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de 2013, durante una reunión con el secretario general de la OCS, el ruso Dmitri Mezentsev, en Almaty (Kazajstán). Este interés turco por ingresar en la OCS fue formalmente aceptado por Putin durante una cumbre con Erdogan en noviembre pasado en Moscú. Aunque Beijing no se ha oficialmente pronunciado sobre este escenario, el acercamiento y eventual ingreso ucraniano y turco en la OCS alteraría significativamente el mapa estratégico de intereses de EEUU, la UE y la OTAN en el espacio euroasiático conformado entre Europa Oriental y Asia Central. Este aspecto igualmente confirma el ascendente peso chino en materia de cooperación militar a nivel global, en especial hacia países tradicionalmente aliados o bajo la esfera de influencia occidental, tales como Pakistán y Arabia Saudita, entre otros. En este sentido, el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés) colocó en 2013 a China en la quinta posición como mayor exportador de armas a nivel mundial. Los riesgos del nacionalismo ucraniano Otro factor de relevante importancia geopolítica tiene que ver con la fuerte implicación de grupos nacionalistas y extremistas en las manifestaciones anti-Yanukovich en Kiev y otras ciudades ucranianas, con violentos enfrentamientos contra fuerzas de seguridad y de la ocupación de edificios públicos gubernamentales. Este factor, el del nacionalismo extremista, puede modificar sensiblemente el mapa político ucraniano a corto plazo, especialmente ante las tensiones tras la caída del gobierno ucraniano de Azarov y de las fuertes presiones (alimentadas desde Occidente) por derrumbar la presidencia de Yanukovich y de fomentar elecciones presidenciales anticipadas a las previstas para 2015. 44

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M U N D O

Convencidos de la necesidad de alejar a Ucrania de la órbita de influencia rusa, Occidente, y particularmente una UE dominada por Alemania y la “troika” (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea), espera concretar en Ucrania otra especie de laboratorio de austeridad y de sometimiento a los “paquetes” económicos En este sentido, la heterogénea composición de las fuerzas políticas detrás de las manifestaciones anti-Yanukovich dan a entender una polarización de fuerzas donde los extremistas y nacionalistas cobran peso y preponderancia. Si bien la coalición “Patria” de la encarcelada Yulia Timoshenko sigue a ser visible entre los manifestantes opositores, particularmente a través del presidente del Banco Central y economista Arseny Yatsenyuk (39 años) y, en menor medida, del ex ministro independiente Yuriy Lutsenko (Movimniento Tercera República de Ucrania), los “pesos pesados” de esta “nueva” oposición ucraniana están liderados por personajes vinculados a movimientos y partidos nacionalistas, muchos de ellos incluso de extrema derecha, cuya frontal oposición a Yanukovich se intensifi-

có tras no aceptar ningún pacto político de solución al conflicto. Entre estos liderazgos destacan el del ex campeón mundial de boxeo Vitali Klitschko (42 años), líder de la Alianza Ucraniana Democrática para las Reformas (UDAR o “Golpe” en ucraniano), abiertamente proeuropeísta; y el de Oleg Tyahnibok, líder del partido nacionalista Svoboda (“Libertad”), en el que están integrados movimientos de ultraderecha e incluso “protofascistas” como el Partido Social Nacional, marcadamente anti-europeístas, antirrusos y antiinmigración. El pulso ruso-occidental Este mosaico de imprevisibles escenarios se ve igualmente mediatizado por los intentos de EEUU, la UE y de Rusia por controlar sus zonas de influencia y sus intereses geopolíticos en el espacio euroasiático, con Ucrania como epicentro de las tensiones. A este rompecabezas debe añadirse la reciente preponderancia de China, más de carácter indirecto pero no menos determinante, y que puede eventualmente condicionar un nuevo equilibrio estratégico entre Europa Oriental y Eurasia. Convencidos de la necesidad de alejar a Ucrania de la órbita de influencia rusa, Occidente, y particularmente una UE dominada por Alemania y la “troika” (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea), espera concretar en Ucrania otra especie de laboratorio de austeridad y de sometimiento a los “paquetes” económicos, similar a la que actualmente existe con respecto a Grecia, con el consecuente riesgo de explosión social. Paralelamente, el notorio silencio del eje EEUU-UE-OTAN ante la hipotética “balcanización” o fragmentación territorial de facto de Ucrania evidencia que este escenario favorece igualmente a sus intereses por controlar esferas de influencia, particularmente en el Oeste ucraniano. Z Nº 1938 - 07-02-14


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