Taggert 20

Page 213

25

Samantha se despertó al cabo de una hora de sueño, pero nunca en su vida se había sentido tan bien. Tuvo que escabullirse de debajo de Mike, quitándose de encima el peso muerto de los brazos y piernas de él antes de poder deslizarse fuera de la cama. Se puso el albornoz y, cuando estaba a punto de salir de la habitación, se volvió y lo miró dormido, con los brazos caídos y despatarrado sobre las sábanas. Ahora su vida había cambiado. Había cambiado para siempre, irrevocablemente. La noche pasada con Mike la había transformado, la había hecho sentirse libre, libre como jamás en su vida se había sentido. Mientras lo miraba sonriendo, cayó en la cuenta de que su vida había empezado a cambiar desde el momento en que lo conoció. Aquella especie de ratoncito asustadizo que llegara en el primer taxi no tenía nada que ver con la mujer que había hecho esas cosas increíbles con Mike la noche pasada. Resultaba curioso que fuera de una manera con su ex marido y de otra con Mike. Richard la censuraba si se reía demasiado fuerte, si se entusiasmaba con alguna cosa, si se alegraba por un ascenso o con una buena lectura. Mike tenía razón, al decir que cualquier actitud que no fuera sosegada atemorizaba a Richard. Se inclinó sobre la cama y le acarició el pelo. A Mike no lo atemorizaba porque él estaba seguro de sí mismo, seguro de quién era y de lo que hacía; la vitalidad de Samantha lo alegraba en lugar de atemorizarlo. Un rizo del pelo de Mike se le enredó entre los dedos. «Si los ángeles existen, tendrán el pelo como Mike», pensó. Sonriendo al darse cuenta de su propio sentimentalismo, Salió de la habitación para ir a su apartamento a buscar algo que ponerse. Lo primero que notó al llegar arriba fue que la puerta que Mike destrozó de una patada ya había sido sustituida por otra. Eso era algo que ella había pensado hacer, así que no le sorprendió. Cuando abrió la puerta, se detuvo, pensando que se había equivocado de apartamento, pero al mirar con más detenimiento, comprendió que se trataba del suyo, pero estaba totalmente cambiado. Las paredes del salón conservaban su color verde oscuro, pero ahora las cortinas eran de cretona color crema, con un estampado de flores rosadas y sujetas por una cinta de un verde tan oscuro como el de las paredes. Un amplio butacón, tapizado con la misma cretona, se encontraba junto a un sofá forrado del mismo color que las rosas de las cortinas. Una alfombra Aubusson reproducía el rosado y verde de los muebles. Detrás del sofá, había una mesa larga y estrecha de madera clara con incrustaciones de marquetería en el tablero y en las hojas laterales. El sofá estaba flanqueado por dos antiguas mesas negras de máquinas de coser, con la superficie arrugada por el paso de los años. Caminando muy lentamente, como si temiera que al moverse con rapidez el sueño fuera a desvanecerse, Samantha se dirigió al dormitorio, y al entrar se quedó boquiabierta.

213


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.