Pacificultor - Tercera edición

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N O RTE D E SA NTA N D E R , E D I C I Ó N 3 , J U LI O D E 2 0 21

ISSN: 2745-0856

ASOCIACIÓN DE JÓVENES CULTIVADORES DE PAZ, UNA ALIANZA PARA TRANSFORMAR EL CATATUMBO

DIOSA, LA SIEMPREVIVA, UNA CAMPESINA QUE VIVE Y COPLA POR LA AGROECOLOGÍA

CATATUMBO SOSTENIBLE, UNA VÍA ECOLÓGICA ES POSIBLE

AQUILES, EL SUEÑO DE UN TRAPICHE COLECTIVO

BIENVENIDO AL CATATUMBO, SELVA, AGUA Y RESISTENCIA: MOTILONAS RAP

CAMPESINOS Y CAMPESINAS TRABAJAN INCANSABLEMENTE POR PRESERVAR ADRIÁN MORANTES, UN GUARDIÁN PARA LAS ABEJAS

LA RIQUEZA BIODIVERSA DEL TERRITORIO, CON FINCAS AGROECOLÓGICAS QUE BRINDEN SOBERANÍA ALIMENTARIA, EL CUIDADO DEL AGUA Y LOS ECOSISTEMAS.

SOMOS TIERRA, MADERA Y AGUA, MEMORIA HISTÓRICA PARA EL CATATUMBO

ILUSTRACIONES: FREEPIK


Por: Monseñor Jorge Alberto Ossa

NUESTRO TERRITORIO

E

l territorio representa nuestra tierra, el lugar en donde vivimos, la geografía con sus paisajes y su ambiente vital. Sin embargo, territorio significa más que eso. Hace referencia a nuestro modo de vivir, creer, pensar y hasta de relacionarnos con los demás, con la naturaleza y con nuestra cultura. Cuidar y amar el territorio significa velar, atender, cuidar y defender todos estos valores, ya que son estos los que hacen posible nuestra casa, nuestro hábitat. En nuestra Diócesis y en nuestro territorio, tenemos una inmensa riqueza que debemos guardar y aprovechar para nosotros y nuestros hijos. No podemos acabar con todo por egoísmo, sin pensar en que la mayoría de estos bienes no son renovables y, si se pierden, no se recuperan. El primer bien y más preciado es la vida. El Evangelio nos dice: «¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu vida?» (Mateo 16:26). En consecuencia, para conservar un territorio sano y bello, debemos cuidar y valorar nuestra vida y la de los demás. Así mismo, es tarea de todos velar por que nuestro entorno sea agradable y digno para nosotros y nuestros semejantes. Si no cuidamos y protegemos nuestro territorio, nos hacemos daño a nosotros mismos. ¿De qué sirven nuestros logros personales si destruimos nuestra propia casa, si causamos daños al medio ambiente y destruimos la naturaleza? ¿Qué consecuencias nos traerá la tala de árboles o el no preservar, proteger, mantener y ahorrar el agua? Pensemos lo que significa el agua para el Catatumbo, para Colombia y el mundo. Vale más que el petróleo, que el carbón, muchísimo más que otros bienes. Y aunque parezca lo contrario, el agua empieza a escasear. Si talamos desproporcionadamente el bosque, si envenenamos las fuentes, las quebradas y los ríos, nosotros mismos nos afectamos y perjudicamos a nuestros hijos. Como el territorio es un todo, trabajemos por ser buenos vecinos, por no dañar nuestras relaciones con los demás, así nuestra vida será más fácil y agradable, y haremos posible un futuro mejor y sostenible. Y en la misma medida, la paz que tanto queremos vendrá por añadidura. Cuidémonos, cuidemos nuestro territorio, querámonos, seamos pacificultores.

Cuidar y amar el territorio significa velar, atender, cuidar y defender todos estos valores, ya que son estos los que hacen posible nuestra casa, nuestro hábitat.

Jairo Gélvez Tarazona, Pbro. sepastibu2021@gmail.com Director

Fotografía Elkin Fabian Angarita Consultor Gráfico Mario Rodríguez

L A LUC I ERN AG A DEL C ATAT U MBO ISSN: 2745-0856

Ángela Martin Laiton alegnalaiton@gmail.com Editora

Corrección de estilo Tatiana Buitrago Tibaduiza tatiana.buitrago0713@gmail.com

Director Pastoral Social, Diócesis de Tibú Jairo Gélvez Tarazona Coordinadora Local Participaz Luz Mery López Lizarazo luzmerylopez56@gmail.com Impresión Comunican S.A.

Asociación de Jóvenes Cultivadores de Paz, una alianza para transformar el Catatumbo LUIS ESPINEL ES UN LIDER JUVENIL DEL MUNICIPIO DE SARDINATA, JUNTO A OTROS AMIGOS HAN CREADO LA PRIMERA ASOCIACIÓN DE JÓVENES DEL MUNICIPIO. TODOS SUS ESFUERZOS ESTÁN PUESTOS EN VENCER LOS CULTIVOS DE USO ILÍCITO Y EN LA MEDIACIÓN PARA LA RESOLUCIÓN PACÍFICA DE CONFLICTOS.

A

A las cinco y diez de la mañana todos los días me levanto a trabajar, salgo a darle comida a los pollos, le lavo el piso al corral de los cerdos, les pongo comida, reviso los animales uno a uno, me fijo que no estén enfermos. Todo eso que debería hacer cualquier técnico, al fondo casi siempre grita mi nona: ya empezó usted con sus chucherías. Después me baño, me tomo un tintico y me como el desayuno. Después me voy a trabajar en el cacao y el plátano. Hay otros días en los que me voy para donde algún vecino porque truequeamos el trabajo, un día yo les ayudo otro día ellos me ayudan, depende del día o de la necesidad. A las 11:30 voy hasta mi casa para almorzar, descanso hasta la una. Luego trabajo hasta las 4 y vuelvo a la casa a rajar leña para llevarla a la cocina. En la casa vivimos mi papá, mi mamá, una de mis hermanas y yo, porque la otra ya se casó. Cuando el sol empieza a caer me siento a estudiar, hago cuarto semestre de ingeniería agronómica, le dedico dos o tres horas a la universidad todos los días. Mi sueño es continuar aportando al territorio hasta que logremos verlo libre de cultivos de uso ilícito. Soy Luis Antonio Espinel Pérez nací en el corregimiento de Las Mercedes, pasé mi infancia aquí, estudié la primaria en una vereda cercana al pueblo. Después, por causa de la violencia, me tocó venir

a vivir al casco urbano y aquí hice sexto y séptimo, pero las amenazas continuaron, uno de los grupos armados quería reclutarnos, entonces me fui para Ocaña. En esa ciudad hice octavo y después de estar un año afuera decidí regresar, mi familia me hacía mucha falta. Cuando regresé de Ocaña inicié junto a un grupo de amigos un colectivo aquí en la parroquia que se llamó “Jomerlu”, ahí empecé el proceso de liderazgo juvenil, en ese grupo nos reuníamos con una de las hermanas para procesos culturales en coplas y danzas, fuimos a Tibú tres veces, en ese entonces se hacían las Olimpiadas por la vida, la cultura y la paz, el grupo de Las Mercedes fue el primero que ganó las olimpiadas. Ganamos en coplas, en teatro, en danzas, en natación y otras, ya en las segundas olimpiadas nos ganaron los barí. Después muchos se fueron a estudiar a la ciudad y el grupo se fue disolviendo hasta que quedamos seis. Dos años después algunos de los compañeros empezaron a decir que no dejáramos botado todo el trabajo que habíamos hecho, ahí empezamos a reunirnos de nuevo y desde entonces nos llamamos Jomerlupaz, Jóvenes luchadores mercedeños por la paz, ahí el colectivo empezó a crecer para hacer danzas y coplas. Antiguamente Las Mercedes tenía esas dos expresiones mezcladas en un baile que se llama El Pato Terciao, en el que bailan música carranga, en un momento paran y empiezan a echarse coplas. Fuimos agarrando fuerza con ese baile, viajamos

Aquí hay mucha gente luchadora, soñadora y trabajadora que vale la pena, queremos romper todos los estigmas que se han creado con los campesinos del Catatumbo.

a Tibú, El Tarra, Cúcuta, un movimiento muy fuerte en toda la parte cultural. Después participamos en la Red de Jóvenes del Catatumbo y ahí ganamos mucha más experiencia con el liderazgo, estuvimos en Bogotá, trajeron talleristas de otros países y empezamos a crecer. De eso ya hace como 5 años y para ese entonces éramos 14 jóvenes . Después de un tiempo de trabajo, junto a otras organizaciones y la Pastoral Social, transformamos el colectivo en la Asociación de Jóvenes Cultivadores de Paz, hace 4 años la constituimos legalmente con Cámara y Comercio, fuimos la primera asociación del municipio de Sardinata y somos actualmente la única Asociación de jóvenes. Una de las primeras iniciativas que tuvimos fue la creación de unos helados de yuca de aquí de Las Mercedes, la verdad ganaron mucha fama en el municipio. Habíamos hecho tres tipos de helado: el casero normal del vasito, helado de crema y había paletas. Los vendíamos aquí en el corregimiento, teníamos un presupuesto de 1.100.000 en unos tanques y se fue la luz como 15 días y se nos dañó todo. Aquí tenemos ese problema, cada vez que hace invierno se cae la luz. Usted va a creer que ahí termina todo, pero los catatumberos no nos rendimos, después de eso empecé a estudiar una técnica en sistemas agropecuarios y agroecológicos con el Sena, la verdad me gusta mucho el campo, eso fue entre 2017 y 2018, ya soy técnico en

sistemas agropecuarios. En la asociación continuamos trabajando alrededor de 18 jóvenes en procesos de liderazgo y mediación de conflictos, para el próximo año nuestro anhelo es tener una casa juvenil porque en Las Mercedes no hay un sitio de reunión para los jóvenes, queremos generar espacios que brinden alternativas al conflicto y la coca. Una casa con salón de danza, de música, con una biblioteca, una casa cultural. Como muchos de mis compañeros, vengo de una familia campesina, mi papá es un agricultor que ha apostado por una finca cacaotera y de quien he aprendido mucho. Aquí hay mucha gente luchadora, soñadora y trabajadora que vale la pena, queremos romper todos los estigmas que se han creado con los campesinos del Catatumbo, mucha gente muy valiosa ha tenido que irse por la violencia, se van a trabajar a otros lados, llevan sus fortalezas para transformar otros territorios. Yo quiero quedarme aquí, ser presidente de la junta porque siento que en mi vereda todavía hay mucho trabajo que hacer, aunque en los últimos cinco años se ha trabajado muy fuerte para sustituir los cultivos ilícitos y creo que ese camino se ha ido ganando. Mi sueño es tratar de transformar al menos mi vereda, para que en el Catatumbo veamos que sí se pueden cambiar lo cultivos de uso ilícito a los legales, somos generaciones marcadas por la guerra, seguimos luchando por un territorio en paz.


dar charlas y todo eso, once años trabajé en eso, fue muy bonito, pero también durísimo, echarse uno ese riel a las costillas y ese termo con vacunas por allá por todas las veredas, son como 46 veredas que hay en Las Mercedes, más las veredas de Luis Vero. ***

Diosa, la siempreviva, una campesina que vive y copla por la agroecología DIOSELINA PÉREZ Y SANDALIO ESCALANTE SIEMBRAN CAFÉ DESDE

Hay muchos interesados En explotar la región Acaban con la madera y las minas de carbón

HACE MÁS DE TREINTA AÑOS, EN SU FINCA APUESTAN POR ALIMENTOS LIBRES DE AGROTÓXICOS Y SIN CULTIVOS DE USO ILÍCITO. HAN GANADO PREMIOS NACIONALES POR LA CALIDAD DE SU CAFÉ Y TODOS SUS HIJOS

A

Arriba de la montaña, en la vereda San Vicente, está mi casa. Para llegar hay que venir en mula cuesta arriba durante cuatro horas. El primer tramo del camino está lleno de fincas, a medida que la mula va subiendo la montaña, las fincas se van reduciendo y el bosque se hace más espeso. También el clima cambia, ya no hace el calor denso que inunda todo en Sardinata, aquí ya hay que usar saco y ver la niebla que cae en las mañanas y la tarde. El camino está bordeado por los ríos que nacen en la montaña, el agua se ve de un verde esmeralda brillante que ilumina la selva que la rodea, las piedras son blancas y espejadas. Cuando la mula cruza por el río, se ve el reflejo claro de quienes lo cruzan. En este camino no hay pierde, está lleno de heliconias rojas y salvajes a la espera de colibríes que las polinicen. Árboles primigenios que se abrazan a la tierra dan sombra por doquier. Mi nombre es Dioselina Pérez Rodríguez, nací y me crié en la vereda San Vicente del corregimiento de Las Mercedes, aquí nacimos todos. Desde el patio de mi casa, a través del jardín florido, se ve todo el territorio, el mismo que habitaron mis ancestros. Mi mamá llegó aquí con su familia huyendo de la violencia bipartidista, con el tiempo la nona se quedó viuda y le tocó enfrentar la vida

AHORA SE DEDICAN A LO MISMO.

con sus siete hijas. Mi papá, que era de Villa Caro, por allá de Bucarasica, se vino a vivir por aquí porque algunos familiares lo convidaron. Aquí se enamoró de mi mamá, ellos duraron nueve años siendo novios, mi papá se iba dos o tres años por allá y mi mamá aquí esperándolo, imagínese, igualito a los noviazgos de hoy que llevan ocho días que no se ven y ya tienen cachos. Después se compraron una finca y ahí nos criaron, yo digo que fue muy linda la infancia mía. Somos nueve, nosotros vivíamos bien con mi papá, él era un hombre recio, sí, pero yo digo que en la familia ahora se alcahuetea mucho. Luego, todos nos fuimos casando y casando hasta que dejamos a los viejos solos. Yo me casé vieja, a los 24 años. Con Sandalio, mi esposo, nos compramos una primera finquita y ahí tuvimos la familia, después compramos este otro pedazo de aquí, o sea que ya tenemos 29 años de estar viviendo aquí. Llevamos 41 años de casados. Durante mi niñez, aprendí todo sobre cómo mantener una casa de campo, nos tocaba a todas ordeñar vacas, cocinar, lavar, ir a coger café, ir a llevar almuerzo a los obreros (en ese tiempo se hacía puntal, o sea que el almuerzo era como a las diez de la mañana y a la una o dos de la tarde había que llevar el puntal, o sea, otra comida). En esta familia hemos sacado los cuatro hijos adelante: Javier, Elías y las dos mellizas, Matilde y Ana Ilse. En esta finca hemos comido, hemos

Todo eso me ha hecho pensar que si tuviéramos otra clase de cultivos no estaríamos en esta guerra, podríamos cultivar nuestros alimentos y no andar con ese miedo que da la coca.

bebido y no hemos tenido necesidad de sembrar esos cultivos, hemos vivido del café, pero sembramos todo lo que necesitamos para el consumo, lo único que se compra aquí es el arroz, el jabón y la sal, lo demás se saca de acá. Hemos sembrado caña, tenemos ganadito y de ahí se sacan la leche y los quesitos, sembramos frijol, maíz, apio (arracacha), yuca, lo que uno siembre aquí, se da, el cacao también se da, las gallinas, los piscos, a veces conseguimos un cerdo y ahí vamos manteniendo. Todos nuestros hijos tienen fincas de café y ganadito. La estufa de mi cocina funciona a leña, pero también tenemos un biodigestor con el que aprovechamos los desechos de los animales. Al lado está la huerta de la que sacamos mucho del pancoger, tengo sembradas varias hortalizas, plantas aromáticas, maíz y caña. Dedico gran parte del día a mantener las plantas bien sin usar químicos que envenenen la tierra. Aquí vienen muchos expertos, nos han dicho que es agroecológico, pero para nosotros es obvio que el veneno con el que se siembra después va a la boca del que come. En 1999 ganamos un premio a la mejor finca cafetera de Norte de Santander, la Federación Nacional de Cafeteros nos llevó a Bogotá a Sandalio y a mí. A él le regalaron una guadaña y unos bultos de abono; a mí me regalaron una vajilla, que es precisamente esa que usted ve ahí en la cocina, todavía la tengo, también me dieron una plancha y una licuadora.

Para mí son muchísimos los problemas de la región, pero el problema principal es el de la coca porque de ahí vienen muchas cosas, incluso la guerra. Si la región solo produjera yuca, cacao, plátano, todo eso, las cosas serían diferentes. Hemos tenido un momento de mucha tensión, por ejemplo, cuando miembros de un grupo armado se tomaron la casa de Elías, se quedaron varios grupos por fincas, en la escuela y así. A ellos les tocó venirse a dormir aquí, pero no podían dejar eso botado porque allá están los animales y hay que alimentarlos. Un jueves se fueron a llevar un torito al pesero para el pueblo, ellos estaban solos, yo estaba aquí con Matilde y las chinas, esperándolos para el almuerzo, pero no aparecían. Pues a Elías le dio por ir a guardar unos huevos y asomarse a la casa, y yo ya con hambre empezamos a servir el almuerzo, cuando escuchamos unos tiros para el lado de allá y se forma esa plomacera, los aviones que volaban para acá y para allá, usted no se imagina el susto de ese día. Dije, no, ya nos quedamos solas porque le matan el marido

a ella y me matan el marido a mí también. Yo fui y me le arrodillé a la virgen, y de fondo sonaban esas bombas, una bomba, otra bomba, Dios mío. Yo le dije: virgencita santa, usted me ha sacado de otras, usted me tiene que sacar de esta. Eran las puras 12 del día cuando se formó eso, yo les decía a ellas eso ya no lloren más que ellos van a llegar vivos. Cuando ya como a las dos y media llegó Elías, yo lo abracé y lloré, también llegó Sandalio y yo los abrazaba. Ellos venían blancos del susto, al ternero lo dejaron por allá botado, se volcaron por el caño arriba y así no estuvieron en esa balacera. Todo eso me ha hecho pensar que si tuviéramos otra clase de cultivos no estaríamos en esta guerra, podríamos cultivar nuestros alimentos y no andar con ese miedo que da la coca. Este territorio sano es lo único que necesitamos nosotros todos los días, que haya aire puro, que las aguas estén limpias, que la tierra esté sana, porque aquí es donde vivimos y han vivido nuestros antepasados, esto es lo único que le vamos a dejar a nuestros hijos. Tendríamos que cuidar para que la tierra no se canse. A veces, en las noches, mientras me voy quedando dormida, compongo coplas que envío a la radio del corregimiento, las envío firmando como “la Siempreviva”, porque me gusta pensar en la extensión eterna de mis palabras. Casi todas son para este territorio, en esta noche silenciosa, estrellada, digo:

Hemos tratado de hacer las cosas distintas toda la vida, yo he buscado oficios y trabajos para ayudar con el sustento y también aportar aquí en la vereda. Aprendí a coser desde muy joven porque ya me gustaba mucho la costura. Cuando las otras muchachas se casaron, mi papá me compró una máquina, pero era de las otras, y yo le decía que quería una máquina de pedal y me decía «usted no es capaz de coser con esa máquina porque eso bregan mucho». Después, a los 18 años, fui profesora de la escuela, enseñaba a los niños a leer y a escribir: a sumar y restar, todo lo básico. Los papás me pagan 50 pesos y ahorré durante esos años. Cuando me casé, tenía 12000 pesos, con los que compré mi máquina de pedal, en esa perfeccioné la técnica y le cosí todos los pañales y vestidos a mis hijos. Después me formé en Tibú como promotora de salud, en ese momento ya estaba criando las niñas, las tenía de nueve meses, les estaba dando seno, imagínese, pero yo le dejaba a él las niñas con tetero y me iba. Nosotras íbamos a Tibú para hacer el curso, durábamos allá ocho días y volvíamos, solo una vez tuve que estar 15 días por fuera. Eran doscientas yo no sé qué horas y lo hicimos en tres años, entonces después de que una estaba preparada nos dijeron que ya podíamos trabajar como promotoras de salud, ahí el municipio le pagaba a uno. Trabajé como promotora por las veredas para vacunar, hacer censos y a

El hombre es el único ser Que solo piensa en su barriga No le importa que vengan otros Llenos de hambre y fatiga Esto que estoy diciendo Me parece que es muy cierto Veremos nuestro planeta Convertido en un desierto.


AQUILES ANTONIO TÉLLEZ ES UN LÍDER CAMPESINO DEL CATATUMBO QUE HA PUESTO TODOS SUS ESFUERZOS POR LOS PROCESOS AGROECOLÓGICOS Y COLECTIVOS. AHORA, JUNTO A OTROS COMPAÑEROS, LIDERAN UN TRAPICHE COLECTIVO QUE PROCESA CAÑA ORGÁNICA SEMBRADA POR CAMPESINOS DE LA VEREDA BRISAS DE RÍO NUEVO. UNA APUESTA POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA.

Aquiles, el sueño de un trapiche colectivo

M Me crié en un familia en la que se cuidaba mucho el agua, mi papá sembraba agua. Uno le habla a las personas sobre eso y lo miran sorprendido o como si estuviera diciendo mentiras. Pero es pura sabiduría campesina, la forma de hacerlo es muy fácil: se llena un totumo de agua, se le pone un tapón de yátago y lo siembra en viernes santo. Al tiempo brota el agua cuando el totumo se pudre, como ahí está el yátago se va formando el arbolito y comienza a brotar el agüita. Ahí se forma la quebradita, se forma el naciente. Ese es un secreto, hay gente que no lo cree, pero yo lo he visto. Mi nombre es Aquiles, nací en San Calixto, Norte de Santander, me crié en ese municipio en un ambiente sano, amigable con el medio ambiente, estamos hablando de 40 años atrás, porque yo soy nacido en 1972, tengo 49 años. Somos 8 hermanos, hace 14 años murió uno de ellos en un accidente con una guadaña, somos 5 mujeres y tres varones. Adelante mío hay tres hermanas, yo soy como del medio. Tengo muchas memorias felices de la montaña en la que crecimos, cuando estoy can-

sado del mundo cierro los ojos y escucho rugir cerca el río que nos pasaba por la finca. Mi papá y mi mamá nos dieron por herencia el amor a este territorio, teníamos una finca auto sostenible que nos daba a todos para comer y vivir. En la finca de mi papá comprábamos solamente la sal porque allá se daba todo, sembrábamos la caña, el plátano, la yuca, el frijol. Siempre tuvimos huerta casera porque mi papá nos enseñó todo eso. No es como hoy que un niño resulta con cáncer recién que nace, pero es por qué, por los químicos, usted se va a comer una ensalada y las hortalizas vienen llenas de químicos, entonces nosotros queremos volver a traer estas raíces de nuestros abuelos, de nuestros papás a ver si este mundo cambia, porque nosotros nos estamos comiendo los químicos y no nos damos cuenta. Los campesinos cultivamos para el pueblo, una ciudad es imposible sin el campo que la sostiene. Entonces muchas veces la gente no entiende eso, los campesinos queremos cultivar algo sano para que el que está en la ciudad se coma algo sano, así cueste un poquitico más. Para ser exactos, crecí en la vereda Caracol del municipio de San Calixto, una vereda muy unida, en ese tiempo hasta los caminos los hicimos nosotros a punta de pica y pala. Creo que esa experiencia me formó y ahora soy líder comunal, soy presidente, ya completé 10 años y la comunidad me quiere, trabajo de la mano de las personas porque estoy seguro de que la paz se construye por medio de los territorios. Fui unos años a la escuela, para las matemáticas soy bueno, pero para la

Los campesinos cultivamos para el pueblo, una ciudad es imposible sin el campo que la sostiene. Entonces muchas veces la gente no entiende eso, los campesinos queremos cultivar algo sano para que el que está en la ciudad se coma algo sano, así cueste un poquitico más.

lectura soy grave y ahora con la edad tengo más problema de visión. Los demás años los trabajé ahí en la finca familiar, en ese filito de la montaña que le contaba, aprendí todo ahí. Por esos años conocí a mi esposa, eso fue en El Tarra, con mi familia siempre hacíamos mercado ahí y ese día nos conocimos en el parque. Nos pusimos a hablar y nos pusimos cita a los 15 días en la casa de ella. La finca de la familia de ella era ahí atrás del filo de la montaña, porque San Calixto y El Tarra en ese punto colindan, tenía la mujer ahí no más. Tuvimos cinco hijos, cuatro mujeres y un varón. Tenemos un par de parcelitas trabajando juntos, ella es muy trabajadora. Mi esposa se llama Marcela Guerrero, nos casamos a los siete meses de conocernos, eso fue, como dicen, rapidito. Hemos tenidos un matrimonio tranquilo, he tratado que mis hijas y mi hijo aprendan a deshacerse del machismo porque solo así vamos a construir país, no vamos a salir nunca adelante mientras se maltrate a las mujeres. Ellas no tienen por qué obedecernos, aquí somos iguales, si hay un desacuerdo se soluciona todo dialogando. Durante los acuerdos de paz nos dijeron a todos que este conflicto se soluciona hablando, pero no entiendo cómo quieren salir de esta guerra si son unos salvajes dentro de la casa. He pensado eso porque nosotros tuvimos que salir corriendo de la casa por la violencia de mi papá. No quiero que mis hijos ni mis nietos sufran el machismo. Mi papá no dejaba que mi mamá manejara la plata, él tomaba las decisiones, cuando las cosas como

deben ser siempre son cincuenta y cincuenta, las decisiones las toman los dos, la plata es de los dos. A mi papá le gustaban las fiestas, llegaba y golpeaba a mi mamá, después nos vinimos para la parte baja del Catatumbo, desde entonces hemos vivido aquí en la zona de Campo Dos, ya cumplimos más de veinte años en este lugar. Al tiempo me puse a trabajar mancomunadamente con los vecinos, fui ganando el liderazgo y cariño de la gente , ahora me llena de orgullo que por toda la vereda Brisas de Rio Nuevo la gente me quiere mucho. También soy fiscal de la asociación de juntas de Campo Dos, usted va y pregunta por mí y siempre dicen que estoy atento, enfocado. Mucha gente me dice que dedicarle tanto tiempo a esto es una pérdida de tiempo, pero yo creo que estoy dejando un legado, porque como yo le digo a mi señora cuando se enoja porque dice que descuido la parcela para trabajar en la junta, pero yo creo que tengo este don para la defensa del territorio, quiero dejárselo a las generaciones que vienen, tengo una nieta de año y medio, ella va aprendiendo conmigo sobre el valor del agua y yo la miro y pienso que no quiero dejarle un agua contaminada. Por eso he tomado este camino, de proteger los humedales, proteger el río que pasa por aquí por la vereda, ese río hace 15 años era muy abundante en agua, usted va ahorita y está seco, eso le duele a uno. El calentamiento global aquí es evidente, yo ya tengo veintiséis años de estar aquí en el municipio y el sol no era tan bravo, usted salía a rozar un potrero y usted podía, ahorita inténtelo y vera

que ya no puede. Todo el mundo habla de la coca para hablar del daño medioambiental, y es verdad que la coca destruye las montañas, arriba talaron todo. Pero aquí abajo arrasaron todo con el monocultivo de palma. Aquí en la zona de Campo Dos había lagunas de las que la gente más pobre sacaba pescado para comer. Usted va y mira y esas lagunas las secaron. Es un desastre lo que han hecho en esta parte del Catatumbo con el monocultivo de palma. A veces nosotros no hallamos que hacer porque somos poquitos los que bregamos por el medioambiente, no encontramos apoyo en las instituciones del Estado. Lo peor de todo es que no solo no nos ayudan sino que somos perseguidos, pero yo trato de poner siempre a nuestro señor de primero, y digo, bueno si a Cristo lo persiguieron. Dicen que no tenemos razones para pelear, pero usted se va a ver los ríos que bajan de la parte alta donde están explotando carbón y los ríos bajan negros, toda la arena llena de carbón. De las explosiones que causan arriba con todos esos químicos, nos lo estamos comiendo aquí abajo. Ese ha sido un reto muy grande para nosotros, aquí nos amenazan todo el tiempo, a mí me han amenazado tres veces, pero mi defensa es la verdad, lo que he dicho es la verdad. Yo no entiendo como líder comunal del Catatumbo de qué paz habla el gobierno, mientras están dialogando con un grupo armado, al tiempo están abriéndole la puerta a las multinacionales para la explotación de carbón a cielo abierto, nunca se ha construido la paz con el mismo pueblo, ni con la fauna y la flora que nos rodea. También sabemos que hay muchas otras opciones, por ejemplo en países como Costa

Rica, viven del turismo sin explotar su medioambiente. Eso debería pasar aquí, usted vea el Catatumbo con toda esa riqueza hídrica, con estos paisajes. Pero en cambio lo único que han traído es la siembra de monocultivos de palma, la minería. Usted se preguntará ¿por qué nos oponemos tanto a eso que parece que trae desarrollo? la respuesta es sencilla, nosotros somos los que vivimos aquí en el territorio, somos los que sufrimos las consecuencias. Además, tenemos espejos para mirarnos, nada más lo que han hecho con el Cerrejón en La Guajira, y quieren traernos para acá la minería. Dicen que nos van a construir una carretera si entra la mina, la carretera no es para nosotros sino para sacar el carbón. Aunque el gobierno lo niegue, pero nosotros sí sabemos que es así. El Catatumbo sostenible para el gobierno es explotar minas, meter fracking y la explotación de minerales, para nosotros como líderes no, para nosotros un Catatumbo sostenible es como lo que hacemos: un trapiche panelero para la región, o montar una empresa de purinas para los animales criollos, sembrar lo que es el pancoger, ese es el Catatumbo sostenible para nosotros. Vamos a sembrar comida para nosotros mismos y para mandarle al pueblo. *** Panela orgánica y colectiva para el campesinado Todo comenzó en uno de los paros del Catatumbo, la gente siempre queda incomunicada, moverse es muy difícil y la comida empieza a escasear, una caja de panela se puso a cien mil pesos y yo le decía a todos, si tuviéramos nuestro trapiche donde producir nuestra panela no estaríamos así varados. A partir de esas experiencias empezamos a gestionar lo que necesitábamos con dis-

tintas entidades, nos asociamos varios campesinos de la zona y empezamos a trabajar. Tenemos una apuesta por la soberanía alimentaria, con comida libre de químicos, porque la mayoría de la gente le pone mucho veneno a la olla, nosotros hemos tratado de cambiar esa mentalidad. Después de varios impases con el dinero, con cosas del trapiche que no sabíamos hacer como las poncheras, ahí hemos comprado lo que se necesita. Ahora, para poder seguir creciendo entonces hemos invitado a varios vecinos para que siembren caña y la traigan para acá para el trapiche, que la gente al menos tenga la miel para hacer la aguapanela, ese es el objetivo de nosotros. Que la veredas aledañas sepan que pueden sembrar porque tienen donde moler la caña. Sembramos la caña de manera orgánica y usamos todo lo que se puede para impactar de la menor forma posible el ambiente, entonces por ejemplo mantenemos prendido el trapiche usando el propio bagazo de la caña. Trabajamos de esta forma porque somos conscientes de todos los problemas que tenemos para acceder a la tierra, hay muchos campesinos en el Catatumbo que quieren una parcelita. El otro día en una reunión un campesino dijo que si a él le facilitan una o dos hectáreas para hacer su casita ya con eso él trabaja. A mí como líder eso me duele mucho, por eso buscamos opciones para que la gente pueda trabajar sin sembrar palma o coca. Cuando entraron los paramilitares al Catatumbo, matando campesinos y haciendo fosas comunes los empresarios estaban comprando tierras. Esos son dolores que no se resolvieron nunca en el Catatumbo, conozco muchos campesinos que quieren regresar. Ahora, el gobierno soluciona dando unos subsidios que no le están llegando a los campesinos que son, lo que la gente quiere es tierra para trabajarla. Mire, yo no sé leer bien, pero tengo este territorio en mi corazón y siempre he luchado por él. Cuando hablamos del bien común uno no puede hablar solo de su territorio, nuestra casa es el mundo, si matan un líder en Tumaco a mí me duele porque sé que esta lucha nos hermana. Hemos venido trabajando, sembrando la caña de manera limpia, invitando a más vecinos que se sumen a sembrarla y venir a molerla al trapiche que es de todos. Nosotros, los campesinos, somos los únicos que podemos salvar al Catatumbo, desde la soberanía de nuestros alimentos, con cultivos limpios, respetando los ríos, los humedales y el territorio. Si la gente tiene fincas de las que puedan comer, si cada vez se asocian más entre vecinos para hacer trapiches, pequeñas empresas de productos básicos, vamos a salir adelante, solamente necesitamos apoyarnos entre nosotros. A veces sueño con la quebrada que pasaba por la montaña donde crecí, usted dirá que yo estoy loco pero yo la escucho a veces en las noches y pienso, ojalá volviéramos a tener este territorio así como era hace tantos años. Abro los ojos y veo los colibríes que han hecho nido en el patio de mi casa, sé que lo mío es la esperanza.


L A LUC I ERN AG A DEL C ATAT U MBO

CÓMO RECICLAR PLÁSTICO EN CASA LAS MEJORES FORMAS A pesar de que el hecho de ocupar un espacio en casa con un cubo de basura más puede llegar a ser molesto para algunas personas, este acto es esencial para proteger la salud de los ecosistemas, e incluso la nuestra, pues todo lo que se vierte en la naturaleza indirectamente llega a nosotros de una manera u otra (alimentación, respiración, etc.). No son pocos los productos que se deben desechar en el contenedor amarillo y no son precisamente los productos menos contaminantes y menos usados en nuestro día a día. Por eso, es fundamental que busquemos un espacio para incluir un cubo en el que destinemos este tipo de productos para después desecharlos en el contenedor amarillo. Sería ideal colocarlo en la cocina junto con el cubo de basura de residuos generales, pero como esto no siempre es posible dado el espacio del que disponemos en la cocina, aquí os ofrecemos algunas ideas para gestionar el reciclaje de plástico en casa: Cubos de basura de reciclaje con cubetas: en primer lugar, podemos intentar comprar un cubo de basura con cubetas para reciclar nuestros residuos. En muchas tiendas ofrecen cubos de tamaños reducidos y divididos en dos partes (residuos generales y plásticos) para ayudarnos a reciclar en nuestra cocina. Además, si estás realmente concienciado con el medio ambiente también puedes comprar cubos de 3 o más compartimentos para reciclar todo tipo de residuos. Ubica el cubo de residuos plásticos en otro lugar de la casa: si en la cocina no se dispone de suficiente espacio para tener un cubo de residuos generales y otro de plásticos, podemos colocar un cubo en cualquier otro lugar de la casa, como la habitación de la colada o la terraza. Da igual donde lo ubiques, pues no desprenderá malos olores, ya que, al no ser basura orgánica, no se pudrirá. Cambia el cubo por una bolsa simple: si aún así las otras dos opciones no se adaptan a tus necesidades, siempre puedes colgar una bolsa del pomo de alguna puerta e ir introduciendo los residuos plásticos. No es muy estético, pero piensa que estás realizando una acción muy respetuosa y necesaria para colaborar con el cuidado del medio ambiente. Trituradora de plástico doméstica: otra opción muy recomendable consiste en adquirir trituradoras de plástico domésticas con las que podremos ahorrar sitio en nuestra basura para seguir almacenando plástico, ya que, si no, al ser productos que normalmente ocupan mucho espacio, pero ya no contienen nada, las basuras se llenan en seguida. Estas máquinas trituran literalmente el plástico haciendo que apenas ocupen lugar. Eso sí, antes de usarla debemos informarnos bien sobre que plásticos se pueden o no reciclar. Además, hay más ideas que explicaremos mejor en las siguientes líneas.

¿DEBO LAVAR LOS ENVASES ANTES DE LLEVARLOS AL CONTENEDOR?

¿LOS UTENSILIOS DE ASEO SE RECICLAN? No. Los cepillos de dientes, las maquinillas de afeitar o los peines no se pueden reciclar porque no son envases, aunque estén hechos principalmente de plástico. Al igual que ocurre con otros productos de higiene como los discos de algodón, los bastoncillos o las toallitas húmedas, o incluso los preservativos que, además, generan serios problemas para el medio ambiente si se arrojan por el inodoro.

No es necesario lavarlos porque además así gastamos más agua de la que necesitamos. Lo más importante es que el envase no contenga producto en su interior, es decir, es conveniente agotar el producto del todo y una vez bien vacío depositarlo en el contenedor que corresponda. De hecho, las propias empresas son las que se encargan de su limpieza.

¿SABES CÓMO RECICLAR CORRECTAMENTE EL PLÁSTICO? UNA VEZ HEMOS TOMADO CONCIENCIA DE LA IMPORTANCIA DE CUIDAR EL MEDIO AMBIENTE, RECICLAR ES EL ÚLTIMO PASO DE LA REGLA DE LAS 3R. LA PRIMERA ES REDUCIR EL CONSUMO Y LA SEGUNDA REUTILIZAR TODO LO QUE PODAMOS. SÓLO

APLICA LAS 3RRR EN CASA PARA FRENAR EL IMPACTO DEL PLÁSTICO EN EL MEDIO AMBIENTE Aunque los pasos anteriormente citados nos ayudan a evitar el impacto de este contaminante en el medio ambiente, siempre persiste un impacto inevitable en la naturaleza. Por eso, es muy importante seguir el proceso completo de las 3R o RRR para frenar la contaminación plástica.

REDUCIR Puedes ayudar a reducir el consumo de plástico evitando usar plásticos de manera innecesaria u optando por comprar productos con envoltorios de materiales biodegradables, como bolsas de papel e incluso fabricadas a base de algas u otros vegetales.

CUANDO LOS OBJETOS HAN ACABADO SU VIDA ÚTIL ES CUANDO TENEMOS QUE PENSAR EN SEPARAR ADECUADAMENTE LOS RESIDUOS PARA QUE SE PUEDAN RECICLAR DESPUÉS. PERO, ¿REALMENTE SABEMOS HACER LA SEPARACIÓN CORRECTAMENTE?

REUTILIZAR

Botellas, bolsas, pajitas, tapones… El plástico está en nuestro día a día y produce efectos nocivos para el medioambiente. Para que te hagas una idea, una simple botella de plástico puede tardar hasta unos 500 años en descomponerse y según el Parlamento Europeo, actualmente hay más de 150 millones de toneladas de plástico acumulado en los océanos.

¿QUÉ HAGO CON EL PAPEL DE ALUMINIO Y CON EL PAPEL FILM TRANSPARENTE? Ambos deben depositarse en el contenedor amarillo, siempre y cuando no estén excesivamente manchados de grasa. Si contienen muchos restos orgánicos deben ir con la basura no reciclable.

Reutiliza siempre al máximo posible estos envoltorios. Por ejemplo, opta por llevar tu propia bolsa reutilizable a la compra y evita usar nuevas bolsas que finalmente acabarán en la basura.

RECICLAR Cuando el uso del plástico haya llegado a su fin, solo nos queda optar por reciclarlo para evitar en la mayor medida posible el impacto en la naturaleza.


FOTO: CORTESÍA

Somos tierra, madera y agua, memoria histórica para el Catatumbo JOSÉ RODRÍGUEZ VACA HA DEDICADO TODOS SUS ESFUERZOS EN CONSTRUIR LA MEMORIA HISTÓRICA DEL CATATUMBO, EN DISTINTAS OCASIONES HA ELABORADO INFORMES SOBRE LOS HABITANTES DEL TERRITORIO, EL CONFLICTO Y LA PAZ. EN ESTA ENTREVISTA NOS CUENTA SOBRE SU TRABAJO Y LA IMPORTANCIA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

¿Cómo surge la idea de pensar estos procesos de memoria histórica en el Catatumbo? Yo nací por allá en La Gabarra, en una vereda que se llama Santo Tomás, me llamaron José de los Santos Rodríguez Vaca, he estado vinculado a la Diócesis durante muchos años. Primero, como seminarista, seis años en el seminario de Tibú cuando todavía existía y 4 años en el seminario Mayor de Bogotá. Tiempo después fui secretario del padre Gilberto Peña en la Catedral y luego estuve casi 4 años como coordinador del tema de desplazamiento forzado en una de las épocas más difíciles y de grave crisis humanitaria. También fui monitor de frontera y precisamente ahí es donde me vinculo con todo el proceso de memoria histórica en la Diócesis de Tibú, en donde teníamos un proyecto que se llamaba Te Veré, testimonio, verdad y reconciliación con el que empezamos por allá por el 2004 con unos ejercicios de memoria muy discretos, muy privados porque en ese tiempo permanecían los paramilitares en el Catatumbo. Ahí empecé a hacer entrevistas y a conocer a personas con historias muy complejas, conocer sus tragedias pero también sus historias de resiliencia, de salir adelante, sobre todo las mujeres. Ese proyecto lo hicimos hasta el 2006, hablando de desplazamiento forzado y memoria. Sin embargo, el primer proceso de memoria histórica de forma más concreta lo hicimos en Tibú y El Tarra en el 2007, era un proceso de formación porque había que generar confianza con las víctimas, creamos un grupo en El Tarra, otro en Filogringo y otros dos en Tibú y en La Gabarra; en Campo Dos fue muy complejo porque la gente temblaba del miedo y no quería hablar. Ahí empecé un proceso más independiente y concreto sobre memoria durante año y medio, porque el tema de memoria es un tema de confianza y la idea es que la gente se sienta cómoda. Hacia final de ese proyecto hicimos dos eventos muy bonitos, uno que fue el Festival Artístico por la Memoria, ese fue en La Gabarra, y el otro que fue la primera Galería de la Memoria que se hizo entre Tibú y La Gabarra con más de 250 víctimas, porque ya para ese entonces habíamos logrado hacer los perfiles de algunos de ellos, con su fotografía y una pequeña reseña de su vida. Y hay cosas terribles, por ejemplo, una familia en la que el abuelo fue de los primeros que asesinaron los paramilitares el 29 de mayo de 1999 y su nieto era un niño muy pequeño pegado al abuelo que quedó muy afectado por ese hecho, cuando nosotros hacemos esa exposición ya era un adolescente y se queda viendo la fotografía y dice: «es la primera vez que se cuenta realmente quién era mi abuelo». Aparte de todo ese proceso sale un informe que está disponible en internet y se llama: Memoria: puerta a la esperanza. Cuando sale la sentencia T025 de la Corte Constitucional ustedes ya tenían trabajo adelantado, ¿qué pasa ahí cuando la exigencia es tan concreta alrededor de

la obligación de trabajar procesos de desplazamiento en el país? En ese momento sale un informe general que se llama Colombia, una nación desplazada. Es un parteaguas en el que la Corte Constitucional además dice: mire, usted tiene que hacer memoria sobre los siguientes temas: desplazamiento forzado y fronteras, desplazamiento intraurbano (el caso era Medellín pero no alcanzó a salir), pueblos arrasados, que fue el caso de Castilla, Meta y desplazamiento forzado y masacres (el caso emblemático del país fue Tibú y el Catatumbo bajo). Yo estuve acompañando ese proceso de memoria, de ahí sale el que sería el primer informe de memoria histórica desde el Estado en el 2014. ¿Cómo inicia el proceso que se hace directamente con el Centro de Memoria Histórica? Monseñor Omar Alberto Sánchez estuvo en el lanzamiento y el Centro de Memoria Histórica le plantea una alianza para hacer un informe junto a la Diócesis de Tibú, ahí me invitan a hacer parte de ese equipo. Delimitamos cuáles eran los municipios y corregimientos con los que íbamos a hacer estos ejercicios de memoria, la idea era hacer una continuación un poco más regional de lo que se había entregado con el Basta Ya, que era un informe nacional, pero se requerían informes regionales que fueran detallando otros aspectos. Comenzamos ese proceso en el 2019, hicimos como 17 talleres, con mujeres, con jóvenes, diálogos por la memoria, otro solo con sacerdotes de la Diócesis. En ese informe sale la diferencia del conflicto entre Catatumbo, alto, medio y bajo, incluso hay aspectos culturales que son muy distintos pero hay una identidad conjunta que es el río, por ejemplo, usted va a Luis Vero y la gente se dice catatumbera, aunque el río pasa lejos de ahí. Hicimos casi 200 entrevistas y logramos al final sacar varios productos, salieron en 2018, todos están disponibles en la página del Centro de Memoria Histórica. ¿Qué encuentran?, primero el informe que está lleno de testimonios, hay seis cartillas temáticas, el mapa y una infografía, hay unos videos sobre mujeres y jóvenes. Con ese proyecto pensé que terminaba el proceso de memoria. En 2019 socializamos el informe. Este es un informe general que viene desde 1930, cuando los barí hicieron su proceso de memoria, ellos hacen una línea de tiempo sobre la colonización del territorio, la pérdida de sus habitantes, todo. Nosotros, en cambio, marcamos el inicio del conflicto con la guerra de los colores, o de liberales y conservadores, hacia la zona de Convención, Teorama y El Carmen, sobre todo por la masacre de los conservadores contra los liberales en 1949.

MAPA INFORME CATATUMBO CNMH Hicimos el esfuerzo de recoger las memorias de lo que ha sucedido en el Catatumbo desde el siglo pasado pero sabemos que la memoria no se agota, sabemos que hay que seguir trabajando, seguir profundizando.

Tibú, 2016 foto por Camilo Ara para el CNMH.

Para el Catatumbo bajo ha sido distinto. En los años 30 llegan las petroleras y ese momento lo marcamos como los primeros hitos de la memoria, petróleo, pueblo barí y la guerra de los colores. Después viene el siguiente capítulo, que es el que más me gusta, se llama Somos tierra, madera y agua porque es todo el proceso de llegada de los colonos. Ahí nace todo el proceso de resistencia del Catatumbo. Después viene el tercer capítulo, que se llama La larga historia de las guerrillas en el Catatumbo, en 2019 se cumplieron 40 años de la primera toma guerrillera, que fue en Convención el 31

de enero de 1979. Hay otro aparte que también es muy grande y es el tema de la coca, pero no del narcotráfico, sino de la siembra de coca, los raspachines, mujeres, jóvenes, cómo es esa relación con la tierra en donde el campesino muchas veces no diferencia la mata de coca de la de maíz porque para él ambas son plantas. Luego cerramos con todo el tema de grupos armados pos desmovilización, el reacomode del conflicto y llegamos hasta el 2018. Hicimos el esfuerzo de recoger las memorias de lo que ha sucedido en el Catatumbo desde el siglo pasado pero sabemos que la memoria no se agota, sabemos que hay que seguir trabajando, seguir profundizando, precisamente estamos haciendo un ejercicio muy exhaustivo sobre el bloque Catatumbo, porque a pesar de que el capítulo sobre paramilitarismo es muy completo, faltan muchas cosas por contar sobre lo que implicó la violencia paramilitar en el territorio. Así que, aunque en este informe hemos hecho más de 200 entrevistas en donde se incluyen a los desmovilizados, las voces más importantes siempre serán las de las víctimas. Juan Manuel Santos alguna vez men-

cionó que el Catatumbo era el Bronx de Colombia, estigmatizando a todo el pueblo catatumbero ¿cómo los procesos que ustedes adelantan rompen con esas estigmatizaciones? Todos los procesos de memoria que nosotros hemos hecho son un aporte a la paz. Hay tres tensiones, la primera, es que el Catatumbo es una zona rica en recursos naturales pero a la vez con gente muy empobrecida; segunda, el Catatumbo históricamente ha sido una zona estigmatizada, ese estigma que viene incluso desde la época en que inició la explotación petrolera, donde al indígena se le llamaba salvaje y después con la llegada de las guerrillas a la zona al catatumbero se le estigmatizó como guerrillero; la tercera, es que el Catatumbo ha sido una región con una presencia débil del Estado versus organización social fuerte. Es muy importante lo que le estoy diciendo porque la respuesta ante la ausencia del Estado es una organización social y comunitaria muy fortalecida del pueblo catatumbero. Esos tres aspectos son transversales a toda la memoria histórica del Catatumbo, usted puede revisar cualquier momento de la historia del territorio y encontrará esas tres cosas.


MotilonasRap

SOL Y DENISSE SON DOS JÓVENES TIBUYANAS QUE SE UNIERON PARA CREAR UN GRUPO DE RAP QUE TRANSMITIERA LAS EMOCIONES Y SENTIMIENTOS DEL CATATUMBO, QUE EXALTARA A LAS PERSONAS QUE LO HABITAN, SUS PAISAJES, SU HISTORIA Y SUS MEMORIAS. MOTILONAS RAP HA GANADO UN IMPORTANTE

N

LUGAR EN LA ESCENA DEL RAP EN COLOMBIA. UN RAP ORGULLOSAMENTE CATATUMBERO.

ací rapera entre selvas y fui criada en comunidad Tibú es uno de los municipios más importantes de Norte de Santander, construido a partir de la explotación petrolífera, tristemente célebre en los procesos del conflicto, inundado de monocultivos de coca y palma africana. Tibú también es la puerta de la biodiversidad del Catatumbo, los ríos azules que corren con fuerza, una rampuchada humeando a orillas del río Catatumbo, es el hogar de los barí, las golondrinas volando en bandada cuando cae la tarde sobre el parque principal, los atardeceres naranjas y rosas que caen sobre

las casas, la gente trabajadora, brava y luchadora que no quiere dejar su territorio en manos de los violentos. Allí, en el barrio Luis Madrid Merlano, nacieron y crecieron Sol Johana Ortega Cabarico y su prima Denisse Aleyda Cáceres Cabarico, ninguna de las dos tiene más de 26 años y ya ocupan un lugar importante en la escena rapera de Colombia. Cuando Sol tenía seis años acompañaba a su papá a las fincas para ver ganado. En esos viajes se enamoró de la vida, de la lucha campesina y de los liderazgos en los territorios. Hablaba con la gente, caminaba bajo el sol inclemente y supo que el suyo era un territorio que necesitaba una segunda oportunidad. Denisse, en cambio, creció viendo con admiración la tenacidad y liderazgo de

Hablamos de la comunidad indígena barí porque son un gran ejemplo, de ellos hemos aprendido mucho sobre la defensa del territorio, tema que abarca muchas de nuestras canciones.

sus padres, ambos fueron presidentes en la Junta de Acción Comunal, razón por la que se formó en medio de las dinámicas colectivas de su barrio: asistía a reuniones, participaba de los escenarios, siempre estaba involucrada con su comunidad. A medida que pasaron los años, sus inquietudes siguieron creciendo y se vinculó a “La legión del afecto”, un colectivo de jóvenes en el que trabajaban acompañando a las comunidades, como ellos dicen “desde la piel”, una dinámica que consiste en llegar a las comunidades sin avisar, con música, con baile, con alegría, escuchar las necesidades, las problemáticas y trabajar de forma mancomunada. –Toda mi vida he vivido en Tibú, mis papás son de ascendencia campesina, mis abuelos y los de Sol también son cam-

pesinos, me gusta mucho ir al campo donde mi abuela, acompañarla, escuchar sus historias. En el colegio nunca fui la mejor, pero sí era muy juiciosa, solo que nunca dejé pasar las situaciones que no me gustaran –cuenta. –Nosotras somos primas hermanas, aproximadamente desde hace 11 años nos interesamos en la música rap, en trabajar las problemáticas sociales desde la música y el arte. Decidimos hacer hip-hop porque nos da la libertad de expresar lo que queremos decir y de aportar más allá de entretener a un público –dice Sol mientras recuerda que conocieron el rap por un vecino que llegó al barrio desde Medellín con el atuendo y la música, al principio escucharon por curiosidad, después supieron que era la forma en la que que-

rían expresar sus ideas. –Teníamos una gran necesidad de expresarnos, de escribir lo que ocurría en ese entonces. De niñas vivimos muchas situaciones del conflicto armado aquí en Tibú, del miedo, de la zozobra y la desconfianza, entonces lo que hicimos fue contar historias a través de la música. Así fue como nació el álbum Ishtana, contando lo que los vecinos decían, lo que se vivía en el Catatumbo –concluye . Sol y Denisse, como cada catatumbero y catatumbera, han vivido las consecuencias del conflicto armado en el territorio, el mismo que han conocido a través de su compromiso con las comunidades y el trabajo social, esa es la fuente de inspiración para sus canciones, sin embargo, en muchas de ellas han optado también por romper el estigma que se tiene hacia afuera con el Catatumbo, narrándolo desde su riqueza natural, social y cultural. –Motilonas Rap maneja dos líneas pilares en su música, por decirlo así, y son: las raíces y la resistencia. A partir de eso, nosotras empezamos a crear proyectos, en este caso, Ishtana, que es nuestro primer álbum, habla de las realidades que se viven en el Catatumbo desde 1999 hasta 2008, cuando terminamos de grabarlo.

Las temáticas que se manejan en ese álbum son el desplazamiento forzado, la masacres que hubo en el corregimiento de La Gabarra y en el casco urbano de Tibú, habla de la palma de aceite y la siembra de coca, cómo se crea el municipio de Tibú, qué es lo que se cultiva en Tibú y de qué se vive realmente aquí–. *** Por el amor y la fe, mi hermano, borremos los estigmas, mejor démonos la mano –Hay una canción que me gusta mucho, se llama Resiste, nos sirvió para hablar de los líderes del municipio de Tibú, en este caso nombramos a algunos viejos que viven hace mucho tiempo aquí y sufrieron la arremetida de los paramilitares, son líderes fuertes, uno de ellos murió el año pasado, y quisimos contar cómo esa gente se paró y estuvo en lucha para la defensa de los derechos humanos. Hablamos de nuestras raíces campesinas, de nuestros orígenes y hablamos de la lucha del campesino, en este caso de las movilizaciones y paros que han hecho para que se les escuche sus problemáticas, para que se les reconozca como sujetos de derecho–. Uno de los temas predominantes en sus canciones también es el de la lucha y resis-

tencia del pueblo barí en el Catatumbo. El nombre del grupo es tomado, incluso, de la forma como denominaron a los barí en la colonización del territorio. Para Sol y Denisse, la primera referencia en defensa de la vida que se hace en el Catatumbo es la de este pueblo indígena, quienes continúan defendiéndolo con fiereza del extractivismo y los actores armados. –Hablamos de la comunidad indígena barí porque son un gran ejemplo, de ellos hemos aprendido mucho sobre la defensa del territorio, tema que abarca muchas de nuestras canciones porque está presente constantemente en nuestras vidas. Aprendimos de todas las luchas campesinas e indígenas que se llevan en el Catatumbo. Después hemos tenido algunas experiencias nacionales y notamos que la realidad de muchos lugares es parecida a la del Catatumbo, así nace una canción que se llama Guaviare y esta canción también habla de la tierra ancestral, de las necesidades y realidades de este territorio–. *** Catatumbo, región, amor sin rumbo –Cuando nosotras empezamos a hacer rap, a escribir y cantar las canciones que hablaban del conflicto en el Catatumbo,

eran muy propias del territorio, nos dimos cuenta de algo y es que a la gente le da miedo y vergüenza decir que es del Catatumbo cuando está en otra ciudad. Cuando uno salía del Catatumbo a Cúcuta, no muy lejos, le decían a uno: usted es guerrillero o la gente no se le acercaba a uno, o hacían bromas muy pesadas con el tema, siempre nos comparan con la guerrilla o con ser raspachín o que trabaja con la coca, o con que uno es malo. Antes ese estigma era mucho más fuerte, aunque todavía se mantiene. Cuando empezamos a ver esa situación, nosotras quisimos hacer sentir a la gente orgullosa de lo que realmente es el Catatumbo, romper esos estigmas o etiquetas y decir «no, somos mucho más que eso, existen estas situaciones» y pues necesitamos cambiarlas desde el lenguaje también. Queremos que la gente del pueblo entienda quiénes somos y qué podemos dar, por eso partimos desde el reconocimiento del pueblo originario barí, luego desde lo que sabemos hacer más allá de la coca, nosotros somos cultivadores de plátano, de cacao, mostrarnos por lo que realmente somos y por lo que hacemos, resaltar el campesinado y la labor de las mujeres y los hombres campesinos–.


A Adrián Morantes, un guardián para las abejas ADRIÁN MORANTES LLEVA MÁS DE 12 AÑOS CONVIVIENDO CON LAS ABEJAS, COMPRENDE CUÁLES SON SUS NECESIDADES Y POR ELLO EN SU FINCA HA PRESCINDIDO DEL USO DE PRODUCTOS AGROQUÍMICOS PARA QUE LAS COLMENAS PUEDAN VIVIR, UNA APUESTA POR LA APICULTURA ORGÁNICA EN EL CORAZÓN DEL CATATUMBO.

Adrián está sentado en una banca de madera, hablando con un adolescente que viene con la ropa húmeda. Desde el patio de su casa se escucha rugir un río cercano de un verde esmeralda brillante que corre con aguas cristalinas. Tiene una camisa negra con flores rojas, es tímido y responde lacónicamente lo que le preguntan, a veces, incluso, para no responder, suelta una risa tímida con la que resume todas sus palabras. Tiene los ojos tranquilos y los dientes blancos. De lo único que habla fluidamente es de abejas, qué tipos hay, cómo se cuidan, cómo se hace apicultura orgánica, quién le enseñó, cuántos eran, cuántos quedaron, todo. —Esto de las abejas empezó en el 2008 con el proyecto de Familias Guardabosques, duramos como tres años en capacitaciones, antes de eso ninguno de nosotros tenía idea de cómo trabajar en esto, no sabíamos ni cómo se colocaba el traje. De aquí de Las Mercedes salieron como 60 personas, pero eso es como todo, empiezan grupos grandes y son poquitos los que terminan, entonces quedamos unas pocas personas. Iniciamos con 15 colmenas por familia, pero hubo muchas de esas que venían sin reina o muy malucas, entonces ese material no estaba muy bueno y eso es de mucho cuidado, por eso la mayoría fracasó. — *** Las abejas, mucho más que miel Aunque la amenaza de un mundo sin abejas ha ganado cierto protagonismo, los problemas que las impactan continúan con normalidad, la forma en la que se producen alimentos a gran escala, los químicos cada vez más utilizados en los cultivos y la deforestación asesinan a millones de abejas cada año. Se ha advertido mucho sobre el papel preponderante de estos polinizadores en los ecosistemas y la biodiversidad, sin ellos cientos de los alimentos que hacen parte de nuestra dieta están destinados a desaparecer. Las amenazas vienen de muchos frentes y el territorio nortesantandereano no es ajeno a ninguna de ellas. El primer gran problema que ha tenido Colombia para controlar lo que ocurre con las abejas es el desconocimiento que históricamente ha tenido sobre ellas, hasta inicios del año 2000, estudios de la Universidad Nacional señalaban que solo se conocía el 5 % de las abejas silvestres que son nativas en el país. Esto, por supuesto, hace muy

complicado que se pueda tener control sobre lo que ocurre con especies que ni siquiera se tienen registradas, aun así, se ha señalado que en Colombia se han identificado hasta 600 especies de abejas, pero se calcula que el número real supera las 1500. Muchas de estas especies silvestres cumplen una función especial en ecosistemas como el amazónico o el bosque andino. Si bien de alguna forma creció el número de personas que hace apicultura, estas abejas pertenecen a otras familias y no suplen las funciones realizadas por especies endémicas, silvestres y que no viven en colmenas y que, además, son de hábitos solitarios y construyen nido en pisos, paredes y troncos. Según la investigación de Guiomar Nates Parra y Victor Hugo González, de las abejas sin aguijón, el único grupo endémico sociable es el meliponini, que además se caracteriza por producir miel. Las abejas más conocidas son las del género apis, estas abejas están ampliamente esparcidas por el mundo y son domesticadas para la extracción de miel. Sin embargo, no pueden suplir las funciones de otras especies nativas de ecosistemas específicos. Es decir, que con la pérdida de la biodiversidad por la ampliación de la frontera agrícola se pierden abejas que no necesariamente son productoras de miel, pero sí fundamentales para la polinización de ecosistemas nativos. El negocio de la apicultura ha sido una opción para la manutención de muchas familias en Colombia, particularmente en Norte de Santander, donde se han impulsado varios proyectos apícolas en asociaciones campesinas y familias, sin embargo también se ha señalado varias veces el fracaso de las iniciativas por la ampliación de monocultivos y el uso constante de agrotóxicos en ellos. Colmenas completas mueren envenenadas al salir a polinizar en campos que han sido sometidos a estos procesos químicos. Esto no solo afecta a las familias que dependen de la apicultura, sino la producción de alimentos en sí, pues las abejas son muy importantes en la polinización de cultivos de alimentos, son las responsables de la tercera parte de la polinización de cultivos en el mundo. Otra de las razones por las que esta labor ha tenido muchos problemas para continuar es la quema y tala de bosques, la ampliación de zonas de pastoreo y, en

resumen, los procesos de deforestación que interrumpen el ciclo de todas las especies, incluidas las abejas. Algunos estudios, incluso, han señalado que el incremento en el uso de antenas y celulares genera que las abejas se desorienten y no puedan regresar a sus panales. Todos estos factores han afectado tanto el desarrollo de los ecosistemas como al campesinado que practica un oficio de cuidado y muy artesanal como la apicultura. Así, una de las soluciones por las que han apostado gran parte de los apicultores es la de las prácticas limpias, el mantenimiento de fincas libres de agentes tóxicos, la protección de zonas en las que se mantenga el ecosistema natural, como el bosque, los humedales o la selva. También, se han puesto en práctica otras formas de atraer los enjambres y la comprensión de las distintas especies que deben mantenerse para cada hábitat y así evitar insertar especies invasoras, como lo ocurrido con las abejas melíferas africanas. *** Un hogar para las abejas en el Catatumbo Adrián Morantes lleva más de 12 años conviviendo con las abejas, comprende cuáles son sus necesidades y por ello en su finca ha prescindido del uso de productos agroquímicos para que las colmenas puedan vivir. Nació y creció en Las Mercedes, su mamá, Elva María Rivera, es famosa por reutilizar envases de productos plásticos para elaborar artesanías como canastos, materas y recipientes hechos con tapas. —Yo nací en una finca de la vereda El Comienzo,

esta vereda empieza por allá desde Luis Vero. Estudié allí en el pueblo, somos dos con mi hermana, yo soy el mayor, ella es profesora al lado del pueblo en la Escuela La Garita, al lado de las minas de carbón, cuenta—. El día que lo visitamos, subimos a buscar las abejas, caminamos entre un cacaotal inmenso, fuente principal de ingresos de Adrián. —Además de la apicultura, trabajo con el cacao, estoy en Asoprocamerlu (Asociación de productores de cacao de las Mercedes y Luis Vero), no me gusta adquirir tantos compromisos porque me quitan tiempo para trabajar en la finca. Aquí hay dos parcelas, una de mi mamá y arriba está la mía. Por arriba por el cerro sale un camino, allá mantuvimos la montaña, — señala mientras caminamos. Después, en un punto tendió los dos costales que llevaba, sacó los overoles de apicultura con esos velos que cubren la cabeza y dan la apariencia de un astronauta, dio instrucciones precisas, prendió el ahumador y subimos a los panales, tiene alrededor de 14. —Para agarrar un enjambre orgánicamente hay que mezclar melao de caña con agua y limoncillo, untar la madera donde se quiere armar el panal, después el trabajo es de las abejas que llegan y hacen su casa. Hay panales con electricidad para que se distribuya mejor la cera, pero yo prefiero dejarlas vivir tranquilas, —me cuenta mientras destapa el panal y le pone humo a todo, un enjambre de abejas nos rodea, saca celdillas con hexágonos perfectos, en algunos ya hay miel. — Están bravas —me dice riéndose, pareciera que de verdad las entiende, habla su lengua, entiende su enojo, tiene paciencia. —El tiempo de ellas es el verano, saca uno miel cada mes de junio, julio y agosto llevando un registro. En enero a veces sacamos miel, este enero no sacamos nada. El resto del año no se saca nada. Si no hay flores y llueve mucho ellas no pueden volar—. Veo su paciencia con asombro, somos una especie misteriosa, nunca se sabe cuál va a ser nuestra relación con los demás. Adrián me mira con seriedad — esta miel está lista, ellas son perfectas, construyen todo milimétricamente, trabajan incansablemente y sin su vuelo y polinización nos queda mundo por muy poco tiempo—. Adrián es un campesino bromista y silencioso que parece que solo se toma en serio el futuro de un mundo sin abejas.


N O RTE D E SA NTA N D E R , E D I C I Ó N 3 , J U LI O D E 2 0 21

ESCRITORAS Y ESCRITORES DE PANAMERICANA EDITORIAL ESCRIBEN CUENTOS DIRIGIDOS A LOS NIÑOS Y NIÑAS DEL CATATUMBO.

Cómo el oso de anteojos consiguió sus gafas En tierras del Catatumbo Por: Gloria Beatriz Salazar

En tiempos muy lejanos, cuando la tierra solo estaba poblada por animales y espíritus, se encontraba en el Parque Nacional Natural del Catatumbo, un oso que se confundía con la nieve de las montañas más altas. Él era el rey del parque, un gobernante sabio y poderoso llamado Nube. Los años pasaban con el viento y el frío, hasta que un día, el dios Sol amaneció contento en el mundo de los espíritus, entonces, extendió sus rayos con tal fuerza, que secó las nubes de los cielos, el mundo del páramo. Entonces el parque se cubrió de un terrible calor. Empezó a escasear el agua, las plantas a secarse y los animales no sabían dónde esconderse del abrazo del dios Sol. Los súbditos fueron a buscar a Nube para que solucionara el problema. El rey trató de enviarle mensajes al Sol para que se comportara, pero él no escuchaba ninguna razón, además, oía música de dioses a todo volumen, sin hacer caso a ninguna petición. Entonces, ocurrió el desastre que tenía que pasar… Se incendió un campo de pajonales y quedaron atrapados muchos animales, Nube pidió ayuda a sus súbditos, pero todos tenían una buena excusa:

—¡Le tengo miedo a las llamas! —gritaba la danta que lloraba al ver tal horror. —¡Soy muy pequeño para salvarlos! — decía el colibrí. —¡Mis alas se quemarían en el fuego y nunca más podría volar! —susurraba el cóndor mientras se tapaba sus ojos para no ver el incendio. Sin embargo, Nube no lo pensó ni un segundo y se abalanzó a las llamas. El calor era insoportable, el humo le hacía arder los ojos y no lo dejaba ver, pero él solo tenía en su cabeza los animales que debía salvar. Primero, se encontró a una familia de conejos que abrazó contra su cuerpo para que no se quemaran. Después, halló a un venado que no encontraba a su mamá, Nube lo cargó en su espalda para luego rescatar a su madre. Así el rey salvó a todos los animales. Pero las llamas estaban devorando todo a su paso. Entonces, el monarca se dirigió de nuevo a los animales: —Es el momento de que nos unamos y apaguemos el fuego. —¿Cómo? si soy muy pequeña —decía una lagartija. —No puedo pisar las brasas. ¡Me quemaría! —gritaba el tigrillo. Nube alzó su voz: —Uno solo de nosotros no puede apa-

garlo, pero si todos hacemos nuestro mejor esfuerzo lo lograremos. El primero en entender lo que el rey Nube quería decir fue el colibrí, que voló hasta una laguna y con su pico recogió una gota de agua. Al principio todos se rieron, pero al colibrí no le importó y siguió yendo y viniendo al lado del monarca que entre sus patas y boca llevaba toda el agua que podía. Luego la danta recogió agua con su trompa y la lanzó en las llamas como si fuera una manguera, y así los animales, poco a poco, se fueron uniendo al oso y al colibrí, hasta que todo aquel que tenía boca y patas ayudó a apagar el fuego. Y al final de dos largos días el incendió terminó. Cuando la diosa Fauna fue al lugar de la tragedia, los animales le contaron las grandes hazañas de su rey. La diosa lo llamó ante su presencia, pero nadie sabía de su paradero. De pronto, el conejo gritó cuando encontró una bola negra y peluda casi muerta, los animales se pusieron a su alrededor y empezaron a llorar. La diosa Fauna al ver semejante dolor lo acogió entre sus brazos y le susurró unas palabras mágicas que le devolvieron a la vida. Sin embargo, nadie lo reconocía.

—¡Ese no puede ser nuestro rey! ¡El oso que salvó a los venados del fuego! —gritaban los animales. Porque oso se había ¡chamuscado! ¡Salvando a los animales y al páramo! ¡Ahora era negro, muy negro! y el humo le había lastimado los ojos y ya no podía ver bien. Entonces la diosa Fauna sentenció: —Desde ahora serás negro y tu cuerpo será cubierto por el orgullo de ser un héroe y para que recuerdes cómo eras antes, tendrás unos anteojos blancos con los que podrás ver el alma de la naturaleza. Por esto, desde tiempos inmemoriales los osos de anteojos son negros y caminan en el páramo con sus anteojos y así se han quedado. OSO DE ANTEOJOS: Su nombre científico es Tremarctos ornatus. Es el único oso que habita en Latinoamérica. Puede llegar a pesar cien kilogramos y medir un metro con ochenta centímetros. Es muy buen trepador de árboles para alcanzar uno de sus alimentos favoritos que son los cogollos de las bromelias. Su casa son los bosques de niebla de la cordillera de los Andes. Se encuentra en estado de conservación vulnerable por la destrucción de los bosques.


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