto civilizado y democrático que sirve para que este pueblo supere sus odios y miedos. Por supuesto, usted lo sabe más que nadie, que seguir adelante tiene sus riesgos. Los riesgos de los insultos y las amenazas de esa clase política siniestra que nos caracteriza y de ese pueblo colombiano que, es verdad, está conformado por nuestros amigos, nuestras familias, por la gente con la que hablamos cotidianamente; pero que, al fin y al cabo, puede tornarse, como lo vimos en las manifestaciones pasadas, en una masa furiosa. Al ver esas multitudes enfurecidas, en donde estaba debo decirlo parte de mi familia, pensé en la terrible carga que nos dejaron los vientos de la Contrarreforma de Felipe II. Aquellos que nos prohibieron leer, imprimir libros, educarnos en el respeto por la diferencia del otro. Aquella que nos educó con el catecismo del padre Astete, ese lamentable conglomerado de prohibiciones. Allá cada quien con su catecismo en su casa, allá cada quien con su dios y su conciencia en la morada de su ser. Pero lo que debemos buscar es que esos catecismos y esos dioses permitan un mejor diálogo, respetuoso e incesantemente creativo, entre nosotros. Es esencial que en las escuelas y colegios del Estado, en los espacios públicos, primen los valores cívicos y democráticos que la Corte Constitucional designe. Lo que genera preocupación, sin
embargo, es que continuamos siendo el país del Sagrado Corazón de Jesús. Un país diseñado por una serie de gramáticos, políticos y monseñores apegados a una religiosidad caduca, y ajenos al espíritu de la modernidad laica. Al ver esas marchas es fácil concluir que Colombia es una nación peligrosamente reaccionaria. Pero no por ello hay que dejar de creer que el papel de sus minorías intelectuales y demócratas es enfrentar, bajo la legalidad y el civismo, y con claridad y decisión, esta oscuridad reinante. La educación debe ser el baluarte desde donde se enseñe y se practique el respeto y la tolerancia hacia el otro. Es crucial continuar en la pelea por una digna civilidad. Y en esta lucha, señora Ministra Parody, le pido el favor que no dé marcha atrás. Cordialmente, Pablo Montoya