Tesis Congreso Unidad del 84

Page 1


I. LA SITUACION INTERNACIONAL 1. El carácter de nuestra época Vivimos en la época del imperialismo y de la revolución socialista: un período que se caracteriza por las luchas de cla ses entre la burguesía y el proletariado; por la ofensiva de los movimientos de liberación nacional y el inexorable retro ceso de los imperios neocoloniales; por la crisis del capitalis mo, por el desarrollo del sistema socialista y por la contradicción entre dos sistemas sociales opuestos. La transición del capitalismo al comunismo —es decir, la revolución socialista— es la tendencia histórica fundamental de nuestra época.

2. La crisis del capitalismo La crisis del sistema capitalista sigue agravándose en la actualidad, sin que se vislumbre ninguna perspectiva de superación. Se trata de una de las crisis más largas y profundas de todas las conocidas y es, tal vez, la crisis de solución más incierta. La internacionalización del capital ha intensificado la dependencia entre los países de la cadena imperialista. La exportación de capitales constituye el mecanismo fundamental mediante el cual las empresas transnacionales extienden su dominación económica en el mundo. La proliferación de las filiales de las empresas monopolistas en el extranjero, se ha visto acompañada por un espectacular aumento de la inversión directa de capital, que en la década de los años 70 ha elevado sustancialmente la parte acumulada del mismo en los países receptores. En 1971 la inversión directa acumulada en el exterior ascendía a 158.000 millones de dólares; en 1975 alcanzaba los 259.000 millones; y en 1980 llegaba a los 450.000 millones de dólares. Tales cifras suponen una tasa de crecimiento promedio anual de más del 12% para la década, superior a la tasa de crecimiento de las propias economías de los países de la OCDE, tomadas en su conjunto, en el mismo período. Pero si el flujo de capitales invertidos en los países subdesarrollados entre 1970 y 1980 ascendió a 62.615 millones de dólares, las ganancias repatriadas a los países inversores alcanzaron los 139.703 millones de dólares; lo que significa que por cada dólar invertido, las empresas transnacionales se llevaron 2,2 dólares a sus países de origen. En el caso de las transnacionales norteamericanas que, en el mismo período, invirtieron 11.446 millones de dólares y extrajeron en forma de ganancias repatriadas 48.663 millones, el beneficio asciende nada menos que a 4,25 dólares extraídos del Tercer Mundo, por cada dólar invertido. Pero si incluimos el año 1980, la tasa de beneficios repatriados por los monopolios norteamericanos se eleva aun más. En ese año, con una desinversión de —3.454 millones de dólares, las ganancias repatriadas por las transnacionales USA ascendieron a 7.325 millones; lo que eleva el total a casi 56.000 millones de dólares extraídos de los países del Tercer Mundo por una inversión que no llega a los 8.000 millones de dó-

lares. Es decir: por cada dólar invertido las transnacionales norteamericanas se llevaron 7. El abismo entre los países capitalistas desarrollados y los países subdesarrollados es mayor que nunca y no cesa de crecer. La dependencia de éstos aumenta y adquiere nuevas formas. Desde las metrópolis imperialistas se intenta imponer una nueva división internacional del trabajo que, mientras perpetúa la condición de unos países como productores de materias primas, convierte a otros en colonias de producción industrial a bajo precio para los mercados controlados por el gran capital. AÍ mismo tiempo, los países imperialistas se reservan para sí las empresas de alta tecnología y establecen en los países subalternos las industrias de carácter contaminante, utilizando la ciencia y la técnica como nuevos factores de dominación y dependencia. El resultado es una acentuación de los desequilibrios internos de los países menos desarrollados, con crisis en la agricultura, aumento del éxodo rural y concentración urbana desorbitante, con un progresivo deterioro del entorno ecológico, incremento de la dependencia tecnológica y financiera y, también, incremento de la dependencia alimentaria. Las compañías multinacionales y los organismos interna cionales de coordinación de la estrategia política, económi ca y militar del imperialismo (Comisión Trilateral, FMI, OTAN) pugnan por mantener el actual orden económico in ternacional, tratan por todos los medios de mantener el do minio del mercado mundial, el control de las materias primas y de las fuentes de energía, el monopolio tecnológico y la supeditación económica de los países subalternos. Lo que permite al imperialismo la expoliación y el saqueo de las ri quezas del Tercer Mundo. En consecuencia se intensifica el enfrentamiento entre las clases dominantes de los países im perialistas y los pueblos de los países subdesarrollados, y se abren nuevas perspectivas para los movimientos 'de libera ción nacional. La victoria del pueblo de Vietnam y de todos los pueblos de Indochina, la liberación de Angola y Mozam bique, la victoria popular en Nicaragua bajo la dirección del Frente Sandinista y el triunfo de la población negra en Zimbabwe son ejemplos de la intensidad y de las posibilidades de las luchas de liberación nacional contra el imperialismo. Pe ro la actitud prepotente y belicista de Israel en Oriente Me dio, la intervención militar de EE.UU. en Centroamérica y el Líbano, la invasión de la isla de Granada, y el respaldo que los países capitalistas prestan al régimen racista de Áfri ca del Sur, como agente de sus intereses en el subcontinente negro, son las muestras más palpables de que el imperialis mo no se resigna y trata por todos los medios de mantener sus posiciones en el mundo. En el interior de los países capitalistas aparecen nuevas tensiones y se agudiza la lucha de clases. Los gobiernos de estos países, ya sean conservadores o socialdemócratas, coordinan su estrategia para imponer una política económica neoliberal que supone una disminución del poder adquisitivo de los


salarios, un aumento vertiginoso del paro, una fiscalidad regresiva y una restricción de los servicios públicos y de las prestaciones sociales, en contra de los intereses de los trabajadores y de las masas populares. La nueva división ípternacional del trabajo que pretende reforzar la supremacía de los países imperialistas, la política neoliberal que restringe las conquistas sociales y los derechos sindicales de los trabajadores, el resurgir del militarismo y los conflictos bélicos regionales, forman parte de una misma estrategia del capitalismo, orientada a dar una solución a la crisis en contra de los intereses de la clase obrera y de los pueblos. Frente a esa estrategia hay que oponer la unidad de los trabajadores de los países desarrollados y subdesarrollados en un proyecto común de liberación nacional y emancipación social que, conjurando los peligros de guerra, dé a la crisis actual una alternativa revolucionaria. Se trata de articular una alianza de todas las fuerzas antiimperialistas con el objetivo de reestructurar las relaciones económicas y comerciales en un nuevo orden económico internacional, basado en la soberanía sobre los propios recursos, el intercambio solidario y el crecimiento equilibrado que supere las diferencias entre países desarrollados y países subdesarrollados. Un nuevo orden que se presenta como la alternativa posible y necesaria ante la quiebra del modelo neocolonial y neocapitalista surgido de la Segunda Guerra. Un nuevo orden económico que ponga fin a los desequilibrios entre países pobres y países ricos, que acabe con el despilfarro y la miseria, que de prioridad a las necesidades sociales de las masas y que aborde la solución de los graves problemas ecológicos que hoy amenazan a nuestro planeta. La lucha de clases adquiere nuevas formas y nuevas dimensiones que exigen ampliar el programa revolucionario y hacen más necesaria que nunca la conciencia internacionalista de la clase obrera, por encima de las fronteras nacionales, para dar solución a los viejos y los nuevos problemas que plantea la lucha por la emancipación social, en un mundo estrechamente relacionado.

3. La lucha por la paz Con el fin de recomponer su dominio, el imperialismo aumenta la presión económica y militar, lo cual configura un nuevo clima de guerra que pone en peligro la paz mundial. La política agresiva del imperialismo, acentuada con el acceso a la presidencia de los EE.UU. de Ronald Reagan y su equipo, representante de los círculos más reaccionarios del capital monopolista, vinculado al complejo industrial-militar y a los aparatos de inteligencia del Estado, muestra en toda su extensión los peligros que la actual situación internacional comporta para los pueblos del mundo. En un documento elaborado por el Comité de Santa Fe —órgano asesor de la política exterior norteamericana— se afirma que los EE.L'U. están comprometidos en la tercera guerra mundial y se dice de modo literal que "la distensión es la muerte". La tesis de la posibilidad de un conflicto atómico localizado en Europa, en torno a la cual la OTAN y el Pentágono articulan los nuevos sistemas de armaraentos —la bomba de neutrones y los misiles Cruise y Pershing— es una demostración palpable de la estrategia de guerra del imperialismo. La formación e influencia del complejo industrial-militar es una de las características propias del modo de producción

capitalista en la fase del imperialismo. La fabricación de material de guerra es un negocio altamente rentable para algunos monopolios. Las empresas más poderosas de los EE.UU., Inglaterra, RFA, Francia o Suecia, trabajan para la industria bélica y se dedican a la exportación de armamentos. El militarismo es consustancial a la naturaleza del sistema imperialista, que precisa de la fuerza militar para mantener su dominación. En las actuales circunstancias, la opción del imperialismo de alcanzar una superioridad estratégico-militar sobre los países socialistas, conduce a una aceleración sin precedentes de la carrera de armamentos. La primera medida adoptada por la administración Reagan fue, precisamente, el aumento del presupuesto militar de los EE.UU. que, en los últimos años, ha alcanzado las cifras más elevadas de su historia. El incremento de los gastos militares, en el que los EE.UU. compromete a los países de la OTAN y —entre ellos— a España, se lleva a cabo con la excusa de compensar una supuesta superioridad soviética; pero tiene como verdadero objetivo alterar el equilibrio aproximado alcanzado a finales de los años 70 y poner a punto una estrategia de guerra basada en la idea de asestar un primer golpe a los países socialistas del que no puedan recuperarse. El teatro de operaciones elegido por el Pentágono, para realizar sus planes, es el continente europeo. De ahí la decisión de fabricar la bomba de neutrones y de instalar en el territorio europeo los misiles Cruise y Pershing, cuyo tiempo de vuelo para alcanzar los objetivos situados en la Unión Soviética es de 5 a 6 minutos. Junto a estas armas, los EE.UU. están desarrollando sus fuerzas nucleares ofensivas con la fabricación de superbombarderos B-l .submarinos nueva generación equipados con misiles Trident cuyos vectores son capaces de lanzar 12 cabezas nucleares multidireccionales, proyectiles balísticos intercontinentales MX y otros sistemas de armamento, tales como las armas químicas, bacteriológicas, en un programa acelerado de preparación de la guerra. El militarismo y la carrera de armamentos son elementos que responden a la lógica opresora y agresiva del sistema imperialista y, a la vez, frenan el proceso de construcción del socialismo. La propia administración Reagan ha expresado su voluntad de obligar a la Unión Soviética a aumentar su presupuesto de defensa, en base a la hipótesis de que un gran crecimiento de dicho presupuesto frena sus inversiones en la industria civil "reduciendo significativamente el nivel de vida de los consumidores". Según esta hipótesis, la "carrera de armamentos podría romper la columna vertebral de la economía soviética". El imperialismo, además de prepararse para la guerra, persigue con su política armamentista objetivos que pueden esquematizarse en cuatro puntos: 1) La defensa militar de un sistema de explotación sometido, en la actual situación de crisis, a graves tensiones internas. 2) Provocar las necesarias inversiones en gastos militares de los países socialistas y especialmente de la URSS, para garantizar su seguridad y mantener el equilibrio estratégico, lo que comporta reducir el esfuerzo en la producción de bienes de consumo social y en las inversiones básicas para el desarrollo económico del socialismo. 3) Limitar la ayuda del campo socialista a los movimientos de liberación nacional y a los pueblos que han conquistado su independencia e inician uua vía de desarrollo no capitalista. 4) Intoxicar la atmósfera internacional y estimular el espíritu chauvinista entre los pueblos.


Pero si el rearme e incluso la guerra son objetivos acariciados por el Pentágono y el Departamento de Estado norteamericano, la paz es y ha sido históricamente un objetivo fundamental del movimiento obrero y de los pueblos; un objetivo profundamente revolucionario e inseparable de la lucha por el socialismo.

char sin reservas para eliminar los arsenales de armamentos que ponen en peligro la supervivencia de la humanidad, obstaculizan el progreso y el bienestar de los pueblos y sólo sirven a la causa de los opresores. Los comunistas declaramos nuestro propósito de luchar por la paz como uno de los objetivos más vitales y urgentes de la hora presente.

Por esto los comunistas consideramos como un objetivo central hacer retroceder a los partidarios de la guerra y abrir la vía del desarme, para conjurar el riesgo de hecatombe y dedicar los presupuestos militares a la puesta en marcha de programas urgentes de desarrollo económico y social.

El Congreso se manifiesta abiertamente por la desaparición progresiva, simultánea y negociada de los bloques militares, sin que ello signifique equiparar a la OTAN con el Tratado de Varsovia, porque, además de las diferencias fundamentales en cuanto al carácter de clase de los bloques, la OTAN es una alianza militar agresiva, mientras que el Tratado de Varsovia se formó seis años más tarde como una respuesta defensiva ante la presión militar del imperialismo.

Son recientes las propuestas de la URSS y de los países del Tratado deJVarsovia encaminadas a abrir negociaciones, sin condiciones previas, sobre la proscipción de todo tipo de arsenales de armas atómicas, bacteriológicas y químicas, o sobre la necesidad de no ampliar los bloques militares y negociar su disolución gradual y simultánea. La Unión Soviética se ha comprometido públicamente a no ser la primera en utilizar armas nucleares y ha propuesto a los EE.UU. la firma de un acuerdo para la no utilización del espacio cósmico con fines bélicos, sin que los países de, la OTAN hayan correspondido a estas iniciativas. Frente a las posturas de la delegación norteamericana, calificadas pomposamente de "opción cero" y "opción intermedia", que sólo tratan de asegurar la superioridad militar de la OTAN, la posición de la URSS mantenida en las conversaciones de Ginebra sobre desarme, hasta que empezó el despliegue de los misiles Pershing 2 y Cruise, es justa para abrir una vía equilibrada de desarme que no establezca ventajas para ninguna de las partes, por lo que la responsabilidad de la ruptura de las negociaciones recae exclusivamente sobre los EE.UU. La instalación de los misiles Cruise y Pershing 2 en Europa significa entrar en una etapa más peligrosa y difícil. La respuesta de la URSS, retirándose de las conversaciones de Ginebra, así como la decisión de instalar misiles en la RPCH, en la RDA y en submarinos que pueden alcanzar el territorio norteamericano, es lógica. Tales medidas son desgraciadamente necesarias para mantener el equilibrio e impedir la supremacía militar de la OTAN. A la actividad de los países partidarios de la paz, hay que unir la movilización de millones de ciudadanos de todo el mundo en la lucha por la paz y el desarme. Hoy es posible y necesario levantar un movimiento capaz de unir a los pueblos del occidente europeo contra la política agresiva de la OTAN y por la desmilitarización del continente. Las grandes manifestaciones por la paz y el desarme que han tenido lugar en los países de Europa y en los EE.UU., demuestran que hoy el movimiento por la paz es ya una gran fuerza política que, de acuerdo con los países no alineados y con los países socialistas, ha de ser capaz de frenar la escalada de la tensión y abrir el camino de la distensión, el desarme y la cooperación pacífica entre las naciones. En la sesión celebrada en Praga el último mes de mayo, el Consejo ha formulado un nuevo llamamiento en defensa de la vida y contra la guerra nuclear, que los comunistas debemos hacer llegar a las más amplias masas. Hoy las potencias nucleares disponen de arsenales atómicos que pueden destruir varias veces todo vestigio de vida humana sobre la tierra. El peligro de guerra se incrementa y con él, la amenaza de una catástrofe mundial sin precedentes. Los comunistas declaramos nuestra voluntad de lu-

No se puede olvidar —como hacen los eurocomunistas y otros partidarios de terceras vías ilusorias— ni la naturaleza agresiva del imperialismo ni las constantes iniciativas de paz de los países socialistas. No se puede situar en un mismo pla no al agresor y al agredido. No se puede equiparar las inten ciones de los que establecen un cerco de bases militares en torno a la URSS y los Estados socialistas, con el legítimo de recho de esos países a defenderse y garantizar su seguridad. Los que, cediendo a la ofensiva ideológica y propagandísti^a del BBperialismo, tratan de situarse en una cómoda posi ción intermedia y reparten por igual sus críticas a unos y a otros, se convierten –aun sin quererlo— en partícipes de la confusión. Los pueblos tienen cerecho a saber quienes preparan la guerra y quienes defienden la paz.

4. La lucha contra el imperialismo La victoria del pueblo vietnamita sobre el imperialismo americano ha acelerado la lucha de los movimientos de liberación nacional y la elección de vías de desarrollo socialistas, como garantía de independencia, en un número considerable de países del Tercer Mundo. Se trata de un acontecimiento que marca un cambio histórico. La victoria del Vietnam demuestra que la lucha consecuente de los pueblos, con el apoyo decisivo de los países socialistas y la solidaridad internacionalista de la clase obrera, no puede ser frenada por el imperialismo. La victoria del Vietnam es un ejemplo del cambio de las condiciones en que se produce la evolución histórico-social en el mundo de hoy. Una nueva característica de la etapa actual es el auge de los movimientos de liberación nacional y la generalización de tendencias que expresan la necesidad de un cambio en la economía mundial. El neocolonialismo ha creado desequilibrios insoportables. Esta situación insostenible agudiza el enfrentamiento entre los pueblos de los países subdesarrollados y la burguesía imperialista. En el mundo hay una conciencia generalizada que reivindica un nuevo orden económico internacional. Pero las clases dominantes, incluidas las oligarquías de los países del Tercer Mundo, no aceptan la necesidad de los cambios e incluso intentan dar marcha atrás a la evolución histórica. Los EE.UU. como principal potencia imperialista, Gran Bretaña, RFA, Francia y el resto de los países capitalistas, en mayor o menor grado, combaten hoy las luchas emancipadoras con tácticas diversas. En los países del Tercer Mundo dichas tácticas pueden ir desde el estímulo de las


vías reformistas de signo oligárquico hasta la contrarrevolución abierta con apoyo a las dictaduras militares más sanguinarias. Sin olvidar, en este contexto, el papel de la II Internacional, con una intervención creciente que, en una línea reformista, tiende a integrar las luchas de liberación en la lógica del sistema capitalista. En los países de capitalismo desarrollado se producen ataques a las posiciones conquistadas por el movimiento obrero y se intenta descargar sobre las espaldas de los trabajadores el peso de la crisis, y aislar a los comunistas por medio de la lucha ideológica y propagandística de la burguesía. La ofensiva del imperialismo se concreta en el terreno político, en un viraje autoritario que tiende a restringir los derechos de los trabajadores en las democracias burguesas. A la ve% se maniobra para dividir a la clase obrera organizada consiguiendo que se integren en el sistema algunos sectores que renuncian a una crítica marxista rigurosa de las relaciones socio-políticas burguesas y siembran ilusiones de un cambio reformista que la experiencia histórica ha demostrado totalmente inviable. En algunos países capitalistas desarrollados, en los que la sodaldemocracia no es capaz de integrar a amplios sectores del movimiento obrero —influidos por la tradición comunista— la burguesía ha estimulado las tendencias eurocomunistas, que no son sino variantes del viejo reformismo socialdemócrata. La ofensiva del imperialismo contra los pauses socialistas se concreta en una intensificación de la presión económica, militar y propagandística, en un apoyo descarado a la contrarrevolución y en un incremento del clima de guerra fría. La creciente tensión internacional —originada por la carrera de armamentos y la constante presión militar del imperialismo— junto a la profundidad de la crisis económica, pone en evidencia la contradicción radical que opone a la clase obrera y a los pueblos del mundo con d sistema imperialista. Las dos propuestas que sintetizan d programa formulado en la Conferencia de La Habana de los países no alineados —defensa de la paz y lucha por un nuevo orden económico— están en la base de una amplia alianza antiimperialista y expresan la convergencia de intereses entre los pueblos de los países socialistas, los pueblos del Tercer Mundo y la clase obrera de los países capitalistas. El PC, que reafirma su oposición radical al imperialismo, es firme partidario de fortalecer un Frente Antiimperialista Mundial, concebido como una alianza de tres componentes: los países socialistas, las masas obreras y populares de los países capitalistas y los pueblos del Tercer Mundo que luchan por su liberación. Dicha alianza, implica la solidaridad activa de las tres principales fuerzas de progreso que conducen la evolución histórico-social en el mundo de hoy.

5. La internacionalización del capital y la hegemonía de los EE.UU. El modo de producción capitalista, en la fase del imperialismo, se caracteriza por la concentración monopolista e internacionalización del capital. La formación de monopolios, y la exportación de capitales ha creado un sistema capitalista mundial. Los grandes monopolios multinacionales han adquirido un grado de control elevado sobre gran parte de Es-

tados del sistema imperialista. Hay una tendencia poderosa, con raíz económica, a la creación de centros de decisión política de carácter supranacional. La concentración y la internacionalización del capital son la base objetiva que impulsan los organismos de coordinación económica, política y militar del imperialismo. Las líneas estratégicas de la política económica tienden, cada vez más, a trazarse desde los organismos supranacionales que imponen su dictado a las naciones dependientes o semidependientes. A través de los organismos internacionales de crédito o las alianzas militares, pasando por una multiplicidad de niveles de coordinación, se afirma la influencia de los EE.UU. como potencia hegemónica del sistema. Ni los países de la CEE, ni Japón, donde el capital norteamericano ha penetrado profundamente desde la postguerra, se escapan de tales mecanismos de dominio. La supremacía económico-militar de los EE.UU. hace prevalecer sus intereses en la resolución de las contradicciones imperialistas. La competencia en el mercado mundial entre los países capitalistas no ha desaparecido; las contradicciones políticas que provoca no siempre se concilian con facilidad. Pero los términos del problema han cambiado. Nunca una potencia imperialista ha tenido la superioridad de recursos económicos y militares que hoy tienen los EE.UU. sobre el resto de los países capitalistas. También ha cambiado el carácter de las fuerzas en presencia. La irrupción de los países socialistas en la escena mundial, su desarrollo económico y el equilibrio militar alcanzado en los años 70, ha obligado a las burguesías imperialistas a establecer entre ellas lazos de solidaridad para hacer frente a las expresiones que adopta la contradicción fundamental del mundo de hoy: la que opone a los países socialistas, los movimientos de liberación nacional y la clase obrera de los países capitalistas con el imperialismo. Las contradicciones interimperialistas —aun subsistiendo— pasan a un segundo plano. El desarrollo de la lucha de clases en el interior de los países capitalistas y la presión de las masas populares, hace aflorar nuevas contradicciones que expresan la resistencia de los pueblos al alineamiento de sus gobiernos con la política exterior norteamericana. La resistencia del movimiento obrero a la orientación económica reaccionara dictada desde el Fondo Monetario Internacional, la oposición popular a la estrategia belicista de la OTAN y la instalación de nuevos misiles en suelo europeo e incluso las divergencias con respecto a las relaciones comerciales con los países socialistas, muestra la oposición radical que existe entre la independencia nacional y la hegemonía norteamericana. Hoy la lucha por la independencia política y económica es un objetivo importante, no sólo para los pueblos del Tercer Mundo, sino también para la clase obrera y los pueblos de los países capitalistas desarrollados.

6. El Mercado Común El proceso de integración económica que ha dado lugar a la formación del Mercado Común Europeo es un aspecto importante de la nueva configuración del imperialismo en la etapa actual. Un conjunto de naciones que salieron debilitadas de la Segunda Guerra Mundial por el hundimiento de sus imperios coloniales, firmaron el Tratado de Roma con la finalidad de establecer una barrera exterior común, ampliar sus mercados internos y aumentar su peso económico en la competencia internacional. Se trata de un reagrupamien-


to regional de viejas potencias coloniales para proteger sus mercados y fortalecer sus monopolios en la disputa por el mercado mundial. Es decir: lo que se produjo fue un proceso de reestructuración imperialista. Nada tuvo que ver la voluntad de los pueblos europeos en un proceso de tal naturaleza. Sin embargo, la fuerte expansión económica que impulsó el Mercado Común, en la segunda mitad de los años 50 y en los años 60, permitió a la burguesía europea extender su hegemonía política, ideológica y cultural. Las capas intermedias existentes y las que surgieron en el proceso de expansión se identificaron con los proyectos de la clase dirigente, imaginando una eterna sociedad de bienestar. Sectores importantes de la clase obrera, situada a la defensiva, se dejaron ganar por la tentación reformista. El ascenso de los partidos socialdemócratas en Inglaterra, RFA, Francia, Suecia y otros países, y las desviaciones reformistas en el propio movimiento obrero de tradición comunista son los resultados más palpables del fenómeno anterior y de la presión ideológica de la burguesía. Esto explica que algún partido comunista haya aceptado el Mercado Común, FMI e incluso la OTAN, dejándose arrastrar por la corriente del imperialismo europeo —como si por el hecho de ser europeo dejara de ser imperialismo—, mientras mantiene su oposición a las formas más brutales que la dominación imperialista adopta en el Tercer Mundo. La política de los comunistas con respecto al Mercado Común debe basarse en una posición de clase nítida y firme. La integración económica europea es, sin duda, una operación de matriz imperialista. E incluso las relaciones económicas en el seno de la CEE, son relaciones de carácter imperialista. La división del trabajo en el interior de la Comunidad es una división desigual propia del sistema imperialista: el desarrollo de las industrias de alto nivel tecnológico se reserva a los países ricos del norte, las industrias de mano de obra extensiva o de efectos contaminantes, se instalan en los países subalternos del sur. La hegemonía política dentro del área del Mercado Común, corresponde a la burguesía financiera y monopolista y por ello el Parlamento Europeo no refleja en su composición las fuerzas reales del movimiento obrero y además significa una pérdida de la soberanía nacional. Lo mismo ocurre en las demás instituciones de la CEE, la idea de transformar la Europa de los monopolios en la Europa de los trabajadores, dentro del marco del Mercado Común, es una gran quimera. El "europeísmo" es la forma que adquiere actualmente la ideología del imperialismo en la Europa Occidental. La ideología de la burguesía monopolista ha influido sobre los partidos de extracción obrera, que han tendido a "europeizar su política". La aceptación acrítica del Mercado Común, como si el proyecto económico de la burguesía monopolista europea fuera la expresión de los intereses de todos los europeos, es ajena a la teoría marxista de la lucha de clases, y no podía traer otra consecuencia que el debilitamiento de la tradición revolucionaria del movimiento obrero en la Europa occidental. En 1916 Lenin ya había advertido de los peligros del "chovinismo europeo" que, en el fondo, supone la tolerancia de los partidos socialdemócratas con respecto a las apetencias imperialistas de la burguesía, estimula las tendencias conciliadoras y reformistas en el seno del movimiento obrero y sólo sirve para acentuar el predominio de las clases explotadoras. En la actualidad, el eurocomunismo considera a Europa —y a los regímenes parlamentarios imperantes en su mitad occidental— como la medida de todas las

cosas y, bajo el manto de un "europeísmo" tomado de prestado, ignora la verdadera relación entre los hechos económicos y su plasmación política, por lo que su influencia sobre una parte de la clase obrera europea amplía el ámbito del reformismo socialdemócrata tradicional. No se puede esperar que la conciencia revolucionaria se desarrolle sin conciencia antiimperialista. La entrada de España en el Mercado Común, presidida por el interés de las clases dominantes, traerá —entre otras— dos consecuencias negativas para los trabajadores: el hundimiento de las pequeñas y medianas empresas que forman gran parte de nuestra estructura productiva, y el desmantelamiento de sectores estratégicos como la siderurgia y los astilleros navales, la reestructuración del sector olivarero y otros sectores de la producción agrícola, así como el sector pesquero, todo ello con la secuela de un acusado incremento del índice de paro; y una mayor dependencia económica y tecnológica como consecuencia del papel subalterno que la división europea del trabajo nos asigna. La alternativa es combinar una crítica rigurosa al Merca do Común para formar la conciencia de las masas, con la defensa consecuente de los intereses de los trabajadores, de las capas populares y de bu soberanía nacional. Ambas co sas a la vez sólo se pueden hacer a partir de una actitud clara de oposición a la integración a la CEE, que no impide la coordinación con el movimiento jbrerc europeo.

7. Los países socialistas La Revolución de Octubre de 1917 fue el punto de partida del movimiento más revolucionario e innovador de nuestra época. La primera revolución proletaria triunfante dio origen al Movimiento Comunista Internacional que ha influido, directa e indirectamente, en todos los procesos de transformación social que ha conocido el siglo XX. La teoría creado por Marx y Engels y desarrollada por Lenin, lejos de haberse agotado, como pretenden los ideólogos burgueses, encuentra cada día nueras fuerzas y nuevas expresiones de lucha por el ideal de una sociedad sin clases. En un breve período histórico, la revolución socialista ha convertido unos países agrarios y atrasados económicamente en países industrializados, sobre la base de estructuras sociales colectivistas. Los países socialistas han abolido la propiedad privada de los medios de producción y de cambio, han puesto fin al sistema de explotación, han conseguido erradicar el hambre y el desempleo, alfabetizar al pueblo y elevar su nivel de cultura, establecer una sanidad eficiente y una avanzada seguridad social. Los países coloniales que adoptaron la vía socialista han seguido un desarrollo económico independiente y han modificado radicalmente las condiciones de vida de sus pueblos. El socialismo ha alcanzado, en suma, conquistas históricas sin precedentes. El desarrollo económico y político que ha alcanzado el sistema socialista lo convierte en la fuerza principal y decisiva del Frente Antiimperialista Mundial. El papel de vanguardia de estos países se deduce de que marcan la pauta del progreso histórico y constituyen el destacamento más fuerte, unido y organizado que hace frente al imperialismo. El socialismo es una sociedad de transición hacia una nueva formación económico-social, es el período revolucionario que


media entre el capitalismo y el comunismo. El triunfo de la revolución socialista no supone la liquidación inmediata de una cultura, unas formas de vida y unos hábitos sociales con tradición de milenios. La división entre el trabajo manual e intelectual no desaparece, sino que adquiere —a través de la enseñanza universal— un contenido no clasista y un senti do más igualitario. Su desaparición, en el comunismo, re quiere un desarrollo cualitativo de las fuerzas productivas, de la tecnología, de la ciencia y de la nueva cultura. La so ciedad de transición es una sociedad con contradicciones que, se agudizan al desarrollarse el socialismo en un mundo so metido a la presión del imperialismo. La crítica marxista de la realidad en los países socialistas se ha de hacer a partir de una concepción rigurosa de la evolución histórico-social, que tenga en cuenta las dificultades objetivas impuestas por el atraso económico preexistente, con que se encontraron la mayor parte de las sociedades postrevolucionarias, y por la hostilidad agresiva del imperialismo. Estas circunstancias, junto a errores que se han cometido en la aplicación prácti ca del marxismo —errores que el movimiento comunista ha examinado y examina autocríticamente— explican fenóme nos negativos como ciertas limitaciones en el desarrollo eco nómico y político, y la existencia de determinadas contra dicciones nacionales que se manifiestan entre algunos países socialistas. Sin embargo, las dificultades en la construcción del socialismo no reducen la trascendencia de los cambios revolucionarios que se han realizado. En la historia de la lucha de clases —que no ha evolucio nado nunca en estado puro— tenemos antecedentes de las contradicciones que atraviesan los procesos revolucionarios. Pero nadie niega hoy el valor histórico que la revohición burguesa tuvo en su época. Y ninguno negará en el futuro el valor de la revolución socialista como una conquista histórica de la clase obrera y de la humanidad. El PC analiza la realidad a través del método marxistaleninista y a partir de una posición en la que se afirma simultáneamente la independencia del partido y la solidaridad internacionalista. _Por tanto, los comunistas españoles situamos el análisis crítico del socialismo real en el contexto de la lucha de clases, sin ceder a la presión ideológica y propagandística del imperialismo, sin olvidar el papel de los países socialistas en defensa de la paz y en apoyo de las luchas de liberación nacional y emancipación social. Tal actitud es la única que responde fielmente a los intereses de la clase obrera y de los pueblos de España. La existencia de un conjunto de países que han roto la lógica del capitalismo y han emprendido la construcción de un sistema socialista, constituye un factor de paz y una ayuda decisiva para los pueblos que luchan contra el imperialismo. Sin esa ayuda solidaria, Cuba, Vietnam, Angola, Mozambique, Etiopía, Nicaragua, y otras naciones, difícilmente hubieran podido consolidar sus revoluciones ante la ofensiva del imperialismo, después de su heroica lucha de liberación. La solidaridad y el apoyo resuelto de los países socialistas a los pueblos que luchan por su liberación nacional contra el imperialismo, es hoy una de las expresiones más importantes del internacionalismo. La confrontación del imperialismo con los países socialistas tiene como raíz la contradicción de clase que existe entre ambos sistemas y el papel solidario de los países socialistas en la escena mundial. Es, por tanto, la contradicción principal de la lucha de clases a nivel internacional.

Esta valoración positiva del papel internacional de los países que construyen el socialismo presenta también contradicciones. La República Popular China ha realizado cambios importantes en su estructura social; pero en la política internacional no interviene de la forma que corresponde a un país socialista; lo cual se manifiesta en sus relaciones con algunos regímenes reaccionarios, en su hostilidad hacia la URSS y en las agresiones contra el heroico pueblo vietnamita. Sin embargo los comunistas españoles no podemos dar por definitiva esta situación y apoyaremos todos los esfuerzos que se hagan para superar las diferencias y enfrentamientos entre la República Popular China con otros países socialistas, a fin de recomponer la unidad del movimiento comunista. En este sentido, consideramos positiva la apertura de negociaciones entre China y la URSS, con el fin de mejorar sus relaciones; lo que podría tener una gran influencia en la evolución de la relación de fuerzas que se da en el mundo y reforzaría cualitativamente las posiciones de los partidarios de la paz, la independencia nacional y el progreso social. En resumen, los países socialistas son factores decisivos en la lucha contra la miseria, la opresión, el colonialismo y el racismo y los más firmes defensores de la paz, actuando como freno ante*la agresividad del imperialismo. Los comunistas españoles que analizamos la realidad desde una posición de plena independencia, valoramos a los países socialistas de acuerdo con los avances políticos, sociales y culturales que en ellos han conseguido los trabajadores, y por el papel que dichos países juegan como aliados de la clase obrera y de los pueblos que luchan por su liberación nacional y la emancipación social. No cerramos los ojos ante los problemas que existen; pero tampoco olvidamos que el socialismo actual representa, con sus errores y limitaciones, el mayor nivel de progreso alcanzado hasta hoy por la humanidad.

8. Por una política exterior independiente, de solidaridad y de paz. Desde la firma de los acuerdos de 1953, que autorizaron la instalación de bases militares norteamericanas en nuestro territorio, la política exterior española ha estado supeditada a la hegemonía de los EE.UU. Posteriormente la presión del imperialismo tuvo un gran peso en la orientación de la reforma política y.llevó a impedir una verdadera ruptura democrática. Los objetivos de esa presión eran mantener el poder de la oligarquía financiera y monopolista, a través de otros medios de dominación, favorecer la integración de nuestro país en el Mercado Común y forzar su ingreso en la OTAN. La derecha política y el actual gobierno del PSOE, han aceptado la subordinación del país a la estrategia mundial del imperialismo, lo que determina la política internacional atlantista y dependiente del Estado español. Los comunistas queremos para nuestro país una política exterior independiente, de solidaridad, de paz y de no alineamiento. El problema capital de la política internacional española es la entrada en la OTAN, decidida por el gobierno de Calvo Sotelo, en representación de los intereses más reaccionarios de la derecha y bajo la presión descarada del imperialismo norteamericano. Esa decisión antipopular ha incrementado los peligros para la población en caso de guerra, nos involucró de forma más directa y comprometida en el bloque agresivo encabezado por los EE.UU. y supuso un reforzamiento del militarismo y un aumento de la tensión mun-


dial. A la vez ha creado una situación de hecho, ante la cual PSOE se pliega progresivamente e intenta ganar tiempo, en un escandaloso incumplimiento de sus promesas. El PC se opone con firmeza a la permanencia de nuestro país en la Alianza Atlántica y exige la inmediata convocatoria de un Referéndum, planteado en términos inequívocos, que expresará sin duda la voluntad de paz. de independencia y de no alineamiento de los pueblos de España. Los comunistas nos oponemos al constante incremento de los presupuestos militares que, en nuestro país siguiendo la pauta impuesta por la administración norteamericana, han experimentado un crecimiento superior al 200% entre 1979 y 1984. Exigimos la reducción de dichos presupuestos y el aumento de las inversiones en el sector público de la economía, con el objetivo de combatir el paro y mejorar las prestaciones sociales. Nuestro partido se compromete a impulsar las más amplias movilizaciones de masas por la retirada de nuestro país de la OTAN, y por el desmantelamiento de las bases militares, de propaganda e información norteamericanas legado del régimen franquista, en el marco de una lucha global por la paz y el desarme.

El PC preconiza la disolución simultánea y negociada de los bloques militares y la prohibición de todo tipo de armas de exterminio masivo, a través de un tratado internacional de desarme que debe alcanzar incluso al armamento convencional y garantizar la renuncia al uso de la fuerza en las relaciones internacionales. Los comunistas españoles propugnamos para nuestro país una política de no alineamiento en bloques militares que debe concretarse con la incorporación de España en el movimiento de los no alineados. Esta opción que puede abrirse camino en los países de la Europa del Sur, frente a los que pretenden convertirnos en simples peones de la estrategia imperialista y que puede-suponer la creación en el Mediterráneo de una zona de colaboración económica libre de armas nucleares y bases extranjeras, es la única alternativa a la política de bloques, válida en nuestras circunstancias. En, consecuencia el PC se ve obligado a denunciar el atlantismo que inspira la política exterior del gobierno del PSOE, su alineamiento en la estrategia belicista de la administración Reagan —ejemplarizado en las declaraciones de Felipe González, favorables a la instalación de misiles en RFA, y en el incremento extraordinario de los gastos militares—, y su supeditación política, económica y militar a los intereses del imperialismo. En Europa, la política del PSOE, representa en la práctica los intereses del capitalismo español y de las empresas multinacionales. Las negociaciones para la entrada en el Mercado Común se están siguiendo sin información ni cauces de participación popular, y con plena dejación de los intereses nacionales. Nuestro partido, de acuerdo con los intereses de la clase obrera y de las clases populares, del interés nacional, se opondrá firmemente a la integración española en la CEE y promoverá un amplio debate sobre las consecuencias negativas de tal integración para la economía de nuestro país. El PC denuncia la práctica de una política neocolonial, por parte del gobierno español en Guinea Ecuatorial. Así mis-

mo manifiesta su rechazo por el abandono de los compromisos contraidos por el PSOE con el Frente Polisario, en la cuestión del Sahara. El Gobierno del Estado español debe intervenir activamente en defensa de la autodeterminación y la independencia del pueblo saharaui, por la responsabilidad histórica contraída en la que fue su antigua colonia. El PC se compromete a practicar la solidaridad interna cionalista, a impulsar la solidaridad activa con la Revolución Cubana, con la Revolución Popular Sandinista de Nicara gua y con los movimientos de liberación nacional de El Sal vador y Guatemala, en unos momentos de creciente presión y amenazas de intervención militar directa de los EE.UU. en Centroamérica. Así mismo que impulsar la solidaridad con los pueblos de Chile, Uruguay, Paraguay, y con todos los pueblas que luchan bajo la represión de dictaduras militares de carácter fascista. Nuestro partido expresa también su so lidaridad con los pueblos libanes y palestino, martirizados por el militarismo de Israel que actúa como agente del impeoen la zona de Oriente Medio, y denuncia de la des carada intervención de la flota USA y de las mal llamadas fuerzas de pacificación en el Líbano. La solución del conflicto árabe-israelí exige la inmediata devolución, por parte de Israel, de todos los territorios ocupados, el reconocimiento del derecho inalienable del pueblo palestino a su propio Estado y el respeto de la soberanía del pueblo libanés. El Congreso expresa su solidaridad fraternal con los comunistas del Partido Tudeh, sometidos a una brutal represión contrarrevolucionaria. El PC manifiesta asimismo su solidaridad con los pueblos de África que luchan contra la opresión racista y contra las agresiones de la RSA, apoyada económica y militarmente por el imperialismo. Expresamos nuestra solidaridad militante con la Organización de los Pueblos de África del Suroeste (SWAPO) y con el Consejo Nacional Africano-. Denunciamos las constantes agresiones imperialistas contra Angola, Mozambique, Etiopía, Libia, Afganistán y otros países que luchan por afirmar su independencia, y condenamos la cobarde invasión de la isla de Granada por el ejército de los EE.UU. El PC expresa su solidaridad con la clase obrera de todos los países que luchan por su emancipación social y con los pueblos que luchan por su liberación nacional. Los comunistas españoles reivindicamos la soberanía española sobre Gibraltar; pero con la misma lógica reconocemos que en Ceuta y Melilla se da una situación que también debe cesar, en el marco de una solución global que respete la integridad territorial de España y Marruecos, e incluya el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y la desmilitarización de la zona, con la prohibición del establecimiento de bases militares extranjeras. La política exterior que propugna el PC garantiza el derecho de los pueblos a la plena soberanía e independencia, tanto política como económica, y la práctica de unas relaciones internacionales basadas en la defensa de la paz y la cooperación solidaria entre los pueblos.

9. Por el internacionalismo proletario y la unidad del movimiento comunista Los comunistas españoles seguiremos esforzándonos por la coordinación del movimiento obrero europeo en la necesaria lucha contra el gran capital monopolista. Pero el internacionalismo de clase parte de una visión mundial de los pro-


blemas. Es preciso superar una visión eurocéntrica del mundo para formar la verdadera conciencia internacionalista de la clase obrera española. Sólo una clase obrera que sabe ser solidaria con los trabajadores y los pueblos de todos los países, es capaz de defender consecuentemente sus propios intereses. En la actual situación, cuando la crisis del capitalismo hace aun más estrecha la relación entre la lucha de clases nacional e internacional, es más necesaria que nunca una voluntad unitaria para que el movimiento comunista interven-

ga con una política coherente. Los planes coordinados del imperialismo para dar una solución capitalista a la crisis, exigen una respuesta global de los países socialistas, del movimiento obrero de los países capitalistas y de los pueblos del Tercer Mundo. Tenemos el deber de reforzar esta alianza estratégica, para que la solución a la crisis actual tenga un significado de ruptura con el sistema imperialista. Los comunistas españoles defendemos la unidad del movimiento comunista internacional, sin perjuicio de la independencia de cada partido; una unidad basada en el marxismo-leninismo y en el internacionalismo proletario.


II.- CAPITALISMO EN CRISIS 1. La crisis actual del capitalismo y el fin de las ilusiones reformistas Una vez más en su historia, el mundo capitalista se debate en medio de una profunda crisis económica que convulsiona la totalidad de sus estructuras, instituciones y valores. La inflación galopante, el estancamiento productivo, la destrucción de capital productivo, la contracción de los mercados, el paro masivo y el rápido agravamiento de las condiciones de vida de las clases trabajadoras y populares, son algunas de las manifestaciones más evidentes de la crisis actual del sistema capitalista. El virulento desencadenamiento y posterior desarrollo y profundización de la crisis está sirviendo para poner de relieve que los límites y contradicciones sociales, características del capitalismo, siguen teniendo plena vigencia, a pesar de los cambios institucionales y del alto grado de desarrollo que las fuerzas productivas han alcanzado, especialmente en los países imperialistas, es decir, en el centro del sistema internacional capitalista. Las teorías reformistas de diverso cuño que han venido defendiendo que las sociedades occidentales contemporáneas o bien habían dejado de ser capitalistas, o bien habían superado las contradicciones y lacras sociales típicas del capitalismo tradicional, quedan reducidas a meras e ilu sorias especulaciones. Ante la evidencia inapelable de los hechos, las teorías burguesas del "capitalismo regulado", del "neocapitalismo", de la "sociedad postindustrial" o de la "sociedad de consumo y de la opulencia", etc., pierden hoy credibilidad ante los ojos de las masas. Las ilusiones depositadas por el pensamiento reformista y burgués en la intervención del Estado y en el desarrollo tecnológico, como mecanismos capaces de garantizar la superación de la crisis, el crecimiento sostenido, el pleno empleo y un creciente nivel general de consumo y bienestar, caen estrepitosamente por tierra. La "intervención capitalista del Estado" no solamente se ha mostrado incapaz de garantizar el desarrollo equilibrado del sistema, sino que además ella misma se encuentra sometida, presa de las contradicciones económicas capitalistas, en una crisis profunda y estructural que refleja los límites del Estado burgués para continuar desempeñando el papel de garante de la "paz social" y regulador del sistema, que le había asignado el reformismo en el período de postguerra. La intervención"benefactora", de "arbitro de la crisis", que los partidos reformistas pretenden que desempeñe el Estado burgués frente a la actual crisis del capitalismo, refleja una fuerte dosis de idealismo y estéril voluntarismo político.

La propuesta de una salida neutral o negociada de la crisis, resulta absolutamente absurda e inviable. De la crisis sólo podrá salirse con la lógica del capitalismo, y por tanto a costa de los trabajadores ó a través de una vía de transformaciones socio-económicas e institucionales profundas dirigidas a sustituir la propia lógica capitalista, generadora de la crisis, en la perspectiva del socialismo.

No debe olvidarse que la propia intervención del Estado capitalista se debate hoy en el marco de rígidas limitaciones que tienen su expresión más elocuente en el déficit estructu ral del gasto público. Tales limitaciones se encuentran liga das, tanto a las crecientes dificultades para obtener fondos con los que financiar el incremento del gasto público, como las que surgen a la hora de colocar y utilizar dicho gasto pú blico, con vistas a desarrollar inversiones productivas y ge neradoras de empleo estable. Los comunistas elaboramos nuestra política y guiamos nuestra práctica, conscientes de las limitaciones objetivas en que se debate el capitalismo y los estrechos, por no decir nulos, márgenes de intervención keynesiana y reformista que admítela crisis. No se trata de un problema de voluntad política. Al margen de la discutible capacidad de gobierno y gestión que están demostrando los gobiernos de la derecha y del PSOE, el problema es mucho más profundo. la crisis no es un problema de gobierno, ni se resuelve en términos de una u otra política económica, aunque no por ello somos insensibles a las diferencias existentes entre unas y otras.

Dentro del marco del capital, sin poner en cuestión radicalmente su lógica, a lo máximo que se puede aspirar es a sanear la administración y el sector público en generar, así como a atenuar, en alguna medida, ciertos agravios comparativos que de forma flagrante se dan en nuestra sociedad, pero nunca a dar soluciones consistentes a los grandes problemas, miserias y riesgos que viven, se desarrollan y se ciernen al compás de la lógica del capitalismo en crisis. Ante el desencadenamiento de la crisis, el Estado burgués se ha visto obligado a redefinir progresivamente su función interventora, para prestar una especial atención a las exigencias de reestructuración industrial y saneamiento de los sectores en crisis, al tiempo que atenúa paulatinamente, cuando no renuncia abiertamente a sus anteriores cometidos sociales de redistribución de la renta, consecución del pleno empleo, garante de las prestaciones y servicios públicos básicos, etc. A través de instrumentos monetarios, crediticios y legislativos, el Estado burgués tiende a favorecer, mediante planes específicos las exigencias reestructuradoras que implica la crisis, "flexibilizando" los mercados laborales, reajustando la estructura salarial, recortando los excedentes de producción de las empresas públicas, ubicadas en sectores afectados especialmente por la crisis y, financiando


el despegue de los nuevos sectores industriales. A su vez el desarrollo tecnológico, que el reformismo concebía junto con la intervención del Estado como la gran panacea a los problemas del capitalismo, ha elevado de manera extrordinaria la capacidad productiva de las metrópolis capitalistas. Sin embargo, al mismo tiempo, este desarrollo, lejos de dar lugar a una "nueva sociedad" ha acelerado y agravado considerablemente las contradicciones del sistema, que incapaz de canalizarlo racionalmente poniéndolo al servicio de la sociedad y de los pueblos, tiende a convertir de manera creciente este potencial productivo, en una fuente incontrolable de riesgos y peligros para la supervivencia de la humanidad y de miseria material y espiritual para las clases trabajadoras.

2. Algunas interpretaciones burguesas de la crisis. Los ideólogos burgueses se esfuerzan en ocultar tanto la auténtica naturaleza de la crisis, como su trascendencia y significado histórico. En esta dirección se orientan la mayor parte de las interpretaciones formuladas y divulgadas sobre la misma, interesadas ante todo en exculpar al sistema capitalista de sus responsabilidades al atribuir a factores o causas externas al funcionamiento del capital, el origen último de la crisis. Con ello se pretende, en defi«hi>a, ocultar que la crisis forma parte intrínseca del desairólo lógico e histórico del capitalismo. El desenvolvimiento del sistema capitalista experimenta en su desarrollo etapas de expansión combinadas con etapas de crisis. Durante las etapas de expansión se desarrollan al mismo tiempo las contradicciones que, necesaria e insalvablemente, desembocan en crisis periódicas, cada vez más profundas y virulentas. La ideología burguesa ha difundido una serie de concepciones, ya tópicas, respecto a la crisis, como son: 1) Que el alza experimentada en 1.973 por los precios del petróleo, produjo un efecto convulsivo sobre el con junto de la economía, que habría de afectar especialmen te a los países importadores y consumidores de altos por centajes relativos de petróleo provocando la crisis. Sin embargo esta elevación de los precios de los crudos no tardó en ser contrarrestada a través de distintas medidas monetarias y de ahorro energético, por la mayoría de los países industrializados. La llamada crisis del petróleo, no ha sido más que una manifestación particular y, al mismo tiempo, el detonante que desencadenó y sacó a la superficie la profunda crisis que venía fraguándose a lo largo de la expansión de postguerra y que ya a finales de los años 60 comenzó a ser claramente evidente. 2) Tampoco la difundida teoría de la "escasez de las materias primas", resulta consistente en la explicación de la crisis. Que los recursos naturales del planeta son cuali tativamente limitados, resulta evidente. Sin embargo, no lo es menos que, además de que el concepto de límite físi co tiene un carácter relativo a la luz del cambio tecnológi co, hoy por hoy, y como han puesto de relieve es este sen tido diversos informes elaborados por distintos organis mos internacionales, la humanidad dispone todavía de

enormes reservas de recursos y materias primas. La explotación sistemática de los océanos, por ejemplo, abre ya hoy, como posibilidad inmediata, enormes horizontes para la humanidad. En cualquier caso, esta supuesta escasez de materias primas, en la medida en que, exceptuando el caso del petróleo, no se ha traducido en la práctica en un alza sostenida y persistente de los precios, no puede de niguna manera situarse en el origen de la crisis económica. Por el contrario, en la última década, la mayoría de las materias primas han venido perdiendo abiertamente posiciones en sus términos de intercambio con los productos industriales, en beneficio de las potencias capitalistas y en detrimento de los países del "tercer mundo", que han visto con ello agravarse su situación económica, el déficit de sus balanzas de pagos y el elevado grado de endeudamiento que padecen. 3) La cuestión tampoco radica en que las fuerzas pro ductivas hayan alcanzado un techo o límite ecológico, in franqueable, en su desarrollo. El fondo del problema ra dica ¿n que hoy el capitalismo, no solamente constituye an freno para el enorme potencial productivo y liberador que encierra en su seno el desarrollo de la "revolución cientifico-técnica", sino que además, sus contradicciones le llevan a despilfarrar y orientar destructivamente este desarrollo. La denuncia y la lucha política contra los gravísimos riesgos que para la humanidad conlleva la destrucción y el saqueo capitalista del medio ecológico, ante el que tan sensibles se muestran amplísimas capas de la población, constituye en nuestros días una tarea que no despreciamos ni ignoramos los comunistas, ni el movimiento obrero. Pero ello no puede dar lugar a equívocos en torno al hecho de que la emancipación de un gran número de pueblos, situados todavía en las fronteras del "subdesarrollo capitalista", y la propia liberación integral del hombre, y en definitiva, la plena construcción del socialismo y del comunismo, requieren un desarrollo sustancialmente más elevado del que todavía presentan-hoy en el mundo las fuerzas productivas. Los peligros tecnocráticos, bélicos y ecológicos que hoy amenazan a la humanidad, no se encuentran en este desarrollo, sino en las limitaciones y contradicciones irresolubles que presenta el sistema capitalista, para canalizarlo racional y progresivamente. En la fase madura y decadente del capitalismo, el desarrollo tecnológico se presenta cada vez más como una fuerza destructiva para el propio hombre, y una fuerza de distorsión para el progreso material y espiritual de la sociedad. 4) La economía burguesa ha venido insistiendo, espe cialmente, en responsabilizar a los incrementos salariales, del desencadenamiento de la crisis. Ante esto se impone precisar: '. 1) Que en general, y salvando situaciones puntuales, el incremento de los salarios se ha movido por detrás de la productividad y de la Renta Nacional, en la mayoría de los países capitalistas. 2) Que el movimiento salarial se ha visto subordinado a las tasas de inflación.


Al mismo tiempo, la burguesía insiste en señalar que sólo el recorte salarial hará posible, la recuperación del beneficio industrial, y como consecuencia permitirá relanzar la inversión y generar empleo. Tal punto de vista oculta:

buido a agudizar esta tendencia y también la carrera armamentista impulsada por el imperialismo, incide de una manera relativa sobre las economías socialistas, al obligar a éstas a dedicar una parte de sus recursos a gastos de defensa.

1) Que el impacto de los salarios sobre la estructura del precio final, resulta mínimo, en la mayor parte de los sectores productivos, en relación con el impacto del capital fijo y circulante y de" los costos financieros De ahí que pretender ganar competitividad exterior, como hace el Gobierno español actual, a costa de reducir salarios, resulte ilusorio. La competitividad depende fundamentalmente de la productividad laboral y de las tecnologías empleadas, más que del nivel salarial, como prueban los casos de la RFA, EE.UU., Holanda, etc. 2) Que la reducción salarial al contraer la demanda, y elevar los stoks empresariales, desanima la inversión y genera aun más desempleo. 3) Que aunque el sector salarial, se traduzca en una elevación de los beneficios, nada garantiza que esto se traduzca en una incremento de la inversión. Puesto que para que esta se produzca, es preciso que se de otro conjunto de condiciones de carácter nacional e internacional, que en todo caso hoy por hoy, todavía no se encuentran desarrolladas. Además que para que el alza dd beneficio se traduzca en un relanzamiento de la inversión, debe alcanzar cuotas determinadas que permitan financiar el elevado costo de las "nuevas tecnologías". El cual está lejos de alcanzarse.4) Que aunque se relance la inversión, al hacerlo en base a las "nuevas tecnologías" lejos de generar empleo, se destruirán masivamente puestos de trabajo.

Pero de cualquier manera, la prosperidad y crecimiento de las economías socialistas, constituye un hecho manifiesto. Mientras el sistema capitalista arroja tasas negativas de crecimiento y desindustrialización desde hace 10 años como consecuencia de la crisis, países como la URSS, RDA, Hungría, Checoslovaquia, etc., registran, como reconocen los propios organismos internacionales, tasas anuales de crecimiento del Producto Social, situadas alrededor del 4ro. Sin que exista el paro bajo ningún concepto. Es más, en economías como la de la URSS y la de la RDA, se localizan déficits importantes de mano de obra, como consecuencia de la rápida creación de empleo que genera el desarrollo económico.

5) Con el objetivo calculado de enmascarar d carácter nítidamente capitalista de la crisis económica, tos ideólogos burgueses difunden la idea de que la crisis actaal presenta una dimensión mundial que afecta al propio sistema socialista. Ciertamente, determinados países de ia Comunidad Socialista, entre los que de manera excepcional sobresale Polonia, atraviesan ciertas dificultades de carácter financiero, en unos casos, y de desajuste intersectorial en otros, fenómenos propios de cualquier economía en crecimiento. Pero de ninguna manera tales desajustes ocasionales tienen nada que ver, salvando d caso de Polonia, con lo que se entiende por una crisis económica estructural. En efecto, ni el proceso de desarrollo se ha visto paralizado, ni se ha producido paro, ni tampoco estrangulamientos estructurales, en los países socialistas. Sólo en ciertos casos se advierte en algún país una cierta atenuación en el ritmo de crecimiento, así como algunos desajustes en la balanza de pagos, que en absoluto comprometen el desarrollo sostenido de sus economías. Las causas explicativas de estos fenómenos particulares, se sitúan tanto en relación con posibles errores de previsión y planificación, como especialmente con la propia incidencia de la crisis capitalista, que ha dificultado la exportación de las economías socialistas hacia el mercado mundial y como consecuencia la captación de divisas con las que adquirir ciertos bienes estratégicos, procedentes de las propias economías capitalistas. El encarecimiento inflacionario de estos bienes, es un factor que ha contri-

6) Los ideólogos del imperialismo tratan de paliar los temores que la carrera armamentista despierta entre la población, atribuyéndole una serie de falsas "bondades" entre las que se barajan como más corrientes, el sostener que la industria bélica, constituye un motor impulsor del desarrollo económico, además de generar ella misma empleo, y ser punta de lanza de la investigación e innovación tecnológica que luego se transmite a la industria civil. La inconsistencia de tales supuestos ha sido sobradamente desmentida por un número ya abundante de rigurosas y bien documentadas investigaciones, llevadas ¿ cabo en diversos países. Todos estos estudios prueban: 1) Que la industria bélica detrae parte del plusvalor generado por los sectores realmente productivos en términos capitalistas, reduciendo la rentabilidad de éstos, y frenando su crecimiento y el del sistema en su conjunto. 2) Que la relación inversión-empleo, es muy superior en la industria bélica, que en el resto de los sectores civiles, lo cual significa que aquella genera menos puestos de trabajo por unidad de inversión que éstas. Como medida aproximativa, crear un puesto de trabajo en la industria bélica requiere un monto de inversión cinco veces superior al de la industria civil. 3) En cuanto a la investigación bélica, que en EE.UU., por ejemplo, absorbe el 65^o de los recursos dedicados a la investigación en general, se ha constatado rigurosamente que solamente un 10% de los hallazgos en este terreno son asimilables por la industria civil. De todo esto se deduce el carácter mistificador de los argumentos que pretenden justificar en base a razones técnico-económicas, el desarrollo bélico-industrial, del que soto se benefician, en general, unos pocos monopolios, a expensas de toda la sociedad. El objetivo central de todo este conjunto variopinto de "ideologías de la crisis", se dirige -independientemente de la particular intención de sus artífices- a ocultar ante las masas populares la naturaleza y trascendencia del momento histórico que vive el mundo.

El capitalismo se debate, en el marco del declive histórico, que padece de manera evidente desde 1.917, en medio de una crisis económica generalizada, sin precedentes históricos por su alcance y gravedad.


Incapaz de dar respuestas superadoras ó integradoras a las graves contradicciones que vive en todos sus ámbitos, y que se traducen en crecientes movimientos de descontento de todo tipo; asediado y emplazado de manera creciente en su "periferia" por los movimientos antiimperialistas, de liberación nacional; vigilado y coartado en sus maniobras imperialistas y agresivas por la firme y decisiva presencia del campo socialista, y de la Unión Soviética; y limitada la intervención reguladora del Estado en el terreno económico y social, el sistema capitalista internacional se muestra cada día más impotente para resolver la crisis general en la que se encuentra inmerso.

La toma de conciencia de esta realidad llena de pesimismo el ánimo de muchos, de los ayer animosos "ideólogos" del sistema, que confiaban haber alcanzado la fórmula mágica del bienestar y la "paz social". En otros casos, esta conciencia se traduce en actitudes y posicionamkntos histéricos y agresivos, de los que son buena muestra los gobiernos de Reagan y Tatcher, que, en representación de tos intereses monopolistas más reaccionarios, amenazan con conducir a la humanidad a la senda de la confrontación y el desastre atómico. Esclarecer ante las masas obreras y popaiares la auténtica naturaleza de la crisis actual y su significado dentro de la "crisis general del capitalismo", poniendo áe relieve el carácter ilusorio de las políticas reformistas, constituye hoy una tarea política e ideológica de primen Magnitud. El convencimiento, asumido a través de su práctica político-social y de una resuelta y esclarecedora lucha teórica e ideológica, de que la única salida real a los peligros y miserias que conlleva la crisis capitalista se encuentra en la transformación del capitalismo y en la conquista dd socialismo, constituye una premisa central para que las más amplias masas, consciente y decididamente, opten por na salida consecuentemente revolucionaria.

La formulación de una teoría científica y rigurosa de la crisis, al igual que de otros aspectos de la realidad, constituye una necesidad ineludible, para prevenir cualquier veleidad reformista ó izquierdista, a la hora de elaborar una estrategia política justa, capaz de organizar y orientar revolucionariamente la práctica del partido, y de los movimientos de masas. La carencia de una teoría revolucionaria y de una línea política sólidamente fundamentada, sólo puede conducir, como ha sucedido con el eurocomunismo, a una pérdida de los objetivos políticos de clase, y al desarrollo de una práctica típicamente tacticista y oportunista.

3. Rasgos significativos y naturaleza de la crisis económica actual del capitalismo Tras casi treinta años de expansión prácticamente ininterrumpida, el sistema capitalista internacional se ve inmerso en una profunda y virulenta crisis estructural. El auge y la prosperidad económica capitalista, iniciadas al finalizar la Segunda Guerra Mundial, han dado paso, recién inaugurada la década de los años 70, a una situación económica, que por su alcance y gravedad, amenaza con poner de nuevo en circulación, salvando las distancias existentes, el fantasma de la gran depresión de los años treinta.

Alrededor de la ya histórica fecha de 1.973, y en el breve tiempo de unos meses, la galopante prosperidad de la postguerra se tornó bruscamente (y de manera imprevisible para los alborozados y triunfalistas ideólogos y portavoces de la economía burguesa) en una aguda y persistente depresión. Entre los rasgos más llamativos y significativos de esta, cabe destacar los siguientes: 1) De los niveles de cuasi-pleno empleo alcanzados en los años 60, se ha pasado a registrar índices elevadísimos crecientes de paro que rondan ya, como término medio, el 13% de la población activa de los países capitalistas in dustrializados. 2) De una relativa y controlada estabilidad monetaria y de precios, se ha desembocado en una situación caracteri zada por la existencia de tasas galopantes y persistentes de inflación, nunca alcanzadas en el pasado, y agudos de sajustes monetarios y financieros. 3) De un crecimiento intensivo y sostenido de la pro ducción, se ha pasado a una acusada recesión, puesta de relieve por la negativa evolución de los indicadores eco nómicos al uso (P.I.B., etc). 4) La constante expansión de los mercados internacio nales se ha invertido, dando lugar a una brusca y acelera da contracción de los mismos. 5) La relativa estabilidad que venía gozando la Hacien da Pública se ha visto alterada por un déficit creciente y estructural dej gasto público, que hipoteca la expansión del sector público y la intervención reguladora del Esta do. 6) La mayor parte de los países capitalistas asisten im potentes al creciente deterioro de sus relaciones económi cas exteriores. Los crecientes desequilibrios que padecen las balanzas comerciales y de pagos en general, de la mayor parte de los países capitalistas, constituye una muestra elocuente de este hecho. Los "capitalismos subdesarrollados" acusan de manera especialmente grave es te fenómeno, al ver reducida su participación en los mer cados internacionales y experimentar un grave deterioro en sus "términos comerciales de intercambio", frente a las potencias imperialistas. 7) Los crecientes problemas de regulación que afectan al sistema financiero internacional, puestos de relieve en el acelerado e insolvente endeudamiento de los "capitales subdesarrollados" e "intermedios", por un lado, y en el rápido crecimiento de los excedentes financieros por otro, constituye otra de las manifestaciones más signifi cativas e inquietantes a medio plazo de la crisis actual del capitalismo. Tres son los rasgos propios de la crisis actual de sobreacu-

mulación que llaman inmediatamente la atención del observador: a) La intensidad y capacidad destructiva de la misma. b) Su carácter altamente internacionalizado. c) c) La complejidad de su evolución y de sus manifestaciones concretas.


Este último rasgo constituye precisamente una de las fuentes de confusión, que más se presta a ser manipulado con vistas a falsear la verdadera naturaleza de la crisis. En vez de situar cada una de las manifestaciones o "rupturas parciales" de la crisis en su correcta posición y articulación lógica, en relación con los factores determinantes de la misma, los economistas burgueses tienden en unos casos a tomar arbitrariamente algunas de estas manifestaciones, como causa unilateral de la crisis, y en otros a presentarlas todas mezcladas como si la crisis fuera el resultado de múltiples causas y efectos hasta cierto punto confluyentes en el tiempo, pero lógicamente independientes entre s!. Es evidente que, tanto la "crisis del sistema monetario y financiero", como la "crisis de la energía" y "de las materias primas" o "la crisis de regulación dd Estado", etc, etc., presentan una indiscutible autonomía en su desenvolvimiento; existe sin embargo una matriz común a todas estas rupturas o crisis parciales: la caída de la rentabilidad capitalista, provocada por la sobreacumulación oliente de capital que conlleva el desarrollo capitalista dirán le las fases de expansión. La sobreacumulación relativa de capital y la consecuente caída de la Tasa de Beneficios, a que da iugar, constituyen la expresión más precisa y significativa de la contradicción existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el sistema de relaciones sociales capitalistas en el que se produce este desarrollo. En efecto, la crisis y la interrupción del desarrollo de las fuerzas productivas, se produce no porqué no existan recursos y medios económicos disponibles, sino porqué dicho desarrollo socava. a partir de un cierto momento las condiciones de valorización del capital. Alcanzando este punto, el desarrollo de las fuerzas productivas se sacrifica al interés supremo de la rentabilidad del capital, en torno a la cual se articula todo el edificio socio-económico capitalista. La crisis cumple la misión de reajustar el adecuado equilibrio entre desarrollo de las fuerzas productivas y condiciones de valorización, facilitando con ello una nueva etapa de expansión. Frente a las diversas interpretaciones que pretenden presentar la crisis como resultado de factores accidentales o casuales, las investigaciones desarrolladas en base a la economía política marxista, prueban que nos encontramos tos en una crisis capitalista de sobreacumulación de capital. Se trata de una crisis que es el resultado de la propia lógica del desarrollo capitalista, y que tiene su origen determinante en el excesivo crecimiento relativo experimentado (como consecuencia del progreso técnico que es inherente al proceso de acumulación capitalista) por el valor del capital constante (planta, equipo, materias primas, etc.), que debe movilizar y rentabilizar cada trabajador empleado productivamente. Esta tendencia central en el desencadenamiento de la crisis, se ha visto agravada de manera muy especial por otra serie de factores entre los que es preciso destacar: 1) Las luchas de liberación del "tercer mundo".2) El fortalecimiento del movimiento obrero y de los sindicatos. 3) El fortísimo incremento de los gastos improducti-

vos, especialmente los armamentísticos. 4) La rotura del sistema centro-periferia, por el hundimiento económico y financiero de la periferia. 5) la irrupción en el mercado mundial de los productos y de la tecnología de los países socialistas. La profundización de la crisis capitalista, conlleva un rápido exacerbamiento de las contradicciones económicas, sociales y políticas, tanto a escala nacional como internacional. O sea del sistema capitalista. El riesgo de que el desenvolvimiento de la crisis pueda llegar a desembocar en un monumental crack a escala internacional, ha adquirido especial relieve en los últimos tiempos ante el agravamiento del panorama financiero internacional. Al creciente número de empresas que en los países capitalistas desarrollados, que se declaran insolventes para hacer frente a sus compromisos financieros, se ha venido a sumar la difícil situación que atraviesan los "países en vías de desarrollo", para cumplir las exigencias ligadas a su endeudamiento en el mercado internacional. La recesión de las economías capitalistas desarrolladas y la caida de la inversión, dio lugar con el comienzo de la crisis, a la aparición .de elevados excedentes financieros en los países desarrollados. La necesidad de un mayor volumen de divisas con el que costear el crecimiento de la factura petrolífera (provocado por el alza de los precios de los crudos) y hacer frente a los proyectos de industrialización que venían acometiéndose, llevó a las "economías en desarrollo" a convertirse en los principales receptores y prestatarios de esos excedentes financieros de los países desarrollados. Con la deuda contraída pudieron comprar tecnologías y bienes de capital a los países desarrollados, con los que cubrir las necesidades materiales de su más ó menos dependiente industrialización. Durante un período de tiempo todos parecían salir beneficiados de esta operación. Los capitalistas desarrollados encontraban, a través de la misma, salida simultánea para sus excedentes financieros y para sus productos manufacturados. Al mismo tiempo los "países en vías de desarrollo" encontraban una fórmula fácil y rápida para atenuar los efectos de la crisis y continuar financiando su industrialización. Pero a la altura de 1.980 comenzó a advertirse con toda dureza el lado negro de esta situación. Empezaron a manifestarse, signos evidentes de que estos países se mostraban con crecientes dificultades para hacer frente al servicio de deuda (interés más amortización). Muchos de ellos se vieron obligados a solicitar nueva deuda con el único fin de cubrir el pago de los intereses de la anterior. El círculo vicioso en el que se había introducido el Sistema Financiero Internacional resultaba claro. La desaceleración del crecimiento del mercado internacional capitalista, que ha culminado en 1.981 y 1.982 en un "estancamiento absoluto", condenó a los "países en desarrollo" a no encontrar salida para los productos de sus nuevas industrias. Esto vino a suponer que


no pudieron incrementar la adquisición de divisas con las que poder hacer frente a los compromisos de la deuda externa. Y lo que es más grave, la recesión del mercado internacional y las barreras proteccionistas instauradas por las potencias capitalistas, se tradujo así mismo,para ellos, en un creciente déficit comercial. Para alimentar su industrialización dependiente, no podían dejar de importar los bienes de capital estratégicos, sin poder cubrir, por otra parte, estas importaciones, mediante un crecimiento correlativo de las exportaciones. La única solución para compensar este déficit comercial, consistió en acudir a mayores endeudamientos. V así entre 1.974-1.980, la deuda externa de estos países se multiplicó por 6, situándose en la cifra de 650.000 millones de dólares. El déficit comercial en el mismo período se ha multiplicado por 8, para alcanzar 85.000 millones de dolare. El aumento de los tipos de interés y la revalorización del dólar ha contribuido en los dos últimos años a agravar todavía más este panorama, obligando a México a declararse insolvente y poniendo a otros países como Brasil. Argentina, Corea del Sur, etc., en la disyuntiva de tener que seguir sus pasos. £1 caso de Polonia sintoniza con este mismo proceso, aunque requiere tomar en cuenta otros factores sociopolíticos y la influencia que ejerce en rdacioc a éstos, la iglesia polaca de corte tradicional y reaccionario. De este estado de insolvencia, más ó menos declarada o encubierta, han resultado afectados de lleno los principales bancos ingleses y alemanes, que si no han llegado a quebrar, se debe al acuerdo establecido por los estados capitalistas de los países desarrollados para responsabilizarse a través de un fondo de crisis, administrado fundamentalmente a través del Banco Mundial, de la insolvencia de los deudores. Los Estados capitalistas desarrollados concedieron asi crédito a los países con dificultades financieras externas, con el fin de que estos puedan cumplir sus compromisos con las instituciones capitalistas privadas. Se trata de una solución política que aleja por el momento el peligro de un crack en cadena, promovido a partir de las quiebras de los bancos ingleses (Barclays, Lloyds, Midland y Natiwest) y alemanes (Deutsche, Dresdmer y Commerz Bank). Sin embargo tal situación no modifica en absoluto las contradicciones reales de fondo que han dado lugar a la critica situación financiera y que motivaron, en definitiva, las causas de fondo que configuran la naturaleza de la crisis actual del sistema capitalista.

4) La recomposición capitalista de la crisis La expoliación del "tercer mundo", la exportación imperialista de capitales hacia los países capitalistas de inferior desarrollo, y la intervención del Estado, han venido jugando históricamente un importante papel como mecanismos contrarrestantes de la caída de la tasa de beneficio, retardando con ello el surgimiento de la crisis. Sin embargo, estos mecanismos han sido incapaces de evitar, en última instancia, la repetición periódica y crecien-

temente agravada de las mismas. En ocasiones sólo la guerra se ha mostrado capaz de destruir y desvalorizar capital en los términos suficientes y adecuados como para que el capitalismo pudiese iniciar nuevas fases de expansión.

La Segunda Guerra Mundial, que destruyó la mayor parte de las instalaciones productivas de Europa y Japón, y creó las bases materiales para la expansión de la postguerra, constituye un ejemplo elocuente al respecto. Las guerras Ínter-imperialistas provocan la división y subyugación de la clase obrera, permiten reorganizar los mercados internacionales y reestructurar la hegemonía imperialista, y contribuyen con todo ello, en definitiva, a crear las condiciones para un nuevo auge capitalista, destinado irremediablemente, en caso de producirse, a desembocar, tarde o temprano, en una nueva crisis de mayores dimensiones. EE.UU. fue el gran beneficiario de las dos grandes guerras mundiales. Su distante posición geográfica del marco del conflicto y su participación, de última hora, en términos efectivos, le permitieron salir con todo su potencial productivo indemne de la guerra, lo que habría de facilitarle a su vez, colocarse de salida, en una posición de ventaja frente al resto de las potencias capitalistas, condicionadas a aceptar sus condiciones y convertirse en clientes obligados suyos para poder reconstruir sus economías. A la luz de esta experiencia se explica que no resulte casual que EE.UU. vuelva a hablar de una posible "guerra limitada a Europa". De no estar activamente presente el campo socialista y de no barajarse como real, el riesgo exterminador de la confrontación atómica, es más que probable que la crisis actual del capitalismo ya habría desembocado en una guerra generalizada, como ha sucedido en otros momentos de su historia.

El espíritu pacifista que manifiestan las masas del mundo capitalista, traducido en importantes movimientos por la paz y el desarme, constituye también un factor decisivo a la hora de frenar las tendencias belicistas del imperialismo. Ante las limitaciones con que choca para dar, hoy por hoy, una salida abiertamente bélica a la crisis, el imperialismo desarrolla a fondo, en diversos frentes, una intensa ofensiva dirigida a reorganizar sus estructuras económicas, políticas e institucionales en la perspectiva de elevar la tasa de beneficio y recobrar su deteriorada hegemonía. La erosión salarial y la elevación de la productividad, junto con el desmantelamiento más ó menos acelerado del sector público, en su vertiente de servicios y prestaciones sociales, constituyen puntos esenciales de esta ofensiva, que está conduciendo a una mayor explotación y a un rápido y grave deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera y de amplias capas de asalariados. Simultáneamente el creciente endurecimiento de los mercados, la acaparación del crédito por los monopolios y la utilización cada vez mayor por parte de estos últimos de tecnologías inasequibles para la pequeña y mediana empresa, conduce a un acusado reforzamiento del proceso de monopolización y a la ruina a extensos sectores de la pequeña y media burguesía, que se ven obligados a cerrar sus negocios y a engrosar las filas del proletariado. Los procesos de concentración y centralización capitalista, están siendo especialmente intensos, a escala nacional e


internacional, tanto en el sector financiero como comercial e industrial. La fusión de bancos y empresas está a la orden del día, prácticamente en todos los grandes sectores de la economía capitalista. En un ámbito más general, el imperialismo, respondiendo a los intereses de los monopolios y del "gran capital multinacional", refuerza la orientación, que la propia dinámica de la crisis alimenta, hacia una "nueva división internacio-nal del trabajo", que condena a los países del "tercer mundo" a seguir ocupando una posición subordinada y dependiente dentro de la estructura del capitalismo internacional, agravando con ello su situación y condenando a sus pueblos a padecer mayor miseria y explotación. Con la crisis, la "brecha" entre el tercer mundo y las potencias capitalistas se ha agravado considerablemente. Este hecho que se ve impulsado espontáneamente por las tendencias del mercado, como consecuencia de la debilidad estructural y menor capacidad de respuesta, que debido, entre otras causas, a su posición dependiente en la estructura económica internacional, presentan los "capitalismos subdesa-rrollados", se ve agravada además por las políticas comerciales y financieras desarrolladas por los gobiernos imperialistas y organismos tales como el F.M.I. y el Banco Mundial. En efecto, las "medidas proteccionistas" arbitradas frente a determinados productos del "tercer mundo", la manipulación de los "términos comerciales de intercambio" y la discriminación en la concesión de crédito, debilitan aún más la difícil posición de los países subdesa-rrollados. También los países capitalistas de "desarrollo intermedio", como es el caso de España, se encuentran seriamente expuestos a sufrir la ofensiva económica imperialista. Carentes de tecnologías propias y avanzadas, los "capitalismos intermedios" se muestran impotentes para competir abiertamente en los mercados internacionales frente a las grandes potencias capitalistas detentoras de las tecnologías punta y del control de las instituciones económicas y financieras del mundo capitalista. Las potencias imperialistas buscan exportar y descargar su crisis interna sobre los mercados de los "capitalismos intermedios" agravando con ello la situación de las clases trabajadoras y de la pequeña y mediana empresa de estos países, incapaz de resistir la ofensiva de los grandes colosos tecno-industriales capitalistas.

5. Las perspectivas del empleo ante la crisis y las nuevas tecnologías El proceso tecnológico constituye un fenómeno inherente al desenvolvimiento capitalista. Desde su mismo surgimiento, y a lo largo de su desarrolló histórico, el capitalismo no ha dejado de elevar continuamente la productividad del trabajo en base, fundamentalmente, a la constante introducción de nuevos métodos y técnicas organizativas e instrumentales de producción. Este proceso de innovación técnica, aun siendo continuo y ascendente, ha experimentado en su desarrollo etapas más rápidas e intensivas que otras, en función, tanto de los momentos más d menos expansivos del ciclo económico como, sobre todo, y especialmente, ,del surgimiento y aplicación de tecnologías llamadas por su novedad e incidencia productiva a revolucionar los métodos

tradicionales de producción. Tal fue el caso de la máquina de vapor y de la máquina-herramienta primero, y del "taylorismo" y del "fordismo" después, como más recientemente, tras la II Guerra Mundial, de la automatización y la cibernética. En la actualidad nos encontramos de nuevo, de la mano de las computadoras, la microelectrónica y la robotización, entre otro de estos momentos "tecnológicamente revolucionarios". El desarrollo tecnológico guardó siempre, pero de manera especial en sus momentos de "cambio revolucionario", una estrecha relación con las condiciones del empleo y del mercado laboral, y uno de sus aspectos más inmediatos y evidentes, es el desplazar mano de obra del proceso de trabajo. Sólo en la medida en que e' surgimiento de nuevos sectores económicos y el proceso de expansión e inversión de capital, es capaz de generar tantos puestos de trabajo como los que amortiza el cambio tecnológico y la consecuente elevación de la productividad, el número de empleos se mantiene constante, en caso contrario el desempleo crece irremisiblemente. A lo largo de la historia del capitalismo, la tendencia al crecimiento del desempleo ha sido constante aún en sus etapas de máxima expansión. Sólo la reducción progresiva del tiempo de trabajo (la jornada laboral se redujo a través de varias etapas de 16 a 8 horas legales, se elevó la edad de escolarización obligatoria que pasó a 14, y después a 16 años, y se instituyen limites cada vez más bajos a la edad de jubilación) y de la rápida expansión del sector servicios y del sector público, tras la II Guerra Mundial, permitieron contrarrestar la tendencia al desempleo y mantener, en los países capitalistas industrializados, tasas socialmente aceptables de empleo. Sin embargo, en la actualidad, ésta situación se ve gravemente afectada por la incidencia sobre la economía de distintas fuerzas y circunstancias, como son la caída de la inversión, y el desempleo que generan las "nuevas tecnologías". A todo ello hay que añadir que, por las razones anteriormente señaladas, el Estado capitalista se encuentra seriamente limitado para continuar absorbiendo a través de la expansión del "sector público", el desempleo generado en el sector privado de la economía. T

La robotización de los procesos de producción y ensamblaje en la industria y la aplicación generalizada de la micreolectrónica y la informática en el sector sevicios, principal generador de empleo en las últimas décadas, amenazan con reducir entre un 40 y un 50% el número de puestos de trabajo a lo largo de los años 80, según se desprende de diversos informes y estudios realizados al efecto, de mantenerse las actuales condiciones socio-laborales. Todas estas perspectivas teconológicas representan, por su potencial incidencia sobre las condiciones de trabajo y sobre la estructura sociológica y cultural, un reto tremendo para el movimiento obrero y sindical y un factor esencial a tener en cuenta a la hora de criticar las ilusas pretensiones que alberga el "reformismo" en el sentido de que la reducción salarial, en la medida en que fuese capaz de incentivar la inversión, podría contribuir a paliar el desempleo. La reducción salarial, no solamente no estimula la inversión, sino que además las "nuevas tecnologías",


ahorradoras de mano de obra, lejos de crear empleo desplazarán a más trabajadores de sus puestos de trabajo. En España, en los cinco últimos años, la inversión ha estado casi paralizada y la elevación de la productividad se ha logrado, fundamentalmente, a base de reducir plantillas e intensificar los ritmos de trabajo. Lógicamente, con las "nuevas tecnologías" esta cifra deberá ser mucho más elevada. Promociones enteras de jóvenes y millones de mujeres se ven abocadas, sin perspectivas de solución, a engrosar ese creciente ejército estructural de parados, al que además vienen a desembocar continuamente trabajadores desplazados de sus puestos de trabajo y sectores arruinados de la pequeña y media burguesía. A expensas de esta situación se desarrolla progresivamente un "mercado negro de mano de obra" que tiende a fragmentar y dividir a la clase obrera, al tiempo que facilita la superexplotación de los más necesitados; paralelamente a este mercado negro se desarrolla una "economía oculta" que especula con las miserias que provoca la propia crisis. Se deja constancia de la utilización que hace el capitalismo de su propia crisis para frenar e, incluso, a veces hacer retroceder el avance del movimiento obrero y las conquistas sociales. Hoy más que nunca la conquista del socialismo constitu-

ye una tarea inaplazable que compromete no solamente a la clase obrera, sino también a amplísimas capas de la población, ello es así, porque solamente el socialismo puede dar solución a los graves y acuciantes peligros sociales, bélicos y ecológicos que amenazan a la especie humana. Sólo una organización racional y planificada de las fuerzas productivas y de la utilización del medio ambiente, puede evitar que el holocausto bélico o ecológico sea una realidad a medio plazo. Sólo el socialismo puede terminar con la explotación y la alienación que sufren los trabajadores y con la creciente miseria material y espiritual que la crisis provoca entre las capas populares. Sólo el socialismo, al superar las contradicciones implícitas al sistema capitalista, puede ya liberar el más amplio desarrollo de las fuerzas productivas, que haga posible la superación de "subdesarrollo capitalista" y el acceso de la humanidad a un nuevo estadio histórico, en el que desaparezca el Estado en su vertiente política, y el hombre alcance su plena e integra realización como individualidad social. Revolución Socialista o Barbarie Capitalista, he aquí, en definitiva, la gran encrucijada a la que se enfrenta la humanidad, y a la que los comunistas en vanguardia del movimiento obrero, y de todas las fuerzas sociales responsables y progresistas, damos respuesta organizando las condiciones para que la revolución sea realidad.


III. INDUSTRIALIZACION Y CRISIS DEL CAPITALISMO EN ESPAÑA 1. Factores determinantes de la acumulación capitalista en España A lo largo del período comprendido entre 1959 y 1974-, el capitalismo español experimentó un proceso de profundas modificaciones que, alteraron su estructura productiva, cul mina su tardía y dependiente industrialización, redefine su posición en el sistema imperialista, modifica '.. ara y composición de las clases sociales y redefinieron la relación de fuerzas en el bloque dominante. El Producto Interior Bruto (P1B) creció a una tasa anual media del 1%, la producción industrial se incrementó a una tasa anual cercana al 11 °7o y la productividad la media del 8%. La década de los años sesenta marcó un punto de inflexión inicial en la historia del capitalismo español que supuso: 1) La crisis y abandono del modelo autárquico, impe rante desde finales del siglo XIX, y la incorporación al mer cado internacional mediante la adopción de un modelo de "libre mercado". 2) Una profunda recomposición del bloque dominante, caracterizada por el ascenso a la posición hegemónica de la burguesía financiera, a costa del desplazamiento a una posición subordinada y regresiva de los grupos terrate nientes. 3) La transformación de la sociedad agrarista española en una sociedad capitalista de base urbana e industrial. Este amplio conjunto de modificaciones se vería acompañado por un importante proceso de recomposición política e institucional que presenta en el Plan de Estabilización de 1959, y en el ascenso del Opus Dei, a una posición dominante en los aparatos del Estado, sus más significativas manifestaciones. Las condiciones que hicieron posible e impulsaron la transformación del capitalismo español se encuentran ligadas, tanto a determinados cambios interiores que se venían produciendo a lo largo de los años 1940 y 1950, como a la incidencia que la acelerada expansión experimentada tras la II Guerra Mundial por el capitalismo internacional, ejerció sobre la economía española. Entre los cambios interiores que habían de facilitar el despegue industrial destacan: 1) La acumulación de capital que tiene lugar a lo largo de los años 1940-1950, a costa de una brutal super-explotación de la clase obrera.

2) La concentración capitalista que se efectúa en torno al sector bancario principalmente. 3) La crisis y evidente inviabilidad del modelo autárquico que conduce al capital financiero a abrirse e impulsar nue vas formas de acumulación y explotación capitalista, ba sadas en el incremento de la plusvalía relativa y en la con secuente utilización de técnicas intensivas en capital. A pesar de estas significativas modificaciones interiores, el capitalismo español no habría podido desencadenar y automantener por sí sólo un proceso de industrialización tan intensivo y acelerado como el que experimentó a lo largo de los años sesenta, de no haber contado con una serie de fac¡ores de carácter exógeno como fueron: la emigración, el turismo y la inversión extranjera. Estas tres fuerzas contribuyeron decisivamente: 1) A impulsar el desenvolvimiento de la economía española, rompiendo la resistencia institucional que la agarrotaba. facilitar una parte sustancial de los recursos nece sarios para financiar _ue y el sostenimiento de la industrialización. 3) A aportar un flujo de divisas suficiente para importar los medios tecnológicos precisos para la formación del capital industrial, y equilibrar el déficit de la balanza comercial. Al tiempo que hicieron posible la industrialización del capitalismo español, estos tres factores habrían de condicionar de una manera determinante la conformación de la estructura económica, haciéndola más dependiente de las potencias capitalistas, y de las ñuctuaciones del ciclo económicointernacional, impulsando el desarrollo de- una gigantesca, irracional y desproporcionada infraestructura de servicios turísticos y dando lugar al surgimiento de una acusada "dominación exterior" de los sectores económicamente estratégicos y más dinámicos, que se encuentran hoy día dominados por los grandes monopolios transnacionales en connivencia con la burguesía financiera.

2. El papel de la agricultura en el proceso de industrialización del capitalismo español Tradicionalmente la estructura agraria española fuertemente polarizada en torno a dos extremos de organización, el latifundismo y el minifundismo, ha desempeñado un papel retardatorio y obstaculizador para el desarrollo de las fuerzas productivas, y de la propia industria.


La política agraria desarrollada desde finales del siglo XIX, por la alianza financiero-terrateniente, favoreció, al establecer un rígido sistema proteccionista y arancelario, que impe- > día la penetración de los productos agrícolas más baratos del mercado exterior, la formación y desarrollo de elevadas rentas diferenciales, que: 1) Favorecían a los terratenientes en el proceso de dis tribución del plusvalor a costa de deprimir el beneficio in dustrial y las posibilidades de acumulación industrial. 2) Fomentaron el inmovilismo y el arcaísmo de las es tructuras agrarias. 3) Condenaron al campesinado minifundista, a los apar ceros y al proletariado agrícola, a condiciones de miseria extrema. La pervivencia de técnicas arcaicas de cultivo y la baja productividad del trabajo agrícola que ello conllevaba, junto con la formación de rentas diferenciales extremadamente elevadas, repercutían en un notable encarecimiento comparativo de los productos alimenticios españoles, limitando consecuentemente las posibilidades de formación de un mercado interior industrial. Estos factos unidos a la incapacidad estructural del capitalismo español para abrir mercados industriales exteriores, retardó hasta 1960 la culminación del proceso de industrialización. A lo largo de la década de 1950, la canalización del escaso ahorro campesino, a través prioritariamente de los circuitos financieros, contribuyó al proceso interior de acumulación capitalista, que tuvo lugar en estos años. Sin embargo esta pequeña aportación, además de limitada, no podía compensar de ninguna manera el estrangülamiento que ejercían las estructuras y las políticas agraristas, sobre la industria. La principal aportación del sector agrario a la industrialización de los años 60 se produciría a través de dos fenómenos ligados ambos a lo que se ha dado en llamar "crisis de la agricultura tradicional y proceso de capitalización agrario". Estos dos fenómenos consistirían: 1) En la "capitalización" por la burguesía española de . las enormes masas de paro encubierto y subempleo exis tente en la agricultura, al ser exportado éste en forma de emigración, a cambio de un cuantioso flujo de divisas. 2) En la ampliación del mercado industrial vinculado a la mecanización de la agricultura, promovida tanto por el incremento de los salarios agrícolas que se desprendió de la propia emigración, como por la necesidad de elevar la productividad a fin de responder a la creciente demanda de productos agrícolas, originada en el crecimiento de la población urbana y el auge del turismo. A pesar de los cambios sustanciales experimentados por el campo español, a lo largo de este período, la estructura agraria continúa presentando graves diferencias y estrangu-lamientos que se manifiestan, tanto en la inadecuación a las exigencias del crecimiento industrial, de la estructuta de cul-

tivos, como de la estructura de la propiedad y explotación social de los recursos.

3. Rasgos más significativos de la industrialización capitalista en España. Las notas caracaterísticas y más significativas del tipo de capitalismo que surgió en España como resultado del proceso de industrialización experimentado a lo largo de los años 60 y a partir de los 70, son los siguientes: 1. Formación de una estructura económico-industrial al tamente dependiente en términos tecnológicos como fi nancieros y comerciales.

2. Acusada "desnacionalización" y dominación de los monopolios transnacionales sobre los sectores estratégicos más dinámicos y rentables de la economía. 3. Elevada monopolización en torno al dominio de la alianza de la burguesía financiera con el capital transna cional. Al lado de este elevado grado de monopolización coexiste un acusado y endeble minifundismo que engloba a un elevado número de pequeñas y medianas empresas, muchas de ellas técnicamente ineficientes y financiera mente descapitalizadas por la crisis. 4. Fuertes desequilibrios estructurales de carácter regio nal, industrial, agrario, etc. El crecimiento industrial ha conllevado en España de manera especialmente acusada los rasgos típicos e inherentes a la ley capitalista de desarrollo desigual. El desarrollo industrial se produjo en torno a las zonas tradicionalmente industriales, a las que se sumó el área de Madrid, recreando una división interior del trabajo fuertemente polarizada en la que se advierten problemas muy graves, desde el punto de vista urbanístico y ecológico, que condenan al subdesarrollo y a la desertización a amplias zonas de nuestro país, convertidas en una auténtica periferia del capitalismo español, proveedores casi en exclusiva de mano de obra barata y de materias primas, cada vez más esquilmadas. El desarrollo inarmónico de la estructura productiva española ha generado, entre otros efectos, un sector de servicios enorme, heterogéneo y en muchos sentidos ineficaz. Una muestra significativa se encuentra en el crecimiento del sector turístico. El carácter dependiente y acusadamente desequilibrado del capitalismo español se manifiesta asimismo en: a. El carácter estructural del déficit de la balanza co mercial, que en la actualidad sólo puede ser compensado a través de un acelerado endeudamiento exterior que agrava la dependencia financiera que padece la economía es pañola. Las exportaciones del capitalismo español sólo alcanzan un 11% del PIB frente a una media del 30% en los países industrializados de la CEE. b. La incapacidad para generar pleno empleo ni aun en


las fases más expansivas de su desarrollo. La población activa española es la más baja con relación a la población total de todos los países de la OCDE. Sólo el fenómeno de la emigración, que ha llegado a representar el 10% de la población española, ha permitido al capitalismo español, alcanzar durante la fase expansiva cotas socialmente aceptables de empleo. En la actualidad el capitalismo español arroja, con un 17,5%, la tasa más alta de desempleo de la OCDE. c. Las elevadas tasas comparativas de inflacción, resultado tanto de las tensiones alcistas que ejerce la estructura agraria sobre los precios alimenticios, como de la "sobreinversión" de capital que padece el capitalismo español. El crecimiento desordenado, desproporcionado y ecológicamente salvaje, presiona hoy en muchos sentidos de manera negativa sobre la estructura económica española, haciendo extremadamente difícil el desarrollo de un sistema de reconversión y racionalización de la misma. A pesar de que el déficit público alcanza en España tasas muy elevadas, la intervención social del Estado es sumamente deficiente en el área de las prestaciones y servicios públicos, hasta el punto de que puede afirmarse que en España apenas si se ha desarrollado el llamado "estado del bienestar". La intervención del Estado a lo largo del proceso de industrialización se orientó fundamentalmente a favorecer el proceso de acumulación y de concentración capitalista, en torno a los grandes grupos financieros e industriales. El desarrollo del sector público se subordinó de manera extremada a las exigencias e intereses de la oligarquía financiera y de los monopolios transnacionales, así como de las distintas camarillas burocráticas que gestionaban el régimen franquista y el propio sector público. El resultado de todo ello ha sido la formación de un sector industrial público, técnica y productivamente ineficaz, mal gestionado y dominado por la corruptela y el corporativismo.

4. La crisis del capitalismo en España A mediados de los años 70, y con un sensible retraso con relación al capitalismo internacional, la expansión experimentada por el capitalismo español a lo largo de sus últimos 14 años, se adentró en la crisis más prolongada, compleja e internacionalizada de la historia general del capitalismo. La naturaleza de la crisis económica, no difiere en España de la que presenta el capitalismo mundial, dentro del cual se encuentra inserto por férreos vínculos de subordinación y dependencia. Al igual que el resto de los países capitalistas que conforman el sistema capitalista internacional, la economía española se ve afectada por una aguda crisis de rentabilidad, que tiene sus orígenes en la sobreacumulación de capital. Sin embargo, en el caso de España, la crisis presenta unas cuotas diferenciadas de gravedad con relación al resto de los países de la OCDE, como consecuencia, tanto de los limitados márgenes de maniobra que presenta para reaccionar frente a la misma —que se derivan de su carácter tecnológicamente dependiente, y de su posición intermedia en el seno de la estructura capitalista—, como de las graves deficiencias y, desequilibrios internos que padece.

Además el fenómeno de la sobreacumulación. de capital, adquiere en España, una dimensión superior que en el resto de los países industrializados de su entorno, como lo prueba el hecho de que la relación capital-producto y los márgenes de infrautilización de la capacidad productiva instalada, sean. mayores en la industria esp'añola que en la del resto de estos países. Este hecho tiene su origen fundamental en la dependencia tecnológica. En efecto la importación e implantación de tecnologías y equipos de capital, diseñados por los grandes monopolios para dar respuesta a mercados mucho más extensos que el español, ha conllevado una costosa y deficiente utilización del equipo fijo instalado, y en una "sobreinver-sión relativa" de capital.,

5. Acumulación industrial y cambios sociales. La industrialización del capitalismo español, dio lugar en un tiempo muy breve a cambios sociales profundos, que afectaron tanto a la composición de las clases dominantes, como a la clase obrera y capas populares. En relación con las clases dominantes se produjo un rápido retroceso del poder político y económico de la oligarquía terrateniente, en beneficio del gran capital financiero que pasó a ser, en alianza con el capital monopolista internacional, la fracción indiscutidamente dominante en el bloque de poder. Al tiempo que se producía esta recomposición en la cúpula del poder, la burguesía se diversificaba como clase, haciéndose más compleja, heterogénea y jerarquizada. La expansión del sector de servicios y de la industria, se encuentra en la base de este proceso, que nunca cuestionó el reforzamiento progresivo de la hegemonía del capital financiero, ni la dominación de los monopolios transnacionales. También las clases trabajadoras y las capas populares se vieron afectadas por este proceso de reestructuración social. Lo más sobresaliente de estos cambios se expresa en los siguientes hechos: 1. Gran crecimiento cuantitativo de las clases asala riadas. 2. Incorporación a las clases trabajadoras de sectores tradicionalmente autónomos, de carácter profesional, some tidos a un acusado proceso de proletarización. 3. Aparición de nuevas especialidades y profesiones asa lariadas vinculadas a la diversificación y expansión del sector industrial y de los servicios públicos y privados. 4. Pérdida de peso social y político del campesinado autónomo y de las clases rurales en general. 5. Carácter protagonísimo de la mujer, que se incorpo ra con cierta masividad al proceso de producción asalaria do. Rápido crecimiento de la población pasiva formada por jubilados y jóvenes fundamentalmente, con relación al incremento de los trabajadores activos y ocupados.


6. La transición

A partir del 59, los sectores de la oligarquía más ligados objetivamente a los intereses del capital financiero internacional, empiezan a interesarse por adecuar los cambios de la estructura económica y social a una nueva forma de dominación de clase, más acorde con los regímenes prevalecientes en la Europa capitalista. Los efectos de la crisis económica agravaron de forma decisiva las contradicciones del franquismo. La oligarquía monopolista ligada al capital financiero internacional mostró señales de inquietud ante el progresivo deterioro de las bases sociales y económicas del régimen, al mismo tiempo que advertían la necesidad de un cambio de forma de dominación más acorde con los objetivos de integración y los cambios de estructura económica que debían realizarse. De ello no debe desprenderse que la nueva forma de dominación, es decir, la democracia burguesa, les siga interesando si continúa profundizándose la crisis de acumulación. Con el apoyo del imperialismo y de la socialdemocracia, las clases dominantes iniciaron, pues, el camino en la realización de un proyecto, que reuniendo los mínimos requisitos democráticos, formales, impidieran no ya el socavamiento de su poder social y económico, sino una limitación sustancial de este poder. La reforma iniciada por el Gobierno Suárez sería la alternativa que acabaría imponiéndose. Por otro lado, frente a !a crisis económica y de dominación, la clase obrera y las capas populares, con sus movilizaciones, exigían los cambios con la ilusión puesta en la idea de la ruptura política, que colocaba como objetivo inmediato el panorama de la democracia política y social. Sin embargo, la transición de la dictadura a la democracia no se produjo tal y como lo habíamos previsto los comunistas, en forma de ruptura democrática con el régimen anterior, con un papel protagonista fundamental por parte de la clase obrera y de los sectores populares, expresado a través de movilizaciones como la Huelga General Política y la Huelga Nacional. La reforma fue controlada y se produjo bajo la hegemonía de la derecha, que supo utilizar y preveer un conjunto de circunstancias estatales e internacionales para adecuar el modelo del estado franquista a las nuevas exigencias del capitalismo monopolista internacional. La clase obrera y las capasx populares se vieron descabezadas de aquel partido que les podía conducir a sus aspiraciones de ruptura democrática, en dirección de la democracia política y social. Este partido valoró incorrectamente la capacidad de la oligarquía de evolucionar hacia otro modelo político que no fuera el del franquismo, el proceso de acumulación de los años 60 y los cambios sociales producidos en este período, crearon las condiciones favorables para que el poder económico y político se reprodujese bajo nuevas formas. Se equivocó al plantear la imposibilidad del desarrollo de su socialdemocracia, y en política de alianzas no retuvo que el imperialismo y la socialdemocracia a nivel internacional coincidían en el mismo proyecto. El camino del pacto por arriba sin poder de las masas, al mismo tiempo que las desmovilizaba incluso hipotecando la autonomía del mismo partido, dejó de un lado el proyecto y la independencia política.

Se abandonaron los objetivos de la democracia política y social, por la cual las masas luchaban, para plantear sólo la constitución de la democracia burguesa, a cambio de grandes pasos atrás en las condiciones materiales de la clase trabajadora, y se confundió a las masas al contraponer democracia y dictadura, cuando de lo que se trataba era, entonces, de plantear el tipo de democracia a construir, y por la cual movilizarnos. Y es que lo decisivo no fue el error en la apreciación de los hechos e impulsar una política equivocada. Lo grave fue que en la transición, el PCE perdió su independencia y autonomía de clase. La legalización del partido eurocomunista, legalización secreta y llevada a espaldas del Partido, significaba la desnaturalización de la ideología del Partido y la aceptación del sistema socio-político dominante. Todo ello se puede entender si además observamos el proceso de liquidación del PCE, a partir de la introducción del eurocomunismo. En estas condiciones, a las masas les resultaba sumamente difícil convertir en victoria toda la cantidad de energía que representaban las movilizaciones. El resultado es una democracia burguesa que consagra la propiedad privada del gran capital monopolista, la economía libre de mercado, un papel especial al ejército, y una solución que puede ser reversible del estado de las autonomías, o sea la realización de cambios jurídicos e institucionales imprescindibles y, la articulación de un sistema de partidos funcional a los intereses estratégicos de los sectores económicamente dominantes, con la expresión de unas libertades democráticas limitadas. La reestructuración de la base productiva española y su consiguiente adaptación a la división internacional del trabajo, resultante de la crisis. La gestión de la fuerza de trabajo y la creación de un marco socio-laboral adecuado a los proyectos racionalizadores monopolistas. Encontrar un instrumento político y jurídico que solucionara el viejo y difícil tema de las nacionalidades históricas y la estructuración de la organización territorial del Estado.

7. El PSOE y la recomposición capitalista La evolución de los acontecimientos en el ámbito nacional, no resulta en absoluto ajenos a las contradicciones que dominan el panorama internacional. Nuestro país vive especialmente presionado por los acontecimientos que tienen lugar en el resto del mundo, y muy especialmente, por él papel que dentro de la estrategia general pretende hacerle jugar el gobierno norteamericano. Al cabo de un año de gobierno socialista, los graves problemas de los trabajadores siguen acentuándose, en ¿1 marco de una ofensiva sostenida de los sectores más reaccionarios y oligárquicos de la burguesía española. El gobierno de Felipe González, condicionado por las presiones de los poderes económicos capitalistas nacionales e internacionales, por la estructura de los aparatos de estado, mayoritariamente heredada del franquismo, así como por las presiones militares de la OTAN y la jerarquía militar española, está realizando una política de concesiones permanentes.


Las contradicciones existentes entre las limitadas promesas electorales del PSOE y la política gubernamental de cada día, se hacen cada vez más patentes. La política económica, de corte claramente conservador y monetarista, consagrada en los Presupuestos Generales del Estado que conceden primacía a las partidas de armamento en detrimento de los gastos sociales, de la inversión pública y de la generación de empleo, y en la propuesta del Plan Cuatrienal, que en la práctica responde a la aplicación de un plan encubierto de estabilización; los brutales planes de reestructuración industrial, que como en el sangrante caso de Sagunto, amenazan con lanzar a la calle a miles de trabajadores sin que existan alternativas reindustrializadoras capaces de generar empleo alternativo, aumentando el ya importante nivel de paro en nuestro país y bajo los dictados de los sectores monopolistas de la CEE; las excepcionales facilidades dadas al capital financiero, para sufragar con fondos públicos el saneamiento del mismo, y reforzar aun más su concentración en torno a la gran banca (caso Banca Catalana, Rumasa, etc.); el proyecto de reprivatización parcial de la Seguridad Social; las medidas de flexibilización de empleo y despido introducidas en la legislación laboral, y el incumplimiento de la ley de Reducción de Jornada a 40 horas semanales, así como la antipopular actitud gubernamental adoptada de cara a las presiones en la negociación colectiva de 1984; el obstruccionismo de las demandas y movilización de los trabajadores del pueblo andaluz en sus exigencias de la Reforma Agraria, y la pretensión gubernamental de reducir el incremento salarial por debajo de la inflación, son. entre otras, medidas antipopulares del gobierno socialista. Igualmente, métodos del más burdo estilo policíaco, practicados desde el Ministerio del Interior; los reiterados atentados contra la libertad de expresión, que continúan buscando en la profesión periodística el chivo expiatorio y ejemplarizador de turno; el carácter timorato y conservador de la ley sobre el aborto y de la ley de Reforma Universitaria; el tratamiento estrecho y prácticamente inadecuado dado al problema de las nacionalidades y su marco legal (LOAPA) a pesar de la sentencia del Tribunal.Constitucional, son elementos más a añadir a la política conservadora e impopular del actual gobierno de Felipe González. Sin embargo, donde más claramente aparecen las contradicciones entre las promesas electorales y la política del gobierno, es en el terreno internacional: se apoya al gobierno de Marruecos, represor del pueblo saharaui y su Frente Polisario; se reanudan las relaciones políticas con el gobierno sionista de Israel; y por último, después de la claudicación ante la Administración Reagan sobre el tema de las bases yanquis en nuestro país y la instalación de misiles nucleares en Europa, se posterga el Referéndum sobre la salida de España de la OTAN; todo ello en el marco de un rearme generalizado de las FAS españolas que nos hipoteca y nos hace aún más dependientes del imperialismo norteamericano. Los problemas planteados constituyen algunas de las manifestaciones más evidentes de la línea abiertamente conservadora por la que ha optado el gobierno socialista, así como del incumplimiento de fundamentales compromisos electorales.

Sin lugar a dudas, el Gobierno Socialista está cubriendo con sobrados méritos, el que parece ser su principal objetivo: presentarse ante los ojos de la derecha y de los "poderes fácticos", como el mejor garante de la "paz social"; mostrarse ante la patronal y los monopolios, como el óptimo gestor de la crisis del capital y ganarse la confianza del imperialismo como "fiel defensor de los intereses de occidente". El resultado de esta política, conduce objetivamente al reforzamiento del poder de la oligarquía financiera y de los grandes monopolios; al mantenimiento, en buena medida, de los privilegios que disfrutan los tradicionales cuerpos de élite del Estado, al tiempo que descarga todo el peso de la crisis económica sobre los trabajadores, que ven deteriorarse día a día sus condiciones de vida, mientras que los parados, los jóvenes y las mujeres ven cerrarse toda esperanza de encontrar un puesto de trabajo y disfrutar de un futuro digno. ¡Y la frustración se abre paso en las bases sociales de la izquierda!. Paralelamente que se advierten síntomas de una preocupante erosión en el terreno de la independencia y soberanía nacional, se detecta un estancamiento en el proceso de democratización de los aparatos del Estado, que al encontrarse todavía acusadamente marcados por la herencia franquista, resultan especialmente propicios a los experimentos golpisde la derecha antidemocrática. Los comunistas, que tenemos presente que el enemigo funal de los trabajadores es la derecha política y económica, hoy hegemonizada por su sector más antidemocrático y reaccionario como es AP, nos oponemos a la actual política gubernamental, porque dicha política fortalece esos sectores de la derecha y debilita la unidad de la izquierda, necesaria para avanzar en la transformación social. La situación a la que se llegó, de profundo deterioro económico, social y político, tiene su origen inmediato en la herencia que el PSOE recogió de los distintos gobiernos de UCD, como consecuencia de su continuidad del franquismo, de la ausencia de ruptura democrática y de la pervivencia de un modelo económico claramente reaccionario y unos aparatos de Estado con amplias incrustaciones fascistas. Herencia de cuya responsabilidad tiene una parte importante el PSOE y el Partido eurocomunista, por su política de consenso y entrega durante todo el período de la transición. El cambio ansiado por la mayoría de los electores el 28-O, se está viendo frustrado. Para que el cambio se haga real se hace necesaria una alternativa política claramente de izquierdas, que modifique con signo políticamente progresista y socialmente transformador, el curso de los acontecimientos. Porqué lo más preocupante de este panorama radica en que, hoy por hoy, no existe en el ámbito del Estado una alternativa de izquierda acabada, aunque potencialmente existan bases sociales y políticas que nos permitan ser esperanzadores en tal sentido. Para promover una tal alternativa de izquierdas, se necesita un Partido Comunista, de clase, revolucionario y firmemente pertrechado de los principios comunistas. Es preciso desarrollar nuestra alternativa y evitar con ello, que para muchos españoles deje de ser alternativa al Gobierno socialista la opción reaccionaria de Fraga.


IV. LINEAS PROGRAMATICAS

ligada al capital financiero internacional, por un lado, y, por otro, la clase obrera junto con la mayoría del pueblo.

1. El socialismo, única alternativa al capitalismo en España

La resolución de esta contradicción principal implica la eliminación del poder de la oligarquía monopolista, o sea, la liquidación de las bases políticas y económicas de la oligarquía monopolista y el establecimiento del poder democrático de todas las fuerzas antimonopolistas. Poder democrático que en el avance hacia el socialismo se constituye mediante una alianza que, en torno a un programa antimonopolista y antiimperialista, abarcaría a los trabajadores asalariado* de la industria, de los servicios, a los jornaleros del campo, al campesinado y los intelectuales, profesionales y técnicos, así como a los trabajadores autónomos, comerciantes y, en general, a les pequeños y medianos empresarios.

La situación objetiva en España nos coloca ante tres opciones: 1. Una política de recomposición de la dominación del capitalismo. 2. El Holocausto al que está expuesto la humanidad, fruto de la política imperialista. 3. Una política de transformaciones en la perspectiva del socialismo. El simple examen de los resultados que tiene, para los trabajadores y el pueblo en general, la política iniciada por el PSOE de recomposición capitalista, muestra que esta no solo no resuelve la crisis en favor de los trabajadores, sino que tiende a profundizarla. Esta política reclama sacrificios y austeridad a los trabajadores, renuncia a los derechos sociales y sindicales conquistados anteriormente, pretendiendo hacer pagar a los trabajadores \ a la mayoría del pueblo las consecuencias negativas de un sistema económico. Esta política aumenta el paro y tiende a limitar las libertades democráticas a través de un desarrollo regresivo de la Constitución, y aumenta la dependencia de España respecto al imperialismo a través del proceso de internacionalización del capital y del alineamiento con su estrategia políticomilitar. La crisis del sistema capitalista demuestra cada vez más que el capitalismo únicamente vive al precio de empobrecer a las más amplias masas, de destruir "fuerzas productivas". En definitiva al precio de originar otras crisis más profundas. Por ello cualquier intento en España, o en cualquier parte, de resolver la crisis, se verá condenado al fracaso si no cuestiona el sistema capitalista. Para resolver la crisis es necesario superar la contradicción fundamental existente, entre el carácter social de la producción y la propiedad privada de los medios de producción. Solo el socialismo resuelve esta contradicción. Solo una política que nos conduzca al socialismo es capaz de resolver la crisis en favor de los trabajadores y de la mayoría del pueblo en España. Y es tarea de la clase obrera y de sus aliados la de resolver la contradicción fundamental.

2. La democracia política y económica Conviene definir las formas de avance hacia el socialismo y cuales han de ser las fuerzas que en nuestro país han de hacer posible su realización. Para los comunistas sigue estando la contradicción principal en la sociedad española entre la oligarquía monopolista,

En esta alianza la clase obrera tiene que asumir el papel dirigente y hegemónico por ser la interesada objetivamente en conducir el proceso en la dirección del socialismo. La hegemonía de clase se expresará en la formulación de objetivos socialistas y en una voluntad revolucionaria que exprese, en este período de transición al socialismo, el inicio de ¡a ruptura con el sistema capitalista. El proceso que será coherente con las condiciones en que se dé nuestra lucha en cada momento concreto en función de la situación nacional e internacional, junto con la exigencia internacionalista de solidaridad con todos los partidos comunistas y movimientos revolucionarios que, en diferentes condiciones y en otras partes del mundo, luchan por el objetivo común del socialismo. Frente a la confusión ideológica e incertidumbre de aquellos que creen posible moverse políticamente en el marco de una democracia burguesa y una estructura de poder económico de la oligarquía monopolista, los comunistas consideramos todavía posible, y desde luego necesario, frenar y hacer retroceder los intentos de mantener este poder con una política que definimos como en el proceso de eliminación del poder del capital monopolista, la tarea esencial de la democracia política y económica consistirá en resolver los agudos problemas del país, abriendo un período de transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que creen el paso hacia el socialismo. Estas transformaciones que son imperiosas, inseparables e independientes, solo podían ser llevadas a cabo con la activa participación, en todos los ámbitos, de los pueblos de España. La democracia política y económica implica por consiguiente la transformación del estado, hasta convertirlo en instrumento indóneo para la realización de estos objetivos. Los objetivos que hay que pretender y conseguir en el período que los comunistas llamamos de la democracia políticoeconómica, serán, esquemáticamente formulados, los siguientes:


1. La reforma del Estado.

Propugnar y, en su momento establecer un régimen basado en un Estado Republicano y Federal, que'contemple el derecho a la autodeterminación, así como se defina una nueva forma de Estado. Reforma de la Constitución en aquellos puntos en que se consagra el poder de la oligarquía y la economía de mercado. Ampliación de las libertades democráticas. Derecho al trabajo y defensa de los derechos fundamentales de los trabajadores con la plena igualdad de hombres y mujeres. Transformación y democratización de la Administración y los aparatos del Estado, de las Fuerzas Armadas y cuerpos de Seguridad, de los aparatos de información y del Poder Judicial. Separación de los elementos golpistas y reaccionarios de todos los aparatos del Estado. Promoción de la participación en las decisiones. Plenitud de derechos civiles y políticos para la juventud. Una ley electoral que reconozca y regule el principio de representación proporcional. Defensa y ampliación de las autonomías, a partir de la realidad plurinacional del Estado, Autonomía, poder y recursos para los Ayuntamientos, etc. 2. Liquidación de las bases económicas del capital mono polista y la Reforma Agraria.

Es decir, nacionalización de la Banca privada, las entidades financieras y las compañías de seguros. Nacionalización de las grandes empresas monopolistas. Nacionalización de las redes de comercio exterior. Planificación económica democrática. Desarrollo económico basado esencialmente en el sector público como elemento motor y creación de un plan económico y social. Regulación y control de las inversiones extranjeras según el interés general del país. Fomento del cooperativismo. Política de inicio del control empresarial. Nacionalización del sector energético. Ampliar la reforma fiscal con el criterio de que "pague más el que más tiene". Política económica exterior bajo la idea de un nuevo orden internacional. Realizar una profunda reforma urbana. Política de presupuestos del Estado al servicio de los intereses del pueblo, etc. La reforma agraria, tal y como nosotros la concebimos, significa, en primer lugar, poner coto a la expoliación de los campesinos por el capital financiero y los monopolios industriales y comerciales, e iniciar una política encaminada a lograr una mejor distribución de la tierra. Todavía es válido el lema "la tierra para quien la trabaja", en cuanto que son necesarias medidas de nacionalización y de reparto de tierras, de reforzamiento de la agricultura, de desarollo y rescate de las formas tradicionales de cultura campesina. Equiparación del trabajador agrícola a las condiciones y mejoras del obrero industrial. Programas de formación de técnicos y agrónomos. Plan de desarrollo de la ganadería, fomento de las cooperativas en régimen de trabajo asociado. Estructuración y modernización de la nota pesquera, etc. 3. Una política económica al servicio de los intereses del pueblo, elevando y mejorando las condiciones de vida de los trabajadores.

Es decir, realizar una política de pleno empleo. Defen-

sa del derecho al trabajo y la permanencia en el empleo. Aplicación del principio a igual trabajo igual salario. Participación de los sindicatos en la dirección de la Seguridad Social y oficinas de Empleo. Plenos derechos sindicales y potenciación de los comités de empresa mediante una reforma amplia del E.T. y Leyes circundantes del mismo. Control de los trabajadores de la dirección y Administración de los medios de producción, mediante un mayor acceso a los factores que lo promueven. Creación de oficinas populares de consumo. Mejora de los servicios de transporte público. Reforma democrática de la enseñanza y de la Sanidad. Conservación del equilibrio ecológico. Derecho a un puesto de trabajo o estudio para todos los jóvenes. Revalorización del papel de los pensionistas y jubilados en la sociedad. Establecer la base de una sociedad no consumista. Eliminación de todo tipo de discriminación de la mujer, etc. 4. Una política de paz, de independencia política y económica y solidaridad.

Es decir, salida inmediata de la OTAN y política de no alineamiento. Desmantelamiento de las bases militares y de seguimiento extranjeras, situadas en territorio español. Por la desnuclearización y neutralización del Mediterráneo. La neutralidad y la no militarización del archipiélago canario. Trabajar por la desaparición gradual, simultánea y negociada de los bloques militares. Realizar una política que contribuya al desarme. Reducción sistemática de los presupuestos militares. Prohibición de la creación de armas químicas y biológicas. Renuncia expresa al uso de la fuerza para resolver problemas internacionales. Apoyo a la lucha de los pueblos por su plena independencia. Ampliar las relaciones económicas, científicas y culturales con todos los países. Lucha por la paz. Contribuir a un frente antiimperialista mundial e incorporación de España al movimiento de los no alineados como a la consecución de un nuevo orden económico internacional. Realizar una política de solidaridad activa. Y al mismo tiempo respetar y hacer respetar los principios de independencia y seguridad de todos los Estados, etc. La clase dominante no abandona su poaer sin resistencia. Así lo ha demostrado históricamente y sigue demostrándolo. Por ello las fuerzas del socialismo deberán estar dispuestas a vencer estas resistencias. Y a defender, a través de la movilización de las masas y con los instrumentos de fuerza del Estado democrático, las conquistas de la democracia antimonopolista. Los comunistas decimos que es legítimo el uso de la huelga general política o de cualquier otro medio para detener las amenazas dirigidas contra estas conquistas de la democracia antimonopolista. La clase obrera practicará una política de alianzas que le permita aislar a los sectores de la derecha más reaccionarios, aventureros y vinculados al imperialismo y a la oligarquía y tratará de resolver a su favor las rupturas que se irán produciendo.

3. La democracia socialista Los comunistas luchamos por abolir la explotación del hombre por el hombre, por abolir toda forma de opresión, dominación y discriminación de unos seres humanos por otros. Nos proponemos la supresión de la propiedad privada capitalista de los medios de producción y la construcción del socialismo, que ha de culminar en una sociedad sin clases en que la armonía entre la persona y la sociedad esté


tan desarrollada que pueda prescindirse de los estados como forma de coerción entre unos y otros seres humanos. Esta etapa superior del socialismo es la que llamamos comunismo. El socialismo en nuestro país será un socialismo construi do según las características de nuestro pueblo y en el marco del conjunto de nacionalidades y regiones que componen Es paña. La experiencia histórica muestra que el régimen socia lista puede asumir formas y particularidades diversas según las condiciones existentes en cada país. I.a forma que el ré gimen socialista asumirá en España dependerá del sistema de alianzas del proletariado, de la relación de fuerzas de cla se, del grado de realización de los objetivos de la democra cia política y económica, y de la coyuntura internacional. Pe ro al mismo tiempo se caracterizará por la plasmación de los intereses de la clase obrera y sus aliados en el poder político y económico. En el camino hacia el comunismo será necesa rio que los trabajadores ejerzan e! poder con la más amplia democracia socialista, conquistando la hegemonía política, ideológica y económica sobre la sociedad y el Estado, y se dotarán de organismos de dirección y participación popular para el control colectivo permanente del ejercicio del poder, para la defensa popular de las conquistas revolucionarias y para la movilización de todas las masas trabajadoras en la lucha por edificar la sociedad socialista. Todo ello partiendo de la idea que la sociedad socialista no es posible sin la instauración de un régimen en que el proletariado tenga el papel dirigente, sin la ruptura con el aparato de estado burgués, sin que el poder sea ejercido por la clase obrera y sus aliados, según formas y métodos que el propio proceso revolucionario determinará. Hoy, como en tiempos de Marx y Engels, continua siendo cierto que no puede haber tránsito del capitalismo al socialismo sin ruptura revolucionaria, sin cambio del carácter de clase del Estado que se corresponde con el concepto marxista de "dictadura del proletariado". Los comunistas estamos a favor de un proceso pacífico si así lo indicaran las condiciones objetivas. La violencia del proceso de ruptura revolucionaria que pueda producirse, dependerá y será responsabilidad exclusiva de la violencia ejercida por la oligarquía y sus aliados para oponerse a la voluntad de la mayoría.

El socialismo sustituirá el principio motor del beneficio privado, que rige la economía capitalista, por el de la socialización de los medios de producción. Solo de este modo es posible adaptar la producción a las necesidades colectivas y eliminar el paro. El socialismo permitirá la expresión de la energía y la iniciativa presentes en cada individuo insertándolos en un marco de cooperación. El socialismo será la eliminación de la explotación del hombre por el hombre, el desarrollo continuo y armínico de la producción, la elevación constante del bienestar material y cultural de los trabajadores. Pondrá fin a la miseria, al paro y a desigualdad social. Instaurará el principio "de cada uno según sus posibilidades y a cada uno según su trabajo". Eliminadas las clases explotadoras, se desarrollará una sociedad sin clases antagónicas de trabajadores manuales e in-

telectuales, de servicios, campesinos, etc., interesados en el progreso social, material, cultural y colaborando fraternalmente. La nueva sociedad será un nuevo tipo de democracia incomparablemente superior a todos los tipos anteriormente existentes y una democracia para la mayoría del pueblo y con participación efectiva en el gobierno del país. La nueva sociedad socialista superará el divorcio entre ciudad y campo. No destruirá las condiciones naturales de la vida, sino que, por el contrario, será la sociedad basada en el equilibrio ecológico. El socialismo exigirá un elevado nivel de capacitación científica y técnica de la población, transformará la vida cotidiana, irán desapareciendo las diferencias entre trabajadores manuales e intelectuales y desarrollará las bases de una cultura no consumista, heredada de la sociedad capitalista. Representará la modificación de las mentalidades, hábitos y costumbres que la ideología burguesa comparte, es decir una verdadera cultura socialista de masas. Una verdadera cultura popular basada en nuevos valores éticos y culturales del comunismo, propiciando la aparición de un nuevo hombr-, El socialismo desarrollará una cultura socialista de niaras que será fruto de la lucha ideológica que el partido sea capaz de desarrollar en todo el proceso que se inicia en la lucha por la democracia político-social y tendrá como objetivo la instrucción del socialismo mirando el futuro de una sociedad comunista. Esta cultura socialista de masas se constituirá en torno a los grandes ejes que los comunistas hemos definido, como son: la solidaridad internacionalista, la formación de una cultura nacional y popular, el espíritu cooperativo y solidario, combativo y revolucionario, asumiendo las aportaciones básicas del feminismo en la línea de plena emancipación de la mujer y una cultura con base científica. Con nuestra propuesta, nuestra experiencia y nuestra tradición, los comunistas abriremos un amplio debate sobre el socialismo y el comunismo para que se produzca una amplia convergencia de fuerzas anticapitalistas que haga posible el socialismo.

4. Nuestro ideal: el comunismo El desarrollo del socialismo, y de sus bases materiales y culturales, abre el camino a nuestro objetivo final, el comunismo: fase superior de ese desarrollo socialista. El comunismo, genera, en base al desarrollo de las fuerzas productivas, las condiciones de abundancia de bienes materiales y culturales para aplicar el principio "de cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades". El comunismo supera la división de la sociedad en clases; desaparecen las diferencias entre el trabajo manual e intelectual, entre la ciudad y el campo, el trabajo adquiere pleno significado y el hombre se podrá realizar como tal plenamente. El comunismo resolverá en sentido positivo, todo tipo de discriminación; tanto entre el hombre y la mujer, como de tipo racial, étnico o social. En el proceso de construcción del comunismo, se desarro-


lla al máximo la democracia socialista, creando un sistema armónico de organización de la sociedad, sin la coerción del Estado, sin sus aparatos represivos. Las amplias masas, a través de sus organizaciones sociales, estructurarán la administración de la sociedad, transformándose así el estado en un órgano de autogestión de la sociedad comunista. El comunismo desarrollará la ciencia, la técnica, la cultura y el arte. El comunismo creará una nueva moral basada n la solidaridad, el respeto y el trabajo común entre los homores, dando un nuevo, distinto y amplio sentido a la vida humana.

La grandeza de las tareas de constitución del socialismo y el comunismo, nos plantea el largo camino que debemos recorrer para que la humanidad llegue a la sociedad socialista. En el empuje de la clase obrera mundial, de los movimientos de liberación nacional y de los países que construyen el socialismo y caminan ya hacia el comunismo, podremos cumplir la tarea histórica más importante de conducir a todos los pueblos del mundo hacia su total emancipación. Sin ninguna ilusión idílica, sin olvidar la complejidad de lo que nos proponemos, los comunistas dedicamos nuestra vida a la tarea de conducir a la humanidad hacia el comunismo.


V. MOVIMIENTOS DE MASAS E INSTITUCIONES 1. Libertades, instituciones y democracia de masas Es innegable el valor que la política de avance hacia el socialismo confiere a la función de las instituciones y movimientos de masas y al reconocimiento y ejercicio de las libertades democráticas. El PC reafirmó en primer lugar y con toda la fuerza posible su condición de lucha, característica que ha venido manteniendo desde su fundación entre la clase obrera y las masas populares. Los comunistas organizamos las masas para que éstas sean elemento fundamental de la transformación de la sociedad, de avance parcial y global en nuestro proyecto político.

La transición se ha producido en términos tales que ha conservado y recompuesto el poder económico en las manos de los que lo tenían y, en este sentido, para ellos no ha habido transición: siguen donde estaban. Los aparatos e instrumentos del poder del Estado son regidos en una gran parte por los que accedieron a ellos en la administración franquista, con sus hábitos, rutinas y concepciones. El dominio ideológico sigue al servicio de un mundo burgués e imperialista. El ejército, la justicia, las fuerzas y cuerpos de seguridad, no han experimentado tampoco transformaciones democráticas. En cuanto a las libertades conquistadas,¡y con qué esfuerzos!,después de un primer momento de euforia que fue recogido en parte por la Constitución, la política imperante de UCD y ahora del PSOE, condicionada por los poderes de hecho —no hay otros poderes— ha ido reduciendo su vigor y su ámbito. La producción de leyes restrictivas de las proclamaciones constitucionales, las dianas resoluciones de la administración pública o de justicia y el alejamiento de los ciudadanos de una política participativa, han transformado en casi gracia lo que era derecho, en concesión lo que era conquista bien ganada. El reñejo de la soberanía popular —por medio de elecciones— se instaura en soberanía y los ciudadanos sólo son consultados de tiempo en tiempo para emitir su voto, siendo enmudecidos y sustituidos entre una y otra elección. La lucha de masas no sólo se ha encauzado mediante los partidos políticos, sino que ha adoptado formas autónomas, sobre la base de sus reivindicaciones en lucha por el aprovechamiento más amplio de sus posibilidades: movimiento obrero, movimiento campesino, estudiantil, movimientos profesionales, asociaciones de vecinos, de padres de alumnos, movimientos de solidaridad, grupos feministas y ecologistas, la juventud, el movimiento deportivo, pensionistas y jubilados, cooperativismo, etcvasimismo tendríamos que ir estructurando como defender mejor a los consumidores.

Es necesario que los comunistas desarrollemos una actividad en que nuestra labor institucional recoja y plantee las reivindicaciones de los movimientos de masas de forma que avancen las reivindicaciones populares. Así mismo es necesario que nuestro trabajo institucional sirva para impulsar las reivindicaciones y los movimientos de masas. El régimen de libertades burguesas debemos aprovecharlo., los comunistas para concienciar a las masas por la conquista del socialismo. Frente a la política seguida hasta ahora —conservadora, tecnocrática, asistencial, representativa— los comunistas propugnamos: — la democratización de las instituciones del Estado y de sus aparatos de poder; — el desarrollo y vigor de las libertades públicas; - la participación de los ciudadanos en la vida política con una democracia participativa y también por la utilización del referéndum obligatoriamente para determinados temas y la obligación de convocar referéndum ante la iniciativa popular por medio de firmas directamente y a través de los movimientos de masas.

2. Las libertades y derechos públicos Las libertades y derechos ciudadanos, apreciables en sí mismos en cuanto necesarios para el desarrollo de la vida individual y social, no sólo han de ser proclamados sino que han de ser ejercidos en la realidad. Para ello es necesario disponer de poder bastante, porque no hay libertad ni derecho si no hay posibilidad de disfrutarla y ejercerla, y no se puede ejercer ni disfrutar sino están atendidas las necesidades populares básicas. En consecuencia, para la mayoría de los ciudadanos y en especial para los trabajadores, suelen consistir en afirmaciones utópicas, a menos que se creen las condiciones materiales que las hagan realizables. En cuanto a las libertades y derechos al alcance de cualquier persona —por ejemplo la libertad persona!— interesa la limitación legal de los supuestos que autoricen su privación y el tiempo que puede durar y las condiciones en que ha de hallarse el detenido. Sin embargo, las normas actuales o en gestación olvidan incluso las causas legales que permiten detener a cualquiera, hacen aleatorio el tiempo de la detención —como si fuera facultad de los agentes de la autoridad—. Y aun de la suspicacia de la policía depende la aplicación de la ley ordinaria o de una ley excepcional —antiterrorista— con lo que la garantía de la libertad personal no está conquistada todavía. La actual legislación en vigor o en proyecto, mantiene y reproduce la situación del régimen anterior. Aunque salvando las palabras, cede a supuestas razones de eficacia en la investigación. Se olvida con ello el principio de presunción de inocencia y el derecho de cualquier persona a no declarar contra si mismo.

En cuanto a la libertad de expresión, no sólo existen lími-


tes materiales que vienen dados por la información —dominada por las grandes empresas nacionales y multinacionales que influyen y condicionan la opinón pública— sino también por la necesidad de tener al alcance medios costosos (periódicos, emisoras de radio, etc.) para poder difundir el pensamiento. Pero, además, en cuento a la libertad de expresión individual existen mecanismos que la constriñen y cercenan, como se observa en las seténelas de los tribunales, en las leyes que la regulan y coartan. Hay una tendencia a descalificar al discrepante en las cuestiones esenciales, permitiendo solo el ejercicio de la crítica en cuestiones superficiales. Continúa amparado por leyes y sanciones el compotamiento de personajes y actuaciones de la época anterior, y aun de la presente, impidiendo así un necesario conocimiento y difusión de hechos y, en su caso, su persecución legal. La libertad de expresión se halla,por consecuencia/muy restringida de hecho, tanto por condicionamientos materiales como institucionales y jurídicos. De otras libertades —reunión, manifestación, por ejemplo— basta recordar algunos hechos próximos para comprender que más pareciera tolerancia que derecho. Y sin embargo, las libertades individuales son necesarias para la clase obrera, para los comunistas, porque permiten difundir su concepción del mundo, explicar la realidad y organizar los instrumentos para transformarla. Las libertades son para algo: para su ejercicio y para poder luchar por el socialismo. La defensa de las libertades y derechos es una necesidad humana y revolucionaria, porque se pretenden para los ciudadanos y para la clase obrera, destruyendo así el monopolio de ellas por la clase dominante. Porque sie~npre ha habido libertades —de expresión, de reunión, etc.— pero en favor exclusivo de la clase dominante: siempre dijeron e hicieron lo que les interesaba y placía. Precisamente su libertad ha impedido e impide la libertad de los ciudadanos.

3. Parlamento El Partido, que aspira a tener incidencia entre todos los estratos de la población susceptibles de ser captados para nuestro proyecto social, considera el Parlamento como uno de los frentes de lucha. Al hacerlo, se aleja del izquierdismo inoperante que rechaza toda participación en las instituciones burguesas sin propiciar alternativas viables a esas instituciones. Pero entiende que dicha participación no puede ser nunca la vía de instalación en el Estado burgués con talante reformista, que es la propuesta de la socialdemocracia, asumida en el PCE con la introducción del eurocomunismo, que tan nefastas consecuencias ha tenido para nuestros objetivos. Sí, a pesar de las barreras económicas, ideológicas, institucionales y jurídicas con que los comunistas nos encontramos para acceder al Poder legislativo de la democracia burguesa, lográramos una participación significativa en él, nuestra posición desde dicha tribuna se orientará a una labor de denuncia constante y de concienciación de la población de la necesidad y acierto de nuestros planteamientos, y, al mismo tiempo, de propuesta y apoyo de cuantas medidas progresistas se planteen a debate en las cámaras. Tanto en la elección de diputados y senadores, como en el funcionamiento de las cámaras, rigen criterios nacidos en

tiempos de timidez y consenso y aceptados entonces con carácter provisional. Es necesaria una ley electoral que recoja el principio de proporcionalidad. Y es necesaria una ordenación del funcionamiento del Congreso y del Senado que haga posible la actuación de los diputados y senadores en términos de agilidad y de representación de los electores. El Senado habrá de ser cámara de representación territorial —de nacionalidades y regiones autónomas— y no un conjunto de "notables" destinado a filtrar y, en su caso, a frenar las decisiones del Congreso. Es preciso que el Parlamento se abra a la sociedad,estableciéndose cauces de comunicación con las organizaciones populares de masas. Los criterios antes expuesto son válidos para los Parlamentos de las Comunidades Autónomas que deben legislar aplicando en su totalidad sus respectivos Estatutos de Autonomía, recibiendo con rapidez los traspasos de servicios correspondientes y jugando un papel de presión para que se desarrolle el título octavo de la Constitución en la dirección de hacer realidad el derecho a la autodeterminación y el Estado Federal.

4. Ayuntamientos La política municipal realizada por la izquierda se ha encaminado a resolver en parte los déficits heredados y a tener una mejor relación con los ciudadanos. Sin hacer un examen exhaustivo de este período, se puede decir que la gestión de la izquierda no ha pretendido: - plantear la reforma administrativa, sino que por el con trario se ha limitado a una mejor gestión del aparato municipal existente, mediante un proceso de tecnocratización. - ni poner en duda los intereses antisociales heredados. - ni ampliar las competencias municipales en materias de sanidad y de enseñanza. - ni promover la participación ciudadana, que ha limi tado o confundido con la sola información/} con una buena relación con las AA.VV. y resto de tejido asociativo,a las que ha tenido como instrumento para ex plicar y justificar acuerdos municipales. - ni luchar por obtener más recursos municipales, si no ha sido a través de un aumento de la presión fiscal so bre los ciudadanos,sin distinción entre los económica mente más oprimidos y los que se benefician más y hacen de la ciudad un negocio. En una palabra, la política municipal de izquierda ha buscado un "cambio de imagen", pero en el fondo no ha puesto en duda el modelo heredado, lo que equivale a consevar el sistema. En general cabe decir que han prevalecido las posiciones pequeñoburguesas y socialdemócratas en la mayor parte de los casos. Los comunistas, por lo demás, hemos trabajado supeditándonos a los socialistas. Los municipios y, en especial, sus instituciones, como lo son los Ayuntamientos, están inmersos en una crisis cuyos elementos característicos son, entre otros: 1. La falta de una nueva institución municipal basada en la participación y la descentralización política, con autonomía, recursos y poder, con mayores competencias para abor-

dar necesidades nuevas, con una reforma administrativa en


profundidad. 2. La contradicción entre el crecimiento de las necesidades colectivas y la constante limitación por parte de la oligarquía de medios, recursos, competencias y poder a los Ayuntamientos para abordarlas. 3. La contradicción entre el aumento de la especulación y la intervención privada frente a las necesidades colectivas de suelo, vivienda, equipamientos y servicios. 4. La existencia de una estructura fiscal que favorece a la minoría de este país y la renuncia por parte de los socialistas y eurocomunistas del derecho a lo que se ha venido en llamar el salario indirecto, todo ello dentro del marco de los pactos sociales realizados. 5. La renuncia por parte de los reformistas del hecho que la ciudad es fruto y marco para la lucha de clases. 6. La contradicción entre ciudada como negocio y ciudad para el hombre, sabiendo que e'sta no se resuelve sino se pone en cuestión el modelo imperante, la contradicción existente entre el carácter de clase del Ayuntamiento como aparato de Estado y la necesidad de ser instrumento fundamental para resolver las necesidades colectivas, etc. Los comunistas consideramos al municipio como una de las bases fundamentales de la vida democrática de nuestro país. Entendemos que un Ayuntamiento debe estar al servicio de la población y debe luchar por la resolución de sus necesidades colectivas. Los Ayuntamientos deben de jugar un papel de presión, lucha y organización de la ciudadanía, poniéndose en cabeza de las movilizaciones que reivindiquen entre otras Instituciones, inversiones y'soluciones de los problemas planteados. El programa de acción municipal se ha de caracterizar por tanto por: 1. La lucha por un Ayuntamiento con recursos econó micos y por una ciudad que cueste menos a los trabajado res, exigiendo del Gobierno central y de los autonómicos, las competencias y recursos a partir de sus presupuestos generales y no como se está tendiendo cada vez más, a que los Ayuntamientos sólo tengan libertad para aumen tar la presión fiscal si quieren prestar mejores ser vicios. 2. La lucha por una mejor calidad de vida. 3. La lucha por una institución municipal basada en la participación ciudadana, con una forma de gobierno más democrática, centrada en el trabajo colectivo de los re presentantes y no en el presidencialismo; generalizando mecanismos como la iniciativa popular, el referéndum municipal y el derecho de petición. 4. La lucha por la paz y contra la guerra mediante la declaración de municipios desnuclearizados y libres de armas nucleares. No creemos que estas declaraciones sean algo inútil, al menos sino se las considera como una me ra declaración legal, sino como una contribución impor tante que sirva para la realización de actos concretos, conducentes a la extensión de la conciencia antibélica en los ciudadanos mediante la lucha por la paz, el desar me y contra la guerra; además de propiciar el hermana miento con otros municipios y poder configurar una ex tensa red de solidaridad internacional en este objetivo prioritario que nos ocupa. La elaboración de la política municipal en cada localidad corresponde a los comités y a las organizaciones locales del partido. El conjunto del partido se ha de responsabilizar de

esta política municipal y ha de defenderla. Los comités locales, junto con los grupos municipales, se preocuparán especialmente de reforzar los lazos entre los elegidos y la población.

5. Administración pública En la administración pública siguen instalados hábitos de la situación precedente, reflejo de una concepción del Estado autoritario, centralista y burocrático. El Partido propugna una administración ágil, democrática, participativa y transparente y urge por tanto la elaboración de la una nueva Ley de Régimen Local y de una Ley de la Función Pública en la que se aseguren los derechos sindicales de los trabajadores, la participación y el control de los ciudadanos, a la vez que se regulen reciclajes, estudios, promociones, etc. que permitan la mejora de la profesionalización de los trabajadores y la eficacia de la administración. Todo ello en el marco de las transferencias a las administraciones autónomas, en las que habrán de participar los sindicatos y entidades ciudadanas, salvaguardando los intereses de los trabajadores y de las masas populares.

6. La administración de justicia La justicia no es sólo la administración de justicia, trabajo de juzgados y tribunales, sino que constituye un mundo de poder para conservar y mantener una situación social. La actividad de los tribunales viene condicionada por la de otros factores —leyes, abogados, administración pública, etc—. Sin embargo, la última palabra sobre las cuestiones planteadas ante los tribunales la tienen sus componentes. No puede por tanto prescindirse de meditar sobre su organización, composición y funcionamiento, ni de los hechos o instrumentos que determinan o definen su actuación. La administración de justicia es entre nosotros profesional y está integrada por jueces, magistrados y fiscales, cuyo poder obtienen por oposición. No existe ninguna referencia democrática ni en el origen de su poder, ni en su ejercicio. Y, sin embargo, es un poder del Estado que, en última instancia, hace cumplir leyes y vigila y controla la actividad del Gobierno y de la administración. La suave reforma realizada ha consistido en reafirmar un mundo aparte, fuera de la inñuencia ciudadana y provisto de miembros de clara mentalidad conservadora que reproducen criterios de situaciones precedentes y contienen y refuerzan —ayudados con el misterio que se da a la palabra justicia— la relación de clases y, además, en muy gran parte, la persistencia de criterios no democráticos. La administración debe democratizarse en profundidad —en su composición y en su funcionamiento— de factores de progreso y de ciudadanía. La intervención democrática en el nombramiento de los jueces y la proximidad de la administración de justicia a los ciudadanos —en su actuación y en los procedimientos— han de ser aspiraciones mínimas, aun conservando el carácter de poder del Estado en una sociedad de clases. Cuestiones concretas que los comunistas le damos extraordinaria importancia es la promulgación de la Ley de Jurado y la necesidad de que la administración de justicia ha de ser gratuita para quienes carezcan de recursos.


7. Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado Las fuerzas y funcionarios de seguridad del Estado son un poder directo e inmediato sobre los ciudadanos. Y son, en su composición y funcionamiento, una herencia de la situación anterior. Por eso, sus criterios, manifestados con frecuencia, reproducen los de la época precedente. La democracia no ha entrado debidamente en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, según lo acreditan incluso ejemplos frecuentes y llamativos. La doctrina de la Seguridad del Estado que inspira la política del Ministerio del Interior, favorece la no democratización de las Fuerzas de Seguridad del Estado, así como, la evolución hacia un Estado policial —no olvidemos que España es el Estado europeo con mayor proporción entre agentes armados y población—, en donde la mera represión ejercida por sus diversas formas, es considerada como la solución ante los problemas del terrorismo y de la delincuencia en general. El Plan ZEN, las nuevas medidas antiterroristas con las consiguiente violaciones de los derechos constitucionales, por una parte y el retraso de la tramitación a las Cortes de los Proyectos de Ley de Asistencia letrada al detenido, de "Rabeas Corpus" y de asilo de extranjeros perseguidos por razones políticas, así lo demuestran. Así mismo, es notorio el elevado número de Cuerpos de Seguridad del Estado existentes —Cuerpo Superior de Policía, Policía Nacional, Guardia Civil, Policías Locales, Policías Autonómicas, etc.— que restan eficacia a las labores policiales y facilitan la no democratización de los diversos cuerpos que integran las Fuerzas de Seguridad del Estado. El Partido propugna una racionalización del conjunto de las Fuerzas de Seguridad del Estado en el marco de una Ley General de Policías, que conlleve la reducción de Cuerpos y efectivos, la reedistribución de tareas en el marco de los traspasos, de funciones a los poderes autonómicos, la total desmilitarización de las Fuerzas de Seguridad del Estado y por consiguiente el reconocimiento de sus componentes de los derechos sindicales comunes a todos los trabajadores. Estas medidas habrían de estar acompañadas de una urgente democratización que suponga la introducción del concepto de servidores de la voluntad popular en el seno de las Fuerzas de Seguridad del Estado y la separación del servicio de aquellos elementos hostiles a las ideas democráticas y es por esto que los comunistas insistimos en la promulgación de un Estatuto de los Cuerpos de Seguridad del Estado, la desmilitarización de los mismos y profesionalización civil y la equiparación de los funcionarios policiales a cualquier ciudadano español en materia de derechos y deberes sin rescisión alguna.

8. Por un ejército al servicio del pueblo Los comunistas concebimos un ejército que responda a la soberanía popular, fiel a su voluntad democrática^ consideramcs por ello imprescindible la depuración de sus filas de aquellos elementos hostiles a la democracia. Propugnamos el total sometimiento del aparato militar al poder civil, único que ha de dirigir y desarrollar la política militar. Urgimos por ello a una profunda transformación de la enseñanza militar que rompa el aislamiento pueblo-ejército; a una refor-

ma del servicio militar que haga de éste una escuela de defensa de las libertades y derechos del pueblo. Todo ello en el marco de una política militar no alineada, autosuficiente, que garantice una eficaz defensa frente a amenazas externas que atenten contra la soberanía de la nación, y en la que todo el pueblo —hombres y mujeres— jueguen un papel continuo en defensa de los pueblos de España. Así mismo nos pronunciamos por la inmediata reincorporación a las filas de los militares demócratas represaliados de la UMD, así como el reconocimiento de los derechos de los ex-combatientes republicanos.

9. Movimiento ciudadano El movimiento ciudadano que creció y se hizo fuerte durante la dictadura, tanto desde el punto de vista organizado como por sus objetivos ha disminuido su actividad y marcha sin proyectos de futuro. Hemos tenido en este período una infravaloración del carácter reivindicativo, del desarrollo de la democracia de base y lucha por nuevas relaciones del movimiento ciudadano. En el período de transición se ha visto la aparición de nuevos movimientos de masas de base sectorial tan importantes como viviendas, enseñanza, sanidad, deportes, etc. Por lo tanto es posible y necesario desarrollar en estos y otros sectores la lucha reivindicativa. En la etapa actual, los movimientos ciudadanos así entendidos, también tienen una triple misión importante: a) Impedir que se aisle el movimiento obrero que expresa el nivel de conciencia y de reivindicación más avanzado de los trabajadores frente a la política de la derecha. b) Conseguir victorias parciales que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. c) Organizar a los sectores populares en un amplio y diverso tejido asociativo. Los movimientos populares de masas deben desarrollar iniciativas e impulsar campañas generales. Hoy es necesario potenciar los movimientos de masas y sus formas de participación en las decisiones que le competan por su actividad para ir creando los cauces de la democracia directa.

10. Por la liberación de la mujer La mujer, está reducida a la condición de ciudadano de segunda, valorada tanto política como social, económica, cultural e incluso jurídicamente como ser inferior, agente reproductivo dentro de una sociedad machista y jerarquizada en función del sexo; su opresión y discriminación es una manifestación clara y específica del sistema opresivo general que pesa sobre la sociedad, determinada por su estructura y el sistema productivo capitalista. Esta división sexual del trabajo se apoya ideológicamente no sólo en la herencia cultural de una tradición claramente discriminatoria, regresiva y opresiva, sino en el interés específico del sistema de dominación de las clases dirigentes y oligárquicas. La liberación de la mujer no se dará sin que se dé una libertad sexual plena. La cual contemple el derecho de la mujer a escoger libremente la maternidad, por lo tanto nuestro Partido se pronuncia:

- Por la creación de Centros de Planificación Familiar


e información sexual, en todos los barrios y pueblos, a cargo de la Seguridad Social, con el derecho a la gesta ción y parto protegidos y subvencionados por el Estado. - El aborto libre y gratuito, también a cargo de la Se guridad Social, así como, la amnistía para todos los pro cesados por prácticas abortivas. — La abolición de todo tipo de discriminación de la mujer tanto laboral como política, cultural, moral o jurídica. - Socialización del trabajo doméstico y creación de guarderías abiertas las 24 horas del día, gratuitas para los y las trabajadoras. Los comunistas debemos luchar en primer lugar contra los prejuicios machistas en nuestras propias filas, en las relaciones familiares y personales, en la actividad del Partido. El peso de la ideología dominante es todavía muy grande y es necesario hacer un esfuerzo considerable y perseverar para superarla. En el interior del Partido —y de las otras organizaciones democráticas y populares de carácter político o social— es esencial que los militantes presionen para que se tengan en cuenta las reivindicaciones feministas, así como para luchar contra la ideología patriarcal, la división de tareas, el monopolio masculino del poder, del pensamiento y de la palabra. La situación de discriminación de la mujer se acentúa más entre las mujeres del campo, que sufren además la marginación que se da en su propio ambiente y que hace más difícil su liberación. Toda la acción reivindicativa, legislativa e institucional será insuficiente si no va acompañada de un combate cultural que ataque los prejuicios profundamente enraizados en nuestra sociedad. La liberación de la mujer ha de ser fundamentalmente obra de la propia mujer. Para ello es necesario reconocer plenamente la autonomía del movimiento feminista con respecto a los partidos y organizaciones que dan apoyo a su lucha con el objetivo de incorporar a esta lucha al conjunto de la sociedad. Y aunque las dos luchas no siempre coinciden en el tiempo, no se trata de luchas separadas. El feminismo no puede ofrecer, por sí mismo, una alternativa global al sistema. La liberación de la mujer no se producirá sin un cambio socialista, lo que debe ser obra de la lucha conjunta de los hombres y de las mujeres partidarias de una nueva sociedad. Por esta razón, la militancia en un partido de clase es compatible con la militancia en el movimiento feminista. Es necesaria pues la presencia de las mujeres comunistas en el seno del movimiento feminista; ella es la garantía de que la lucha por los derechos de la mujer, lejos de servir de parachoques a la^ contradicciones de clase, o desgastarse en reivindicaciones aisladas, se oriente hacia la defensa consecuente, ante todo y sobre todo, de los intereses y aspiraciones de la mujer trabajadora.

11. Juventud La manera de producirse la transición de la dictadura a la democracia ha dado origen a inquietantes fenómenos de inhibición de la juventud, fenómenos que también hay que

relacionar con la crisis general de la sociedad capitalista y con la falta de perspectivas estimulantes de las fuerzas del socialismo, en especial por parte del PCE. El resultado de todo ello es un muy generalizado estado de ánimo caracterizado por el escepticismo, la inhibición y la apatía por los asuntos colectivos, la reclusión dentro de actitudes individualistas y de evasión. Lo que se traduce en un abandono de las organizaciones juveniles, en una indiferencia por las organizaciones políticas y sindicales de izquierda, juntamente con las tendencias individualistas y los rebrotes del fascismo. Existe un alarmante divorcio entre los ambientes juveniles y el mundo de los adultos, que no puede interpretarse únicamente como un rechazo del sistema capitalista, porque a menudo también comporta un rechazo de las formas tradicionales de hacer política por parte de las organizaciones obreras y democráticas La crisis de la sociedad capitalista afecta a la juventud de una manera desesperante, la mayoría de los jóvenes que están siguiendo estudios tienen pocas probabilidades de salidas profesionales, totalmente desconectados del mundo laboral y con unas características cada vez más selectivas. Los jóvenes que han acabado, o no, los estudios y se disponen a buscar su primer trabajo tienen, en la práctica muy pocas posibilidades de encontrar un trabajo digno, en la mayoría de los casos tienen que escoger entre trabajos sobreexplotados —sin seguro, sin salarios reglamentados, etc.— o seguir esperando en una situación dramática, a encontrar un puesto de trabajo. No es de extrañar por lo tanto que la juventud trabajadora sufra principalmente y de una manera desgarradora los problemas del paro con las consecuencias sociales que se derivan —marginación, delincuencia, drogas, violencia, etc.—. Los comunistas debemos prestar una atención preferente a los problemas de la juventud, ayudar y potenciar el trabajo del movimiento juvenil. Los comunistas debemos potenciar la participación de la juventud y el asociacionismo juvenil —creación del Consejo de Juventud del Estado español— debemos de apoyar y potenciar la lucha de los jóvenes contra el paro y demás medidas y acciones que acaben con la actual situación, así como, la mejora de las condiciones de los jóvenes trabajadores, las reivindicaciones de los estudiantes por una enseñanza más democrática y de mejor calidad, el derecho a la educación sexual científica y libre de consideraciones moralistas sin ningún tipo de discriminación por el tipo de relaciones sexuales, por el derecho al pleno empleo y acceso a todos los puestos de trabajo según la responsabilidad y según su capacidad, por el reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia, por el derecho a la sindicación de los soldados con servicio militar en lugares de residejicia y remuneración del 100% en los salarios de los reclutas trabajadores, por el apoyo a las organizaciones juveniles mediante la aseguración de un patrimonio y presupuesto estatal administrado por ellas mismas. La principal aportación que puede hacer el PC a las jóvenes generaciones es acercarse a su situación y mundo y descubrir su participación en una perspectiva clara de cambio radical de sociedad y unas propuestas estimulantes de acción política, social y cultural. Una primera responsabilidad del PC consiste en difundir ampliamente entre los jóvenes las ideas del socialismo y de! marxismo.


12. Pensionistas y jubilados El aumento del número de personas de edad avanzadas en las sociedad industriales es hoy un hecho de gran importancia humana, económica y política. Pero en la sociedad capitalista y competitiva, los pensionistas y jubilados se convierten de hecho en un paso hacia el aislamiento moral y económico de éstos, hacia la marginación. Este hecho no ha podido tener solución mientras se sigan aceptando los conceptos que el actual sistema de dominación ha impuesto, incluido la mayoría de la izquierda. Así bajo términos como "tercera edad" no se esconde más que un intento de marginación al tiempo que, bajo aparentes intenciones específicas de carácter casi caritativo, tratan de utilizar a este sector social, compuesto por más de 5 millones de ciudadanos, como víctimas de la demagogia electoralista. Han calado en toda la sociedad las prácticas de aislamiento de nuestros mayores de la vida económica, política y social. Los comunistas pretendemos la integración de todas las capas sociales en la lucha por el socialismo y por ello nos oponemos a toda práctica que tienda a desmembrar a cualquiera de ellas de su entorno económico y político. En este sentido, potenciar la creación de centros populares en los barrios, pueblos, etc., deben ser tareas concretas a desarrollar por nuestro Partido. Por eso es necesario que nuestro Partido tenga una política decidida hacia estos sectores, una política capaz de movilizarlos entorno a nuestras propuestas de transformación social, por lo que se deberá impulsar en el seno del Partido, la constitución de Comisiones de Pensionistas y Jubilados en los deferentes Comités del Partido, que ayuden a organizados, para que ellos mismos aporten sus experiencias y no .se automarginen, para que del trabajo conjunto se planteen las alternativas a los graves problemas que afectan a este sector.

características encontrarán el pleno desarrollo en el marco de la democracia social y económica y en la construcción del socialismo.

14. El Partido y los trabajadores en la emigración El Partido prestará especial atención a las condiciones en que se encuentran los trabajadores en la emigración. El Partido luchará para que el Estado atienda a los trabajadores emigrados, defendiendo la igualdad de derechos de los mismos con los trabajadores del país en que residen, dándoles participación real en todos los organismos de la emigración que dependen del Estado español y garantizándoles la totalidad de los derechos de los trabajadores del país al regresar a España. El Partido luchará, potenciará y dará apoyo al movimiento de emigración, trabajando por los derechos de este sector de trabajadores. Así mismo propugnamos la creación de organismos oficiales donde esté representado el movimiento asociativo emigrante, la creación de una Secretaría de Estado para la emigración y favorecer el retorno al país con todas las medidas necesarias.

15. Los comunistas y las cuestiones ecológicas A pesar de la fe ilimitada en la ciencia y la técnica, para resolver los problemas de la humanidad que propagan ciertos ideólogos tecnócratas, los hechos ponen de manifiesto que la ciencia, aun siendo una formidable fuerza productiva, también ha puesto en manos de la humanidad unas capacidades destructivas inmesas. Los comunistas afirmamos rotundamente que la ciencia, por sí sola, no puede resolver los problemas humanos; que los efectos de la ciencia dependen del tipo de relaciones sociales en que se desarrolla y de la concepción del mundo y del hombre que los inspira.

El Partido propone: a) — Aumento de las pensiones. — Mantenimiento del poder adquisitivo. — Equiparación de las pensiones. — Salario mínimo interprofesional. b) — Creación de infraestructura para los pensionistas y jubilados, evitando su marginación. c) — Apoyo a la organización de los pensionistas, tanto sindical en CC.OO., como recreativas.

13. El Movimiento cooperativo El PC hace suya la rica tradición cooperativista democrática de la clase obrera y de los campesinos y se propone revitalizar el movimiento cooperativo que el franquismo trató de ahogar. Pues la burguesía, en sus intentos de enfrentarlos con los trabajadores activos y en paro, los presenta como una capa parasitaria, cuando son artífices de riqueza y al mismo tiempo se sienten expoliados por ésto. El PC se pronuncia por un movimiento cooperativo de masas, popular, unitario, independiente, autónomo y antimonopolista, que enlace con el movimiento sindical. Y asume prácticamente lo que esto comporta. Entendemos aue tales

El capitalismo ha hecho progresar mucho la ciencia, pero ha desencadenado una dinámica expansiva y agresiva que hoy amenaza a la humanidad entera. Sólo con la desaparición del capitalismo, de la concentración del poder y de los antagonismos nacionales será posible dominar las fuerzas destructivas que la ciencia ha puesto en manos de la humanidad. Así pues, los comunistas afirmamos que, en la actualidad, el socialismo debe no ser sólo la bandera de los trabajadores explotados y expoliados por el capitalismo, sino la de toda la humanidad, porque sin el derrocamiento del capitalismo en sus principales centros mundiales y la implantación del socialismo, peligra la supervivencia de la vida civilizada. El peligro es evidente por lo que se refiere a los arsenales armamentísticos, y en particular a las armas nucleares. Con las armas nucleares almacenadas en la actualidad se puede destruir varias veces la vida humana sobre la tierra. Pero también comienza a ponerse de manifiesto un peligro de degradación ecológica que, si no se conjura a tiempo, no tardará en crear graves dificultades para la vida humana. La causa fundamental de esta situación radica en el proceso desenfrenado de acumulación capitalista mundial, que saquea los recusos naturales, alimentarios y energéticos y pone en peligro los equilibrios naturales.


Las clases dominantes manipulan en beneficio propio este peligro para intimidar a las clases populares y hacerlas aceptar más fácilmente políticas de austeridad discriminatoria. Pero esta manipulación, con la creación de un clima de alarmismo apocalíptico, no debe hacernos ignorar los peligros reales. Con una población mundial creciendo a ritmos altísimos, los impactos destructivos de la industria y de la agricultura actuales pueden perjudicar gravemente el medio ambiente y la calidad de la vida humana sobre la tierra —en términos no demasiado lejanos—. De hecho, la opresión de que es víctima una buena parte de los habitantes del Tercer Mundo como consecuencia de estructuras sociales clasistas y explotadoras, comienza a agravarse significativamente a causa de la degradación del medio ambiente. Debido fundamentalmente a la transferencia de tecnologías y procesos productivos altamente contaminantes hacia los países del Tercer Mundo. La nueva división internacional del trabajo impulsada por el imperialismo, impone la instalación en países subdesarrollados de las industrias más contaminantes y entre ellas las centrales nucleares. El PC quiere denunciar también la destrucción sistemática de espacios y reservas naturales que ponen en peligro el equilibrio ecológico, estropean el paisaje y aceleran la degradación general del país en beneficio de los intereses de una minoría de especuladores y contra los del conjunto de la población. Los comunistas, que luchamos por una sociedad nueva, no podemos permanecer insensibles a estos fenómenos. Desde sus orígenes, el socialismo ha aspirado a la armonía entre el hombre y la naturaleza: en la actualidad, esta aspiración es más vital que nunca y adquiere una dimensión más profunda porque obliga a los partidarios del socialismo a cuestionar no sólo las relaciones sociales sino el propio modelo productivo, las propias fuerzas productivas-destructivas, el replanteamiento del concepto de "progreso" que se hereda de la revolución burguesa. Que hoy no tenemos ninguna garantía plena de que el choque entre esas fuerzas productivasdestructivas y las relaciones de producción dominantes haya de resolverse en sentido positivo para el movimiento emancipatorio y que hoy, bajo el marco de producción capitalista, está llevando a un incremento de las posibilidades de destrucción del sustento de la vida en el planeta, su base natural: la biosfera. No se trata de renunciar a la ciencia —lo que supondría una regresión de la civilización, de consecuencias incalculables—, sino de colocarla al servicio de las finalidades humanas, de la conservación y mejora de la naturaleza y de la vida. Eso no puede conseguirlo el capitalismo porque está gobernado por las mismas leyes expansivas de la acumulación del capital; únicamente puede conseguirlo un sistema que subordine la producción a las necesidades colectivas racional y democráticamente determinadas: ese sistema es el comunismo. Un aspecto de la situación es el peligro de escasez energética, debido al actual modelo de desarrollo. Puede que se logre conjurar este peligro si aprendemos a utilizar fuentes de energía renovables, como la energía solar u otras, para satisfacer buena parte de nuestras necesidades. Mientras tanto, en cambio, se van desarrollando formas de producción y consumo capitalistas que conllevan, entre otras, a la continuación del expolio del Tercer Mundo, agravar la crisis ecológica, reforzar las opciones autoritarias y protofascistas en la población y que son altamente derrochadoras de energía,

aprovechando la relativa abundancia de fuentes energéticas fósiles (carbón, petróleo), que se puedan agotar pronto. La humanidad debería limitar este derroche, controlar y planificar las reservas energéticas, investigar sobre energías renovables. Pero al capitalismo no le interesa. En el tema del consumo energético ha optado por la huida hacia delante. La invención de los reactores atómicos (no hay que olvidar que la historia de la tecnología de fisión nuclear es en gran parte la historia de la bomba atómica, que con la puesta en práctica del Proyecto del Distrito de Ingeniería de Manhattan en Estados Unidos, en 1942, se produjo la primera reacción nuclear en cadena del mundo, algunos años después, el 16 de julio de 1945, Estados Unidos experimentó en Nuevo México la primera bomba atómica del mundo. Pocos días después, el 6 de agosto, lanzó sobre Hiroshima la primera cabeza nuclear que empleaba uranio. Después comenzó el desarrollo de los reactores energéticos para la producción de electricidad. Para la década de los años 50 el programa original de la bomba atómica se fue convirtiendo en el mayor negocio industrial del país. Por ello, frente a la desvinculación de "átomos para la paz" y "átomos para la guerra", habrá que hablar con más precisión de aspectos civiles y militares de la energía nuclear) hizo creer que el problema energético se podría solucionar con facilidad. Hoy ya sabemos que con los reactores de uranio y plutonio sólo se aplaza durante poco tiempo el problema de la escasez y que, en cambio, los , eligros que representa esta industria son graves para la salud y para la seguridad (con problemas graves aun irresueltos, como el de los residuos nucleares, y el generar el combustible necesario para la producción de bombas atómicas), no sólo de quienes vivimos ahora sino también de las generaciones futuras durante miles de años (lo que representa una grave responsabilidad moral). El PC manifiesta su posición contraria a la utilización de la energía nuclear y exige la paralización de las centrales ya existentes, así como el desmantelamiento del Centro Nuclear de Soria, instrumento para la producción de la bomba atómica "hispánica" y urge al Gobierno la ratificación del Tratado de No Proliferación Nuclear. En concreto es necesario: 1. Creación de un Ministerio del Medio Ambiente, con poder sobre los demás Ministerios para una racional ex plotación de la naturaleza y con poderes totales para con ceder permisos de explotación, construcción e instalación de industrias y asimismo con plenos poderes en todo lo referente a la calidad de la vida. 2. Reforma democrática y construcción de un verdade ro ICONA con plenos poderes y la participación de las organizaciones ecologistas y pacifistas. 3. Plan nacional de reservas naturales. 4. Desarrollo de las energías no contaminantes. 5. Elaboración de una ley de protección del medio am biente, cuya aplicación correrá a cargo de los Entes Auto nómicos y será aplicada por los Comités de Empresa en la actividad productiva. 6. Socialización del agua de Canarias. 7. Examinar las explotaciones mineras a cielo abierto que destruyen el paisaje como pueden realizarse explota ciones subterráneas. El PC urge la apertura de un amplio debate que nos permita profundizar en el modelo socio-económico que proponemos, es decir, en el tipo de sociedad socialista y comunista por el cual luchamos.


16. Movimiento pacifista • El peligro de guerra se agrava fundamentalmente por la profunda crisis económica, política y social en que está sumergido el mundo capitalista y el debilitamiento de la hegemonía imperialista norteamericana. La probabilidad de desencadenamiento de una guerra nuclear, es ahora mayor que nunca y desde luego no podemos pensar que esa sea una guerra limitada a una zona determinada. La mayor parte de la información a que tiene acceso la opinión pública occidental ofrece constantemente una explicación que no coincide con la realidad, esto es: que el rearme de Estados Unidos y la OTAN, y la instalación de los misiles Cruisher y Pershing II, en Europa, está dirigido exclusivamente a restablecer el equilibrio militar. Según esta explicación la superioridad militar soviética y de los países pertenecientes al Pacto de Varsovia, son el eje central de la propaaanda dirigida a justificar las medidas y la política belicista de EE.UU.,y de la OTAN. Es necesario resaltar el papel que el imperialismo quiere que juegue Canarias como plataforma de esta política y nos felicitamos por la lucha del pueblo canario para frenar estos objetivos. ES tarea prioritaria de los comunistas el desenmascarar todas estas teorías denunciando su carácter de propaganda imperialista.

El ingreso de España en la OTAN y el mantenimiento de las bases militares en nuestro país son de gran importancia para el imperialismo, ya que el territorio español está protegido por los Pirineos, y cubierto en sus aguas por fuerzas navales: italianas, inglesas, norteamericanas... constituye una excelente base de aprovisionamientos materiales y humanos. La integración de España en la OTAN, decidida por el Parlamento español durante el gobierno de UCD, provoca movilizaciones populares tales como manifestaciones, marchas y todo tipo de iniciativas en demanda de un referéndum. La izquierda española no supo reaccionar y los partidos mayoritarios no estuvieron a la altura de las circunstancias. Desde ese mismo momento no ha cesado la lucha por sacar a España de la OTAN, objetivo que con el tiempo se ha ido vinculando a otros de claro carácter anti-imperialista, soberanía nacional (tema bases yanquis) de solidaridad internacional y en contra de la crecimiente militarización de la sociedad española, gastos militares... Los comunistas consecuentemente con nuestros objetivos debemos participar en primera fila en este movimiento pacifista que en España apenas, ha comenzado. Esta participación de los comunistas se debe hacer desde la conciencia de que nos encontramos ante un movimiento confuso e incluso contradictorio en algunos aspectos, en cualquier caso los comunistas debemos participar en el desarrollo y clarificación de este movimiento llevando a él nuestra política.

17. Movimiento campesino Sin duda alguna, un elemento imprescindible del avance hacia el socialismo es la alianza de la clase obrera y del campesinado en unos objetivos comunes y en unas mismas aspiraciones de cambio.

Los ejes principales en que debe basarse el eje campesino son: 1.— Mercado Común Europeo: La entrada en el MCE sería nefasta para el campo español, ya que la mayoría de sectores del mismo saldrían perjudicados (leche, olivar, ganadería, vid, etc.), por lo que los comunistas debemos luchaj para que dicho ingreso no se haga realidad. Hay que denunciar que las reestructuraciones actuales del olivar y la vid son parte de la factura que estamos pagando cara un posible ingreso en la CEE. 2.— Cooperativismo. Es necesario profundizar en la estructuración del sistema cooperativista en el campo. Dicho cooperativismo debe basarse en: trabajo asociado y en común de la tierra, de producción, transformación y comercialización de los productos del campo. 3.— Cámaras agrarias. Los comunistas debemos luchar por la disolución de las cámaras agrarias y crear organismos de servicios agrarios dependientes de cada comunidad autónoma para que de esta forma dichos organismos sirvan a los intereses generales de los campesinos. 4.— Sindicalismo en el campo. Los comunistas debemos reforzar y extender el sindicato unitario y de masas —la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)— sobre todo a través de sus distintas organizaciones, lo que ha de ser tarea fundamental de todo el Partido.

18. El movimiento obrero 1. Partido y sindicato

La necesidad de coherencia con nuestra definición de Partido de la clase obrera, basada en la convicción de la plena vigencia de la tesis marxista-leninista que atribuye a la misma el papel de sujeto revolucionario, nos lleva a dar un carácter prioritario al movimiento obrero, a la acción sindical, en nuestros planteamientos. Las relaciones Partido de vanguardia-Sindicato tienen un carácter histórico y, por tanto, son cambiantes en función de las situaciones concretas, lo que obliga a una redefinición periódica de las mismas. Nuestra caracterización es, pues, producto de la asimilación de la teoría marxista-leninista sobre la cuestión, unida a un análisis de la situación presente. El PC se opone a la concepción socialdemócrata que atribuye al Sindicato una función economicista, confinándolo en la lucha reivindicativa del salario y las condiciones de trabajo y dejando ía esfera política al Partido, al tiempo que proponen la fusión orgánica de ambos. Igualmente se opone a la consideración del Sindicato como "correa de transmisión" de las directrices del Partido al conjunto de los afiliados. Una y otra teorización serían de funestas consecuencias para el movimiento obrero. La primera, de clara inspiración burguesa, coarta toda posibilidad de replanteamiento y transformación del sistema, al separar tajantemente la lucha económica de la política. La segunda, debido a la heterogénea composición ideológica del Sindicato, resultaría en una imposibilidad de llevar a cabo la unidad sindical, que debe ser


uno de nuestros objetivos fundamentales, y en un recorte del movimiento que, por su condición de proximidad a las condiciones reales de trabajo, tiene tendencia a ser amplio y espontáneo. Un dirigismo a ultranza sólo podría redundar en perjuicio del avance de las luchas obreras. La actitud del PC respecto al Sindicato dista de una y otra desviación. Aboga por la independencia orgánica del mismo y por la conexión política con el objeto de que la lucha sindical no se limite a las reivindicaciones económicas que, por sí solas, hacen infructífera la acción, sino que, trascendiendo lo economicista, se de una perspectiva política a dicha acción, una perspectiva de cambio del sistema. Simultáneamente, el Sindicato es para el Partido lugar privilegiado de observación del desarrollo de la realidad material de las relaciones de producción y, por tanto, punto de partida del análisis de dicha realidad que constituye la base de la elaboración de la estrategia y táctica del Partido. Este carácter dialéctico de las relaciones Partido-Sindicato presenta las máximas garantías de desarrollo revolucionario de las luchas obreras. Los comunistas tenemos la voluntad de que nuestras propuestas, iniciativas y estrategia sindical sean animadas por la mayoría del movimiento sindical y sean hegemónicas en el seno del sindicato de CC.OO. Con el máximo respeto a las reglas de juego democráticas del Sindicato y por tanto a su independencia, sabiendo estar en minoría, exigiendo el respeto de la mayoría y sabiendo estar en mayoría, respetando las posiciones minoritarias, trabajando siempre a partir de la pluralidad para avanzar hacia la unidad sindical. La presencia de militantes comunistas en el Sindicato debe estar orientada a la dirección de la acción de los puntos de vista del Partido, lo que no significa imposición de criterios, sino dirección precedida de una clarificación de posturas a través de la discusión asamblearia. Nuestra posición no será nunca de rechazo de los métodos de democracia sindical. Pero estamos en contra del muchas veces oportunista recurso a la votación por la votación sin discusión y clarificación previas, pues son estos métodos los que favorecen la manipulación y el control burocrático. El dirigente comunista debe tener la suficiente preparación y convicción en la defensa de sus posturas como para ganarse la adhesión de los trabajadores sin tergiversaciones. Por esto, es tarea fundamental del Partido la preparación político-ideológica de cuadros sindicales que sepan defender ante el conjunto de los trabajadores la justeza de nuestra línea política. La labor del dirigente comunista en el centro de trabajo reviste especial importancia. Es allí donde, con la participación más amplia posible de trabajadores, a través de la discusión sobre problemas concretos, se pueden unificar criterios, lo que será el punto de partida del necesario proceso de unidad sindical. Sólo a partir de las situaciones concretas se podrá avanzar en la superación de esa lamentable división sindical que padecemos. Comisiones Obreras nació con vocación de unidad y la actividad de los comunistas dentro de ellas debe ir encaminada a lograrla. Para un buen desenvolvimiento de la labor sindical de los militantes del PC, es imprescindible una organización ade-

cuada del mismo, y de ahí la importancia de la creación y atención prioritaria, de las células de empresa o sectoriales. En la célula de empresa, centro de trabajo o estudio, debe darse la militancia prioritaria de los comunistas. También debe considerarse como prioritaria la necesidad de contar con responsables de movimiento obrero en los comités y organizaciones del Partido. Estas tienen como tarea central la discusión y el estudio de las formas de aplicación de la línea política del Partido en su ámbito laboral y sindical, así como, en sentido inverso, la aportación de datos imprescindible para rectificar planteamientos erróneos de la dirección. Son, por tanto, pieza esencial en la vinculación del Partido con el conjunto del movimiento obrero. 2. Nuestra alternativa sindical

El PC se'define a favor de la afiliación de sus militantes a Comisiones Obreras, por ser la organización sindical que reúne las condiciones exigidas a un sindicato de clase. El PC llama a sus militantes, simpatizantes y trabajadores en general a afiliarse y militar en CC.OO. Los comunistas trabajaremos para, en el plazo de tiempo necesario, hacer posible la afiliación y el trabajo en CC.OO. de aquellos comunistas que, en función del proceso particular en diferentes zonas del Estado, militan hoy en otras organizaciones sindicales. El PC defiende un sindicalismo de clase.socio-político.de masas, democrático, partícipativo, asambleario, independiente e internacionalista. Los comunistas proponemos que CC.OO.,a la vez que insiste en su solicitud de entrada en la CES y sin que sea contradictoria, al contrario se pida el ingreso en la FSM, por se la organización sindical internacional con planteamientos más de clase e internacionalistas. Sin embargo, somos conscientes de que la penetración de la ideología eurocomunista en la dirección de CC.OO., ha causado estragos en los últimos años, que se han traducido en pérdidas muy significativas de afiliación y credibilidad entre los trabajadores. El gran reto que los comunistas tenemos ahora por delante consiste en deshacer las expectativas que todavía puede seguir creando entre los trabajadores la política pactista que, contra todo análisis serio de la realidad, sigue defendiendo la postura ahora mayoritaria en 1? Confederación. Comisiones Obreras tiene que resituar su política para dar una alternativa eficaz a la grave situación en la que nos hagamos inmersos,para lo cual es imprescindible analizar en profundidad la crisis económica del mundo capitalista y dar alternativas precisas y consecuentes desde el punto de vista de clase. A través de la crisis, el capitalismo pretende reorganizar sus estructuras y recomponer sus condiciones de explotación a expensas de los trabajadores y países dependientes. Se trata de una reorganización que aspira a perpetuar la existencia del sistema capitalista con todas las contradicciones y lacras que le son propias y que padecemos fundamentalmente los trabajadores. Porque las políticas que favorecen este proceso no hacen

más que perpetuar e incrementar el paro, la miseria material


y espiritual de nuestro pueblo, es por lo que estamos dispuestos a levantar una política de solidaridad de clase y de resistencia ante la crisis frente a los mismos. Una política de resistencia que nos permita defender los intereses populares, reorganizar y fortalecer el movimiento obrero, con vistas a impulsar una dinámica de transformaciones estructurales que corrijan en su raiz las causas de los graves problemas que nos afectan. Una dinámica de transformaciones que solo puede ir en la dirección del cambio de ia lógica capitalista por un orden social diferente: el orden socialista. Una política de resistencia que defienda los intereses nacionales de la abaricia de los monopolios transnacionales que, en compadreo con la oligarquía financiera y el reformismft socialdemócrata, pretenden subordinar la industria y la agricultura de nuestro país a sus intereses particulares y a los planes de reorganización imperialista de la economía. Sin caer en la autarquía, nosotros defendemos hoy, frente a los planes de reestructuración industriales y agrarios preconizados por el gran capital y el gobierno, una política nacional que, al mismo tiempo, sea internacionalista y solidaria con los trabajadores y pueblos del mundo en su lucha contra el imperialismo. Desde la difíciles circunstancias por la que atraviesa el capitalismo español y el convencimientos por el que el Gobierno Socialista ha asumido el papel de gestor de sus intereses, para los trabajadores se ha abierto ya un período difícil de la crisis en el que las agresiones a sus intereses serán más directas aún. Defenderse de estas agresiones es una tarea difícil, mucho más cuando el movimiento obrero hoy, se haya considerablemente dibilitado; cuando la crisis, por sus brutales consecuencias, ha fomentado la insolidaridad, la división, e, incluso, el enfrentamiento de los trabajadores; cuando el partido en el Gobierno ha contado con una amplísima mayoria electoral que le ha permitido disponer de mayoría absoluta en el Parlamento, legislando a placer, sin ninguna posibilidad de oposión de izquierda; cuando el sindicato socialista, UGT, ha asumido el papel de sindicato progubernamental que le asegura al Gobierno cobertura social para llevar adelante su política. Levantar una alternativa sindical que tenga como objetivos defender, sin reservas ni vacilaciones, los intereses de los trabajadores, con la movilización, la lucha y la negociación; garantizar la solidaridad más amplia posible entre todos ellos; cohesionar al movimiento obrero para impedir su desmoralización y desgaste y arrastrar a la UGT a la unidad de acción sobre la base de dicha línea combativa y de clase, es una necesidad urgente. Es preciso, para ello, intentar por todos los medios que CC.OO. resitue su estrategia sindical, y de alternativas frente a la crisis; que imponga una política de resistencia transformadora y nacional ante la crisis, una política de solidaridad de clases. De todo lo anterior se desprende que no hay una salida a la crisis que pueda ser compartida por todas la clases de la sociedad. Para el capital es vital recomponer las ganancias, hacer descender los salarios, reestructurar el mercado de mano de obra hacia una mayor provisionalidad del puesto de tr?bajo, que le permita adaptarse a las circunstancias cambiantes impuestas por el desarrollo acelerado de la tecnología y concentrar los fondos financieros, sobre todo públicos, para acumular capital e incorporar las nuevas tecnologías, lo cual implica reducir las prestaciones sociales del Estado.

Esta última necesidad crea una nueva: el capital precisa que disminuya la conciencia de clase de los trabajadores para paliar los efectos negativos para la paz social de la actuación antiobrera. El pacto social, con la paz social que artificialmente crea, es un instrumento más importante para cubrir política e ideológicamente la transformación de su aparato productivo necesaria para su estrategia de salida a la crisis. El Pacto Social crea el espejismo de que existe una tarea "nacional" por encima de las clases consistente en un esfuerzo compartido para salir de la crisis. El fracaso del mismo hace perder credibilidad a las organizaciones sindicales, desarmando a los obreros frente a la coherencia política que el capital recupera gracias a la Paz Social. Para los trabajadores, en cambio, salir de la crisis quiere decir trabajo para todos, con una disminución paulatina del desempleo, recuperar el poder adquisitivo de los salarios, o por lo menos mantenerlo, reducir la jornada laboral, aumentar el bienestar social, con mejores servicios en sanidad, educación y viviendas y urbanismo, oportunidades para los jóvenes, acabar con la marginación de la mujer y su alejamiento del trabajo, es decir, justo lo contrario de lo que quiere el capital. Entre ambas visiones de lo que es la salida a la crisis, no hay puentes estratégicos de entendimiento y solidaridad. La lucha de clases en la crisis se desarrolla entre dos concepciones antagónicas de lo que es la crisis y cual debe ser su salida. Los trabajadores sólo podremos combatir esa política antiobrera con una estrategia propia que consiga agrupar a nuestro alrededor todas las capas sociales lesionadas por la forma dominante del capital: el capitalismo monopolista. Los comunistas vamos a defender una negociación colectiva, articulada y participativa, elaborando las plataformas reivindicativas de abajo a arriba. Lucharemos por la defensa del poder adquisitivo de los salarios en base al aumento del IPC vencido y con escala móvil o revisiones salariales. Nos pronunciamos contra los topes salariales. Reivindicamos soluciones al problema del paro que pasan, entre otras medidas, por oponerse a la reestructuración salvaje (Libro Blanco), luchar contra los expedientes de crisis y reivindicar trabajo para todos ó subsidio de paro indefinido. En el caso del campo apoyamos la necesidad de una Reforma Agraria Integral y la creación de un Fondo de Empleo Rural. Estimulamos ¡a organización de los parados para la mejor defensa de sus intereses. Reivindicamos una modificación de la actual legislación, Estatuto de los trabajadores,la derogación de la Ley Básica de Empleo y nos oponemos al proyecto de "Ley Orgánica de Libertad Sindical" por intentar consagrar un modelo de sindicalismo burocrático. Esta es la línea política que los comunistas vamos a defender en CC.OO. mediante debates amplios y profundos que consigan atraer a la mayoría de los afiliados hacia nuestras posiciones. Somos conscientes, sin embargo, de la pluralidad existente y, en consecuencia, siempre respetaremos la opción que tome la mayoría sin desistir en la justeza de nuestros planteamientos.


VI. EL PARTIDO COMUNISTA 1. El Partido Comunista: una necesidad histórica de la clase obrera. Por mucho que los ideólogos burgueses y reformistas se afanen en divulgar las tesis de que la clase obrera y la burguesía no son clases antagónicas; que sus interés son conciliables,- que la lucha de clases está superada, la clase obrera no tiene otro camino para acabar con la explotación de la que es objeto que el destruir el sistema capitalista y construir una sociedad sin clases: el Comunismo. Desde su nacimiento como tal, la clase obrera se ha rebelado contra la injusticia y la explotación, siendo el motor de transformación social. Sus experiencias en la lucha le han conducido hacia la necesidad de dotarse de un partido que por sus principios ideológicos y organizativos esté en condiciones de organizar y guiar su acción revolucionaria. Ese es el Partido Comunista. Los partidos políticos son la expresión organizada de los intereses últimos de las distintas clases y capas sociales en lucha. En consecuencia son instrumentos al servicio de la misma. Aquellos que intentaban demostrar que el Marxismo-Leninismo y el Partido Comunista carecen de actualidad, olvidan que la tendencia histórica fundamental de nuestra época es la transición del capitalismo al Comunismo, olvidan la existencia de crisis cíclicas del capitalismo, con la posibilidad de que se transformen en crisis revolucionarias. El Socialismo y el Comunismo aparecen de una forma u otra como la única alternativa a la sociedad capitalista. El Partido Comunista se asigna y asume la tarea de convertirse en la vanguardia política de la clase obrera y de sus aliados; de ser la forma superior de organización de la clase obrera de lucha por la hegemonía de la clase obrera y el papel dirigente del proletariado durante el proceso de lucha por el socialismo y el comunismo. Los esfuerzos y acciones del Partido Comunista están dirigidos a impulsar la ineludible destrucción del capitalismo y la construcción del socialismo, mediante la conquista del poder político por la clase obrera y sus aliados, y la realización de la revolución socialista. En consecuencia, la misión histórica del PC consiste en facilitar a la clase obrera, a todos los trabajadores y fuerzas de progreso, una estrategia y una táctica revolucionarias capaces de representar los intereses populares, sus reivindicaciones coyunturales y sus objetivos finales: el socialismo y el comunismo. Es por ello que el Partido tiene la misión de generar y desarrollar la conciencia de clase que se corresponde con sus intereses inmediatos y finales.

El PC se esfuerza por estar presente en la elaboración del conocimiento revolucionario que viene dado por el contraste de la teoría y la práctica. La historia ha demostrado que el método marxista-leninista coloca al PC en mejores condiciones que cualquier otro partido obrero para dirigir al proletariado y sus aliados en la lucha por la conquista del poder político y la transformación socialista de la sociedad. El PC nace y se desarrolla como partido marxista-leninista, en la lucha por las libertades democráticas, y en la lucha por forjar la unidad de los trabajadores entorno a un programa de transformación de la sociedad capitalista en la dirección del socialismo y el comunismo. El Partido Comunista nace y se desarrolla como necesidad de la clase obrera, practica desde el primer día el internacionalismo proletario y forma parte del Movimiento Comunista Internacional.

2. Acerca del eurocomunismo A medida que se agudiza la crisis del capitalismo, la burguesía intensifica hasta los límites más groseros las campañas de intoxicación, se intensifica la lucha ideológica y las provocaciones a los países socialistas. En estos períodos la burguesía tiene interés en que se desarrolle el anticomunismo. El imperialismo sabe que sin teoría y acción revolucionarias no hay partido revolucionario Es por ello que éste se esfuerza ostensiblemente en introducir en el seno del movimiento obrero y comunista dentro del marco de la lucha ideológica, corrientes ajenas al mismo, con el objeto de conseguir descomponerlo y desnaturalizarlo, que le incapaciten en su misión de guia revolucionaria y al mismo tiempo incapaciten a la clase obrera para ejercer su papel dirigente. El surgimiento en el seno de algunos partidos comunistas, con hondas tradiciones de lucha, del llamado eurocomunismo, así como el proceso de derechización de la acción política coincidirá con la necesidad del imperialismo en la liquidación de los partidos comunistas. Eurocomunismo y derechización de la socialdemocrácia son dos fenómenos intimamente ligados y constituyen dos vertientes de un mismo objetivo: tratar de frenar la lucha revolucionaria, desviando la lucha hacia objetivos que no cuestionan el sistema capitalista, hacia objetivos de gestión del capitalismo, hacia el campo del reformismo. Históricamente se ha registrado la tendencia al surgimiento de brotes reformistas que se vieron facilitados en el último periodo de expansión del capitalismo. En nuestro país la necesidad que tiene el imperialismo en la desaparición del Partido Comunista, además de la propia lógica de la lucha de clases, es fruto de la situación geopolítica militar de España que es la clave en el dispositivo agresivo del Imperialismo y de la OTAN al mismo tiempo de su


situación en la división internacional del trabajo. La burguesía, con el objeto de asegurar su hegemonía en el proceso de transición, puso especial empeño en desactivar el protagonismo que venían desempeñando el movimiento obrero y popular en la crisis del régimen franquista. Esta necesitaba tener, frente asi, un PCE desactivado cuya honda tradición revolucionaría, entonces potente y cuya condición de partido hegemónico de la clase obrera, entre profesionales, intelectuales, artistas, campesinos nadie dudaba. La penetración de la ideología burguesa en el PCE se ha producido con las características teóricas y políticas sintetizadas en la palabra eurocomunismo, y ha representado la descomposición ideológica y orgánica del PCE, diluyendo así la perspectiva de cambio social y posibilitando la derechización del partido socialdemócrata, el PSOE. La degeneración ideológico-política y orgánica del eurocomunismo se ha concretado en:

1. El abandono en los términos y en la práctica política y sindical del principio científico de la lucha de clases, sustituido por los tópicos reformistas del carácter "no irreconciliable" en las "diferencias" entre las clases y de la necesidad de la "libre concertación" entre ellas. 2. La negación del carácter clasista del Estado, sustitui do por la sacralización del Estado burgués que podría "transformarse gradualmente" sin necesidad de ruptura. 3. La negación expresa del carácter internacional de la lucha de clases y la renuncia al internacionalismo proleta rio, propugnando un política de-"tercera vía" supuesta mente equidistante del imperialismo y del campo socia lista. 4. La práctica por consiguiente del antisovietismo y del anticomunismo sirviendo de hecho como valioso instru mento del imperialismo contra el socialismo y el co munismo. 5. La renuncia expresa al leninismo que consagra el abandono de los principios ideológicos y orgánicos inhe rentes al análisis y a la teoría revolucionaria de Marx y Engels y que constituye una aportación fundamental al marxismo, muy concretamente en lo que respecta al tipo de partido que puede dirigir a la clase obrera al socialis mo y al comunismo y en la comprensión de la fase impe rialista del capitalismo. 6. El abandono expreso del marxismo. Defenestrado el leninismo la dirección eurocomunista dio un paso más en el ajuste de los términos a su práctica real, proponiendo, en el llamado XI Congreso, la definición de Partido "ins pirado" en el marxismo en lugar de basado en él. 7. Introducir, consecuentemente con la renuncia a los fundamentos de un Partido revolucionario, la descompo sición ideológica y ética en el seno del Partido Comunista. Planteamientos tan marxistas y leninistas como el papel de las libertades democráticas en el proceso revoluciona rio, el carácter del socialismo como la sociedad de la más amplia democracia y libertad, la necesidad de la unidad del movimiento obrero son objeto, de desvirtuación y de-

generación por parte de los euros que conducen, en las condiciones políticas de la Europa actual, a situar a la clase obrera bajo la hegemonía de los partidos socialdemócratas. 8. Desactivar los movimientos de masas y, en primer lugar, la capacidad revolucionaria del Movimiento Obrero español. Cediendo y plegándose a la táctica de la oligarquía durante el período de transición, avalando la recomposición de su poder y la continuidad de su hegemonía, mediante una política exclusivamente institucional, de pactos y consensos por arriba con la burguesía, a espaldas del movimiento obrero y demás movimientos de masas. La degeneración ideológico-política básicamente descrita que ha introducido el eurocomunismo en el PCE, se ha correspondido, obligadamente, con su descomposición orgánica: 1. Se "territorializa" la organización del partido, disol viendo su presencia en las empresas y sectores de la pro ducción atentando a un aspecto de la concepción del par tido comunista,por cuanto supone diluir su carácter de clase. El partido eurocomunista, escisión en el sentido más riguroso del término del PC creado en 1920, ya no es el partido de la clase obrera, sino el partido del "tejido social, de la imagen", "para la sociedad" es decir "inter clasista", un partido "abierto a todos", etc. 2. Se adopta el modelo organizativo de la socialdemocracia. La célula comunista, órgano vivo, de participa ción y debate de todos los militantes en todos los planos de la vida política del partido y con presencia entre las masas se sustituye por la agrupación eurocomunista que es órgano pasivo, concebido para recibir las indicaciones de la dirección, masificado, con una menor capacidad de participación e incidencia colectivas en las decisiones del partido, y por lo tanto propicia para la inhibición del mi litante. No es órgano para la acción sino sólo para el de bate. La agrupación como órgano ha contribuido a des movilizar y desarmar política e ideológicamente a los mi litantes comunistas y al conjunto de la clase obrera. 3. Se desvirtúa, boicotea y termina por abandonar la necesaria formación política e ideológica, tanto de cua dros como de militantes de base con lo cual se facilita aun más la "masificación" del Partido Comunista y la pene tración de la ideología burguesa. 4. El PC, necesita tener una política permanente de selección, formación y promoción de cuadros comunis tas. Ese elemental principio ha sido sustituido por el carrerismo, el premio a la "fidelidad" personal, a los clanes y conspiraciones extensas. La critica y la autocrítica, así como el principio del trabajo colectivo que son elementos esenciales de la concepción del PC han sido sustituidos por la adulación, el centralismo burocrático y la identificación del Partido en una persona o un grupo de personas como si de una propiedad privada se tratara. El trabajo colectivo y la dirección colectiva, junto con la vigilancia revolucionaria, elementos fundamentales

para la conquista de los objetivos por los cuales luchamos


los comunistas son sustituidos por el trabajo "personal", "independiente", "sectorializado" propiciando el individualismo en el trabajo del Partido. A los métodos y funcionamiento del Partido no se les da importancia, no son considerados como elementos políticos ligados a nuestras concepciones. La dejación en los métodos ha sido una vía de penetración del eurocomunismo. De ahí se entiende el autoritarismo y el caciquismo en el Partido. El eurocomunismo supone la destrucción de las señas de identidad del Partido Comunista, por tanto no es una política comunista equivocada sino que es una expresión actual de la socialdemocracia. Con el mayor respeto a las opiniones de los miles de comunistas que aún militan bajo las siglas del PCE, en el llamado XI congreso del PCE, el "papel asignado a los comunistas que están, aun dentro del PCE es el legitimar, con su presencia, la liquidación del carácter comunista del mismo". A pesar del ropaje izquierdista del eurocomunismo en el plano político-social no ofrece ninguna alternativa a la actual situación del sistema capitalista que no sea una reedición de ios planteamientos socialdemócratas como criterios del PSOE. Afortunadamente en España hay miles de comunistas a los que no se les aparta fácilmente del camino y se mantienen decididamente dispuestos a recuperar al Partido Comunista. Miles de comunistas conscientes de la necesidad histórica de la unidad comunista están dispuestos en base a las coincidencias básicas, a construir el Partido que hoy necesita la clase obrera en España.

3. Características y principios básicos del Partido Comunista El Partido Comunista es un partido de clase, es el partido de la clase obrera. El que haya en sus filas hombres y mujeres procedentes de sectores sociales diversos no imprime al Partido ningún carácter interclasista. Quienes se incorporan a él hacen suya la ideología de la clase obrera. El Partido Comunista no sacraliza a la clase obrera. Lo que hace es organizaría, unirla, educarla políticamente. Fiel a la idea leninista de que el Partido es la forma superior de organización de los proletarios, el PC procura incorporar a sus filas a los obreros y obreras más conscientes, porque desea ser el Partido de la clase obrera, no solamente por su ideología, por su política, por su programa y por sus ideales que encarna, sino igualmente por su composición y por el peso y papel de los obreros en sus filas. El fortalecimiento del Partido ha de ser contar con miles de obreros pero al mismo tiempo hay que tener presentes los cambios que se han producido en la composición, nivel cultural y político de la clase obrera. Hoy más que nunca el Partido de la clase obrera es el instrumento de avance hacia el Socialismo, el organizador de las masas, necesita estar presente, comprimir y movilizar a sectores asalariados y

populares ligados a los intereses de la clase obrera, sectores como el de campesinos, técnicos, empleados, funcionarios, profesionales, intelectuales y artistas, objetivamente interesados en los cambios sociales. Se trata que el Partido Comunista para que sea de verdad la vanguardia revolucionaria no le basta con tener en sus filas sólo a los elementos más conscientes de la clase obrera, necesita tener también a los elementos más avanzados de sectores del mundo del trabajo que tienen intereses de clase comunes con el movimiento obrero. El partido comunista es esencialmente un partido de combate es decir, por estar a la cabeza de las luchas de la clase obrera y populares, por su especial sensibilidad hacia la teoría y por ser un partido de poder, lo que le impide institucionalizarse dentro del orden capitalista y se estructura para cumplir su misión tanto en las condiciones de legalidad democrática como en las de ilegalidad y persecución impuestos por regímenes dictatoriales. La historia de la lucha de los comunistas en España es una historia de combate permanente en las situaciones más diversas: la precaria legalidad en los años 20, clandestinalidad bajo la dictadura de Primo de Rivera, legalidad bajo la II República, insurrección armada de Asturias, persecución bajo el Bieno Negro, participación en el gobierno del Frente Popular, destacado papel en la lucha contra el alzamiento fascista, lucha guerrillera y heroico combate contra la dictadura franquista en las más difíciles condiciones de clandestinidad. El Partido Comunista es el continuador de esa gloriosa historia de combate, que asume y, en consecuencia reivindica la acción y el recuerdo de miles y miles de comunistas que han dado la vida por la causa de la libertad, del socialismo y del comunismo. La necesaria participación del Partido Comunista en las instituciones democráticas del estado burgués no debe diluir su carácter de Partido de combate, sino utilizar los niveles de participación y las parcelas de poder ya conquistadas para agudizar la lucha de clases, fundamentalmente para organizar mejor la lucha de los trabajadores, sin menospreciar la importancia de ejercer el poder conseguido directamente en contra de la burguesía y en favor de los intereses , de las capas populares, entre ellos el de la defensa de las libertades. Somos un partido de vanguardia y de masas El partido comunista es la vanguardia revolucionaria de la clase obrera y del pueblo, por su organización, por su programa, por su táctica y su estrategia, por sus principios ideológicos. Al mismo tiempo, tiene que ser parte, la más numerosa posible, de las masas populares. Cuando la lucha de masas se extiende a todos los estamentos populares sin excepción, la concepción misma del partido comunista de masas apare ce como una necesidad insoslayable. La vanguardia tiene que estar presente, con su política y con su fuerza organizada, en todos esos frentes de lucha. Para ello cuenta mucho la calidad de los militantes y dirigentes del Partido en cada lugar, pero cuenta también la cantidad, pues para llegar a las grandes masas humanas hace falta una masa de hombres


y mujeres que, al mismo tiempo que decididos y abnegados, lúcidos y capacitados, sepan imprimir a la lucha de masas una orientación revolucionaria. Por ser partido de vanguardia por sus principios ideológicos, organizativos y su objetivo final, por ser partido de masas por su gran incidencia y vinculación entre los trabajadores, el partido comunista se sitúa en condiciones de transformar los anhelos populares en organización y acción revolucionarias. La ideología del partido comunista se basa en la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo. Los comunistas estamos convencidos de que el marxismo-leninismo es una ciencia en constante desarrollo y rechazamos y combatimos los intentos de reducirlo a una dogma. Por el contrario, el reconocimiento del marxismo-leninismo significa la aceptación de unos postulados que han sido confirmados por la ralidad y la experiencia histórica del movimiento obrero y que constituyen los principios básicos de nuestra ideología. De nuestros principios queremos señalar entre otros: La concepción dialéctica y materialista del mundo y de la historia y el reconocimiento de la existencia de leyes objetivas del desarrollo material y social. La interpretación de la lucha de clases como fuerza motriz del desarrollo de la sociedad en clasista y el consecuente enfoque de clases a todo? los problemas sociales. La convicción de la necesidad y posibilidad de la sustitución del modo de producción capitalista por el socialista y la lucha consecuente contra el capitalismo y por el triunfo de la revolcuión socialista. La plena conciencia de la misión histórica del proletariado y del papel del partido comunista como organizador y dirigente de ¡a lucha de la clase obrera por su total emancipación. El reconocimiento del carácter internacional de nuestra causa y la aplicación consecuente del internacionalismo proletario. El carácter de clase y nacional del partido comunista es consustancial a su condición de partido internacionalista. El partido comunista desarrolla una lucha incesante por la unidad del movimiento obrero y comunista internacional y por una posición inequívoca de apoyo al campo socialista y de lucha irreconciliable contra el imperialismo, así como una solidaridad permanente con todos los destacamentos de la clase obrera internacional y de los movimientos de liberación nacional. El partido comunista es parte integrante del movimiento comunista internacional, por lo tanto restableceremos las relaciones internacionales con todos los partidos comunistas hermanos. La unidad ideológica del Partido Comunista es una condición indispensable para que éste pueda cumplir su misión, pero ésta resulta estéril si no es respaldada por la unidad orgánica del partido.

Todas las normas de organización del partido responden a sus principios ideológicos y políticos. El partido comunista está estructurado en base a los principios de organización leninistas.

Los partidos comunistas, no obstante la diversidad de condiciones en que actúan, basan su organización en lo que Lenin denominó centralismo democrático. El centralismo democrático, el ejercicio de la crítica y la autocrítica, el trabajo colectivo y la disciplina y responsabilidad individual son normas fundamentales del funcionamiento del partido comunista. En el partido comunista se garantiza el más amplio y democrático debate de opiniones. La democracia en el partido es tanto más efectiva cuanto mayor es el nivel de información y de formación ideológica y política de sus militantes. Tras el debate, la minoría se subordina disciplinadamente a la decisión mayoritaria que es obligatoria para todos. Ello garantiza la unidad de acción de los comunistas y da su verdadero sentido a la democracia interna. En consecuencia, en el partido comunista no se admiten • las fracciones, ni las corrientes, ni los clanes en torno a tal o cual dirigente del partido. El levantamiento del Partido Comunista exige la aplicación de método correcto, leninista, que garantice la consolidación de un proceso que sólo se inicia con este Congreso. El reconocimiento de las discrepancias que alejaron a muchos de los que ahora integramos este proceso, como de las posiciones y puntos de vista sobre los que necesariamente quedan diferencias por resolver, la discusión amplia y consciente de esas diferencias por todos los camaradas y no solo los dirigentes, con conocimiento de todas las posiciones, lejos de debilitarnos es condición indispensable para avanzar en la recuperación del Partido que queremos. La estructura general del partido en base a la célula como organización de base del partido es aquella que viene reflejada por los estatutos. Es fundamental en este período el desarrollo de la formación y una política de cuadros en el partido así como el desarrollo de una política de proselitismo y reforzamiento del partido como tareas inmediatas para conseguir este gran Partido Comunista que pretendemos recuperar. Nuestra estrategia requiere estos objetivos asi como retomar la importancia que tiene mejorar la relación orgánica entre partido y movimiento de masas en la lucha por el socialismo y el comunismo.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.