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Optimizar las encuestas
La historia contemporánea concede razón a quienes desconfían de las encuestas.
Un recurso del que se ha abusado en la política para privilegiar las aspiraciones particulares de quienes pueden tener dinero, para financiar una campaña cada vez costosa, pero carecen del apoyo del voto consciente, ese elector que aunque escasea todavía se puede conquistar con propuestas ciudadanas prometedoras y justas.
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La encuesta es un recurso relativamente económico para los partidos, en comparación con primarias (cerradas o abiertas) que suponen la movilización de militancia y dirigencia, a nivel nacional, y a su vez, logística para llevar al votante a las urnas. Proceso costosísimo y que obliga a las alineaciones partidarias a optar por este medio, científicamente preciso aunque políticamente cuestionado. Con razones sobradas.
Es la herramienta que ya está en curso como parte del proceso para elegir, primero, las candidaturas del nivel municipal y, segundo, las correspondientes al renglón congresual. No es un secreto que la mayoría de los aspirantes desconfían del manejo de las mismas por parte del liderazgo de los partidos. Sin embargo, no tienen más opción que aceptar y validar esta fórmula. Lo que viene en esta primera parte que conlleva la elaboración de la boleta municipal, es una fase sensitiba –sobre todo– para los partidos de oposición, esos que tienen menos rejuego para maniobrar con el descontento de quienes no resulten electos.
La organización que está en el ejercicio del Poder, en este caso el Partido Revolucionario
Moderno (PRM), tendrá opciones para pasarle la mano a aquellos aspirantes que se sientan desfavorecidos, no por los «encuestados» sino por quienes le dirigen. El ejemplo más reciente: Danilo Medina animó a un grupo de subalternos en el PLD –casi todos en el Gobierno– para que salieran al ruedo con el interés de que uno de ellos fuera la carta para enfrentar al casi invencible Leonel Fernández. Y para sorpresa de los delfines de Medina, en el último tramo se impuso una carta al que le favorecieron las encuestas, en detrimento de otros que aseguraban un mejor posicionamiento electoral.
Es un método con más defectos que virtudes, por lo menos de cómo se ha utilizado en los últimos procesos internos previo a las elecciones generales. Y quienes cuestionan esta modalidad, que casi siempre manejan información sobre el proceder de los organismos de alto perfil en los partidos, deberán sortear circunstancias extremas que van en detrimento de la buena política. Esta es una profesión cada vez más cara, ejercerla sobre la base de la competencia justa y equilibrada, en la que se pierden hasta patrimonios forjados durante toda una vida, para echar a la suerte la aspiración de una candidatura.
Un tramo delicado empiezan a transitar todos los partidos, unos más que otros. El PRM sigue conquistando políticos que provienen desde otros ámbitos y la «gran alianza opositora» maniobra con la anhelada aspiración de poder sellar un acuerdo que posibilite frenar el proyecto reeleccionista. Mientras se elaboran las encuestas, ya en curso, cada caso sabrá cuál es su valor político real, de cara al electorado. Es el resultado que debe arrojar una encuesta... objetiva.
Inmigración ilegal y sobornos
Desde hace mucho tiempo se han reportado sobornos a militares para dejar pasar a inmigrantes haitianos ilegales.
Sin embargo, las denuncias comprobadas se repiten con frecuencia como para que se sepa que esas acciones son inevitables. ¿Y la venta de visas? Ese es el gran negocio de los que son nombrados en Haití en funciones diplomáticas.
Precisamente, esas posiciones diplomáticas asignadas en el país vecino, son muy disputadas. Empero, esto podría ser catalogado de «corrupción legal».
A propósito de ello, el Listín Diario realizó varios reportajes reveladores, en torno al negocio de las visas dominicanas en Haití.
Conforme con esos reportajes periodísticos, existe un «mer- cado negro» en territorio haitiano que se encarga de vender las visas hasta en 350 dólares, un valor muy por encima de lo establecido por la Cancillería nuestra.
En cuanto a los sobornos «por pipá» que abundan en la frágil frontera se ha llegado a decir que mueve más dinero que el tráfico de drogas.
Entonces, nadie podrá ponerle «el cascabel al gato» al negocio de la inmigración ilegal de haitianos. En este mismo tenor, vendrán las averiguaciones y puede que se considere «lo visto» por todo el mundo en la prensa y las redes sociales de un «caso aislado».
¿Que «la guardia» protege la frontera? Será de una invasión de los extraterrestres, pero jamás de los inmigrantes ilegales. Así las cosas, República Dominicana se parece al condenado al cual lo ponen «a cavar» su propia tumba.
No creo que haya otro país en América Latina que esté «afilando cuchillo para su propia garganta», como sucede en nuestro país con la inmigración en cuestión.
Gobiernos, políticos, militares, empresarios, comerciantes y hasta simples ciudadanos, vienen allanando el camino a una inmigración ilegal que perjudica, sin duda, el destino dominicano.
Y de esta manera, desgraciadamente, el sueño de los Padres de la Patria nunca se realizará, y no pasará mucho tiempo para que la Bandera Nacional pierda sus símbolos y colores originales.
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Calidad del servicio público impacta imagen del Gobierno
Una de las estrategias más contundentes de un Gobierno en materia de comunicación institucional es la excelencia en la calidad del servicio público, bien difundida y socializada con los públicos clave, es un instrumento convincente de la persuasión, logrando la famosa técnica del storydoing, consistente en generar realizaciones a partir del relato o promesa, y convertirlo en realización.
Al parecer, diversos funcionarios de la actual administración en la República Dominicana no han logrado entender esta ecuación, ellos, sea por incredulidad, filosofía o por boicot han decidido que los servicios correspondientes a sus dependencias, y que antes eran efectivos, en la actualidad sobresalen por las denuncias de ineficiencia o su total deterioro.
El Presidente Luis Abinader, a quien se le puede visualizar con una activa estrategia de comunicación reeleccionista, marcha contra la corriente cuando toma incluso los fines de semana, para realizar actividades como inauguración, o inicio de remodelaciones de obras solicitadas por los comunitarios, y esto lo comunica como parte de un relato para evidenciar el logro o el cumplimiento de la promesa electoral.
Empero, hay funcionarios que no comprenden la dinámica de cómo dirigir una institución gubernamental, o entienden que su colocación en esa dependencia es el pago por su aporte proselitista, por lo tanto, no tienen que lograr una buena gestión, ni obtener el éxito reconocido por los usuarios durante su administración. Nada más obtuso y demostrador de la falta de visión o de conocimiento gerencial.
El deterioro en el manejo de servicios importantes para la población, y que se convirtieron en símbolos del buen funcionamiento, es una herida cortante al flujo de las banderas de conquistas del gobierno actual en la República Dominicana. Parece que los funcionarios que han descalabrado servicios dirigidos a los ciudadanos con un alto nivel de impacto en la vida de estos y su cotidianidad, no entienden de compromiso social o político, no tienen percepción de riesgo de que son transitorios en esos puestos, no temen que los votantes les cobren sus actitudes al dirigir o están tan seguros de la reelección, que se dan el lujo de afectarlos y convertirlos en íconos del perjurio de su gestión.
No hay instrumento más convincente de campaña proselitista que las victorias obtenidas frente a la administración de un servicio en las instituciones públicas, es una materia prima contundente para mostrar a la ciudadanía. Es la evidencia de haber pagado la promesa de campaña, y va más allá, con un poco de visión, solo se trataría de dejar ese bien estatal mucho mejor de cómo lo encontraron.
Cuando se puede evidenciar logros tangibles, no los expresados en una narrativa articulada, carente de verdades e inflada para obtener indicadores de relaciones públicas, un político frente a la gestión gubernamental puede implementar sin temores la técnica política del storydoing, que conforme a los autores Rodríguez-Ríos, A. y Lázaro Pernias, P. (2023), en El storydoing como modelo innovador de comunicación publicitaria que favorece una mejora en la sociedad. Revista Latina de Comunicación Social, 81: «Es un modelo de comunicación publicitario que favorece una mejora en la sociedad a través de la educación en valores que atañen a la familia, la escuela, la adolescencia y la juventud, el civismo, la cultura y la política».
Y cuando los funcionarios son eficientes, esto se convierte en el storydoing real, y además al ser comunicado estratégicamente mejora la percepción de estos, de la entidad que dirigen, y se endosa al posicionamiento positivo del Gobierno al cual integran, y cuando es lo contrario, impacta a todos los involucrados, sobre todo, a la imagen del candidato que están tratando de volver a vender al electorado, como es el caso del actual mandatario.
No es favorable la imagen generada por el mal desempeño de servicios como Pasaportes, Servicios del 911, Metro de Santo Domingo, entre otros, mucho menos para quienes son los responsables.
No hay persona igual a otra cuando se expresa. Es lo mismo que ocurre con las huellas digitales, no hay quien tenga las tuyas. Cada uno adquiere una forma única de acentuar determinadas palabras, de utilizar un tono de voz y una distintiva pronunciación de ciertas consonantes, por ejemplo.
Carl Jung, médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, explicaba que además de las muchas diferencias individuales en la psicología humana, hay también diferencias típicas, las cuales determinan los estilos.
Lo que motiva y agrada al individuo es la base del estilo, lo que conlleva una singular manera de reflejar perspectivas y criterios de decisión.
El estilo al hablar depende de múltiples factores, como la educación y las vivencias. En él intervienen asimismo elementos como la disposición, las preferencias, la tendencia, los patrones conductuales, la habilidad y las estrategias de aprendizaje.
De ellos, merecen mención especial ahora los primeros tres. La disposición permite que una persona realice o no una labor, en función de su estado físico o psicológico, por tanto, está ligada al deseo y motivación para hacerlo.
Las preferencias están representadas por los gustos y las posibilidades que tiene el individuo de escoger entre varias opciones. Y la tendencia es una inclinación por ejecutar las tareas de una determinada forma, que incluso a veces es inconsciente. La mejora del propio estilo al hablar, Tener un estilo propio al hablar implica, entre otras, dos principales salvedades:
1. No imitar a otros. Una persona que hable como lo hace esa a quien admira es difícil que alcance un estilo de expresión oral plausible. Pudiera pasar de manera inconsciente el hecho de caer en la imitación de quien se constituye en la fuente de inspiración para desarrollar una buena capacidad de comunicación, no obstante, el resultado es un estilo forzado y poco convincente. Es vital alimentar la preparación y la autoconfianza para acentuar ese modo peculiar de comunicar, haciendo que sea un discurso propio y memorable siempre.
2. No usar un mayor número de palabras para tratar de impresionar. La verdad es que el impulso del estilo personal no amerita de abalorios ni opulencias lingüísticas. Como es popularmente conocido, lo breve y conciso es dos veces bueno, y a veces se cae en el error de adornar demasiado y llenar las intervenciones orales de ampulosidades innecesarias.
El desarrollo del estilo suele verse entorpecido por frases muy trilladas y modismos, tanto en el lenguaje cotidiano (coloquial) como en el utilizado para hablar en público (quizás un argot más elevado y elegante, incluso con tecnicismos). Y eso le resta naturalidad al discurso, que aun si es uno formal necesita ser espontáneo.
También es de valía evitar:
Anfibologías: cuando no hablamos de modo preciso y con palabras de doble sentido.
Disfemismos: palabras mal utilizadas. Por ejemplo: chiflado por loco.
Queísmos: abuso en el uso del que.
Barbarismos: usar palabras o expresiones de otra lengua.
Vulgarismos: como haiga, pa’llá, etc.
Pleonasmos: redundancia viciosa de palabras.
Solecismos: como utilizar mal los pronombres. Entre otros vicios. Sin dejar de lado la falta de dicción y de fluidez, la cual trae consigo monotonía y pobreza, por repetir de modo constante las mismas palabras.
Recordar que los mejores recursos que potencian el estilo personal son: la claridad, la belleza y la vitalidad al expresarse. En función del motivo de la intervención, del objetivo que se desea conquistar, del público receptor, etc., las expresiones tendrán un estilo particular. No se recomienda hablar igual siempre; es mejor ajustar el estilo a las particularidades de cada momento.
Resumiendo, hay ciertos principios en torno a los estilos:
-Son preferencias en el uso de las habilidades.
-Son variables dependiendo de las tareas y las situaciones.
-Pueden variar a lo largo de la vida.
-Pueden ser enseñados.
-La gente tiene perfiles de estilos, no sólo un estilo.