Como suprimir las preocupaciones y disfrutar la vida libro

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Dale Carnegie

Cómo Suprimir las Preocupaciones y Disfrutar de la Vida

http://www.liderazgoymercadeo.com/ "Leí estos versos muchas veces. Estaba avergonzada. Decidí ver qué había de bueno en aquella situación mía; trataría de ver las estrellas. "Me hice amigos entre los indígenas y la reacción de esta gente me asombró. En cuanto mostré interés por sus tejidos y cacharros, me regalaron sus piezas favoritas, las que no habían querido vender a los turistas. Estudié las bellísimas formas de los cactos, las yucas y los árboles Joshua. Aprendí cosas de los perros de pradera, observé las puestas de sol del desierto y busqué conchas marinas, dejadas allí hace millones de años, cuando las arenas del desierto eran el fondo de un océano. "¿Qué es lo que produjo en mí cambio tan asombroso? El desierto de Mojave no había cambiado. Los indios no habían cambiado. Pero había cambiado yo. Había cambiado mi actitud mental. Y al pasar esto, mi desdichada existencia quedó transformada en la más emocionante aventura de mi vida. Fui estimulada y excitada por este nuevo mundo que había descubierto. Estaba tan exaltada que escribí un libro sobre el asunto, una novela que fue publicada bajo el título Brillantes murallas (Bright Ramparts)... Había mirado desde la prisión que me había creado yo misma y había visto Jas estrellas". Thelma Thompson, usted descubrió una vieja verdad que los griegos enseñaron quinientos años antes del nacimiento de Cristo: "Las cosas mejores son las más difíciles". Harry Emerson Fosdick la repitió en el siglo XX: "La felicidad no es principalmente placer; es principalmente victoria". Sí, la victoria que llega con la sensación de realización, de triunfo, de haber convertido nuestros limones en limonadas. En una ocasión visité en Florida a un labrador feliz que convertía en limonadas hasta los limones venenosos. Después de adquirir su granja, quedó desalentado. La tierra era tan pobre que no había modo de cultivarla ni de que sirviera siquiera para la cría de cerdos. Allí no salía nada, salvo robles esmirriados y culebras de cascabel. Pero nuestro hombre tuvo una idea. Transformaría el pasivo en activo; sacaría todo el provecho posible de aquellas serpientes. Con asombro de todos, se dedicó a las conservas de carne de culebras de cascabel. Cuando lo visité hace unos cuantos años, vi que los turistas acudían a su criadero de serpientes a razón de veinte mil por año. El negocio era espléndido. Vi cómo se enviaba veneno de los colmillos a los laboratorios para la producción de toxinas antitóxicas; vi que las pieles de serpiente se vendían a precios lucidísimos para la fabricación de zapatos y bolsos de mujer. Vi que la carne en conserva se enviaba a clientes de todo el mundo. Compré una tarjeta postal con una vista del lugar y la eché en la oficina de Correos local, la cual había sido rebautizada "Rattlesnake,

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