Alma Mater 647

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Nº 647, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Medellín, octubre de 2015

80 años de la Biblioteca Carlos Gaviria Díaz

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Foto: Javier Londoño Balbín

Una biblioteca de hoy y del futuro Por GERMÁN SIERRA

E

n 1935 don Alfonso Mora Naranjo fundó la Biblioteca General de la Universidad de Antioquia, y estuvo en su dirección hasta 1954. En aquel comienzo de la Biblioteca era rector de la Universidad Clodomiro Ramírez (1934-1938). “Colombia era entonces un escenario de fuertes remezones y rupturas ideológicas, de innovaciones y cambios rotundos […]. El país estaba saliendo del cascarón de un régimen conservador y clerical que había durado 45 años ininterrumpidos, y se asomaba a una nueva era liberal. Era una época de aperturas, de utopías […]; tiempos de reconocimiento a los movimientos sindical y estudiantil, de participación política de sectores que nunca antes habían tenido un espacio”1. La Biblioteca pasó del edificio de San Ignacio, principal sede de la Universidad, al nuevo edificio de la Escuela de Derecho, donde se le había habilitado un amplio espacio, iluminado y cómodo. En el traslado, Mora Naranjo se sorprendió por el mal estado y deficiencia de las pocas colecciones de libros y revistas que pudo inventariar. El porqué una institución como la Universidad, que contaba para ese momento con cerca de 130 años de existencia,

tenía una biblioteca “tan insignificante y arrinconada”, se explica ampliamente en el libro La persistencia de las ideas. Setenta años de la Biblioteca Universidad de Antioquia, que en 2005 escribió el periodista y cronista Ricardo Aricapa Ardila. Ya en 1940 la Biblioteca contaba con 17.000 libros y folletos y con unos 50.300 lectores —un panorama sustancialmente distinto al del comienzo de la biblioteca— gracias a que Mora Naranjo había también creado, en 1935, la Revista Universidad de Antioquia y con ella había establecido canje con numerosas instituciones educativas del país y del exterior, así como con escritores e intelectuales. Todos iban intercambiando importante material bibliográfico con la Biblioteca, y esta iba adquiriendo relevancia en la ciudad, en el departamento y en el país. Alfonso Mora Naranjo fue, pues, el artífice de unos cambios fundamentales en la Biblioteca, gracias no solo a su empeño y su ingenio, sino también a que estuvo siempre dispuesto a defender la Biblioteca de los ataques de grupos irracionales, producto de los tiempos de convulsión y de tempestades políticas. A propósito, la bibliotecóloga e investigadora Luz Posada de Greiff (Yarumal, 1933) escribió: “El 9 de abril de 1948, el señor Mora Naranjo impidió personalmente la quema de la biblioteca cuando, en mangas de camisa y parado en la puerta que daba acceso a ella en

Ayacucho con Cervantes, recordó a la turba enardecida que la Universidad era para los hijos de los obreros y de los pobres, es decir, para sus hijos, y que al destruirla eran ellos los perjudicados. !Y se salvó la biblioteca!”2.

De números y nombres Andando el tiempo, la Biblioteca, que en los años ochenta pasó a llamarse institucionalmente Departamento de Bibliotecas, dado que habían nacido las bibliotecas del área de la salud —Medicina, Odontología, Enfermería, Salud Pública y Veterinaria y Zootecnia— y la Biblioteca de la Escuela Interamericana de Bibliotecología, hacia 1998 adoptó el nombre de Sistema de Bibliotecas, a tono sin duda con los tiempos y con las “arquitecturas” organizacionales. Actualmente, dicho Sistema de Bibliotecas está conformado por 18 unidades de información, en las que se incluyen las de las sedes regionales de la Universidad, que contienen 258.015 títulos de libros en todas las áreas, correspondientes a 397.164 ejemplares; 5.191 títulos de revistas, equivalentes a 309.310 ejemplares; 76 bases de datos 53.000 revistas en línea, 57.000 libros electrónicos de bibliografía básica, y una amplia selección de recursos de calidad, disponibles en internet en todas las áreas del conocimiento. Amén de un buen conjunto de servicios como solicitud de material bibliográfico, asesoría

académica básica y especializada, suministro de artículos y capítulos de libros a nivel nacional e internacional, servicio para invidentes, salas de cómputo, red inalámbrica, préstamo de portátiles, acceso remoto a los recursos electrónicos y a los servicios mediados por las tecnologías de la información y comunicación, TIC. El 8 de mayo de 2015 la hasta ese entonces Biblioteca Central del Sistema de Bibliotecas pasó a llamarse Biblioteca Carlos Gaviria Díaz en homenaje al insigne personaje (Sopetrán, 1937-Bogotá, 2015) de la vida nacional —magistrado, político, candidato presidencial—, quien fuera estudiante, profesor y directivo de la Universidad, y, ante todo, quien tuviera por los libros un afecto extraordinario y se hubiera convertido a lo largo de su vida en un ávido lector y en un hombre que le rindió culto a las buenas bibliotecas. Como a esta, la de la Universidad.

Servicios, cultura y reconocimientos En 1985 el Departamento de Bibliotecas recibió la distinción “El Mundo de Oro de la Cultura” otorgado por el periódico El Mundo de Medellín, como un reconocimiento a la labor cultural que había desempeñado la Biblioteca en cincuenta años. En 1997 se crea en la Biblioteca Central el Servicio para Invidentes, pionero en instituciones educativas del país.


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