de su nombre griego, que significa: “quién como Dios”. Su imagen más común es la de jefe de los ángeles y capitán del ejército celestial, pero su misión más importante fue la de psicopompo, por ello lo vemos portando la balanza para la psicostasia en el momento del Juicio Final. Por otra parte, su culto es el más antiguo, como nacido en las comunidades cristianas del Egipto del siglo iv, por otra parte su culto en Constantinopla se remonta a la época de Constantino, y de esta capital del imperio romano oriental debió pasar a Italia y al resto de Europa. Es preciso destacar que los templos antiguos dedicados a Miguel en Europa adoptan con frecuencia plantas centralizadas, ya octogonales o circulares. El culto a san Miguel se propagó no sólo por el papel de psicopompo que tuvo este personaje sino especialmente por un episodio que ocurrió en la Roma del Papa Gregorio el Grande (590), cuando éste ordenó procesiones para suplicar al cielo el término de una peste y al fin el Papa tuvo una visión en la que se le apareció este arcángel en lo alto del castillo de Santangelo con la espada envainada, indicando que la epidemia había concluido, lo que así fue. En memoria de este acontecimiento el Papa Bonifacio iv ordenó construir en lo alto del famoso castillo romano una capilla con una imagen del titular, que duró hasta el siglo xviii, cuando fue sustituida por la actual, de bronce. No sabemos si la capilla fue circular, pero el recuerdo del castillo levantado sobre el mausoleo circular de Adriano motivó que estas capillas fueran circulares, como la cripta de la iglesia de los Hospitalarios de San Miguel de Mifaget, que se cubrió con cúpula. Quizá por esto, el oratorio de San Miguel de Aiguille (Velay), construido en forma centralizada en 962, fue rodeado en el siglo xi con una especie de deambulatorio ovoidal. El ejemplo más significativo es el de San Miguel de Entraigues (Charente), construido en 1137 para recibir a los peregrinos pobres de Santiago, tiene planta octogonal, con ábside en cada lado, y tal octógono viene a subrayar su carácter funerario. El modelo más famoso de Alemania es San Miguel de Fulda, de planta circular, sin duda por su vinculación con el modelo romano. Es probable que en su origen fuera de planta centralizada la iglesia catalana de San Miguel de Lillet, del siglo xi. Otro de los aspectos de la influencia de San Miguel fueron las peregrinaciones a lugares privilegiados por la presencia del arcángel, [342]
sa n ti ag o sebasti á n
como el Monte Gargano, en cuya cima se apareció a fines del siglo v, lo que fue el inicio de una prodigiosa extensión del culto por toda Europa, llegando a ser este lugar un polo de atracción para los cristianos que viajaron a Italia, como los reyes lombardos y los emperadores del Sacro Imperio, y entre los franceses se recuerdan a San Odón, abad de Cluny y a Suger. El lugar estaba valorado por la misteriosa gruta del arcángel, en cuya puerta se leía: Terribilis est iste Iocus, y una escalera que descendía hasta el fondo, donde podían verse las huellas de los pies de San Miguel. Tal fue la importancia de este lugar que fue catalogado entre las peregrinaciones mayores, origen de otras menores a manera de sucursales en varios lugares del Sur de Italia, pero el más famoso fue el Mont St. Michel de Normandía, que como no tenía gruta hubo de hacerse artificialmente. En cuanto a su iconografía, la Edad Media, desde tempranas fechas, optó por dos modelos de representación: San Miguel Psicopompo pesando las almas y atravesando con su lanza de capitán de la milicia celeste al dragón; en realidad estas variantes siguen prototipos que pertenecen al Egipto faraónico, ya que la psicostasia tiene su origen en el Libro de los Muertos y por tanto el arcángel queda equiparado al dios Thoth. Si en las representaciones medievales San Miguel lleva un libro, éste alude al Apocalipsis cuando dice: “entonces los muertos fueron juzgados según el contenido de los libros, cada uno según sus obras”, (xx, 12), como se ve en el capitel de Vezelay. Por otra parte, en la Edad Media estuvo muy arraigado el tema del origen egipcio de la lucha entre los ángeles buenos y malos, que venía a ser otra versión de la psicomaquia; este tema se recapitula en la iconografía de Miguel vencedor del dragón, siguiendo la inspiración del Apocalipsis (xii, 7-11): el ejemplo más logrado es el tímpano de San Miguel de Entraygues. El prestigio de este arcángel quedó testimoniado por los santuarios y ermitas que le dedicó el hombre románico; además de los citados están san Miguel de Frigolet, san Miguel de Monte Mercurio, san Miguel de Maurienne, san Miguel de Cuxá, etc., y las capillas de Aiguille, de Challe-les Eaux, de Montain, etc., colocadas en lugares elevados; y hubo iglesias monásticas con capillas en las torres dedicadas al arcángel como Gorze (1105), Cambrai (1152), etc.