Fragmentos de mar

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Valparaíso, Puerto de Naufragios

(“desde el frente de la Plaza de la Victoria hasta la Caleta de Jaime, actual Av. Francia con Av. Brasil), por el lado de la Playa, que en estos lugares se asilan los vagos, practicando toda clase de excesos e inmoralidades”. Espacio que podemos visualizar claramente en las fotografías de la Expedición Científica Española al Pacífico entre los años 18621866, captadas por Castro y Ordoñez. El carácter festivo que adquiere el naufragio para los grupos de peones-gañanes que frecuentan el espacio costero, convierte el lapso de tiempo en que transcurre este fenómeno, y su territorio de recepción como el lugar, “donde toda propiedad queda abolida, donde el objeto encubre su disponibilidad original, aparece también aquí como el lugar de una legítima recolección” 28. Tal concepción de las masas populares como amenazas del orden civilizatorio, que cuentan con una cierta “condescendencia” de las tropas nacionales a la hora de aplicar un disciplinamiento a estos actores sociales también es compartida por otro observador foráneo: “Por muy pronto que se hallen siempre los chilenos para prestar ayuda a los náufragos; consideran que las mercaderías todas que son arrojadas a la playa por causa del naufragio les pertenecen y de ellas

se apoderan en el acto, a pesar que las patrullas que las autoridades establecen para resguardar a los buques que naufragan: pero como los soldados desde niños están acostumbrados a oír que las especies náufragas son del pueblo, es fácil suponer que no se muestren muy estrictos para protegerlas del robo” 29. La barbarie sarmentiana vuelve bajo la formas del “caos” que se experimenta tras el naufragio. Un paréntesis temporal durante el cual el orden social, y público queda sino invertido, suspendido por los actos de “rapiña” o de recolección en la Playa del Almendral. Aquella “retórica de las costumbres populares” descrita por R. Longeville, refrendada como una “continuidad histórica” propia del fenómeno, tanto por las relaciones de los viajeros, como por la crónica urbana nos llevan a fijar una especie de “temporada de naufragios”, comprendida especialmente entre los meses de mayo y agosto. Ocasión que forma parte de una “Economía de la Multitud”, la cual generó sus propios canales de comercialización de abundantes artículos de valía: “Durante varios meses después de ocurridos los naufragios, en los cerros de las vecindades del

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