Lux

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INTERNACIONAL

“periódico cubano viviente” (Castro’s Cuba, Cuba’s Fidel, 1967).

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Casi cincuenta años después, el hijo ideológico de Fidel trata de aplicar una parte de la retórica de su mentor a objetivos similares: construir una sociedad socialista en una nación en la que el petróleo ha contribuido a generar un modo de pensar y de hacer (consumismo) capitalista, una nutrida clase rica y una masa mucho más grande de pobres. Fidel exportó a Estados Unidos a sus enemigos mortales. Washington mantuvo una política de importarlos. Fuera de Cuba, los exiliados ricos no podían hacer otra cosa que montar campañas terroristas -durante casi 50 años-, pero no atravesarse en el camino de los espectaculares cambios que permitieron a los revolucionarios cubanos transformar su isla. Chávez no tiene abierta la opción de exportar ricos oligarcas, la clase empresarial subyacente y los profesionales de confesión abiertamente antisocialista. Tampoco quiere Washington regresar a su vieja política de “importación de cubanos anticastristas”. Chávez mantiene un firme apoyo entre los pobres, y señaladamente entre los sectores más conscientes de la clase obrera organizada venezolana. Tampoco ignora que, de ganar el referéndum convocado para el próximo febrero, tendrá opciones de seguir siendo presidente de la República hasta 2021. Por mucho que admire a Fidel, Chávez no quiere copiar el modelo económico de Cuba. El socialismo en Venezuela pretende hurtarse a los modelos soviéticos y avanzar conforme a institucionalizaciones económicas distintas. Como observó Chávez, 18 años después del colapso de la Unión Soviética, la economía cubana se tambalea. Tras permanecer una semana en Caracas, paseé por las calles de La Habana y vi grupos de jóvenes bebiendo cerveza y cantando a ritmo de reggae con transistores o Ipods equipados con altavoces. “¿Y de dónde saca el dinero para cerveza y aparatos musicales esa pandilla de vagos?”, preguntaba una señora de mediana edad en Marianao, uno de los barrios más populosos de La Habana. “Yo se lo diré”, contestaba ella misma: “roban”. Luego entró en anécdotas sobre cómo los delincuentes aprenden de algunos programas televisivos, y se enfundan gorros de lana para taparse el rostro y camuflar su identidad. “Uno de estos golfos

LUX • ENERO • 2009

apuntó a una vecina con una pistola y le robó su ciclomotor. Ella alcanzó a rajarle parte del camuflaje, y pudo ver sus ojos verdes. ¿Y qué? Miles de habaneros tienen los ojos verdes.” Oí muchas veces quejas y protestas similares. “Si no hacemos algo para reformar el sistema laboral aquí”, me dijo un amigo escritor, “tendremos muchos problemas. Raúl [el presidente Raúl Castro] mismo lo ha dicho. No podemos permitirnos seguir rodando cuesta abajo. En el momento culminante del estropicio causado por el huracán, ahora estamos enfrentándonos a una criminalidad creciente, y eso tiene obviamente que ver con la negativa de muchos jóvenes a trabajar en los puestos de trabajo existentes”. Se refería a tres potentes megatormentas que este año han devastado la agricultura cubana y destruido centenares de miles de hogares. Sin embargo, la industria turística cubana se jacta de que a fines del presente año unos 2,3 millones de visitantes habrán hecho sus vacaciones en la isla, entre ellos 700 mil canadienses. El turismo significó unos ingresos superiores a los 2 mil millones de dólares. Un cubano más joven con el que hablé me manifestó su resentimiento con “la resucitación de los viejos tipos (se refería a Machado Ventura y a Ramiro Valdez, que entraron en el Politburó del Partido Comunista de Cuba)”. El joven hablaba con pasión. “Yo soy un socialista convencido, pero el paternalismo puede matar nuestra Revolución. ¿No se retirarán nunca estos fósiles?”. Sí, yo pienso lo mismo: ¿cuándo darán las llaves del auto a las generaciones que les siguen esos provectísimos dirigentes? Los rutinarios setentones -tardosetentones- que se hicieron hace décadas con el poder no es precisamente que vibren de inspiración en una época como la nuestra, que exige un pensamiento creativo y revolucionario. Otros jóvenes recuerdan los éxitos logrados: sanidad, educación, arte, música, deportes, ciencia, así como derechos humanos reales. Mas ninguna de esas glorias pasadas es compensación bastante para una estructura salarial, injusta e insuficiente, saturada de cuadros tan mediocres como obedientes atravesados en el camino de gentes críticas y brillantes. La hija de Raúl, Mariela, ha hablado públicamente de la urgente necesidad de reformas en varios ámbitos. Sus valientes llamamientos a poner fin a la homofobia


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