De izquierda a derecha: Director subrogante Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, José Cortés; subdirectora Archivo Nacional, Emma de Ramón y Director General PDI, Héctor Espinosa.
deteniendo, además, a los cabecillas de la banda de saboteadores que operaba en Valparaíso y cuyo objetivo final era nada menos que la destrucción del Canal de Panamá. Esta última diligencia, realizada a inicios de 1945, permitió al D50 recopilar una enorme cantidad de información que, compartida con los servicios de inteligencia de la mayoría de los países de América Latina, llevó a la detención de prácticamente todos los espías que quedaban en países como Argentina, Brasil, Colombia y Perú, entre otros. Por cierto, todos estos hechos fueron ampliamente destacados en la prensa de aquellos años, pero luego desaparecieron de la memoria colectiva y hoy comienzan
a reflotar gracias a la iniciativa de desclasificación de documentos ordenada por el Director General de la PDI, Héctor Espinosa, a partir de la petición que al respecto efectuara una treintena de diputados pertenecientes a todos los partidos políticos. Más allá de la natural curiosidad que genera el conocimiento público de estos documentos, guardados durante 72 años en la Jefatura de Inteligencia, y del gesto histórico de la PDI al efectuar la primera desclasificación de inteligencia que se realiza en Chile, la real trascendencia que poseen estos documentos es que nos confrontará, como país, con los detalles de una época peligrosa, en la cual pocos como los detectives del Departamento 50 tuvieron el coraje de enfrentarse a una doctrina perversa y que, por algún Detective
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ANIVERSARIO
motivo, cada cierto tiempo rebrota, incluso en tierras remotas como la nuestra, donde aún tenemos muy fresco el terror que durante muchos años imperó al interior de Colonia Dignidad, lugar en el cual también se implementaron esquemas propios del nazismo, como la anulación del concepto de familia por medio de la separación de los niños de sus padres y la crianza colectiva de éstos. Es por ello que recordar siempre es sano. Quizá el solo ejercicio de la memoria no evite la repetición de los errores, como se dice habitualmente, pero al menos permite tener conciencia de quiénes somos y de cuál es la historia sobre la que proyectamos nuestro futuro.