Cuadernos de cine colombiano

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tribus hostiles, serpientes venenosas, abejas, avispas y

frentamiento entre la guerrilla y el gobierno de Colombia

la naturaleza intensamente verde recreada en California,

condujo a mercenarios del United States Navy's Sea, Air,

Guyana, Venezuela y Colombia; el país fue reinventado

and Land (SEAL) a tratar de remediar la situación para

para Romancing the Stone (Zemeckis, 1984), en el es-

que no explotara una guerra civil, desatándose el caos

tado de Veracruz (México), el Jardín Botánico de Xalapa

y la acción en Behind Enemy Lines: Colombia (Matheson,

y la cascada de Texolo; luchando para rescatar al agente

2009); la versión tropical de Nikita, Colombiana (Me-

de la DEA secuestrado por el narcoingenio colombiano

gaton, 2011), hizo del crimen un acto individual que

en Delta Force 2: The Colombian Connection (Norris,

resolvía la ira y su ansiedad de venganza para remediar

1990), el equipo de producción filmó en los estados de

las pesadillas de una niña, años después de atestiguar

Tennessee y California, agregando el sudor del exotismo

el asesinato de sus padres.

con el paisaje filipino; un episodio televisivo de Mission:

El país de la truculencia y sus tópicos –esmeraldas,

Impossible –Church Bells in Bogotá (Nicholson, 1990)–,

barones y matronas de la droga, guerrillas, paramilita-

vampirizó de nuevo la imagen que, en el hit parade del

res, selva, peligro de muerte al 100%–, permitieron

crimen, tuvo Escobar, recreado simbólicamente por Es-

variaciones alrededor del lugar común, sin desvirtuarlo

teban Magdalena, capaz de gobernar un país doblegado

del todo vía comedia –Bonaparte investigador privado

por la corrupción, hasta que la misión imposible se hace

(Pasternak, 1985)–; documental –La sierra (Dalton/

posible cuando los agentes norteamericanos extradi-

Martínez, 2004); Held Hostage in Colombia (Hayes/

tan a Magdalena hacia Estados Unidos; paramilitares,

Bruce/Botero, 2003); The Two Escobars (Jeff y Michael

mafia, presidentes asesinados, la CIA representada

Zimbalist, 2010); La corona (Vega/Micheli, 2008), con

por el agente Jack Ryan, continuaron con el mercado

los personajes de la tragedia doméstica representada

de la droga cinematográfica versión Colombia en Clear

por asesinas, guerrilleras y delincuentes, con un giro

and Present Danger (Noyce, 1994); otro producto de

hacia la tragicomedia cuando son las participantes de

narcoexportación, “Hecho en Medellín”, Griselda Blan-

un reinado de belleza en la cárcel–; salvando los trau-

co, es recordada en Cocaine Cowboys (2006, Corben)

matismos locales con el vigor de los sueños a través

y Cocaine Cowboys 2 (2008, Corben & Perry), viajando

del ineludible hechizo fantástico que magnificó el Metro-

desde Colombia a Estados Unidos, donde ‘la madrina de

Goldwyn-Mayer literario de Colombia, Gabriel García

la mafia’ reinó en el mercado tóxico de Miami durante

Márquez, adaptado por realizadores extranjeros –Cró-

los años 70 y 80; cine para inhalar que retrató la vida,

nica de una muerte anunciada (Rosi, 1987); El amor en

aventuras e infortunios del traficante norteamericano

los tiempos del cólera (Newell, 2007); Del amor y otros

George Jung en Blow (Demme, 2001), un antihéroe

demonios (Hidalgo, 2009), entre otros gabometrajes

de los valores familiares cuando se dedicó a traficar

filmados para la nostalgia cuando la pantalla no alcanza

cocaína colombiana a mediados de los años 70, logran-

a traducir el efecto de la magia literaria–.

do récords tan extravagantes de las olimpiadas tóxicas

Ryan Byrne estrenó en Colombia su ópera prima, A

como vender en día y medio el equivalente en droga a

Colombia (2006), prolongando el estilo del viaje desde

US$ 2.35 millones de dólares en Estados Unidos; Arnold

allá hasta acá: viajó desde Estados Unidos a Colombia

Schwarzenegger visitó Colombia con ánimo de venganza

de la misma forma que el escritor norteamericano Am-

por la muerte de su esposa y de su hijo a manos de la

brose Bierce, quien se fue en 1913 a morir en México

guerrilla en Collateral Damage (Davis, 2002); otro en-

con la siguiente declaración –de principios o de finales, 89

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