Nº 650, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Medellín, febrero de 2016
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Rubén Darío, Cónsul General de Colombia: visto por Núñez y Caro Centenario Este 6 de febrero se cumple los cien años del fallecimiento del poeta nicaragüense Rubén Darío (18671916), considerado el mayor exponente del Modernismo y una de las figuras literarias más notables de la lengua castellana. La rectoría y el Grupo GELCIL de la Universidad de Antioquia y la Universidad Autónoma Latinoamericana (UNAULA) de Medellín, organizan la siguiente programación. Con ello se hace eco a las actividades que en todo el mundo de lengua española se rinde a la memoria y gran obra del autor de Azul, Cantos de vida y esperanza, Los raros… Viernes 11 de marzo de 2016 Mañana 9:00 a.m. a 12:00m. Lugar: Edificio de Extensión Universidad de Antioquia Intervenciones: Juan Manuel Roca Selnich Vivas Hurtado, Universidad de Antioquia Tarde 2:30 p.m. a 5:00 p.m. Lugar: Edificio de Extensión Universidad de Antioquia Intervenciones: Carmen Elisa Acosta, Universidad Nacional, Bogotá Juan Carlos Orrego, Universidad de Antioquia Andrés Arango, Universidad de Antioquia Noche 6:30 p.m. a 8:00 p.m. Lugar: Auditorio Rafael Uribe Uribe UNAULA Intervenciones: Carmen Ruiz Barrionuevo, Universidad de Salamanca Presentación de Vida de Rubén Darío escrita por él mismo. Ediciones UNAULAGELCIL
refiera a Caro como presidente de tal entonces y artífice del nombramiento, o que incluso se omita el hecho de haber sido cónsul colombiano. Las palabras en cuestión son las siguientes: «Mi puesto no me dio ningún trabajo, pues no había nada que hacer, (…) dado que no había casi colombianos en Buenos Aires y no existían transacciones ni cambios comerciales entre Colombia y la República Argentina»; de allí se acepta que la importancia del consulado consistiera en ser una fuente de dinero sin compromisos laborales; es decir, con libertad de tiempo: «Pasaba, pues, Fotografía en “Pequeña antología de Rubén Darío”, mi vida bonaerense Ministerio Nacional de Cultura, Panamá, 1967. escribiendo artículos para La Nación, y versos que fueron más tarde mis Prosas Por LUIS FERNANDO QUIROZ* profanas, y buscando, por la noche, el peligroso encanto de los paraísos artificiales». ara sorpresa de muchos, No obstante, más allá de haberle Rubén Darío fue Cónsul permitido dedicarse a su poesía y General de Colombia al periodismo, aún antes de oficialen Buenos Aires, por mente iniciar «labores», representó decisión del entonces el cargo un paso de gran importancia presidente Rafael Núñez, y con en la constitución de su pensamiento nombramiento del vicepresidente modernista: gracias al sueldo que Miguel Antonio Caro. Con poco más le adelantó Núñez, pudo viajar a de dos años en el consulado, y tras Nueva York, en donde dimensionará la muerte de Núñez, Darío recibe un la genialidad de Edgar Allan Poe al mensaje desde Bogotá, en el cual se divisar el panorama de la industriale comunica la supresión del consulizada ciudad, y tratará en persona a lado en la capital Argentina. José Martí, maestro suyo de la cróEl periodo consular de Darío, nica; luego, haberse dado el gusto de abarca entonces desde abril de 1893, conocer al admirado, y maestro tamfecha de su nombramiento oficial, bién, Paul Verlaine, y por supuesto, hasta el primero de noviembre de a París misma, su bella y anhelada 1895, aunque su posesión efectiva París, para eventualmente llegar al fue el 21 de agosto de 1893. Meses consulado. Tienen en común, fuera después de su periodo consular, en de ser rastreable la importancia que 1896, aún en Buenos Aires, publica les daba Darío desde antes, una obra Los raros y Prosas profanas. literaria: Los raros. Ese libro raro ¿Tienen estas obras alguna reen el cual daba a conocer nuevas lación con su periodo consular?, fuentes intelectuales, o alternas a o, propiamente dicho, ¿tal periodo la hermética tradición hispanista, tuvo algún tipo de trascendencia? Lo recoge los frutos de tal viaje. Los tres cierto es que las palabras de Darío en son, pues, raros consagrados en su su autobiografía, La vida de Rubén obra, merced al consulado. Darío escrita por él mismo, hacen La pregunta entonces es cómo creer que no tuvo la suficiente trasllegó al cargo, y sobre ello su aucendencia, o directa y rotundamente tobiografía poco puede ofrecernos. que no tuvo ninguna. Y la crítica Darío, simplemente, refiere haber así lo aceptó, pues con facilidad se querido visitar a Núñez cuando su puede encontrar notas biográficas y vapor hizo escala en Cartagena, en críticas sobre Darío, en las que se
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un viaje de regreso desde España. En el diálogo, Núñez, interesado en que Darío permaneciera escribiendo, le ofrece el consulado, en un franco intento de ayudarlo. ¿Cómo se conocían? En vida del Solitario del Cabrero sólo fueron publicados dos poemarios, ambos por interés de admiradores. El primero, de doce ejemplares, publicado en 1885, y el segundo en 1889. Darío, por su parte, en 1888 publicó su Azul…, libro que lo consagró en el panorama literario hispanohablante. Núñez, pues, quiso conocer la valoración de un raro, un modernista, sobre su obra, ya de estéticas pasadas, por lo que le envía uno de sus poemarios, para que haga una crítica de él. Si se tiene en cuenta que Núñez fue la cabeza de la Regeneración, y que artísticamente difundió y se acogió a las palabras de Caro, que el arte y la poesía están supeditados a la religión, o sea al dogma católico romano apostólico, y a una función cívica y cultural de adoctrinamiento, su acercamiento con Darío llama la atención sobre su figura intelectual. Darío, aunque católico, liberal y modernista, reconoció en Núñez a un verdadero «maestro», único en la lengua española con poesía en polímetro —antecedente del verso libre—, como Sideral, al estilo «de los decadentes de Francia»: «Núñez está al corriente del movimiento de la literatura universal: estudia, sabe. Si quisiese, modernizaría». Publica su crítica después de que fallece el presidente, y pocos días después le rinde homenaje con un poema titulado En la muerte de Rafael Núñez; poema, por cierto, que once años después publicaría de nuevo, enmarcado en su poemario Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas. El nicaragüense, en otras palabras, imperdonable: revaloró la figura literaria del cartagenero, destacando a la vez su interés en beber de otras fuentes intelectuales. Meses después, ofrecerá a Marco Fidel Suárez, ministro, «el testimonio de [su] más alta consideración personal», al notificarle este del cierre del consulado. Miguel Antonio Caro, conservador, gramático, dogmático de la tradición española; ahora sí presidente, arremete contra el modernismo. No es, pues, tanto artífice del cierre del consulado, como de la ruptura del Estado colombiano con una peligrosa figura para su unidad nacional tradicionalista: el Príncipe de las letras castellanas, Rubén Darío. * Estudiante del pregrado Letras: filología hispánica, de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia