LÍNEA FIJA

Page 1

LÍN E A FIJ A

Erin, Anabel, Ulises y Paty / Jorge Díaz



- Publicaciones sin reputaciรณn -


LÍNEA FIJA Edición octubre 2020 Papalota Negra Editorial c papalotanegra https://issuu.com/papalotanegra www.papalotanegra.com Ilustrador Jorge Díaz @jorsh.diaz Escritoras: Ulises Vaquerano @ulivaquerano Paty Trigueros @patytrigp Anabel Venegas @anabel_venegas Erin Monstruosity @monstruosity


LÍN E A FIJ A



Índice I. Llamados Tajante Hola, me llamo Nina Los sándwiches de Daniel El primer beso

II. Escondites Morado Sequía El divorcio

III. Notas de voz Latinchat Pasto El carro Veterana


I. Llamados

Tajante

Primer corte -Todavía estás en edad para buscar ayuda-¿Buscar ayuda?-Si, ayuda psicológica para dejar de ser lo que somos-

Segundo corte -Te pido por favor, no me volvás a insistir que sigamos. Bien sabés que me vas hacer volver a caer. -

Tercer corte -Me voy de El Salvador. -

-Ulises

8



Hola, me llamo Nina Era el primer cuatrimestre de la Universidad, yo no conocía a nadie y me escondía en mis dibujos fingiendo no interesarme por la gente pero observando a todos. Ella en especial, era mi personaje favorito. Cuando la vi por primera vez, se acercó a la profesora en clase de ilustración -cuando me pase lista dígame Nina, ese es mi nombre, de otro modo no voy a responderle.- “Nina” resonó en mi cabeza. No era su nombre real obviamente, era revolucionario eso de tener un nombre autoasignado y que encima le diera validez oficial con los profesores. Ella tenía un look muy raro: cabello en casquete corto con la parte inferior de la cabeza rasurada, una chamarra de piel ochentera (de esas bombachas, color café), blusa de rayas, jeans entubados que cubrían sus piernas kilométricas y una carita de facciones caricaturescas. Recuerdo sus ojos grandes y sonrientes; una boca pequeña ovalada que escondía una hilera de dientes grandes alineados y blancos. Hoy ese aspecto sería muy chic, muy retro pero en aquel entonces, principios de los 2000’s, era algo anticuado que levantaba cejas y comentarios. Nina era un personaje raro, medio outcast pero llamando la atención como cuando la escuché cantar “Paloma negra” rodeada de un pequeño público, su voz bellísima y entonada, sosteniendo esa nota larga característica del estribillo. Era la segunda clase de Ilustración 1, presentamos una tarea que consistía en ilustrar las cosas que nos apasionaban en una composición libre solo con imágenes. El mío era completamente ilustrado y el suyo, un collage pero contábamos lo mismo. Después de la presentación se me acercó y puso su trabajo sobre la mesa junto al mío. -Hola, me llamo Nina, y tú?- a mí casi me dio pena responder con mi aburrido nombre pero se deshizo en halagos sobre la fonética melodiosa de A-na-bel.

10


Hablamos largo rato de Chavela Vargas, Frida Kahlo y nuestro anime favorito Evangelion. Ella tenía 24 años entonces y yo 16. Nina se llamaba en realidad Cristina y había entrado tarde a la carrera por falta de presupuesto; tuvo que esperar a podérsela pagar, trabajaba medio tiempo en un negocio de revelado fotográfico y los fines de semana en una librería, y recibía ayuda de su hermano mayor con quien estaba viviendo. Su padre, macho, se negó a seguir pagando sus estudios porque según él sería un desperdicio de lana ya que seguro acabaría casada con hijos. Nina aprendimos que compartíamos un humor negro y nos reíamos de todo y de todos. Vivíamos vidas duras por separado pero juntas todo eran risas. Nos volvimos inseparables e íbamos al centro a ajuarearnos, a tomar fotos y comprar libros viejos. Nos tirábamos en el pasto del CENART a ver las nubes, mimetizadas; coloreábamos nuestros looks con elementos que nos gustaban, nos transformamos una a la otra, ella siempre un poco masculina y yo extra femenina. La atracción latente, ella siempre me dejaba saber lo que pensaba sin filtros y continuamente me llamaba mi Friducha, acariciaba mi pelo o me abrazaba por la cintura y por encima. Un día me dijo que tenía algo que contarme con urgencia y fuimos al baño juntas, se acercó y me tomó las manos, mi corazón latía tan fuerte que lo pude escuchar. “Me gustas mucho y no quiero que lo que va a pasar nos separe y espero que sea correspondido”. Antes de poder responderle, me besó. Su boca suave y dulce me acarició con gentileza. Fue largo y hermoso; de los besos más largos que he dado en la vida. Ahí en un cubículo de baño comenzamos a escribir la historia de nuestro romance, dejándonos mordidas en el cuello.

-Anabel



Los sándwiches de Daniel Estaba llegando a mis 30 años, en un muelle, texteando, cuando entendí que el problema era y había sido el amor romántico. O al menos el esquema patriarcal que tenía interiorizado, la monogamia de cuentos de hadas, en el que no existen los grises: la relación será para siempre, o no será. -He pasado casi 29 años creyendo que la persona que me gusta tiene que ser the one, el indicado; y estoy dispuesta a aceptar los grises. Que alguien me puede gustar mucho, pero no para siempre; y está bien- le dije a mi prima. -Pero Paty, no has estado dating desde siempre...- me dijo ella. Le expliqué que sí, prácticamente, tenía desde muy chiquita de encontrar al amor de mi vida. Desde siempre he reproducido modelos que no sé de dónde salieron: tuve mi primer novio, Daniel, a los 4 años; y nos íbamos a casar. Íbamos al kinder bilingüe La Estancia en Tegucigalpa y yo, por las mañanas, le preparaba sándwiches con mantequilla (un menú algo extraño) para mandarle a su mamá, mi suegra. No me iba al kinder sin los sándwiches de Daniel. No recuerdo si nos tomábamos de la mano o si era platónico, pero recuerdo que para mi cumpleaños llegó con un regalo y me daba vergüenza, pero no culpa: vergüenza de la que te hace sonrojar y mirar tímidamente a la cámara; una mente inocente, pero con estos conceptos adultos de dar y recibir. De pertenencia y, por consecuencia, ganas de huir. Miedos al compromiso me persiguen desde que, a la salida del kinder cuando me iban a recoger, Daniel me gritó “¡Patricia! ¿Verdad que te vas a casar conmigo?” No respondí, pero tampoco dije no. ¡Qué locura! Y no me pude comprometer: fuimos a ver Beethoven, escoltados por algún adulto, y en compañía de Mario, otro compañero del kinder. Estuvimos jugando por el centro comercial después de la función y supe en mi corazón que quería a Mario, lo cual significaba dejar a Daniel. Solución: huir. Siempre, huir.

-Paty

13



El primer beso Mi primer novio real era dos años más grande que yo. Nos conocimos en una plaza comercial, mientras yo, y uno de mis amigos, nos fumábamos un cigarro. Mi amigo me contó que lo conoció por internet, que siempre quiso conocerlo porque le gustaba muchísimo. Al parecer yo tenía más en común con él, porque nuestra relación fluyó tan rápido que al día siguiente el pretendiente de mi amigo ya estaba tocando a mi puerta. Salimos varias veces, y de cierta forma, por primera vez viví la ilusión de toda niña bien. Aunque verdaderamente, no fue la historia de amor que todas queremos vivir. Traicioné a mi amigo y no valió la pena porque ni guapo era. Yo sólo quería destruirlo todo lo que a alguien más le pudo traer felicidad. Nadie se lo merecía más que yo ¡Qué maquiavélico sueño al día de hoy! Y no me arrepiento. Todas nuestras salidas eran románticas y platónicas... ¡Estaba harta! Nos agarrábamos de la mano bajo la mesa y hablábamos de cosas banales con sonrisas fingidas. Lo tenía ahí tras de mí y lo único que quería era tomar lo que pudiera. Volverlo adicto a mí. Lo único bueno de esta relación era la comida gratis y de vez en cuando obtener un “Te quiero”. ¡Lo iba a tomar todo y dejarlo sin nada! Yo siempre fui una rubia rebelde en mi interior, usando lentes de corazón... todas sabemos que las chicas malas no ganan, pero siempre se divierten más. En nuestra quinta cita estuve a punto de decirle que me tomara a la fuerza o me dejara ir, pero siempre he sido más inteligente. Después de que me comprara un cigarro, nos sentamos cerca de mi casa en la cancha de basketball a fumar. La noche se hizo presente y el frío también, mientras tatarateaba el se acercó a mí. Me abrazó y yo me abalancé a él como si fuera a engullirlo. Él me soltó solo para decirme -¡Vas muy rápido! Yo no soy tan experto como tú- Me reí, le respondí que nadie se vuelve experto sin hacerlo una y otra vez, y sólo me vio con ojos de asombro. Fue la primera vez que descubrí el poder del miedo y la atracción. Ser el fruto

15


prohibido siempre me llamó la atención, y esta vez estaba dispuesta a explotarlo al máximo. Después de resistirse a mi peso encima de él, su cuerpo se relajó y otras partes de su cuerpo endurecieron. Es gracioso, pues aún en esta escena yo nunca había besado a nadie. Ni a él, ni a sus antecesores. Estaba besando su cuello, desabrochando su camisa y me detuvo para llevarme más cerca de la oscuridad. Recuerdo que había mucho pasto, hierbas altas y el olor a rocío de madrugada. Aún con frío no nos detuvimos. Estaba otra vez encima de él, y fue entonces que recobró su autonomía mi muñeco inflable. Me tiró al suelo y se abalanzó encima de mí, me tomó de las muñecas y me besó en los labios. Era mi primer beso, señoras y señores. En un pastizal en medio de la madrugada, con un frío que incendiaba los huesos, pero no enfriaba la carne ni el deseo. Me besaron por primera vez y no estaba contenta. Yo no deseaba darle mi primer beso a cualquier plebeyo, menos al pobre tonto que huyó de mi amigo para sufrir a lado de mí. Lo odié tanto en ese momento que solo dejé que me dominara. Ya no me importaba ni la firmeza de su cuerpo ni su deseo ¡Solo quería deshacerme de él! Se detuvo, no por mí, sino por miedo. Se levantó y me dijo -No puedo hacer esto, quiero que sea algo especial- Yo solo me levanté y fingí que yo quería lo mismo. Por fin mi cuerpo sentía el frío. Nos tomamos de la mano y me llevó a casa. No volví a saber de él, hasta después de unos días. Me dedicó una carta para decirme que era demasiado para él, que ya no sabía cuál era su sexualidad y que estaba confundido. Yo me regocijé en sus palabras y le escribí una carta de respuesta. Le escribí mentiras sobre mi corazón roto y le pedí que regresara conmigo. No recibí respuesta. Lo volví a ver después de unos años, la misma cara y la misma ropa. Los ademanes intactos como si no hubieran pasado los años ¡Muy triste, la verdad! Había conseguido lo que quería, atraparlo en ese pasado donde siempre será mío.

-Erin

16



II. Escondites

Morado En la casa de mis padres hay todavía una caja de cartón morada con varias cartas y los regalos incómodos de mis primeras relaciones. La he dejado ahí donde pertenece: a la espera de ser destruida. Lo más seguro es que mi madre ya la haya encontrado y no haya tenido el valor de destruirla. Siempre que regreso la reviso. Me encuentro con la única foto impresa que tengo tuya. Una polaroid arrugada en una de mis rabietas. Tomada por una mesera en mi cumpleaños. No salimos juntos, para cubrirnos las espaldas. Un par de tarjetas de aniversario, sin mensajes ni firmas. Un par de juguetes de cajitas felices. ¿Por qué te parecía simpático traerme uno en cada uno de tus viajes? Cosas mezcladas con otras cosas. Que no te pertenecen, pero siguen ahí. Viven aún, en una caja.

-Ulises

18



Sequía El viernes por la noche se apoderó de mí un clima extraño. Como es usual, cada que me incomoda la levedad del ser veo un poco de pornografía que haga trivial la sensación de vacío. No conseguí mojarme. El teléfono no suena. La noche quieta me mira con ojos de sol ausente. Tenía programado un trío el sábado por la tarde y aunque horas atrás me entusiasmaba la idea, aquel encuentro parecía cada vez más improbable. Recordé a Marcos. Le marqué y el buzón contestó. Me resigné a una vieja suerte mil veces probada por unos segundos y al marcar de nuevo apareció, leve y cristalina su voz. “Hola Anita” hidrató mis oídos. -Vente, no tardes más-. Quedamos en Bajío 53, en el departamento de siempre. Nuestro nido se volvió un mausoleo. Y entre sábanas sucias jugamos al amor carnal montados el uno en el otro. -Has sido una mala niña y eso a papá no le gusta- y tomó su cinturón y me azotó con él. El impacto hizo más ruido que daño y mi corazón perverso al cual le interesan los maltratos estaba sorprendentemente quieto. La sequía continuaba. Entró en mí dolorosamente y continuó lubricado únicamente por sí mismo. Mi periodo tiene 8 días de retraso y aún así no sospecho de un embarazo. Le pedí que me llenara para calmar la sequía y obedeció como un fiel mastín. Llena de él recostada en nuestro lecho continuó con palabras amorosas, celosas y amorosas de nuevo. Yo endulzaba su hiel y amargaba su miel. Nuestras palabras danzaron toda la noche con vapor volcánico. -Escribí esto para ti cuando estuve en la cárcel pero a ti no te importa- y echó a llorar y sus lágrimas me dieron sed. Sólo tenía ese jugo azucarado de naranjas que le encanta beber como si aborreciera a sus riñones. Apresuré un trago a mi boca y tuve que toser arena en el lavabo. Nos echamos en la cama uno frente al otro como dos dunas arenosas y azucaradas. Me miró y elogió mi belleza rematando con -...te estás haciendo mayor. Seguro que ya no te voy a gustar dentro de poco.-

20


Me levantó la mano con gesto iracundo y calmó su ira declamando con ternura un poema. Nos besamos. -Te serviré agua- Notó mi boca hecha un dátil. -Quédate y espérame hasta la una de la tarde.- Al principio me negué pero al dar el reloj las 3:00am accedí a la ternura. Me levanté a las 7:00 am y él un segundo después -¿Qué hora es? -Duerme Segundos después, estaba encima de mí abriéndome las piernas con la torpeza de un cavernícola. Su brutalidad siempre me ha lubricado, pero mi vagina continuaba seca como un jamón serrano, mi corazón todavía dormido. Entró dolorosamente y percibí una pequeña ámpula dentro de mí. Le dejé terminar, esta vez en mi boca. Dulce y cálida. Y mi sueño continuó. Se fue a las 8:55 am. -No enamores a tus alumnas hoy, ¿prometido?- Me sonrió, y me besó. -Prometido Me miró y se marchó. Me quedé quieta por algunos minutos antes de decidir mi siguiente movida. No podía tener un trío. Iba a mentirle a J. con la verdad. Era sábado así que probablemente estaría con sus hijos en el fútbol.. -Baby, hola, ¿cómo estás? -Muy mal, tengo que cancelar.... Él me preguntó que si había salido anoche con un tono juguetón, que si lo que tenía era muy grave... a lo que yo respondí que no, no; solo un resfriado... me dijo que lo moviéramos a otro día, que qué lástima y cerró diciendome-Tu amiga es muy linda-... Yo respondí-Ustedes pueden verse a solas si quieres- Él con voz tierna -No, sin ti no quiero baby.- Nos despedimos cariñosamente con los niños jugando fútbol de fondo. -Adiós Me bañé largamente en agua caliente en la vieja bañera blanca. Me depilé. Escuché a Von Karajan en mi cel. No me hice ninguna pregunta, ni pensé en nada, mientras mi piel absorbía el agua por la espalda.

-Anabel

21



El divorcio Daniel, el de los sándwiches, fue el primero pero no el último chico que me ofreció matrimonio. Muchos me lo han dicho, pero solo una vez tuve un anillo. Esa es otra historia. La historia del divorcio es la historia de Sebastián, mi crush de tercer grado que luego fue mi novio hasta 5to grado. Fue muy raro, porque Sebastián es virgo y yo soy sagitario. Pero este niño me hacía reír. Lo observaba desde mi pupitre con fascinación, pero no sabía cómo acercarme. Tenía un estuche de lapiceros azul que decía “Naf Naf”. Mi hermana tenía un estuche igual, pero en rojo. Se lo quité y lo llevé a clase, lo puse en mi pupitre, para que él se fijara en mí. La profesora nos terminó sentando a la par, e hicimos click. Yo lo hacía reír y él a mí. Jugábamos con los estuches Naf Naf. Mi amiga fue y le preguntó que si quería ser mi novio, y así fue. De vez en cuando nos agarrábamos la mano y muy seguido nos acompañaba en nuestras salidas, a mi grupo de amigas y a mí. Ellas nos casaron. Fue como una obra de teatro con poco ensayo, que nos tomamos en serio. Nunca quise dar besitos, solo intentos. Besó a alguien más, con mi consentimiento: Sofía tenía más experiencia, y me hice la del ojo pacho. Un día, de la nada y por un malentendido, cortamos. No quise volver. Nos hicieron un acta de divorcio. Él se fue del colegio, yo me fui del país. Cuando teníamos como 18 años, en una fiesta, brindamos con tequila por nuestro noviazgo. “¿Sabe que en mi colegio me molestan porque no he tenido novias de mucho tiempo? Yo les digo que sí, que tuve una mi novia en el Julio Verne con la que estuve como por dos años.” ***

23


Cuando tenía 20-y-algo, había terminado una relación y estaba por empezar otra, la práctica normal para una monógama en serie. Veía la pantalla del celular y esos intercambios nuevos, desde el exilio temporal post-ruptura (que suele implicar un cambio de país, una escapada y change of scenery). Estábamos en diálogos y conversaciones; aún no sabía para dónde iba esto. Yo ya lo quería etiquetar como el Amor intelectual de mi vida... pero me sentí confundida. Este tipo me gustaba, pero eso no era suficiente. ¿Qué tanto me gustaba? De eso iba a depender el tipo de relación. ¿Me gusta como para que seamos novios? Me gusta, pero ¿cómo para qué? Extrañé, por un momento, la simplicidad con la que en la infancia y en la juventud me podía acercar a alguien, o ellos a mí. Te gustaba alguien, y querías un noviazgo, y punto. No existían otras categorías. Y aparentemente a los 9 u 11 años, noviazgo venía con todo y matrimonio, y divorcio; y la vida sigue. *** Extraño, a veces, el optimismo con el que he visto hacia adelante y para atrás; la sencillez del abordaje “todo o nada” y la amnesia recurrente. ¿Cuándo fue la última vez que dijiste “Nunca más”

-Paty

24



III: Notas de voz

Latinchat

¿ Nombre o apodo? L I C H Y (siempre está mi nickname libre)

A mis trece años, me gustaba meterme a los salones de chat. Buscaba entre los rooms los que me hacían sentir más identificado, comenzando por la sala de “El Salvador”. Muchos ya no saben cómo luce un chat room. Saltando por todo centroamérica hasta llegar a la sala rosa Parrato / Hola yo maduro para hablar privado Pasivoniko / Hola algún activo Juan01 / Busco afeminado que me lo mame yo 19 años CHIKO-GAY / ha follado con curas POLLON / 23 cm busco follar yo 25 años Yoyo / Doy leche al q me pida ?? Chateaya_40299 / alguno para cam x mic? o algun miron? manden pv Papy_38 alguna nene caliente para papy?

-Ulises

26



Pasto Hace un par de días vino Juan con su hijo, Josué, a arreglar el jardín. Recibimos visitas por mi cumpleaños unos días antes. Llegaron mi tía Rocío, mi tía Chepy y Octavio. Me trajeron flores y un pastel que tenía una tipografía ilegible pero que estaba delicioso. Marcos, bebiste mientras limpiaba todo un día antes, no pude detenerte. Mi intento por limpiarnos falló miserablemente. Mi familia está preocupada por mí y por ti. En cada visita nos dejan más de lo que se llevan, es más no se llevan nada. Te aman y nosotros a ti. Ayer opiné sobre el pasto, opiné que como nosotros podría estar mejor; más verde y abundante. Es medianoche, duraste pocos días sobrio después de tu última taquicardia. Prometiste no tomar más, de nuevo. Marcos, eres un hombre difícil de amar y para colmo eres el único para mí. Tu bondad es una tuna jugosa rodeada de espinas, tu corazón es un cenote de agua pura. cuya profundidad es inalcanzable. Tu mente, gruta infinita y majestuosa con grandeza que no intimida a quien por ignorancia te ama. Marcos, mi Marcos y las mil máscaras ¿te han robado la cara? Debes ataviarte con el disfraz de la arrogancia embotellada. Balanza tambaleante, azar de ruleta rusa. Siempre me sentí atraída por tu acertijo, esa pregunta que tus ojos tristes hacen cuando miras. ¿Hice mal o hice bien en callar este amor por tantos años? Si te hubiera dado la llave, o si tú me hubieras otorgado la tuya ¿hubieras bebido de mi pecho con la misma confianza? Yo te amaría porque crecí en la costa, con huracanes como tú. Orbitamos elípticamente atraídos uno por el otro. ¿Era necesaria la distancia y el azar? La feria de Santiago Tepetlapa ocurre a pesar de que te escribo, suena la banda, giran los mecanismos de los juegos. Color de trigo por las gargantas que beben con gozo impuesto los asistentes de esta feria, tú y yo de igual forma nos imponemos este diálogo-monólogo que gira como esa rueda de la fortuna que me describiste el otro día, cuyo tamaño exagerado y torpe casi roza los bordes de la calle. -¡Marcos, Marcos, Marcos!-

28


-¡Viva el rey!- Tu reino de fuego crece con cada vuelta. Tu combustible de fuente cristalina es inagotable. Lubrico su andar circular y destartalado con lágrimas y súplicas y la botella de whisky con su amenazante contenido a la mitad duerme sobre la mesa, ¡no!, vigila de pie como un soldado. Marcos, mi niño eterno, Marcos mi hijo, mi padre, mi tesoro. Tomé la botella con mi mano derecha y todo tu mundo se volcó sobre mis dedos. ¡Ah! Celos de un objeto despreciable. Marcos, ¿Por qué nos disfrazamos para este carnaval de llanto y arrebato? Quiero irme a tus brazos, a tus besos... ¡Que acabe ya!. Máscara tras máscara, la danza infinita de nuestros dolores pasados hacen caravana. Uno tras otro, bailan los magos, payasos y diablos. El aplauso de tu mejilla clausura el evento; las luces se apagan, me hinco para decirte que nos vayamos a casa. Marcos, eres inocente de tus ausencias, soy inocente de tus compañías. ¿No es acaso la lluvia inocente de caer en medio de nosotros? Eres mi niño eterno, mi carne, mi sangre. Eres alma de mi alma, llama de mis entrañas, huracán y brisa tierna, sabio y loco, mago y bufón. ¡Acaríciame! Dame de beber un trago de tus lágrimas veladas. ¡Juguemos! Tengo tantas ganas. Tengo sed de ti. Una sola gota tuya basta. ¿No lo ves? Yo soy tuya desde que te vi en aquel templo en ruinas, estabas ahí, figura de mi alma, tú en medio de las grietas. Ese beso de madera, el beso amargo de tu boca trémula. Tu cuerpo despertando al mío de un letargo inocente desde la ventana nublada de noches ajenas, desde la punta de mi ser hasta la caricia de tu pelo. -¡Añórame! Añórame, añórame Muchas veces recé antes de caer rendida en mi noche solitaria con una llama en el corazón crepitando de pena. -¡Ámame!- Te rogué en noches extraviadas de luna ciega. -¡Ámame!- Te lo pedí llorando.

-Anabel



El carro Daniel fue mi primer novio de infancia, pero no mi primer novio real. Por alguna razón, tener 15 años y enamorarse de uno de los personajes más hippies del colegio no es de lo más adulto, pero sí cuenta como novio-novio. Énfasis en el doble uso de la palabra, para reforzar la etiqueta. Ay, Adrien, ¡cuánto me gustaba! Me gustó desde que llegó al colegio con unas trenzas que se había hecho en toda su cabellera rubia. Era altísimo, y raro. Te miro, me miras, y miro que me miras. Ni sé cómo empezó. Interacciones indirectas, hasta una vez que pasamos el día juntos en el lago y nos gustamos. Comimos pizza juntos después del colegio; nuestra primera salida. Todo sucedió muy rápido: a los pocos días ya me había escrito una carta borracho en la que firmaba su nombre y ponía T.Q.M. y era de hacernos novios ya, ¡todo o nada! Seríamos felices juntos con hijos bonitos. Me dedicó una canción de reggae y le huí sistemáticamente a cualquier posibilidad de acercarnos más, a estar juntos de manera aún más real. No a las siestas, no a explorar nuestros cuerpos, no a cenar con sus papás. Ese año empecé a fumar y jalaba de mis Marlboro Rojos romantizando la idea de la soltería, el polo opuesto, la huida. Según yo, perdería mi virginidad con algún desconocido, en algunos años, completamente aterrada por la idea de la intimidad. Adrien tenía que aguantarse mis cercos. Pero le fui infiel cuando él estaba de viaje. Me acerqué mucho a alguien que tenía una ventaja y supo usar sus cartas. Me escondía y lo veía, hasta que todo escaló y me arrepentí de esa primera vez, poco consciente y muy confundida, en un carro con buenos amortiguadores. Salí de mi escondite y me hacía falta mi novio. Extrañé su honestidad desmedida con la que incomodaba a terceros y se metía en problemas. Su ortografía era pésima, pero había mucho respeto en sus cartas. Eventualmente le conté. Me dejó de hablar, me perdonó. Mi papá me dijo: “Cuando le tirás una piedra a un peral, te regresa una pera.” ***

31


Después de que yo me pusiera muy intelectual, ordeñando de las referencias Hollywoodenses los patrones de las relaciones seudoideales, y le dije que no estábamos avanzando y que necesitaba tiempo, Adrien me tiró una piedra. Me tiró piedritas a la ventana para que saliera a verlo malabarear y sacar pancartas de “Perdoname”, al estilo de Love Actually (2001) mientras en la radio de su carro sonaba “I wanna love you” de Bob Marley. No sé si lloré. Salí y lo abracé. Yo tenía examen de Historia el día siguiente y tenía que estudiar. Cuando uno ignora los sentimientos, la vida sigue, ¿o no? Puede que sea una falsa impresión, dicha por alguien cuyo modus operandi es fingir que todo está bien cuando no. Estoy comenzando a creer que las cosas fluyen, se pueden dar, en cuanto más hay algo que se comunica. Lo que suceda, eso depende de la disponibilidad, de lo que uno está dispuesto a recibir o rechazar. Esa vez del carro, Adrien y yo no volvimos. Logré huir, aunque él había puesto resistencia. Mis cercos lo habían hecho ya acercarse mucho a mi mejor amiga, y así que a los pocos días me contaron que ellos dos se tenían algo y yo boté sus regalos y sus cartas. A la mierda sus CD’s que me grabó con mi favorita de Janis Joplin y “Lola” de The Kinks. El cielo sigue teniendo estrellas. Muy 15 años, ¿no? Estaba triste, pese que eso es lo que había querido. *** Una de las veces incómodas que nos volvimos a ver, sus amigos me preguntaron que si era yo la ex, la ex que la había regado con él. Que todo había terminado por mi culpa, decía. -Ah, ok; yo no sabía que era mi culpa que te habías metido con mi mejor amiga- dije. Y sí, más o menos sí: uno siempre recibe lo que uno da. Las cosas no avanzan mientras uno se cierra a las posibilidades de, no sé, hacer siestas y cenar con los suegros. Y cuando estoy en mi casa vieja y se acerca un carro en la noche, siempre recuerdo ese Toyota rojo que me venía a ver, para platicar y abrazarme, y decirme que nunca me iría a presionar para hacer nada.

-Paty

32



Veterana

Cuando la luz se seca y el alcohol se enciende. Ficticia o real, no habrá huellas. Sigilosa, felina y salvaje. Soy humo que ahoga y perdona. -Vamos- dijo un hombre entre llamas. Lujuria. La fuerza de sus brazos, hazlo parar para, no pares. Oblígame. Dime quién soy. No me dejes ir.

-Erin

34



Las Lolitas o pequeñas ninfas, la infancia sexualidada que se hinca ante la adultez como primer peldaño de la adolescencia, g eneralm en te so n objetos y no sujetos. Queremos reivindicar la mirada y el observador y vaciar los testimonios. A través de aproximaciones a la creación literaria y sus juegos y azares como los narradores, los tonos, componemos un solo estilo abierto, el ping pong de emociones pasadas y reflexiones presentes. ¿Cómo contar, si no es contándonos? Manteniendo la lengua viva de la personalidad de cada quien.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.