Paralelo 43 Nº5 Mayo de 2012

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Revista Parelelo 43-5 -2 31/05/12 17:18 Página 32

vestigadora de dichas pizarras, Isabel Velázquez, en la pizarra 104, que es del siglo VIII y apareció en Carrio (Asturias), el texto es casi romance. Es un escrito que parafrasea otros textos literarios que tratan sobre las pasiones de San Cristóbal y San Bartolomé, y lo más significativo es que la persona que los lee da enormes muestras de que apenas comprendía lo que leía. No se trata de que se equivoque cuando fija por escrito el texto que acaba de leer, demostrando así su impericia como copista, sino que está leyendo y escribiendo desde una lengua demasiado distinta para sus propósitos. La caída del más poderoso reino germánico de occidente arrastrará consigo la función institucional del Latín, lengua oficial de la administración goda. La llegada de los musulmanes a la península en el 711 sorprende al último rey godo dando palos a los irredentos descendientes

Fueron pocos los que en Hispania lamentaron la caída del estado godo. Para las clases desfavorecidas fue más bien una liberación. La población asistió con indiferencia al hundimiento del régimen, sin que se produjeran reacciones sensibles ante el cambio. La tributación mercantil universal, como modalidad fiscal homogénea y pactada que impusieron los musulmanes, fue recibida por muchos como una bendición frente al atosigamiento fiscal sobre personas y bienes del sistema esclavista de época visigoda. Es muy significativo que en el XVI Concilio de Toledo el régimen godo proponga, como penas para todo aquel que hiciera maquinaciones contra el Rey, la excomunión y la servidumbre perpetua a la hacienda fiscal del osado y todos sus descendientes (¡muy germánico!). El nuevo modelo de tributación, más que la fuerza de las armas, fue lo que convirtió la conquista musulmana en un paseo. Los encuentros y desencuen-

Esa lengua, que hoy podemos rastrear en los documentos de

Valpuesta, Oña o Santoña, se fue expandiendo hacia las tierras centrales de Burgos al ritmo en que lo hacían los primitivos colonos castellanos, dejando a un lado el dialecto leonés y a otro el

navarro-aragonés y riojano. de aquellos silvoganaderos vascos que, tras la caída del Imperio Romano, habían vuelto a sembrar la semilla del Euskera más allá de sus montañas sin habérselo propuesto (¡lo que realmente buscaban era pastorear gente!). No se llevaban bien ni con los francos del norte ni con los visigodos del sur que, a decir verdad, eran primos hermanos (todos germanos). Rodrigo tuvo que salir pitando hacia el sur dejando el tema de los vascos para otro momento. Pero ya no volvería. Su sentencia de muerte no la firmaron ni los vascos del norte ni los musulmanes del sur. ¡Lecciones de la historia! Fue traicionado por los suyos en plena batalla de Guadalete (era un vicio que arrastraban de antaño, ¡les ponía mucho matarse entre ellos si había expectativas de poder por medio!).

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tros, pactos y batallas, idas y venidas en que se vieron envueltos los musulmanes no persiguieron otra cosa que el cobro de los tributos. Querían dineritos para poder echarse al sol (¡menos germánico!). Espada en mano, irrumpirán por primera vez en la cuenca valpostana del Omecillo en la última década del Siglo VIII, dejándola casi despoblada. Lo dicho: cosa de perras. Pero ya desde comienzos del siglo IX, y al amparo de gran número de fortalezas construidas a modo de defensas y puntos de control, se volverá a colonizar la zona con aportes poblacionales muy diversos: parte de la población hispanogoda que se habría refugiado en montañas y vallejos, gentes de habla vasca atraídas por la actividad eco-


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