Polar en la Luna Autor e Ilustraciones Hugo Velez Martinez
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Nuestro autor es un jovencito con muchas inquietudes, actualmente cursa 1º de Primaria en el colegio La Noria de Lepe. Un día le propuso a su maestra escribir un cuento, según él su madre le había dicho que lo íbamos a hacer, su maestra aceptó el reto y aquí tenemos el resultado. Espero que haya disfrutado mucho y que no sea el primero y el último, sino que nos regale muchos y muchos más con esos dibujos tan bonitos (lo de colorear ha costado más, pero se ha hecho también). Enhorabuena Hugo por tu trabajo y ya podemos ir empezando el próximo. Lepe a abril de 2018
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HabĂa una vez un extraterrestre que se llamaba Polar. Era un ser alto y gordo, de color azul. AdemĂĄs tenĂa antenas y cuernos. Le gustaba vestir con ropa de alegres colores.
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Polar vivía en un pequeño planeta que se llamaba Luna, en una galaxia muy lejana desconocida para nosotros. Todos los habitantes de allí eran tranquilos y muy serios. Lo que más les gustaba era leer diarios interespaciales.
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Un día Polar decidió irse en su nave espacial, que tenía forma de piña y era de muchos colores. Quería explorar algún planeta desconocido para ellos. Todos sus familiares y amigos le dijeron que había perdido el juicio. Pensaban que no debía hacerlo porque su nave era demasiado antigua.
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Pero nuestro extraterrestre, ya había tomado su decisión. Les explicó a todos que no debían preocuparse porque aunque tiene cien años sabía muy bien lo que hacía. Y se fue por su equipaje, su ropa y su bolsa de aseo. Cuando lo tuvo al lado de la nave, se despidió de los demás tirándoles de las trompetillas.
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Después de varios meses de viaje, nuestro amigo decidió posar su nave en un satélite de un gran planeta. Más tarde se enteraría de que se llamaba Flixón. Cuando bajó de la nave, un montón de seres extraños lo estaban observando. Eran diminutos y delgados. En cuanto vieron a Polar bajar de la nave, los habitantes se escondieron.
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Pero entonces, nuestro amigo les puso música, se tranquilizaron y salieron de sus escondites. Después, uno de ellos sacó una extraña máquina que podía traducir todos los idiomas. Así, se pudieron entender muy bien. Al rato, todos estaban muy contentos de la visita. Tanto que al final los extraterrestres le pidieron que se quedara a vivir con ellos. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
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