(de) antes de partir

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(de) antes de partir

Bienvenido nuevo dĂ­a Los colores y las formas Vuelven al taller de la retina Jorge Carrera Andrade

Santiago Serrano


unos minutos y arranca con las puertas abiertas, algunas personas quedan con un pie afuera y otro adentro. Viajamos como animales, escucha gritar desde atrás. Tal vez debería volver a Orán, se dice en silencio. A la altura de Caballito, empieza a sentir que el tren desacelera la marcha con demasiada anticipáción antes de llegar a cada estación, es como si no pudiese frenar a raya. Poco antes de llegar a Once, nota una velocidad excesiva, como si el tren se hubiese vuelto de aire. El tren debería detenerse y no lo está haciendo. La visión de los pájaros muertos aparece nítida. En su estómago el miedo cava un agujero. Lucía Juan se agarra con fuerza del pasamanos y aprieta los ojos. El choque terrible no tarda en llegar. Pronto el tren se convierte en un cementerio de pájaros sin alas.


oscuros y grandes brota una mirada triste y mansa. No habla mucho, sus gestos son ligeros, delicados, mínimos. Es tímida como una luna en cuarto menguante. Su padre la llamaba “mi pajarito asustado”. Tiene una voz dulce y acompasada. Si fuese menos cohibida, hasta podría cantar. Con el sueño de tener un programa en la radio, se fue a Salta a estudiar para locutora, pero nunca se atrevió a ejercer. Se conformó con ayudar a su madre en la tienda de ramos generales que tenía en el centro de Orán. Un día, aburrida de su vida, le dijo a su madre que se iba a probar suerte en Buenos Aires. Repartiré carpetas por todos lados. Puedo trabajar en radio, hacer doblajes de películas, voces en off, comerciales. ¡En Capital hay mil posibilidades!, le dijo, aparentemente convencida. De eso hace ocho años. Lucía Juan nunca envió a nadie su hoja de vida; ni siquiera ha escrito una, porque no tiene nada qué poner. Ha pasado el tiempo repartiendo volantes, atendiendo locutorios y contestando llamadas en call centers. En el sueño, una amenaza invisible la acecha. Es un gorrión asustado, encerrado en un lugar muy frío, una especie de frigorífico. A su alrededor hay muchísimos pájaros que aletean desesperados. Ve a algunos arrinconados, sin alas; y ve a otros muertos, tirados en el suelo, sin cabeza. Ella quiere huir, levantar el vuelo pero el techo es bajo, y sus alas están lastimadas. A las seis y cuarenta y cinco minutos, el sonido del despertador la saca del sopor. Controlada por el reloj, toma el tren en Castelar. Está repleto, no hay asientos disponibles. Viaja arrimada a una de las paredes sucias del cuarto vagón. Mira a los demás y piensa que son como los pájaros. Gente común, seres anodinos


Colección: Taller de la Retina Un proyecto de Paradocs Coordinación editorial: Santiago Serrano Juan Antonio Serrano Francois Laso Santiago Serrano santibaniez@hotmail.com Primera edición Quito, Ecuador 2012 Diagramación y diseño Nora Salgado ISBN: 978-9942-11-302-3 Texto Marcela Noriega Paradocs fotografia paradocsfoto.com paradocsfoto@gmail.com

Obra impresa en Ecuador 1.000 ejemplares Este libro se terminó de imprimir y encuadernar en el mes de mayo de 2012 en Quito, Ecuador.


(de) antes de partir

Santiago Serrano



ahogados en rutinas, personas que quizá tuvieron sueños reales, o que probablemente aún los tengan. Águilas arpías, fragatas, cormoranes, perdices, calandrias, colibríes. Todos pidiendo que les abran la puerta de sus jaulas. La madrugada del miércoles 22, Lucía Juan vuelve a soñar que es un pájaro, ya no un colorido gorrión que intenta escapar, sino una gaviota gris a la que le han arrancado las alas y que permanece sangrante en la cima de un enorme risco, junto a cientos de pájaros heridos o muertos. El llanto de las aves es aterrador. La angustia por no tener alas es tan profunda que la gaviota gris se

A: Sonia, Luis Fernando y pajarito.

arrastra hasta la punta del peñasco. Quiere saltar y morir estrellada contra las rocas que el mar golpea en el rompeolas. Antes de saltar, intenta una vez más hacer los movimientos del aleteo, pero es tan inútil como agarrar un lápiz con un muñón. Cierra los ojos y salta al vacío. La caída le produce un estremecimiento tan fuerte que se despierta de inmediato, entre la zozobra y el miedo. Esa mañana de miércoles, mientras se lava los dientes, un pensamiento la atormenta: te quitaron las alas porque nunca aprendiste a volar. Cuando sale de casa, su cabeza está tan revuelta que olvida poner a descongelar la milanesa de pollo. Fiel a su rutina, Lucía Juan se monta a las 07:54 en el cuarto vagón. La gente sube a las apuradas, otra vez no halla asiento. 1.200 personas viajan ese día en el tren de la línea Sarmiento. En su mente aún revolotea el sueño. No sabe por qué, pero siente pena por la gente que la rodea y por ella misma. ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, se pregunta. El tren se detiene en Ciuda-dela. Pasan

Agradecimientos: Francois "coco" Laso, Marcela Noriega, Nora Salgado, Juan Antonio Serrano, Marcelo Aguirre, Diego Arteaga.



nuestro elemento es el fuego. Témele al frío. El frío oculta cosas, se mete bajo la piel y roe los huesos como hace el mar con las rocas, le decía su abuela, hija de indios wichí. Los últimos inviernos ha nevado en Buenos Aires y eso a Lucía Juan le ha producido tal espanto que ha pensado en regresar a Orán, aunque ello le suponga olvidarse de los sueños con los que, hace ocho años, llegó a la Capital. Sueños de los que, hace tiempo, solo ve las sombras. Con el cuerpo entumecido, hecho una G, Lucía Juan sueña que es un gorrión. El gorrión es el pájaro de la alegría, pero ella siempre fue una niña triste que nunca aprendió a reír. A los treinta años, se ha convertido en una mujer sedentaria, sombría, cuyas rutinas se repiten todos los días de manera escrupulosa y sin alteraciones. Los horarios son enormes tijeras que cortan

Paradocs es una fundación y una cooperativa de fotógrafos que busca hacer viables proyectos fotográficos. El trabajo de Paradocs promueve y difunde la creación contemporánea. Es una plataforma de debate y discusión basada en una permanente reflexión grupal y en fomento de nuevas formas de mirar la realidad. Existe desde 2008.

alas y cabezas. Lucía Juan lo intuye, pero no sabe volar. Todas las noches se acuesta a las diez en punto para estar en pie a las siete menos cuarto de la mañana. A esa hora se prepara un mate amargo, se asea y se viste. A las siete y cincuenta y cuatro minutos toma el tren en la estación de Castelar y se baja a las ocho y treinta y tres en la terminal de Once, donde trabaja en un call center hasta las seis de la tarde. Dieciocho minutos pasadas las seis toma el tren de regreso a Castelar y llega a casa sobre las siete. Cada quince días compra doce milanesas de pollo, res y ternera. Hoy es martes, y antes de irse a trabajar descongelará la ternera. Lucía Juan es delgada, lívida, de rostro largo; su cabello negro y ondulado cae sobre los cuencos que forman sus marcadas clavículas. De sus ojos

Taller de la Retina es una línea editorial de Paradocs que tiene como objetivo difundir la creación y el pensamiento fotográfico contemporáneo. Títulos publicados por Paradocs: “Otro cielo no esperes” Francois “coco” Laso “Barrio” Paula Parrini “Alguien te está mirando” Juan Antonio Serrano “(de) antes de partir” Santiago Serrano “Nunca un río” Francois “coco” Laso


Santiago Serrano Quito, Ecuador. 1978

frío se le ha metido en el cuerpo como un presentimiento que la hace temblar. Lucía Juan nació en San Ramón de la Nueva Orán, en el Chaco Salteño, allá donde las temperaturas llegan a los cincuenta grados a la sombra y los veranos son verdaderas pruebas de resistencia para las almas cansadas. Lucía Juan conoció a dos compañeros de su padre, que trabajaban en la zafra y murieron insolados, vertiendo sangre por nariz y boca. No le temas al calor,


sombras de pájaro Marcela Noriega

Buenos Aires amanece envuelta en una capa de óxido gris. Jóvenes nubes oscuras corren vigorosas alterando el cielo, volviéndolo un amasijo confuso. Los diluvios han sido constantes este febrero. Son las siete del martes 21. Lucía Juan duerme; se debate entre malos sueños. Por una rendija de su ventana entra un hilo de viento que anuncia una nueva tormenta y la enreda en una pesadilla incomprensible. Hace calor, pero en su sueño es invierno y el

Estudió en la Escuela de Fotografía Andy Goldstein de Buenos Aires y cursó el programa de Fotografía Documental en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA). Parte del Seminario de Fotografía Contemporánea 2010 del Centro de la Imagen de México. Seleccionado por Photoespaña para los visionados de portafolios en República Dominicana 2011. Becado por la Fundación Pedro Meyer y World Press Photo para cursar el Diplomado de "Fotonarrativa y Nuevos Medios" 2012. México. De niño soñaba con ser futbolista o torero. Más tarde le empezó a gustar la fotografía y por casualidad encontró un libro de Robert Frank, pensaba que no se podía vivir de hacer fotos, en ocasiones lo sigue pensando. Hincha del Deportivo Quito.




“La ciudad es un fenomenal hecho artístico. Es en sí misma una escultura amorfa, oscura y luminosa a la vez. La ciudad es el lugar por excelencia de los diferentes y la no existencia de límites la hace libre”. Justo Solsona






















“La ciudad es un fenomenal hecho artístico. Es en sí misma una escultura amorfa, oscura y luminosa a la vez. La ciudad es el lugar por excelencia de los diferentes y la no existencia de límites la hace libre”. Justo Solsona




sombras de pájaro Marcela Noriega

Buenos Aires amanece envuelta en una capa de óxido gris. Jóvenes nubes oscuras corren vigorosas alterando el cielo, volviéndolo un amasijo confuso. Los diluvios han sido constantes este febrero. Son las siete del martes 21. Lucía Juan duerme; se debate entre malos sueños. Por una rendija de su ventana entra un hilo de viento que anuncia una nueva tormenta y la enreda en una pesadilla incomprensible. Hace calor, pero en su sueño es invierno y el

Estudió en la Escuela de Fotografía Andy Goldstein de Buenos Aires y cursó el programa de Fotografía Documental en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA). Parte del Seminario de Fotografía Contemporánea 2010 del Centro de la Imagen de México. Seleccionado por Photoespaña para los visionados de portafolios en República Dominicana 2011. Becado por la Fundación Pedro Meyer y World Press Photo para cursar el Diplomado de "Fotonarrativa y Nuevos Medios" 2012. México. De niño soñaba con ser futbolista o torero. Más tarde le empezó a gustar la fotografía y por casualidad encontró un libro de Robert Frank, pensaba que no se podía vivir de hacer fotos, en ocasiones lo sigue pensando. Hincha del Deportivo Quito.


Santiago Serrano Quito, Ecuador. 1978

frío se le ha metido en el cuerpo como un presentimiento que la hace temblar. Lucía Juan nació en San Ramón de la Nueva Orán, en el Chaco Salteño, allá donde las temperaturas llegan a los cincuenta grados a la sombra y los veranos son verdaderas pruebas de resistencia para las almas cansadas. Lucía Juan conoció a dos compañeros de su padre, que trabajaban en la zafra y murieron insolados, vertiendo sangre por nariz y boca. No le temas al calor,


nuestro elemento es el fuego. Témele al frío. El frío oculta cosas, se mete bajo la piel y roe los huesos como hace el mar con las rocas, le decía su abuela, hija de indios wichí. Los últimos inviernos ha nevado en Buenos Aires y eso a Lucía Juan le ha producido tal espanto que ha pensado en regresar a Orán, aunque ello le suponga olvidarse de los sueños con los que, hace ocho años, llegó a la Capital. Sueños de los que, hace tiempo, solo ve las sombras. Con el cuerpo entumecido, hecho una G, Lucía Juan sueña que es un gorrión. El gorrión es el pájaro de la alegría, pero ella siempre fue una niña triste que nunca aprendió a reír. A los treinta años, se ha convertido en una mujer sedentaria, sombría, cuyas rutinas se repiten todos los días de manera escrupulosa y sin alteraciones. Los horarios son enormes tijeras que cortan

Paradocs es una fundación y una cooperativa de fotógrafos que busca hacer viables proyectos fotográficos. El trabajo de Paradocs promueve y difunde la creación contemporánea. Es una plataforma de debate y discusión basada en una permanente reflexión grupal y en fomento de nuevas formas de mirar la realidad. Existe desde 2008.

alas y cabezas. Lucía Juan lo intuye, pero no sabe volar. Todas las noches se acuesta a las diez en punto para estar en pie a las siete menos cuarto de la mañana. A esa hora se prepara un mate amargo, se asea y se viste. A las siete y cincuenta y cuatro minutos toma el tren en la estación de Castelar y se baja a las ocho y treinta y tres en la terminal de Once, donde trabaja en un call center hasta las seis de la tarde. Dieciocho minutos pasadas las seis toma el tren de regreso a Castelar y llega a casa sobre las siete. Cada quince días compra doce milanesas de pollo, res y ternera. Hoy es martes, y antes de irse a trabajar descongelará la ternera. Lucía Juan es delgada, lívida, de rostro largo; su cabello negro y ondulado cae sobre los cuencos que forman sus marcadas clavículas. De sus ojos

Taller de la Retina es una línea editorial de Paradocs que tiene como objetivo difundir la creación y el pensamiento fotográfico contemporáneo. Títulos publicados por Paradocs: “Otro cielo no esperes” Francois “coco” Laso “Barrio” Paula Parrini “Alguien te está mirando” Juan Antonio Serrano “(de) antes de partir” Santiago Serrano “Nunca un río” Francois “coco” Laso


oscuros y grandes brota una mirada triste y mansa. No habla mucho, sus gestos son ligeros, delicados, mínimos. Es tímida como una luna en cuarto menguante. Su padre la llamaba “mi pajarito asustado”. Tiene una voz dulce y acompasada. Si fuese menos cohibida, hasta podría cantar. Con el sueño de tener un programa en la radio, se fue a Salta a estudiar para locutora, pero nunca se atrevió a ejercer. Se conformó con ayudar a su madre en la tienda de ramos generales que tenía en el centro de Orán. Un día, aburrida de su vida, le dijo a su madre que se iba a probar suerte en Buenos Aires. Repartiré carpetas por todos lados. Puedo trabajar en radio, hacer doblajes de películas, voces en off, comerciales. ¡En Capital hay mil posibilidades!, le dijo, aparentemente convencida. De eso hace ocho años. Lucía Juan nunca envió a nadie su hoja de vida; ni siquiera ha escrito una, porque no tiene nada qué poner. Ha pasado el tiempo repartiendo volantes, atendiendo locutorios y contestando llamadas en call centers. En el sueño, una amenaza invisible la acecha. Es un gorrión asustado, encerrado en un lugar muy frío, una especie de frigorífico. A su alrededor hay muchísimos pájaros que aletean desesperados. Ve a algunos arrinconados, sin alas; y ve a otros muertos, tirados en el suelo, sin cabeza. Ella quiere huir, levantar el vuelo pero el techo es bajo, y sus alas están lastimadas. A las seis y cuarenta y cinco minutos, el sonido del despertador la saca del sopor. Controlada por el reloj, toma el tren en Castelar. Está repleto, no hay asientos disponibles. Viaja arrimada a una de las paredes sucias del cuarto vagón. Mira a los demás y piensa que son como los pájaros. Gente común, seres anodinos


ahogados en rutinas, personas que quizá tuvieron sueños reales, o que probablemente aún los tengan. Águilas arpías, fragatas, cormoranes, perdices, calandrias, colibríes. Todos pidiendo que les abran la puerta de sus jaulas. La madrugada del miércoles 22, Lucía Juan vuelve a soñar que es un pájaro, ya no un colorido gorrión que intenta escapar, sino una gaviota gris a la que le han arrancado las alas y que permanece sangrante en la cima de un enorme risco, junto a cientos de pájaros heridos o muertos. El llanto de las aves es aterrador. La angustia por no tener alas es tan profunda que la gaviota gris se

A: Sonia, Luis Fernando y pajarito.

arrastra hasta la punta del peñasco. Quiere saltar y morir estrellada contra las rocas que el mar golpea en el rompeolas. Antes de saltar, intenta una vez más hacer los movimientos del aleteo, pero es tan inútil como agarrar un lápiz con un muñón. Cierra los ojos y salta al vacío. La caída le produce un estremecimiento tan fuerte que se despierta de inmediato, entre la zozobra y el miedo. Esa mañana de miércoles, mientras se lava los dientes, un pensamiento la atormenta: te quitaron las alas porque nunca aprendiste a volar. Cuando sale de casa, su cabeza está tan revuelta que olvida poner a descongelar la milanesa de pollo. Fiel a su rutina, Lucía Juan se monta a las 07:54 en el cuarto vagón. La gente sube a las apuradas, otra vez no halla asiento. 1.200 personas viajan ese día en el tren de la línea Sarmiento. En su mente aún revolotea el sueño. No sabe por qué, pero siente pena por la gente que la rodea y por ella misma. ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, se pregunta. El tren se detiene en Ciuda-dela. Pasan

Agradecimientos: Francois "coco" Laso, Marcela Noriega, Nora Salgado, Juan Antonio Serrano, Marcelo Aguirre, Diego Arteaga.


unos minutos y arranca con las puertas abiertas, algunas personas quedan con un pie afuera y otro adentro. Viajamos como animales, escucha gritar desde atrás. Tal vez debería volver a Orán, se dice en silencio. A la altura de Caballito, empieza a sentir que el tren desacelera la marcha con demasiada anticipáción antes de llegar a cada estación, es como si no pudiese frenar a raya. Poco antes de llegar a Once, nota una velocidad excesiva, como si el tren se hubiese vuelto de aire. El tren debería detenerse y no lo está haciendo. La visión de los pájaros muertos aparece nítida. En su estómago el miedo cava un agujero. Lucía Juan se agarra con fuerza del pasamanos y aprieta los ojos. El choque terrible no tarda en llegar. Pronto el tren se convierte en un cementerio de pájaros sin alas.


(de) antes de partir

Santiago Serrano


Colección: Taller de la Retina Un proyecto de Paradocs Coordinación editorial: Santiago Serrano Juan Antonio Serrano Francois Laso Santiago Serrano santibaniez@hotmail.com Primera edición Quito, Ecuador 2012 Diagramación y diseño Nora Salgado ISBN: 978-9942-11-302-3 Texto Marcela Noriega Paradocs fotografia paradocsfoto.com paradocsfoto@gmail.com

Obra impresa en Ecuador 1.000 ejemplares Este libro se terminó de imprimir y encuadernar en el mes de mayo de 2012 en Quito, Ecuador.




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Bienvenido nuevo dĂ­a Los colores y las formas Vuelven al taller de la retina Jorge Carrera Andrade

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