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Lula Da Silva

En sus expresiones faciales hay la transmisión de calidez y de emotividad, dependiendo el mensaje y el espacio en el que desarrolla la comunicación. En su lenguaje puede encontrarse de forma deliberada la utilización de la sonrisa cálida, el gesto de cuestionamiento como el de malestar en el acompañamiento discursivo.
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Lula sonríe de manera natural, y esa naturalidad la enfoca para darle veracidad a sus palabras.
Hay un nivel de naturalidad intrínseco en su forma de gestualidad.
Utiliza manos, brazos, dedos, cuerpo para comunicar enfáticamente.
Así le queda claro al público cuando está comunicando alegría, impotencia, malestar o satisfacción.
Una carga importante del significado de su mensaje está en sus manos y sus dedos.
Como “viejo lobo de mar”, ha sido entrenado para agotar este recurso de manera efectiva.
Los tiempos en que incursionó en política, los encuentros presenciales y multitudinarios eran los eventos políticos por excelencia y el entrenamiento para hacerlo bien era primordial, por eso los políticos de cierta trayectoria como Lula saben tener movimientos y desplazamientos en escenarios contundentes para ser efectivos.
Su mirada comunica intensamente. Lo gestiona de mejor manera cuando le habla a las cámaras como si fuera al público.
En los discursos donde su mirada es direccionada por el Telepronter suele sacar mejor ventaja, sin embargo, en los espacios como conferencias, charlas en vivo, todavía hay oportunidades para un mejor desempeño.
Tiene una mirada cálida y tierna y la sabe direccionar a su público de manera convincente. Maneja el arte de mirar al público no importa si es en un evento masivo o en televisión, y eso es una ventaja al comunicar. Su liderazgo tiene como rasgos relevantes la fortaleza en la buena comunicación.
Es la posición en la que se coloca el cuerpo, dependiendo de la elegida se transmitirá seguridad, inseguridad, distancia o cercanía.
El expresidente de Estados Unidos juega con su postura correcta, la cual asume dependiendo del mensaje que esté desarrollando. En ocasiones con los hombros mirando hacia arriba, pronunciando un discurso institucional, en otras, relajando el cuerpo y afincando el codo en el podium, pero de forma direccionada.
La postura suele ser muy buena cuando está en un discurso institucional, por ejemplo, aquel que emitió ante las Naciones Unidas; cuando está en una entrevista maneja adecuadamente lo que desea comunicarle al público.
En una conferencia con mayor libertad suele aparecer los puntos de mejora respecto al direccionamiento de esta.
Correcta. Es la que corresponde a cada caso, transmitiendo mucha naturalidad.
No es poseedor de una figura imponente, él lo sabe y lo refuerza con la fortaleza de los demás elementos de su comunicación no verbal.
En cada espacio o momento del mensaje asume la postura congruente con su significado.
El lenguaje no verbal como generador de la confianza
La incongruencia entre lo que se dice y lo que se expresa con el lenguaje no verbal es el responsable muchas veces de que el político no conecte o no termine de convencer a su público meta. Aunque el candidato sea bueno comunicando, no debe dejar a la suerte la expresión de su lenguaje corporal. Para ello debe entrenarlo, observarlo y evaluar cada movimiento, confrontándolo con lo que desea comunicar. En esto entra en juego la práctica de poner al evaluado a decir un mensaje, grabarlo y luego con los elementos de rigor, diagnosticar la congruencia entre lo que se interpretó y lo que deseó transmitir el orador.
Lenguaje corporal revelador de
Las Emociones
Al ser un espejo de las emociones, todos los observadores pueden ver las debilidades del político expresadas en estas, porque su cuerpo lo ha contado sin ningún filtro, y esto suele ser uno de los elementos que más afecta al orador político, poniéndolo al desnudo y con desventaja frente a su contrario en cualquier escenario. Puede ser en un debate político, lo mismo que en una rueda de prensa por motivo de una situación de crisis política, en cualquiera de los terrenos si el lenguaje no verbal no está alineado, será una derrota casi segura.
Es conveniente que un político demuestre que es de carne y hueso, que tiene expresiones, sin embargo, debe también saber cuál es el momentum para dejar salir libremente cada una, porque una emotividad comunicada en un momento errado puede afectar la percepción de parte de sus destinatarios. De lo que se trata es de identificar el momento idóneo para acompañar las palabras y saber cómo transmitir la intención del mensaje.
Hay políticos que por tener un lenguaje inexpresivo denotan aburrimiento, falta de sensibilidad o una debilidad de carácter, lo que en todos los casos puede no ser cierto. Es importante lograr el enganche perfecto entre lo que se dice y demostrar lo que se está diciendo, con la intencionalidad deseada.