La Ciudad Digital

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pensar que es una propuesta con una fuerte carga de nostalgia, pero no creemos que sea así; si el modelo de ciudad sostenible que estamos proponiendo se fundamenta en un incremento de la diversidad en los espacios urbanos relativamente reducidos (por ejemplo, en barrios) y en una tendencia de reducir el cociente E/H, entonces el Eixample de Barcelona es un buen ejemplo. En efecto, el distrito central de Barcelona, además de haber estado lleno de vida desde su construcción, constituye hoy el espacio urbano con más densidad de Cataluña, y seguramente con una de las relaciones E/H más reducidas; aunque esto no quiera decir que no se pueda reducir mucho más. Además, la relación H y E nos da idea también, tal como se manifiesta en el apartado siguiente, de la capacidad competitiva de un espacio respecto del resto. La capacidad competitiva del Eixample es también mayor que la capacidad que tienen la mayoría de los espacios cercanos que compiten por los mismos recursos. Es lógico que sea así porque el Eixample tiene una densidad de información superior a los demás espacios más o menos cercanos. Afirmar que la ciudad mediterránea compacta y diversa, multifuncional y heterogénea, puede constituir un modelo con una buena base para dirigirse hacia la sostenibilidad, no invalida la proposición de otros modelos urbanos que también pueden lograrlo. Podría pensarse en la configuración de una red de núcleos urbanos de tamaño medio o incluso una red más extensa de núcleos urbanos de tamaño reducido, todos ellos bien adaptados al aprovechamiento sostenible de los recursos locales. Estas configuraciones se han desarrollado durante siglos en la geografía catalana. Los núcleos urbanos se han mantenido en el tiempo contando para su supervivencia con los excedentes que les proporcionaban los sistemas rurales y naturales del entorno. Sin embargo, se trataría de analizar cuáles son los factores que hoy podrían, después de los cambios sufridos en estos cincuenta años, constituir la base de su sostenibilidad. En la red de ciudades de tamaño reducido, el valor de H es, como se puede suponer, también reducido, y mientras el valor E depende principalmente de las aportaciones energéticas del suelo y los recursos locales, el cociente E/H ha mantenido también unos valores relativamente bajos. En el momento que el consumo de E aumenta sin tener en cuenta el aumento de la autoorganización, los valores del cociente se incrementan y la sostenibilidad que antes se asentaba en los excedentes de los recursos locales ahora pasa a depender de recursos más lejanos de ámbito regional o incluso global. Esto va acompañado de una desfiguración del territorio que, al no depender de los recursos locales, es ocupado con más asentamientos urbanos, sistemas agrarios y naturales que antes eran parte de su mantenimiento. Esto supone, a su vez, que la dependencia de recursos externos sea mayor, lo que nos lleva a una círculo vicioso que nos aleja cada vez más de la eficiencia del cociente antes indicado, que conforme a la lógica de la sostenibilidad debería tender a reducirse. Lo mismo podríamos decir de los núcleos urbanos medianos que se han caracterizado por su compatibilidad y continuidad formal hasta hace unos decenios y que han visto cómo se rompían los límites más o me94

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