(1947), un cine de barrio8 convertido en el Teatro Nuevo San Remo. Esta sala ubicada en la calle 66 con carrera 17 pertenecía a Cine Colombia y se construyó en la antigua cancha del club de tenis de Chapinero. Proyectó cine gratis todos los primeros de mayo para los obreros y para las familias de los barrios Colombia y Siete de Agosto. Tuvo su auge entre los cincuenta y los sesenta, cuando llenaba sus 990 sillas en las funciones dobles de películas mexicanas y de las primeras estadounidenses de vaqueros que llegaron a Colombia. Pero luego, en su decadencia, recurrió como varios teatros al cine X, hasta cuando quitaron los letreros de su marquesina, apagaron las luces, la máquina de proyección se detuvo y cerraron sus puertas de ojo de buey en forma definitiva. Finalmente, el teatro renació de la mano del industrial jubilado Manuel Díaz, quien lo compró, restauró y re-nombró Teatro Nuevo San Remo, para proyectar cine y servir como auditorio de eventos (El Tiempo, 2008, 20 de junio). Sin embargo, su esfuerzo de revitalizar una sala de cine de barrio para películas resultó en vano; hoy la sala se conserva recuperada, pero convertida en una iglesia cristiana. Las fachadas contrapuestas de dos emblemáticas salas bogotanas Para cerrar esta época de las salas de cine de la primera mitad del siglo XX, debemos mencionar dos casos importantes que contrastan el abandono y la esperanza: los teatros San Jorge y Faenza. El Teatro Faenza es el símbolo actual de la recuperación de un patrimonio casi perdido. A finales del siglo XX su decaimiento era terrible: terminó proyectando cine X y en al8 Los cines de barrio son un tema de especial interés para la historia de las salas de cine en Bogotá. Sin embargo, por extensión y enfoque, este tópico no se trata en el presente artículo.
138_ CINE Y PATRIMONIO
gunas ocasiones películas de estreno, como por ejemplo, hacia el año 2002, la película Los otros, del director chileno Alejandro Amenábar. A partir de la experiencia personal al ir a ver esta película al Faenza, porque llamaba mi atención conocer el teatro, escribí la siguiente impresión: …el deterioro de la sala era evidente, la pintura de las paredes y de las barandas de la doble escalinata de acceso estaba corroída; la taquilla daba tristeza por su deterioro, la espuma de las sillas estaba rota y su aforo se había reducido notablemente, la parte alta de las paredes tenía inexplicables agujeros tapados por latas que con el viento se levantaban y dejaban entrar la luz del sol en plena proyección. Lo más curioso eran sus “habitantes”, a la entrada el dulcero, el taquillero y la persona que recibía la boleta en la entrada de la registradora, eran señores muy ancianos y humildes, con tantos años y envejecidos tanto como el teatro pero que resistían con dureza el paso del tiempo. Adentro, la sala tenía luces de neón morado sobre las paredes que dejaban ver que la gente caminaba por sus corredores, y adelante en las primeras sillas frente al telón, (algo que recordaba los tiempos del Olympia y que jamás se podría ver en una sala actual de un centro comercial) la gente fumaba, ¡se podía fumar durante la proyección!, pero ¿esta situación a qué se debía? Pensé que tal vez podían robarme, así que salí huyendo sin ver nada de la película…
Miguel Ángel Rojas es un artista conceptual bogotano que tomó una serie de fotografías en 1979 tituladas Vía Láctea y Tres en platea, dentro del Faenza. Su búsqueda fotográfica trató