Carta al Padre Pedro pantoja

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CARTA DE ANA LORENA DELGADILLO, DIRECTORA DE LA FUNDACIÓN PARA LA JUSTICIA Y EL ESTADO DEMOCRÁTICO, AL PADRE PEDRO PANTOJA Padre Pantoja fue congruente hasta el díía de su muerte: murioí el díía de los migrantes. Vivíía eí l mismo las causas que defendíía y desde ese lugar, sin que nadie le contara lo que pasaba, eí l alzaba su voz frente a cualquier injusticia. Fue migrante eí l mismo, unieí ndose a los jornaleros en USA, para desde ahíí gritar por sus derechos y se hacíía uno con cada migrante o solicitante de asilo que pasaba por el albergue. La Casa del Migrante de Saltillo, la construyoí en conjunto con todo su equipo, como un espacio de dignidad para quien pasara por ahíí. Para el no era solo dar pan y agua, era aprovechar la estancia para que las personas que iban en traí nsito, recuperaran un poco de la dignidad que les es arrancada por la violencia y el maltrato en Meí xico, para que aprendieran sus derechos y supieran defenderlos. Desde que la Fundacioí n para la Justicia nacioí nos acompanñ oí , en diversos espacios, a visitar familias de migrantes desaparecidos y ejecutados en Centroameí rica y siempre se daba el tiempo de estar con quien se lo pidiera, a pesar del mucho trabajo que teníía en Saltillo donde no soí lo construyoí una casa del migrante, sino que construyoí una comunidad y una nueva manera de defender los derechos humanos. Siempre recordareí la primera audiencia de la Comisioí n Interamericana donde eí l participoí en el anñ o 2010, junto con otros sacerdotes, denunciando la praí ctica sistemaí tica y generalizada de secuestros de migrantes, demostrada en la documentacioí n que hicieron varios albergues en Meí xico y lo cual fue plasmado en dos informes emitidos por la CNDH (en 2009 y 2011) que dan cuenta de casi 20,000 secuestros de migrantes ocurridos en dos periodos de seis meses. En ese entonces el Padre decíía: “el secuestro de migrantes es el punto infernal de llegada en el cual desemboca todo el proceso y la cadena de agresiones que los lleva a la destruccioí n total como personas”. Admireí siempre su humildad y su entrega, nunca se puso por delante sino que poníía por delante a quienes defendíía; su siempre presente valentíía, su rebeldíía e indignacioí n con todo esquema que fuera injusto o abusivo. Llamaba a las cosas por su nombre y su conviccioí n por la defensa de las y los maí s vulnerados nunca vaciloí . A pesar de vivir en Saltillo, no tuvo miedo de denunciar abiertamente a los autores de estos críímenes al senñ alar como responsables “el crimen organizado, representantes de seguridad del gobierno, agentes implicados y coí mplices de este delito”. El caso de la masacre de los 72 migrantes y de las otras masacres como la de Fosas Clandestinas de San Fernando y la de Cadereyta lo tocaron de manera muy especial. Viajoí a Centroameí rica a visitar a las familias y siempre que ellas veníían a Meí xico, trataba de estar aquíí para acompanñ arlas e incluso varias veces las invitoí a Saltillo. Casi cada anñ o (a excepcioí n de los anñ os que no se pudo acudir por cuestiones de seguridad) nos invitaba a acudir a hacer un acto de memoria al lugar donde fueron encontrados los restos de la masacre de los 72 en el Huizachal, Tamaulipas. La uí ltima vez que fuimos, llevaba una hermosa cruz, que integraba 72 cruces rojas que eí l mismo habíía


hecho con los migrantes del albergue, para dejarla como ofrenda de memoria por ellos y otros migrantes masacrados. En el anñ o 2012 viendo las tragedias de los restos mal entregados a familias de Centroameí rica y Meí xico, cuando decidimos exigir un mecanismo Forense Extraordinario (ahora Comisioí n Forense por acuerdo firmado con la entonces FGR en 2013) acudimos junto con el Equipo Argentino de Antropologíía Forense, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos, Comiteí s de familiares de migrantes de Meí xico y Centroameí rica, a la Comisioí n Interamericana y con mucha contundencia denuncioí que los informes de las masacres de migrantes, elaborados por varios albergues – y que en su momento fueron descalificados por el gobierno mexicano- “resultaron como una profecíía de la masacre de migrantes y de las fosas clandestinas en San Fernando Tamaulipas. Estos terribles acontecimientos manifiestan el paradigma y el culmen de la violencia y la crueldad social con la autoríía del crimen organizado y la complicidad de diferentes fuerzas de seguridad.” El padre denunciaba siempre el gatopardismo mexicano. En el anñ o 2015 en la audiencia de la CIDH para solicitar al gobierno mexicano la creacioí n del mecanismo regional de buí squeda y justicia para las y los migrantes, despueí s de escuchar la respuesta de los funcionarios del Estado dijo: “respetamos el conjunto de normas y de leyes, pero hay un Meí xico dividido, un Meí xico legislativo y un Meí xico violento de policíías de todo tipo. Las eí lites militares de los groms, de los Gates, del gobernador de Coahuila, el plan de la frontera sur muy cuestionado, los migrantes siguen perseguidos.. respeto el Meí xico normativo pero no acepto el Meí xico de abajo, de policíías corruptos, de los mismos funcionarios del Instituto Nacional de Migracioí n que incluso algunos otros policíías armados han perseguido en el sureste de Meí xico a estas personas tan empobrecidas… la norma sigue.. no hay sustentabilidad incluso para el acceso a la justicia sustentabilidad estructura. El migrante es gente empobrecida, es gente sin poder, que aunque se le concede el acceso no estaí n los mecanismos.” Siempre llamoí los casos de masacres como holocausto, genocidio y críímenes de lesa humanidad. “No queremos que se pierda la memoria histoí rica de estos holocaustos, que quede bien claro que estos acontecimientos no fueron hechos aislados de eliminacioí n de personas migrantes, sino hechos de una permanente agresioí n criminal contra estas personas migrantes en extrema vulnerabilidad.” Estuvo presente en todos los actos por la memoria de los 10 anñ os de la masacre de los 72 migrantes. Manifestaba siempre su indignacioí n porque no avanzaba la justicia, por que no habíía ninguí n sentenciado y porque las familias son constantemente maltratadas. En los uí ltimos díías que hable con eí l le decíía: Padre, cuíídese, no salga tanto que estaí muy duro lo del COVID y eí l, siempre congruente como fue, decíía: “yo tengo que estar con mi comunidad, mi gente estaí dolida por tanta muerte y yo quiero estar ahíí para acompanñ arles”. Asíí lo hizo, murioí en el hospital, seguro ayudando a tantos que se encontraban a su lado. Hasta el uí ltimo díía de su existencia estuvo ahíí, para los demaí s.


Pienso la cara que hubiera puesto al escuchar a Andreí s Manuel hace dos díías diciendo que ahora no se violan los derechos humanos de las personas migrantes, cuando son ellos, los albergues, quienes han dado la vida para proteger a las y los migrantes frente al COVID. EÉ l, como el Padre Rolando Maldonado de la Casa del Migrante de San Luis Potosíí, murieron en la líínea de fuego, defendiendo a las personas migrantes y apoyando a las personas enfermas de COVID. Pienso y me quedo con en el tremendo legado y ejemplo que nos deja como persona ííntegra, congruente, llena de amor, de rebeldíía y de lucha por quienes han sido maí s vulnerados en nuestra regioí n. No nos queda maí s que agradecer el haberlo tenido como gran ejemplo de vida, como el gran defensor que siempre fue. Hasta siempre querido Padre y buen camino.


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