Albom Mitch, Las Cinco Personas Que Encontraras En El Cielo, The five people you meet in heaven in s

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Mitch Albom Las cinco personas que encontrarás en el cielo -Estás chiflado. -No lo hagas. -Voy a llamar a Marguerite. Se pondrá muy contenta. -No se pondrá muy contenta. Va cojeando hasta una cabina telefónica y mete una moneda de cinco centavos. Contesta Marguerite. Eddie le cuenta la noticia. Noel tiene razón. Ella no se pone muy contenta. Le dice que vuelva a casa. Él le dice que deje de decirle lo que tiene que hacer. -Tenemos un niño en camino -le riñe ella-. No puedes comportarte de ese modo. Eddie cuelga el teléfono enfadado. Vuelve con Noel, que está comiendo cacahuetes en la barandilla. -Déjame que lo adivine -dice Noel. Van a la ventanilla y apuestan por otro caballo. Eddie se saca el dinero del bolsillo. Una parte de él ya no lo quiere y la otra quiere el doble, para poder arrojar el dinero sobre la cama cuando llegue a casa y decirle a su mujer: «Toma, compra lo que quieras. ¿Vale?». Noel contempla cómo empuja los billetes por la abertura de la ventanilla. Alza las cejas. -Ya lo sé, ya lo sé -dice Eddie. Lo que no sabe es que Marguerite, como no le puede llamar, ha decidido ir en coche al hipódromo para reunirse con él. Ella se siente mal por haberle gritado, es su cumpleaños y quiere disculparse; también quiere que lo deje, pero sabe por otras tardes anteriores que Noel insistirá en que se queden hasta el final; a Noel le gusta jugar. Así que como el hipódromo está a sólo diez minutos, coge su bolso y conduce su Nash Rambler de segunda mano por la avenida Ocean. Dobla a la derecha en la calle Lester. El sol ha desaparecido y el cielo está cambiante. La mayoría de los coches vienen en dirección contraría. Ella se acerca al paso elevado de la calle Lester, que solía ser el que la gente usaba para llegar al hipódromo, subiendo los escalones por encima de la calle y volviendo a bajarlos, hasta que los dueños del hipódromo instalaron un semáforo, que dejó el paso elevado, por lo general, desierto. Pero esta tarde no está desierto. Hay en él dos adolescentes que no quieren que los encuentren; dos chicos de diecisiete años que, horas antes, han salido corriendo de una tienda después de robar cinco cartones de cigarrillos y tres botellas de bourbon Old Harper. Ahora, una vez 124


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