Esopo

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185. El hombre y la estatua Un pobre tenía una estatuita de un dios, al que suplicaba que le diera la fortuna; pero como su miseria no hacía más que aumentar, se enojó y, cogiendo al dios por un pie, le golpeó contra la pared. Rompiese la cabeza del dios, desparramando monedas de oro. El hombre las recogió y exclamó: -Por lo que veo, tienes las ideas al revés, además de ser un ingrato, porque cuando te adoraba, no me has ayudado, y ahora que acabo de tirarte, me contestas colmándome de riqueza.

Nada ganamos elogiando a los ingratos o malvados, más se consigue castigándolos.

186. El estómago y los pies El estómago y los pies discutían sobre su fuerza. Los pies repetían a cada momento que su fuerza era de tal modo superior, que incluso llevaban al estómago. A lo que éste respondió: -Amigos míos, si yo no les diera el alimento, no me podrían llevar.-

Veamos siempre con atención dónde se inicia realmente la cadena


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