"Icl+lal+lsl+lal Igl +Irl +lal +Inl +Idl +lel"
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Estos sonidos -cuya principal característica es su naturaleza auditiva- están formados por signos, es decir, por elementos que representan, o se ponen "en lugar de", un objeto. Por ejemplo, el objeto "reloj" -instrumento o máquina que sirve para medir el tiempo o dividir el día en horas, minutos y segundos- está representado por la palabra o el signo "reloj". Dicho de otro modo, la palabra "reloj" es signo del objeto "reloj". Del mismo modo, cuando, por ejemplo, el receptor escucha la palabra "justicia" enseguida sabe que tal palabra designa la idea de justicia, la cual asocia al signo balanza; luego, la balanza es signo de la justicia. Por tanto, un determinado estímulo que nos indique algo puede ser un signo lingüístico, y mediante el uso de las palabras transformamos los signos o señales en símbolos; por lo que, entre las funciones específicas de las palabras está la de sustituir los sonidos por los símbolos verbales. Al signo lingüístico, pues, le corresponde también la misión de relacionar y unir al hablante con los objetos. Por consiguiente, el signo lingüístico goza también de dos propiedades o características que, aunque parezca paradójico, se denominan "inmutabilidad" y "mutabilidad": Primeramente, señalaremos que el signo lingüístico es inmutable ya que, dada su arbitrariedad, no cambia a través del tiempo. Y, además, porque hace falta una gran cantidad de signos para crear una lengua; si fueran pocos se podrían cambiar fácilmente. También, por la complejidad que encierra el funcionamiento de una lengua y a causa de lo reacia que se muestra la comunidad de hablantes ante determinadas innovaciones. En segundo lugar, diremos que el signo lingüístico es mudable; porque, además de que se da una continuidad en el tiempo, puede producirse una alteración; aunque ésta es siempre relativa, pues en toda alteración preexiste siempre la materia vieja; y así, es propio del hablante saber "utilizar los signos y crear símbolos, de los que los más importantes son las palabras, que representan objetos, situaciones y acontecimientos no presentes en el medio en que se desenvuelve el sujeto. Todas estas posibilidades humanas están facilitadas por la posesión de un cerebro y de un sistema nervioso altamente diferenciados". De ahí que, para construir un mensaje, haya que seleccionar y combinar correctamente los signos necesarios, lo cual equivale a codificarlo. Por consiguiente, el emisor debe codificar el mensaje que desea transmitir, y el receptor tiene que decodificarlo. Y ello es así porque en toda comunicación hay