Transición a la democracia

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LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA Aunque hoy en díía veamos el perííodo de la Transición a la Democracia como un proceso histoí rico relativamente pacíífico, en realidad fue un período complejo en el que el camino hacia la democracia estaba lleno de obstáculos: crisis econoí mica, paro y conflictividad social, pervivencia de un franquismo intransigente… La transicioí n espanñ ola es el perííodo histoí rico durante el cual se lleva a cabo el proceso por el que Espanñ a deja atraí s el reí gimen dictatorial del general Franco, pasando a regirse por la Constitucioí n de 1978, que consagraba un Estado social y democraí tico de derecho.

1. EL FRANQUISMO SIN FRANCO Tras la muerte de Franco, Juan Carlos fue proclamado Jefe del Estado a la vez que en la presidencia del gobierno se encontraba Carlos Arias Navarro. La relacioí n entre el rey y el presidente del gobierno fue fríía y distante porque el monarca queríía avanzar en las reformas, mientras que Arias Navarro se situoí como partidario de la continuidad del reí gimen. En ese momento, se le planteaba al reí gimen, el dilema de la continuidad, la reforma o la ruptura. Los partidarios de la continuidad formaban el “búnker” y apostaban por el mantenimiento del Franquismo sin reformas a pesar de la fuerte oposicioí n políítica. El sector reformista del Franquismo era partidario de evolucionar lentamente hacia la democracia para asegurar la permanencia de Espanñ a en Europa. Este consideraba inviable el Franquismo sin Franco. En consecuencia, este uí ltimo sector fue el dominante y el que consiguioí pactar con la oposicioí n políítica. La oposicioí n antifranquista se habíía estado organizando. Esta acabaríía formando la Platajunta. Sus integrantes defendíían la ruptura democraí tica y exigíían medidas propias de un sistema democraí tico, entre las que destacaban la amnistíía general, legalizacioí n de los partidos… La protesta social seguíía en aumento y la respuesta represiva y violenta del gobierno provocoí acontecimientos como los Sucesos de Vitoria. Todo esto acaboí con la poca credibilidad que le quedaba al gobierno de Arias Navarro que, sin el apoyo del rey, se vio obligado a dimitir.

2. DESMANTELAMIENTO DEL FRANQUISMO Y CONSENSO Tras la dimisioí n de Arias Navarro, el rey nombroí como sucesor a Adolfo Suárez. En la designacioí n de Suarez tuvo mucho que ver Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes. Esta eleccioí n no fue nada esperada por parte de todo el paíís ya que el papel del nuevo presidente durante el reí gimen fue muy notorio y estaba considerado inmovilista. Desde el primer momento en el que el rey habíía nombrado a Adolfo Suarez, se calificoí de un gran error. Sin embargo, el nuevo presidente sorprendioí , actuando con realismo y llevoí a cabo raí pidamente una serie de medidas que anunciaban su voluntad de reforma políítica: amnistía para los presos polííticos y promesa de diaí logo con la oposicioí n, asíí como de elecciones generales para antes de un anñ o.


Cabe destacar que la principal iniciativa de Suarez fue la promulgacioí n de la Ley de Reforma Política junto con la promulgacioí n de la Ley Fundamental que suponíía la supresioí n de las Cortes Franquistas y la convocatoria de elecciones libres. La Ley de Reforma Políítica teníía entre sus objetivos; recuperar la soberaníía popular, reconocer el pluripartidismo… A pesar de que la oposicioí n democraí tica la consideroí insuficiente, la Ley de Reforma Políítica obtuvo un apoyo popular mayoritario en el Referéndum de diciembre de 1976. Por su parte los sindicatos aprovecharon el ambiente reivindicativo para reforzar sus posiciones. Crearon la Coordinadora de Organizaciones Sindicales (COS) y convocaron una huelga general a favor de sus reivindicaciones econoí micas. La convocatoria de numerosas huelgas y manifestaciones mostroí la fortaleza y protagonismo de la sociedad civil, haciendo que el gobierno tuviera que acelerar las reformas. Por el contrario, este proceso creoí tensiones con los sectores maí s inmovilistas, dimitiendo el vicepresidente primero para asuntos militares. El proceso de transicioí n a la democracia estuvo dificultado por la escalada terrorista. Grupos de extrema izquierda (ETA, GRAPO) y de extrema derecha, pretendíían con sus acciones terroristas desestabilizar la vida políítica espanñ ola y boicotear el traí nsito a la democracia. Entre las acciones de estos grupos destacan la Matanza de Atocha. El otro gran problema de este periodo fue la cuestión del PCE. Amplios sectores franquistas consideraban que este partido no cabíía en la Ley de Reforma Políítica pues argumentaban que no era un partido verdaderamente democraí tico. Finalmente, ante la aceptacioí n de las instituciones espanñ olas por parte de Santiago Carrillo y del PCE, Suarez legalizoí este partido. Esta accioí n trajo consigo el rechazo del Consejo Superior Militar y la dimisioí n del ministro Marina. Tras la legalizacioí n de aproximadamente 78 partidos en Espanñ a, Suaí rez y los lííderes de la oposicioí n pactaron la ley electoral y la convocatoria de elecciones para el 15 de junio de 1977. Estas fueron ganadas por UCD, partido formado por Suárez tras la fusioí n de muchos partidos de centro-derecha moderada. El segundo partido maí s votado fue el PSOE, dirigido por Felipe González y Alfonso Guerra, que asumioí la direccioí n de la oposicioí n. El PSOE y la UCD se encontraban en el centro del espectro políítico. A la derecha de UCD quedaba AP de Manuel Fraga y a la izquierda el PCE, que obtuvieron unos resultados maí s bajos. Sin embargo, en el País Vasco (PNV) y Cataluña (ERC Y PDC) vencieron las fuerzas nacionalistas. Con el resultado de la UCD en las elecciones, se formoí gobierno en minoríía de UCD presidido por Suaí rez. El resultado electoral reflejaba la voluntad de los espanñ oles de romper con la legalidad y las instituciones franquistas, continuar con las reformas democraí ticas y mantener el consenso políítico. Una de las primeras decisiones del nuevo gobierno seríía la de solicitar la integracioí n de Espanñ a en la CEE, con el apoyo de la mayor parte de las fuerzas polííticas. En noviembre, Espanñ a era admitida en el Consejo de Europa.

3. CRISIS ECONÓMICA Y PACTOS DE MONCLOA El primer problema que debioí afrontar el gobierno fue la grave crisis econoí mica. La crisis del petroí leo de 1973 habíía provocado una recesioí n mundial que afecto a Espanñ a con


enorme fuerza. Esta se manifestoí con una inflacioí n que estaba por encima del 25% y a la vez que las organizaciones obreras manteníían una enorme reivindicacioí n. Para solucionar esta crisis que poníía en peligro el proceso democratizador, el gobierno de UCD llegoí a varios acuerdos con los principales partidos polííticos y fuerzas patronales y sindicales. En su conjunto estos acuerdos recibieron el nombre de Pactos de Moncloa. Los dos grandes objetivos de los pactos fueron; por un lado, la reforma, modernizacioí n y saneamiento de la economíía ante la recesioí n, la falta de inversiones y el aumento del precio del petroí leo. Por otro lado, avanzar en las reformas polííticas para garantizar la libertad de expresioí n, de reunioí n y de asociacioí n.

4. CONSTITUCIÓN Y ESTADO AUTONÓMICO Solucionado maí s o menos el problema econoí mico, los polííticos se centraron en uno de los mayores objetivos de este periodo; la redacción de una Constitución sin exclusiones. Tras el complejo proceso de reforma, la Constitucioí n fue aprobada en refereí ndum el 6 de diciembre de 1978. La Constitución de 1978 fue el fruto de un consenso entre fuerzas polííticas de ideologíías distintas y que realizaron un importante esfuerzo negociador para conseguir por fin una reconciliación en la Espanñ a dividida por la Guerra Civil y el Franquismo. En ella, Espanñ a se define como un “Estado social y democrático de Derecho, siendo la forma de gobierno una monarquía parlamentaria. Esto significa que Espanñ a contaba con un importante papel del estado en materia de empleo y prestaciones sociales, salud puí blica, educacioí n, medio ambiente, etc. Por otro lado, se recoge la separacioí n e independencia de los tres poderes; el legislativo radicaba en las cortes, el ejecutivo recaíía en el gobierno y el judicial estaba en manos de jueces y magistrados. Y, en consecuencia, a la Corona le corresponden solo quehaceres de caraí cter simboí lico. Cuenta tambieí n con una amplia declaracioí n de derechos y con una soberaníía nacional que reside en las Cortes Bicamerales, elegidas por sufragio universal directo. El paíís se determinoí como Estado laico, pero con una referencia expresa al catolicismo como religioí n mayoritaria. Asimismo, se concibioí a Espanñ a como un Estado unitario de las autonomíías junto con el reconocimiento del derecho a la autonomía a las regiones espanñ olas con oí rganos de gobierno propios y amplias competencias. Asíí, la descentralizacioí n del estado dio paso a un nuevo mapa políítico en el que Espanñ a pasaba a tener 17 Comunidades y con dos Ciudades Autoí nomas. En este proceso se tratoí de satisfacer a las fuerzas nacionalistas al mismo tiempo que se conservaba la unidad de Espanñ a para contentar a los inmovilistas. El acceso a la autonomíía podíía realizarse por dos víías raí pidas.

5. SEGUNDA LEGISLATURA DE UCD Tras la aprobacioí n de la Constitucioí n se convocaron nuevas elecciones y Suaí rez formoí el primer gobierno democraí tico tras el Franquismo. A pesar del importante papel de Suaí rez durante la Transicioí n, los gobiernos de la UCD entraron pronto en crisis. Se debioí a varias razones;


Las divisiones y discrepancias en el seno de UCD ya que este partido era fruto de la alianza entre grupos políticos heterogéneos. Por otro lado, habíía una ofensiva terrorista (especialmente ETA) junto con la amenaza de golpe de estado por parte del ejeí rcito. Al igual que, el descontento de ciertas regiones que aspiraban a la autonomía y la persistencia de la crisis econoí mica agravada por la segunda crisis del petroí leo en 1979. Por uí ltimo, la dura oposicioí n que formoí el PSOE, una vez superados los Pactos de Moncloa. Ante estos problemas Adolfo Suaí rez dimitioí (enero de 1981), y fue sucedido por Leopoldo Calvo Sotelo. En la votacioí n de investidura de eí ste se produjo el intento de Golpe de Estado del 23-F de 1981. En este, el Coronel Tejero ocupoí el Congreso y retuvo a los diputados durante varias horas, mientras Milans del Bosch decretaba el estado de excepcioí n en Valencia. En dicha crisis fue decisiva la actitud del rey Juan Carlos I que, como jefe del ejeí rcito y del Estado, desautorizoí el golpe. La presidencia de Calvo Sotelo quedoí muy condicionada por la crisis de su partido, la tensa situacioí n social y las consecuencias del intento de golpe de Estado. Durante esta legislatura, Espanñ a, finalmente, entroí en la OTAN. Dicha integracioí n suscitoí un intenso debate en las Cortes por la oposicioí n de los partidos de izquierda. Todo esto facilitoí la descomposicioí n de la UCD que culminoí entre 1981 y 1982, quedaí ndose Calvo Sotelo sin partido y vieí ndose obligado a convocar elecciones. En las elecciones de 1982 acaba venciendo Felipe Gonzaí lez a traveí s del PSOE, consiguiendo una mayoríía absoluta y asentaí ndose definitivamente la democracia.


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