Etnografía bajo un espacio turístico: sus procesos de configuración

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Capítulo IV - Algunos procesos sociales y culturales

o ‘María la del Rape’. Los apelativos, en este caso chata y rape, serán heredados por todos los miembros de la familia, al menos hasta que ellos consigan uno individualmente. Cuando la construcción sintáctica ‘el/la fulanito/a de el/la menganito/a’ aparece, indica que el mote tiene al menos dos generaciones de antigüedad. Analizando la manera de transmisión de los apelativos familiares se infiere algo sobre los usos culturales de los mismos, así como de la idea de comunidad y creciente autoidentificación comunal. Un buen ejemplo es el caso de la familia de ‘el Pellejero’. El padre de ego hacía grandes recipientes para el envasado de vino y aceite de las pieles de vacas. Cuando este hombre murió, el hijo (ego), actual dueño del Hotel Almadraba**, fue conocido como Pepe ‘el Pellejero’. Ego tiene dos hijos: uno estudia ingeniería industrial en Cádiz-capital, el otro le ayuda a él como recepcionista y camarero del Hotel. El estudiante es conocido bien por su nombre de pila, bien por la construcción habitual ‘Luis el del Pellejero’. Sin embargo el otro, que vive y trabaja en Zahara, es solamente conocido como ‘Pellejero hijo’. Esta transformación es peculiar dado que ego está vivo, y él ya ha adquirido por herencia el apodo familiar. Mediante este mecanismo de designación social, la comunidad enfatiza sus lazos internos con el muchacho, que se siente unido al pueblo; su hermano, por el contrario, bien podría ser muy pronto tratado como un extraño. En Zahara, la filiación construida socialmente es tanto paterna como materna, dependiendo del status de la familia. De acuerdo con esto, cuando los zahareños se refieren a un miembro de una gran familia usarán el apellido, incluso aunque ese apellido no sea ya tal. El mejor caso para explicar este rasgo es el de ‘los Castros’ (plural del apellido Castro). ‘Castro’ es un apellido que puede remontarse a cuatro generaciones; pero cuya filiación oficial se rompió tan pronto como en la primera transmisión pues no hubo ningún varón que perpetuase el apellido paterno. Por lo tanto, ‘Castro’ debe ser entendido etnográficamente como un apodo. Algunos vecinos de Zahara se sorprenden cuando se enteran de que ‘Castro’ no es el apellido real, confirmando así su predisposición a no usar motes con los miembros de familias importantes. Otro caso parecido, aunque esta vez sí son apellidos reales, ocurre con ‘los Trujillos’, la gran familia terrateniente de la zona, o ‘los Cana’, familia de gran tradición en Zahara por la numerosa descendencia. Su peso laboral en el Hotel Atlanterra ha prodigado una graciosa metáfora que recorre las calles de Zahara: “¡Anda, que tienes ma’ cana qu’el Hotel!”. Aunque dada la carga de nepotismo que conlleva, no suele oírse normalmente por considerarse un insulto. No obstante, el apodo familiar más empleado es el relacionado con la filiación materna, en el que el nombre de pila de la madre se convierte en apelativo. Así no es extraño encontrarse con alguien conocido como ‘María Carolina’ o ‘Paco Felisa’. Este rasgo cultural está considerado en Zahara como algo exclusivo del pueblo, y de aquí que sea enarbolado como bandera de identidad cultural como


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