VINIERON DESDE CARCOSA* Nelly Geraldine García-Rosas
Vinieron desde Carcosa montados en bestias voladoras. Dicen que los vieron haciendo círculos sobre la colonia Sánchez hasta descender en la pulquería de doña Lupe. Dicen, los que estaban tomando, que se llevaron tres barriles de aguamiel y los “caracoles de panteón” con nopales que tenían como botana en las mesas. Dicen, además, que iban vestidos como los guerreros águila de los antiguos mexicas. Por eso no les creí nada. Quién habría de creerle a un grupo de borrachos. Pasados un par de días se supo que habían asaltado todas las pulquerías de la ciudad. Los guerreros voladores se habían llevado cientos de litros de aguamiel, los gusanos de maguey de Gervasio López y un galón de curado de guayaba. Tampoco les creí aunque los comensales de la fonda “Paloma negra” corroboraron la historia. —Sus rostros, ensombrecidos por los cascos en forma de picos de águila, eran morenos y perfectos. Llevaban escudos llenos de plumas doradas y armas que jamás había visto. Pensé que eran actores o entusiastas de la época prehispánica. Pero las criaturas aladas... ésas eran reales. Abominaciones entre águilas, insectos y otra cosa que no quiero
recordar
—dijo
Gervasio,
quien
siempre
comía
en
el
restaurantito. Después se quedó mirando su plato de arroz con frijoles y no habló más. El domingo atacaron los puestos de hierbas del mercado Hidalgo. Mi tía Mago vio cómo las criaturas bajaban en picada sobre el epazote, el cilantro y la hierbabuena. —Parecían ratas muertas con alas de vampiro, m’ija. Pero ratas grandes, como caballos. Una se paró enfrentito de mí y yo no pude moverme del miedo. Nomás apreté mi bolsa del mandado y le recé a la virgencita en voz baja. Un hombre alto y muy moreno vestido con 14