Con toda su camaradería y manualidad, fuera de horario, su tomada de tinto. Cada zapato es un problema y una solución, el del poder charlar mientras se pega, se clava, se corta, se jala, se unta y el burro lleno de pegante y las deshoras, y salida del sábado al tejo, a la rana, a pachanguear en la tienda, en la calle y volvamos a lo que siempre ha sido el zapatero, el taller en nuestra propia casa, con la tarea y la mamá, el recuñar, doblar, el martillar en la orquesta familiar.
Germán Espinel Bernal Remembranza de 1970