Lux

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Órgano Oficial del Sindicato Mexicano de Electricistas

CULTURAL

pletos, para todos los niveles educativos, sobre todas las materias y acerca de casi cualquier tema. Algunos de los nombres de esos sitios son reveladores: por ejemplo, uno de ellos se llama El rincón del vago y su logotipo es un buitre (un animal carroñero). Este sitio es uno de los más consultados en España por los profesores: antes de dejarles un trabajo a sus alumnos revisan qué trabajos se pueden descargar de ahí y, de ese modo, anticipan los fraudes que pueden cometer algunos alumnos. Desde luego, los profesores tienen a su disposición varios indicios para saber si un alumno realmente elaboró un trabajo o simplemente lo copió: el principal es fijarse en la manera en que está redactado o en los errores de ortografía, gramaticales y de estilo típicos del nivel educativo al que pertenece el estudiante. Así, aunque parezca contradictorio, el mejor trabajo (el original y honesto) suele ser el que no es perfecto (el copiado). Sin embargo, el problema con el criterio anterior es que no es infalible: si un alumno pone en cuestión el juicio de un profesor, éste se verá obligado a buscar en toda la red el trabajo original para demostrar el plagio, lo cual, en la mayoría de los casos, resultará imposible. Además, el criterio mencionado no permite determinar con exactitud el grado del plagio: mientras que algunos alumnos imprimen y entregan sin ningún cambio los textos que bajan de Internet, otros los editan o juntan dos o tres textos diferentes. Por otra parte, algunos alumnos pueden llegar a preparar trabajos tan buenos que puede parecer que no son suyos.

Desde luego, las ventajas del plagio cibernético son obvias: se puede conseguir una buena calificación casi sin esfuerzo, lo cual permitirá dedicar a otras actividades (“más importantes”) el tiempo de estudio y trabajo que se debería haber empleado para elaborar un trabajo o preparar una clase. Sin embargo, hay que subrayar que quien plagia no sólo engaña a los demás (a su profe), sino que se engaña a sí mismo: no aprende lo que debería aprender y que probablemente algún día le hará falta saber. Mencionar algo que dice otra persona en lo que uno dice o escribe es “citar” y no tiene nada de malo, incluso, se podría decir que es inevitable, pues los seres humanos no podemos crear a partir de la nada sino que siempre lo hacemos tomando como base lo que han hecho otras personas. Pero si se realiza una cita lo honesto es insertar una referencia para indicar su procedencia, pues de esa forma los lectores podrán comprobar que la cita es fiel o consultar la fuente original en caso de que les interese hacerlo. Para citar un texto tomado de la Web se debe indicar: 1) el nombre de su autor, 2) el título del texto, 3) la dirección electrónica (URL) en la que se le encontró y 4) la fecha de consulta o de actualización de la página o el sitio, pues lo que aparece en Internet puede cambiar o desaparecer de un momento a otro. Por ejemplo: W. P. Paul y L. Elder, “La mini-guía para el Pensamiento crítico. Conceptos y herramientas”. Disponible en www. criticalthinking.org. Consultado el 3 de julio de 2008.

Otra manera de evitar el plagio cibernético es entregar a los estudiantes una guía para la elaboración de los trabajos de tal manera que no los puedan encontrar tal cual se les pide en ningún sitio. Así, la consulta en Internet nunca será suficiente para prepararlos.

Por otro lado, si se cita literalmente un texto, sin introducirle ningún cambio, se debe escribirlo entre comillas. Por ejemplo, “Lo que no me mata, me hace más fuerte”, frase tomada del libro El crepúsculo de los ídolos escrito por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche y que, seguramente, muchas veces habrás oído o leído sin que se mencione a su autor o a la obra en la que aparece.

Pero, de todas formas, hay que insistir en que redactar un trabajo es muy diferente a editarlo: editarlo solamente consiste en seleccionar, copiar, cortar y pegar, es decir, pasar de un lado a otro la misma información modificando, con ello, su presentación; en cambio, redactarlo implica investigar, reflexionar, planear, escribir, corregir y aprender al hacerlo. Y, evidentemente, lo último es lo que pretenden los profesores cuando les piden a sus alumnos que redacten sus trabajos.

Ya para concluir, queremos invitarte asumir una actitud crítica frente a la información que recibes: no la aceptes de manera ingenua o dogmática, pregúntate si es verdadera o está justificada, es decir, razónala. Igualmente, te invitamos a informarte lo mejor que puedas cuando tengas que exponer en clase o preparar un trabajo: consulta libros, revistas y, por qué no, también navega en Internet, pero si tomas algo que no es tuyo entonces reconócelo, de manera honesta.

JULIO

2008

AGOSTO


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