Pazos de Galicia nº7

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Adolfo Enríquez

Portalones de entrada Incluían garitas para la vigilancia de los accesos

G En la Edad Media, las luchas sociales hacían precisos grandes elementos defensivos

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alicia es rica en pazos y grandes casas señoriales que reflejan el pasado intenso de un grupo social, la hidalguía, que tenía un gran poder económico, político y social. Hoy en día muchos de ellos están delicadamente restaurados y dedicados al turismo. Esta actividad nos hace disfrutar de sus enormes torreones, de sus almenas, de sus altos muros pétreos y, por supuesto, de su inmejorable situación estratégica. Cuando nos ponemos a reflexionar sobre ellos una pregunta nos viene a la cabeza: ¿A qué deben eses elementos defensivos que hoy forman parte de su atractivo? La arquitectura de los pazos gallegos es uno de los tesoros de nuestra historia del arte porque ninguno de ellos es igual a otro. La piedra es el elemento fundamental de estas edificaciones que tienen su origen en torno al año 1500, aunque se conserven algunos con origen en los convulsos siglos del Medievo. Sin embargo, su mayor auge se produce en los siglos posteriores, sobre todo en el XVII y XVIII. Es en esta época histórica, marcada por importantes cambios políticos, sociales y económicos, cuando las familias acaudaladas buscan ennoblecerse. Por este motivo necesitan hacer una demostración de su poderío económico y social ante sus vecinos, fundamentalmente agricultores y ganaderos que pagaban sus rentas a estas familias. Y el mejor

Pazo da Touza Grandes muros protegían la propiedad

modo de hacerlo era edificando monumentales edificios familiares caracterizados por torreones, grandes muros y vistas privilegiadas. Si en la Edad Media las luchas sociales y políticas, junto con las invasiones, hacía necesario grandes elementos defensivos para proteger el territorio que dominaban los grandes señores de Galicia; es en los siglos XVI y XVII cuando las nuevas familias nobles imitan este carácter defensivo con alguno de sus elementos decorativos o estéticos. Esto no quiere decir que no fuera necesaria la defensa de estos edificios. Los señores debían proteger sus posesiones de los asaltantes, sobre todo en épocas de crisis, y defenderlas a toda costa para evitar robos, incendios, destrucción de cosechas y, en el peor de los casos, la muerte de alguno de sus miembros familiares. Por esta razón estos edificios nacieron con grandes muros de piedra que circundaban la casa solariega para crear una primera barrera arquitectónica. Sus vecinos, no solo se encontraban con una dificultad defensiva, sino que se les mostraba su posición jerárquica dentro de la sociedad de la época. El portalón de entrada es quizás el ejemplo más claro de los que estamos hablando. Una impresionante puerta de entrada, engalanada con varios escudos familiares, es identidad de un inmueble perteneciente a lo más selecto de la sociedad de la época. Las garitas de entrada nos reciben, a la vez


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