H. P. BLAVATSKY
Isis Sin Velo Tomo III
mora posara su melancólica mirada en este mundo el que aconsejó la brevedad y secreto de la oración, vería que su semilla no cayó entre rocas ni en los bordes del camino, sino en suelo pletóricamente abonado con supercherías y sangre humana. Dice el sincero apóstol Pablo: Porque si la verdad de Dios por mi mentira creció a gloria suya, ¿por qué soy yo todavía 1091
juzgado como pecador? Y no que hagamos males para que vengan bienes
.
No es posible que debamos creer inspirada por Dios semejante confesión que explica, pero no excusa, la teoría según la cual “son lícitos y meritorios el engaño y la mentira 1092
cuando favorecen los intereses de la Iglesia” . Plenamente se valieron de esta teoría el armenio Eusebio, consumado maestro en las artes del embuste, y el inocentón de Ireneo, que miraba la Biblia como a través de un kaleidoscopio. Ambos tuvieron por secuaces todo un ejército de piadosos asesinos que llevaron la impostura hasta el punto de proclamar la licitud del asesinato, siempre que contribuyese al afianzamiento 1093
de la nueva religión
. El espíritu clerical de estos fanáticos culminó en el emperador 1094
Constantino, de quien, no obstante sus crímenes , dice Ireneo que fue favorecido por la celeste visión del lábaro con el famoso lema: In hoc signo vincis. A la sombra del estandarte imperial creció la Iglesia cristiana, que apenas había dado algunos pasos desde los días de Ireneo, y se erigió en soberana y árbitra dueña del mundo. Probablemente el lábaro facilitó el modelo de la verdadera cruz, que más tarde se había de encontrar con tanta complacencia de la voluntad imperial allí donde jamás hubo cruz alguna; pero era preciso corroborar la visión mediante un milagro, de que impíamente dudan críticos tan severos como Lardner. Sin embargo, hemos de creer en la invención de la cruz, so pena de vernos calificados de infieles, a pesar de que, según demostraría una cuidadosa comprobación, los fragmentos de la verdadera cruz” se han multiplicado más prodigiosamente todavía que los dos peces y los cinco panes de la invisible panadería. Siempre que conviene echar mano de un milagro, se queda sin lugar propio el hecho descarnado y es preciso que la fábula suplante a la historia. Si al cabo de diez y nueve siglos recibe el Fundador del cristianismo veneración más o menos profunda en todos los países del globo, nadie nos quita la libertad de pensar que él sería el primer sorprendido si escuchara las doctrinas que se predican en su 1091 1092
Romanos, III, 7, 8. Historia eclesiástica, I, 381, 382. – Léanse las citas completas para comprender del todo esta teoría.
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Entre los continuadores de Eusebio e Ireneo, se cuentan los obispos Teófilo (llamado enemigo perpetuo de la paz y la virtud), Cirilo, Atanasio, el asesino de Ario, y otros muchos que posteriormente fueron canonizados por la Iglesia.
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Según los historiadores, Constantino ahogó a su esposa en agua hirviente, mandó descuartizar a un sobrino suyo de poca edad, mató con su propia mano a su hijo Crispo y dos cuñados, hizo arrojar a un pozo a un monje viejo, y condenó a cortarse las venas a muchos infelices de ambos sexos. 277